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CAPITULO XVIII.

CONTINUACION DE LA GUERRA.

MUDANZA EN LA SITUACION DEL REY JOSÉ.

MISERIA Y HAMBRE GENERAL.

1812.

(De enero á mayo.)

Defiéndese Alicante contra el general Montbrun.-Heróica muerte de don Martin de la Carrera en Murcia.-Afrentosa rendicion de la plaza de Peñíscola á los franceses.-Formaliza Wellington el sitio de Ciudad-Rodrigo.-Toma la plaza y hace prisionera la guarnicion.-Emprende el sitio de Badajoz.-Brillante defensa que hacen los franceses.-La asaltan y toman los aliados.-Mal comportamiento de los ingleses en la ciudad.-Viene Soult de Andalucía á Extremadura, y tiene que volverse.-Marmont que iba á Badajoz toma otro giro obedeciendo á órdenes imperiales.—Amaga á Ciudad-Rodrigo y Almeida.-Retrocede sin fruto á Salamanca.Castaños en Galicia.-Rápida invasion de Bonnet en Astúrias.Manda otra vez Santocildes el 6." ejército español.-Santander y Provincias Vascongadas.-Mendizabal, Porlier, Longa, Renovales, Jáuregui.-Fusilan los franceses cuatro individuos de la junta de Búrgos. Represalias terribles que toma el cura Merino.-Navarra y Aragon. Mina.-Segunda sorpresa que hace en Arlaban.-Peligro en que se vió de verse cogido en Aragon.-Anécdota cu riosa.-Muerte de su segundo Cruchaga.-Es herido el mismo Mina. -Parecido lance en que se vió el Empecinado.-Sorpresa y pér

dida que tuvo.-Duran y Villacampa.-Partidas en Valencia.-La guerra en Cataluña.-Lacy, Sarsfield, el baron de Eroles.-Acciones de Villaseca y Altafulla.-El baron de Eroles en Aragon.-Accion de Roda.-Divide Napoleon la Cataluña en cuatro departamentos.—Da el mando del Principado á Suchet.-Operaciones en Andalucía.-Fuerza que tenia Napoleon en España.-Cambio notable en su conducta con su hermano José.-Le confiere el mando superior de todos los ejércitos.-Motivo de esta mudanza.Amenaza la guerra entre Francia y Rusia.-Conducta recíproca de los dos emperadores.-Capciosas proposiciones de paz que hace Napoleon á Inglaterra.-Rompimiento entre los dos imperios.— Fuerzas inmensas que lleva Napoleon.-Sale de París.-Miseria pública en España.-Carestía horrible.-Hambre general.-Cuadro doloroso que ofrecia la nacion.-Alegría y bienestar de que se gozaba en Cádiz.

«Se ve, decia el escritor francés que citamos al final del capítulo anterior, que el año 1812 se anunciaba bajo bien tristes auspicios. >>

No todo sin embargo, ni en todas partes fué mal en el principio de este año para los franceses. Despues de la toma de Valencia, nuestras tropas, asi las que con el general Mahy se habian retirado á Alcira, como las que con el general Freire se hallaban en Requena, se replegaron á Elche y Alicante, y entre éstas y las que guarnecian á Cartagena formaban todavía una fuerza de cerca de 18.000 hombres. El general francés Montbrun, que del ejército de Portugal habia sido enviado con una division á reforzar el de Suchet, con noticia que tuvo de haber entrado éste en Valencia, y viendo no serle ya necesario, en lugar de volverse donde mas falta hacía, como veremos des

á

pués, marchó contra los nuestros sobre Alicante (10 de enero, 1812), esperanzado de que a favor del desconcierto en que habian quedado, ó se le abririan las puertas de la ciudad, ó la tomaría fácilmente. Pero en vano estuvo delante de ella 36 horas, en vano arrojó algunas granadas é intimó la rendicion. Con la respuesta negativa de los nuestros tuvo por prudente retroceder sobre el Tajo, dejando en Elche y su comarca rastros de no pocas extorsiones y vejámenes á sus moradores.

