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Perú, y no tenia nueva cierta ni carta dellos; é un barço que habia hecho hacer para pescar en el puerto con redes, le hice aderezar de manera que pudiesen ir al Perú siete ó ocho hombres cuando conviniese.

Yo reparti esta tierra, como poblé la ciudad de Santiago, sin tener noticia verdadera, porque así convino para aplacar los ánimos de los conquistadores; y dismem-. bré los caciques para dar á cada uno quien le sirviese; é como despues anduve conquistando la tierra trayéndola de paz, tove la relacion verdadera, é ví la poca gente que habia, y que estaban repartidos en sesenta y tantos vecinos los pocos indios que habia; é á no poner en esto remedio, estuvieran ya disipados y muertos los más, acordé para la perpetuacion de los naturales y para la sustentacion desta ciudad, por ques la puerta para la tierra de adelante, y donde se rehace la gente que ha venido é la que viniere á poblarla é conquistarla, de reducir los sesenta y tantos vecinos en la mitad, y entre estos repartir todos los indios, porque tuviesen alguna más posibilidad para acoger en su casa á los que vinieren á nos ayudar. Hícelo esto por la buena tierra que habia descubierto, y que podia dar muy bien de comer á los vecinos que quité los pocos indios que tenian para repartirlos en los que quedaron, certificando á V. M. no se podia hacer cosa más acertada ni más provechosa para que la tierra se, perpetúe y sustente á V. M., é los naturales no se disipen.

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Era por Agosto, pasados once meses, y no sabia nada. del Perú. Con el oro que habian sacado unos indezuelos mios, y lo que los vecinos por su parte tenian, que todos me lo prestaron, parte de bucna gaua, despaché otro mensajero á V. M. que se llamaba Juan Dávalos, natural

de las Garrubillas, con los despachos duplicados que habia llevado el Antonio de Ulloa, y con lo que habia de nuevo que decir de la jornada que habia hecho, é tierra que habia hallado; y para que diese socorro á alguno de mis capitanes, si los topase de camino con alguna necesidad.

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Partió este barco, como digo, llevando los que en él iban, mios y de particulares, casi sesenta mill pesos, que á ir á otra parte que al Perú, era gran cosa; pero como aquella tierra ha sido y es tan próspera é rica de plata, estimarian en poco aquella cantidad, y acá teníamosla en mucho por costarnos cada peso cient gotas de sangre y dóscientas de sudor. Hiciéronse á la vela del puerto de Valparaiso por el mes de Septiembre del año dicho de 546

Como esperaba de cada dia socorro, mi cuidado é deligencia era en hacer sembrar maiz é trigo en sus tiempos, y en sacar el oro que con la poca posibilidad que habia se podia, para enviar siempre por gente, caballos y armas, que esto es de lo que acá teniamos nescesidad, porque lo demás que venimos á buscar, como gente no falte, ello sobrará con el ayuda de Dios.

Trece meses habia quel barco era partido del puerto de Valparaiso con el mensajero Juan Dávalos, cuando. llegó á él de vuelta del Perú el piloto y capitan Juan Bautista de Pastene, con gran nescesidad de comida, en, un navio que no traia sino el casco dél, sin tan solo un peso de mercaderia, ni otra cosa que lo valiese. Estando sin esperanza de verle más, teniendo por cierto, pues habian tardado tanto, que eran ya pasados veinte é siete meses que habian partido destas provincias y no habia, tenido nueva, ninguna dellos, que el navio é todos se

habian perdido y anegado; como le ví, rescebí tanta alegria, que me saltaron las lágrimas del corazon, diciendo que fuese bien venido: le abracé demandándole la causa de tanta tardanza y cómo y dónde quedaban los amigos que habia llevado. Respondió que me daria razon, que bien tenia de qué dármela, é yo de maraviHarme de oir lo que habia pasado é pasaba en el Perú y que Dios habia permitido quel diablo tuviese de su mano aquellas provincias y á los que en ellas estaban; y así se sentaron á comer la compañía y él, de que tenian extrema nescesidad.

