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inteligibles voces la dicha carta de verbo ad verbum, segun y como en ella se contiene; y así leida, me entregó el dicho señor Visorey luego en continente, otra carta, despachada tambien en Bruxelas á diez y siete dias del dicho de Enero é año susodicho, é firmada de la Real Magestad del serenísimo príncipe don Phelipe, nuestro Rey é señor natural, é refrendada del dicho Francisco de Eraso con un sobrescripto que decia é dice así: «Por el Rey, á su Visorey, Presidente é Oidores de la Real Audiencia de las provincias del Perú,» é sellada con un sello Real, segun por ella parescia ó paresce, su tenor de la cual de verbo ad verbum es el siguiente:

(Sigue á continuacion la carta del Rey Don Felipe, que es igual á la inserta en la página 393, con la sola diferencia de que al final de ella ordena que obedezcan, durante su ausencia de los reinos de Castilla, á su hermana la Princesa de Portugal como gobernadora y lugar-teniente general de los dichos reinos y de los de las Indias.)

É así entregada la dicha carta, me mandó que así mismo la leyese, é leí en la forma é manera que la de suso contenida. Y así acabadas de leer, en presencia de todo el dicho concurso de gente, las dichas dos cartas, el dicho señor Visorey tomó en su mano derecha el dicho pendon Real de damasco carmesí y le puso en un portaclave del dicho su caballo, y manejó el dicho su caballo cierto breve espacio de tiempo con el dicho pendon en la mano, apellidando é diciendo: «Castilla, Castilla, Perú, Perú, por el Rey D. Felipe nuestro Señor.» É consecutivamente, el dicho reverendisimo Arzobispo é los dichos Oidores, Fiscal é oficiales de S. M. é los dichos cabildos, eclesiástico é seglar apellidaron lo mismo diciendo á voces: «Castilla, Castilla, Perú, Perú, por el Rey D. Feli

pe nuestro Señor,» é lo mismo hicieron los dichos reyes de armas. É durante que lo susodicho se apellidaba, el dicho señor Visorey y el dicho señor Arzobispo tomaron de una fuente grande de oro, cantidad de moneda, mandada nuevamente hacer por el dicho Visorey y para el dicho efeto, que fueron reales de plata, que en la una parte tenian las armas de la Corona Real de España, y de la otra las figuras de la Majestad Real del dicho serenísimo príncipe don Felipe, rey de España é de la serenísima señora doña Maria, reina de Inglaterra y de España, su mujer, con unos letreros á la redonda por la una parte, que decian: PHILIPPVS D. G. HISPAN. REX, y por la otra PHILIP. ET MARIA D. G. R. ANG. E. R. NEAP. E. R. HISP., é lo derramaron é arrojaron por la dicha plaza. É luego tras lo susodicho, el dicho señor Visorey, en nombre de la Real Majestad del dicho serenísimo rey don Felipe, entregó el dicho pendon al dicho capitan D. Pedro de Córdoba y Avendaño, el cual con el dicho pendon, y el dicho Nicolás de Ribera, alférez de la dicha cibdad con el dicho pendon della delante, é los dichos reyes de armas, movieron de la dicha plaza por la calle que va á dar al monesterio de señor Santo Domingo, apellidando el mismo apellido, é juntamente tras ellos é con ellos el dicho señor Visorey y el dicho señor Arzobispo é todos los demás de suso referidos, con otra mucha cantidad de caballeros, vecinos é otra mucha gente de á pié é de á caballo. É fueron por la dicha calle é por otras muchas de la dicha cibdad, apellidando los dichos reyes de armas en las crucijadas é partes principales el mismo apellido, é tocando tras música de trompetas, cherimias y atabales. é con los dichos pendones así levantados y