Envió Suchet al general Harispe á la derecha del Júcar, colocó en Gandía al general Habert, y se apoderó de Denia, que abandonó el gobernador español don Estéban Echenique, no socorrido por Mahy. Tomó el mando interino de todas nuestras tropas don José O'Donnell, gefe del estado mayor del 3.er ejército. Las de Villacampa se volvieron á Aragon, donde mas de contínuo habia hecho ántes tantos y tan útiles servicios. Era esto en fines de enero, al tiempo que no lejos de alli, en Murcia, el general don Martin de la Carrera, del mismo 3.er ejército, inmortalizaba su nombre y acababa su vida con una hazaña digna de contarse.

Hallábase la Carrera á las inmediaciones de Murcia, cuando llegó á esta ciudad el general Soult, hermano del mariscal, con gente del ejército de Andalucía. O por indicaciones del mismo general, ó por acto espontáneo de los suyos, lo cual es para nosotros

indiferente, dispusieron aquellos agasajarle con un espléndido banquete en el palacio episcopal en que se alojaba. La Carrera, que mandaba gran parte de la caballería de nuestro segundo y tercer ejército, concibió el pensamiento atrevido de sorprender á los franceses cuando estuvieran en el festin. La poblacion habia de ser acometida por diferentes entradas á un tiempo: él con 100 ginetes habia de entrar por la puerta de Castilla. Por desgracia los demás, sin que sepamos la verdadera causa, ó no concurrieron á los puntos designados, ó no se atrevieron á penetrar por ellos: entró él solo con sus 100 ginetes. La sorpresa fué grande, y habria tenido el éxito que se buscaba á haber contribuido á ella todos los que debieron tomar parte. A la voz de que estaban los españoles dentro de la ciudad sobresaltáronse los franceses, y especialmente los del festin: tan aturdido anduvo Soult, que levantándose de la mesa bajó tan azorado que faltó poco para que rodára la escalera. Pero al fin, puestos en movimiento los enemigos, cargaron con todas sus fuerzas sobre el caudillo español, que con solos sus 100 hombres se defendió denodadamente en calles y plazas acuchillando cuantos franceses se le ponian delante. La lucha sin embargo no era sostenible: nuestros valientes soldados, aunque mataban, morian tambien: llegó Carrera á verse solo, y solo se defendió de seis enemigos que le rodearon, matando á dos, hasta que desangrado por las heridas que

recibió de sable y de pistola, cayó sin aliento en la calle de San Nicolás, á que mas adelante en honra suya se dió el nombre de la Carrera.

Temeraria, mas que heróica habria sido la hazaña de este insigne español, si solo y sin auxilio hubiera pensado en acometerla. Vióse solo sin culpa suya, y no fué el hombre temerario, sino el guerrero heróico, que puesto en el trance supo ser ejemplo de valientes y nobles patricios, y que muriendo ganó inmortalidad, como lo pregonó luego el cenotafio que la junta de provincia mandó erigir en el sitio de su gloriosa muerte. Los murcianos por cuya libertad se sacrificó le hicieron los honores fúnebres con toda la solemnidad que permitía la angustia de un pueblo que, aunque evacuado por los enemigos la noche misma de la catástrofe, quedó llorando los excesos de aquellos, el despojo de sus fortunas, las demasías por ellos cometidas hasta en las clases mas infelices y pobres. Estos mismos desmanes señalaron su retirada á Lorca.

Otro infortunio, de índole muy diversa, tan deshonroso para el que le causó como fué glorioso el que acabamos de contar, esperimentamos tambien en el primer mes de este año (1812). En la distribucion que Suchet hizo de sus tropas despues de la toma de Valencia, destinó al general Severoli con su division italiana á sitiar la plaza de Peñíscola, situada en la provincia de Castellon sobre una roca que avanza al mar

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