Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[graphic][ocr errors][subsumed][subsumed][merged small][subsumed]

contorno la nervuda pierna y toda su ligereza los piés sujetos apenas por trenzadas alpargatas; ó si en medio de un camino, al divisarlos en grupo embozados en sus blancas mantas rayadas, recuerdas los albornoces árabes ó las elegantes togas romanas, y evoca tu imaginación á los antiguos dominadores del país, acércate á ellos, oh forastero, y no temas ser repelido con ruda desconfianza ni interrogado por importuna ó maligna curiosidad. Síguelos á la posada que obsequiosos te mostrarán; y en tanto que se prepara la rústica cena, en vez de encerrarte misántropo en tu helado cuarto, caso que lo tengas, acude al calor del hogar cuya vasta chimenea cobija á modo de negra cúpula á la familia entera y á los transeúntes sentados al rededor en los bancos de piedra; y una súbita llamarada en la inextinguible lumbre, acompañada de vivo chisporroteo, será la señal de tu bienvenida. Y entonces descansado puedes soltar la rienda al negro humor que durante la jornada hayan ido depositando en tu pecho la vista de los páramos que atravesaste, lo intransitable de los caminos, las tachas de las caballerías ó de sus monturas, la crudeza del clima, y hasta las incomodidades del techo mismo que te da abrigo: compadecerán tus privaciones, y las disminuirán en cuanto puedan con una oficiosidad que no basta á infundir el sórdido interés: confesarán modestos el atraso y las desventajas de su patria, pero las explicarán al mismo tiempo por un conjunto de circunstancias tales, que volverían acaso mudo al más inflexible economista (1). É intercalarán delicados elogios de la tuya, y escucharán con ingenua admiración lo que de ella les refieras, y comprenderán del pensamiento artístico que te guía lo bastante para mirarte como á hombre superior con asombro, pero sin extrañeza. ¿Quién rehusará sentarse á la pobre mesa, haciendo melindres á comida condimentada con tan buena voluntad? ¿quién aplicar á los labios la hospitalaria copa que cual

(1) Escribíamos esta Introducción en 1844, y no quisiéramos que lo que desde entonces haya ganado el país en cultura, lo hubiese perdido en costumbres.

saludo de paz da repetidas vueltas al rededor de la concurrencia? ¿quién hallará mala una cama cuya cesión cuesta tal vez á su dueño dormir en el suelo? Eche menos quien quiera aquellos frecuentados países donde el hábito engendra indiferencia, la multitud aislamiento y el concurso desconfianza mutua, aquellas glaciales fondas donde es un guarismo cada viajero y una máquina cada sirviente, aquellas decantadas ventajas de la civilización tan bellamente compensadas por las de la hospitalidad y del trato más íntimo, que nace por precisión de las recíprocas necesidades cuya satisfacción no está regularizada ni puesta á tarifa. Compadecemos de buena fe al que viajando materialmente, no percibe de su viaje sino las incomodidades materiales, y que sin estudiar monumento alguno, sin sentarse en ningún hogar, sin haber apretado la mano á un sér amigo, vuelve á su casa á referir ó á escribir tal vez sus observaciones sobre el pueblo del cual no conoce sino las posadas y que no conoce de él sino su moneda, entreteniendo al público con insulsas chocarrerías, ό denunciando á su indignación la cruel noche que pasó en tal venta ó el aguacero que le cogió en tal camino (1).

Guárdese ese tal por su bien y por el del país mismo de penetrar en ninguna de las ciudades aragonesas: sin respeto á su nombre y á sus blasones, insultaría desapiadadamente á su estrechez y desaliño, y haciendo cuestión de estadística y de policía el rango de las poblaciones, las pospondría á oscuras pero po

(1) Escritores de una obra artística y no de costumbres, abreviaremos cuanto tenga relación puramente con ellas y con las aventuras personales que en nuestras correrías no podían menos de abundar; poco aficionados como somos á este género picante y divertido que no es el de los Recuerdos y Bellezas, y persuadidos de que resultaría de la mezcla de los dos un todo falso y de mal efecto como una perspectiva en que se variara el punto de vista. Bástenos consignar de paso las bellas dotes del carácter aragonés, tal vez no tan generalmente conocidas como su proverbial firmeza, y observadas con rarísimas excepciones hasta en las ínfimas clases; tributando al mismo tiempo este general y debido homenaje así á las autoridades y corporaciones que con la más ilimitada confianza nos franquearon sus archivos, como á los particulares que nos dispensaron todos los obsequios de la amistad y cuyos nombres tendremos un placer, conforme se ofrezca la ocasión, en ir trasladando del corazón al papel.

[graphic][merged small][subsumed]
« AnteriorContinuar »