Torrelavega y Santillana

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A. Fernández, 1917 - 149 páginas

Dentro del libro

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 106 - Fue clásico sin intención deliberada de serlo y sin proponerse ningún modelo. No faltan en su obra indudables reminiscencias, que la crítica no ha advertido: de tal modo están como borradas por el sello personal del conjunto. Se asimilaba rápidamente lo poco que leía, sin repasarlo después ni preocuparse de ello. Pierden el tiempo los que quieren emparentarle con escuelas y autores que apenas conoció más que de nombre. En rigor no tuvo maestros, ni ha dejado verdaderos discípulos. Lo que...
Página 104 - Oradores y poetas lo sostienen en sus antiguos moldes académicos, defendiéndolo de los esfuerzos que hace la conversación para apoderarse de él; el terco régimen aduanero de los cultos le priva de flexibilidad. Por otra parte, la prensa, con raras excepciones, no se esmera en dar al lenguaje corriente la acentuación literaria, y de estas rancias antipatías entre la retórica y la conversación, entre la academia y el periódico, resultan infranqueables diferencias entre la manera de escribir...
Página 105 - Por esto, por sus felicísimos atrevimientos en la pintura de lo natural, es preciso declararle portaestandarte del realismo literario en España. Hizo prodigios cuando aún no habían dado señales de existencia otras maneras de realismo, exóticas, que ni son exclusivo don de un célebre escritor propagandista, ni ofrecen, bien miradas, novedad entre nosotros, no sólo por el ejemplo de Pereda sino por las inmensas riquezas de este género...
Página 18 - Ballesteros, prended á Garci Laso.» É Don Juan Alfonso tenia y ese dia tres Escuderos sus criados de quien se fiaba, con otros ornes suyos, que estaban apercebidos é armados de fojas de yuso de los paños, é tenían espadas é bronchas, é decíanles Alfonso Ferrandez de Vargas , que fue después Señor de Burguillos...
Página 106 - No fue Pereda literato profesional, sino un hidalgo que escribía libros, donde se refleja su espíritu creyente y castizo, donde se aprende a vivir bien ya morir mejor. Providenciales aparecen tales hombres como éste, y su literatura es el reconstituyente más enérgico que puede aplicarse a la generación que hoy crece, marchita de voluntad antes de haber vivido, y enferma de escepticismo antes de haber pensado.
Página 12 - Las aguas corrientes no son riqueza sólo; son vida del paisaje. Porque el agua posee los tres accidentes del vivir: luz, voz y movimiento; luz reflejada, como la luz de la pupila; voz ligera y amorosa, soñolienta y grave. como la voz de la garganta humana. No hay soledad donde el agua corre; no hay tristeza donde el agua mana; no hay desierto donde el agua vive. Fecunda el suelo y despierta el alma, arrulla el dolor, ensancha la alegría, es compañía y música, medicina y deleite; sobre sus ondas...
Página 104 - Una de las mayores dificultades con que tropieza la novela en España consiste en lo poco hecho y trabajado que está el lenguaje literario para reproducir los matices de la conversación corriente. Oradores y poetas lo sostienen en sus antiguos moldes académicos, defendiéndolo de los esfuerzos que hace la conversación para apoderarse de él; el terco régimen aduanero de los cultos le priva de flexibilidad.
Página 17 - Fernando sus fijos que fuesen delante dél, aqueste Gonzalo Ruiz, Mayordomo de Don Fadrique, coydando que facía lo mejor, llegó a una puente muy estrecha, que estaba en aquel río del Salado, et con él algunos vasallos de Don Fadrique; et por acorrer unos omes de pie que estaban allende el río, Gonzalo Ruiz, et aquellas compañas de Don Fadrique pasaron aquella puente: et Garcilaso desque vió que Gonzalo Ruiz su hermano avía pasado la puente, él. con algunos vasallos de Don Fernando, pasó...
Página 13 - Apenas juntos ambos ríos, van a pasar por Barreda. Guardando la barca que aquí salva la corriente, está un venerable solar, alzada su torre sobre un manso cerro, tendida delante una alfombra de hierba, erizado a su espalda un bosque de castaños...
Página 106 - Dentro del naturalismo español, los lienzos de Pereda tienen un valor solamente comparable con el de la antigua novela picaresca. En el cuadro de costumbres, en la sátira política, en el idilio rústico, en la tragedia del mar ávido de humanas vidas, en todos los géneros donde estampó su huella, fué el más radical innovador de la literatura de su tiempo.

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