Contóme cómo en término de 24 dias llegaron á la ciudad de los Reyes é supieron la venida allí del Visorey Blasco Nuñez Vela con las ordenanzas y oidores para asentar Audiencia, y privacion del gobierno y prision de Vaca de Castro, é prision del Visorey por mano de los oidores y libertad suya; é como Gonzalo Pizarro iba en su seguimiento con cantidad de gente contra él á Quito, y como en desembarcando, murió el capitan Alonso de Monroy que llevaba la más cantidad de dinero mia. Y que el Antonio de Ulloa determinó de mudar propósito, é dexando de ir á V. M. á llevar los despachos, los abrió é leyó delante de muchos mancebos locos é presumptuosos, como él se declaró allá serlo, y mofando dellos, los rompió. Y con el favor que en aquella ciudad halló en un Lorenzo de Aldana, que era primo hermano suyo y habia quedado en toda aquella tierra por su justicia mayor y teniente de Gonzalo Pizarro, é por la ida suya contra el Visorey, procuró que se secrestase el oro mio que dejó el difunto, hasta quél fuese á Gonzalo Pizarro á dar cuenta desta tierra; y así se hizo é se partió luego á le servir. Llegó á tiempo, que se halló en la batalla

contra el Visorey cuando le mataron, y por aquel servicio, con el favor que tambien tuvo de un Solis, que era su primo y maestre-sala de Pizarro, diciendo que queria él venir á me traer socorro, bajo de cautela le pidió el autoridad é licencia para ello, y así se la dió, y mandamiento para que tomase todo el oro mio do quiera que se hallase, y con él tomó lo que habia dejado Alon so de Monroy é lo desparció é hizo gente, diciendo que era para me la traer.

Como partió el Antonio de Ulloa para Quito, el Lorenzo de Aldana mandó en pena al capitan Juan Bautista que no saliese de aquella ciudad. Holgó de estar quedo hasta saber nueva del Visorey, y en qué paraba el viaje de Pizarro, aunque no dexó de tener sospecha, por algunos indios que veia, que se trataba entre los dos primos alguna negociacion en contra de lo que me convenia. Y en esto llegó nueva del desbarato del Visorey con muerte suya, y de la jornada que traia el Ulloa y serVicios, que representaba tan grandes, por haberse hallado en la batalla contra el Visorey; é yo fiador, si los contrários fueran todos de su estofa, no la hubieran, veniendo con mas presumpcion y soberbia de pensamientos que de acá habia llevado, hablando siempre mal de mí. Visto el Aldana que le podian surtir bien los que tenian ambos en mi daño, con la vitoria habida de su parte, mandó de nuevo al dicho capitan Juan Bautista, sopena de muerte y perdimiento de bienes, que no saliese de la ciudad sin su expreso mandato, y tomóle la nao.

Paresce ser que en aquella coyuntura llegó á aquella ciudad el maestre de campo Francisco de Carvajal, que venia del Collao, donde habia desbaratado á un Lope de Mendoza y Diego Centeno, que andaban juntos con TOMO IV.

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gente alborotando al Pizarro aquellas provincias del Collao, Charcas, é ciudades del Cuzco y Arequipa. Y mató al Mendoza, y tomó la gente, y huyó el Diego Centeno, escondiéndosele de manera que nunca supo dél, aunque le buscó con toda diligencia. Y hobo despachos de Pizarro de la vitoria que habia habido del Virey, y aviso de otras personas que le escribieron la negociacion que traia el Ulloa contra mí, negociada con el favor de Aldana é maestre-sala Solis, sus primos. Y yendo el dicho capitan Bautista á visitar de mi parte al Carvajal, diciendo él como nos conosciamos de Italia é habiamos sido allá amigos, y que me tenia por el mejor hombre de guerra que habia pasado á festas partes, y haria por amor de mí lo que pudiese, inclinándose mucho á favorescer mis cosas, le dixo, ¿que por qué no habia ido á negociar á Quito lo que me convenia? Respondióle que porque Aldana le habia puesto pena de muerte que no saliese de aquella ciudad, y le habia tomado su navio: y como el Carvajal era recatado y entendido y servia de voluntad á Pizarro, tenia ódio al Aldana, porque le conoscia por cauteloso y no nada valiente é muy presumptuoso en demasia, y que no teniendo ánimo para emprender lo que deseaban, declarándose por enemigos mios, mostró pesarle mucho, porque debajo de la ley de amistad, contra quien se fiaba dellos intentaban maldad galalonesia (1). Y así le dixo: «sabed, Capitan, que Aldanica y Ulloa negocian la muerte de Pedro de Valdivia por gobernar en gran secreto; y quiérense favorescer de la amistad que tiene el

(1) Maldad galalonesia, es decir, traidora, á la manera de Galalon, el traidor de los Doce pares de Francia.

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