ello la dicha

Con el cual,

en la forma

susodicha, despues de haber andado muchas de las calles de la dicha cibdad, fueron á la iglesia mayor della, nombrada San Juan Evangelista. Y el dicho capitan D. Pedro de Córdoba y Avendaño entró con el dicho pendon delante de la dicha iglesia, y el dicho Nicolás de Rivera con el de la dicha cibdad, é los arrimaron junto al altar mayor della; é así arrimados, el dicho señor Arzobispo, revestido de pontifical, juntamente con la dicha clerecia é con los frailes de las órdenes mendicantes de Santo Domingo y San Francisco y San Agustin y Nuestra Señora de las Mercedes, que vinieron á la dicha iglesia á celebrar la dicha fiesta, hizo procesion general al rededor de la dicha iglesia, é dijo misa solene de la fiesta del dicho apóstol Santiago, é hobo sermon é música de cantores y otras músicas; é acabada, echó la bendicion arzobispal al pueblo questaba ayuntado é congregado en la dicha iglesia. É luego el dicho capitan D. Pedro de Córdoba y Avendaño tomó el estandarte Real, y el dicho Nicolás de Rivera el de la dicha cibdad; é con los dichos pendones y en la misma forma de suso referida con que habian venido á la dicha iglesia el dicho señor Visorey y con los demás de suso referidos, salieron de la dicha iglesia y fueron á las casas de la morada del dicho señor Visorey; y el dicho don Pedro de Córdoba y Avendaño metió en ella el dicho pendon, y el dicho Nicolás de Rivera juntamente con la dicha justicia y regimiento é demás oficiales del Cabildo de la dicha cibdad, fué desde las dichas casas de la morada del dicho señor Visorey á las casas del dicho Cabildo de la dicha cibdad, é metió é puso en el dicho Cabildo el dicho pendon. Lo cual todo dixeron que hacian é hicieron así, en cumplimiento de la renunciacion referida en la dicha carta imperial é de lo que

TOMO IV.

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por ella el dicho emperador don Cárlos é rey de España, nuestro señor, les envió á mandar, y en cumplimiento así mismo de la aceptacion destos dichos reinos del Perú, referida en la dicha carta del dicho serenísimo rey don Felipe, nuestro rey é señor natural, á quien todos los susodichos por la dicha órden é con las dichas cerimonias é solenidades recibieron, aceptaron, reconocieron por tal Rey é señor natural suyo, á quien Nuestro Señor guarde por largos tiempos y prospere, con acrescentamiento de mayores reinos é señoríos; é como á tal le ofrecieron é dieron la obediencia, ofreciéndose á le servir é respetar é acatar como buenos vasallos suyos, en todo é por todo, segun é de la forma é manera que por las dichas cartas les fue y es mandado y lo deben hacer como tales vasallos. Testigos que se hallaron presentes á todo lo susodicho, el gobernador Rodrigo de Contreras, é Pero Rodriguez Puerto-Carrero, contador mayor de cuentas de la Real Hacienda, é D. Pedro Puerto-Carrero, é D. Juan de Sandoval, Lorenzo Estopiñan de Figueroa, Juan Tello de Sotomayor, el licenciado García de Leon, Pedro de Villagra, Cipriano Ferrara, é otros muchos caballeros é vecinos é personas que allí estaban.—El Marqués.-É yo el dicho secretario Pedro de Avendaño, presente fuí con el dicho señor Visorey y demás señores y testigos á todo lo de suso contenido, y en testimonio dello lo firmo de mi nombre.-Corregido con el original.-Pedro de Avendaño.

CARTA DEL REY DON FELIPE II Á DON LUIS DE VELASCO, VIREY DE MÉJICO, NOTICIÁNDOLE SU ELEVACION AL TRONO Y PIDIÉNDOLE ALGUN SERVICIO DE Dinero. (1)

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El Rey:

D. Luis de Velasco, nuestro visorey de México: Habiendo salido d'España, como sabeis, he pasado en Inglaterra á la consumacion de mi matrimonio con la serenísima Reina, mi muy cara é muy amada mujer, deteniéndome allí el tiempo necesario para asentar las cosas de la religion, que por la bondad de Dios ha sucedido como se podia desear, é poner en órden las de la justicia y gobernacion y los otros negocios que se ofrecian. Pasé por órden del Emperador, mi señor, á estos estados de Flandes, donde hallé á S. M. con tales indisposiciones, que me dieron la pena é cuidado ques razon. Y conociendo S. M. la necesidad grande que habrá en la espedicion de los negocios, é que sus enfermedades eran causa que no se hiciesen con la brevedad que convenia á sus súbditos y vasallos, determinó de renunciar y traspasar en mí todos sus reinos y señoríos y estados, así de Castilla como de las Indias, islas y tierra firme del mar Océano é lo demás anexo á aquella.corona, como lo de Aragon, Nápoles y Sicilia y las tierras bajas de Flandes. Y otorgó é hizo todas las escrituras en forma, é yo lo

(1) Coleccion de Muñoz, tomo LXXXVIII.

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