Historia de la literatura española, Volumen1

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E. Aguado, 1829 - 276 páginas
 

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Pasajes populares

Página 202 - Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros, medianos y más chicos; allegados son iguales, los que viven por sus manos y los ricos.
Página 89 - No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera.
Página 89 - Recuerde el alma dormida, Avive el seso y despierte Contemplando Como se pasa la vida, Como se viene la muerte Tan callando...
Página 65 - Un brial vestido blanco De damasco singular. Mongil de blanco brocado, Forrado en blanco cendal, Sembrado de lunas llenas, Señal de casta final. En la cabeza le puso Una corona real Guarnecida de castañas Cogidas del castañal. Lo que dice la castaña Es cosa muy de notar; Las cinco letras primeras El nombre de la sin par. Murió de veinte y dos años Por mas lástima dejar.
Página 74 - Ayer era rey de España, hoy no lo soy de una villa; ayer villas y castillos, hoy ninguno poseía; ayer tenía criados y gente que me servía, hoy no tengo una almena que pueda decir que es mía.
Página 67 - ... -No, señor -dijo el barbero-, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar. -Así es verdad -dijo el cura-, y por esa razón se le otorga la vida por ahora.
Página 91 - La fuer9a del fuego que alumbra, que ciega Mi cuerpo, mi alma, mi muerte, mi vida, Do entra, do hiere, do toca, do llega, Mata y no muere su llama encendida: ¿Pues qué haré, triste, que todo me ofende?
Página 189 - Imperial al qual yo no llamaria decidor, ó trovador, mas poeta; como sea cierto que si alguno en estas partes del Ocaso mereció premio de aquesta triunfal é laurea guirlanda loando á todos los otros, este fue.
Página 168 - Todo sirve a los amantes, plumas les baten veloces, airecillos lisonjeros, si no son murmuradores. Los campos les dan alfombras, los árboles pabellones, la apacible fuente sueño, música los ruiseñores. Los troncos les dan cortezas, en que se guarden sus nombres mejor que en tablas de mármol o que en láminas de bronce. No hay verde fresno sin letra, ni blanco chopo sin mote ; si un valle « Angélica ! » suena, otro « Angélica !
Página 199 - De allí en adelante vivir ya mejor, Mas desque, pasado por aquel temor Vuelve á sus vicios como de primero ; Asi me volvieron á do desespero Amores, que quieren que muera amador.

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