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mó cuarteles de invierno, acantonando su gente en una línea que se estendia desde Lamego hasta las sierras de Baños y de Bejar.

De alli á poco trasladóse el general inglés, generalísimo ya de nuestras tropas, á Cádiz, ya por descansar de las fatigas de la campaña, ya para acordar acerca de la que de nuevo hubiera de emprenderse, y acaso tambien por disfrutar de las atenciones y agasajos que suponia habria de recibir, como recibió, del pueblo, de las personas mas distinguidas, de la Regencia y de las mismas Córtes. Todos en efecto se esmeraron en obsequiar y festejar al ilustre caudillo, á quien España debia servicios de tanta importancia, y á quien los poderes públicos habian ensalzado á una altura en cargos y honores á que no se creia pudiese llegar en España un estrangero. A estos obsequios procuró corresponder con otros su hermano sir Enrique Wellesley, embajador británico en España, tal como un banquete, á que convidó todos los diputados. Una comision de las Córtes habia pasado á felicitar al ilustre general en su propio alcjamiento: agradecido él á tan grande honra, solicitó

(1) Cuéntase que en un sun- bia propuesto asustar á la brituoso baile que se dió en obsequio lante concurrencia y acibarar el de Wellington, la condesa de Be-placer del festin, pues nadie le navente, duquesa viuda de Osu- dió crédito, y al decir de un esna, que presídia la funcion, reci- critor que asistió á la fiesta, conbió una carta anónima en que le virtiósé el falso anuncio en ocadecian que la cena estaba enve- sion y motivo de donaires y chisnenada. Llevóse chasco el autor tes que dieron al acto mayor anidel anónimo, que sin duda se ha- macion y alegría.

permiso para presentarse en el Congreso á dar personalmente las gracias: fuéle aquél otorgado, y en la sesion del 30 de diciembre un secretário anunció que el duque de Ciudad-Rodrigo estaba aguardando para presentarse en virtud del permiso concedido: suspendióse la discusion, y entró acompañado de cuatro diputados; diósele asiento entre los representantes de la nacion (honra desusada y singular, la mayor que pudiera recibir), y levántándose leyó un discurso en español, á que contestó el presidente de la Asamblea : concluido lo cual, se retiró del salon

con el mismo acompañamiento.

(1) Hé aquí los dos discursos que se pronunciaron.

Lord Wellington-«Señor: no me habria yo resuelto á solicitar el permiso de ofrecer personalmente mis respetos á este augusto Congreso, á no haberme animado a ello la honra que V. M. me ha dispensado el dia 27 de éste, enviando una diputacion á felicitarme de mí llegada á esta ciudad; distincion que no debo atribuir sino a la parcialidad con que en todas ocasiones ha mirado V. M. los servicios que la suerte me ha proporcionado hacer á la nacion española. -Dígnese pues V. M. permitirme manifestar mi reconocimiento por este honor, y por las diferentes muestras de favor y confianza que be recibido de las Cortes, y asegurarle que todos mis esfuerzos se dirigirán al apoyo de la justa é importante causa que la España está defendien No detendré con nuevas protestaciones á V. M., ni ocu

do.

paré el tiempo de un Congreso, de cuya conducta, sábia, prudente y firme, depende, con el auxilio de la divina Providencia, el feliz éxito de todos nuestros conatos. No solo, señor, los españoles tienen puesta la vista en V. M., sino que a todo el mundo importa el dichoso fin de su vigoroso empeño en salvar la España de la ruina y destruccion general, y en establecer en esta monarquía un sistema fundado en justos principios, que promuevan y aseguren la prosperidad de todos los ciudadanos y la grandeza de la nacion española.>>

El Presidente. «S. M. se ba enterado de cuanto acaba de manifestar el duque de CiudadRodrigo, general en gefe de los ejércitos españoles; y respecto al proceder que las Cortes generales y extraordinarias han observado con tan ilustre caudillo, no hau hecho mas que acreditar el aprecio que han juzgado ser debido al vencedor de Massena y de Mar

Poco tiempo permaneció Wellington en Cádiz. De alli pasó á Lisboa, siendo recibido en los pueblos y en la córte de Portugal con arcos de triunfo, con luminarias, fiestas y todo género de demostraciones propias para celebrar sus victorias. Asi alli como en Cádiz preparó los medios para hacer fructuosa la nueva campaña que le verémos emprender en la primavera siguiente.

mont; al reconquistador de Ciudad-Rodrigo y Badajoz; al que hizo levantar el sitio de Cádiz; al que libertó tantas de nuestras provincias, y cuyos triunfos sobre los franceses han celebrado los pueblos de Castilla, como pudieran celebrar los triunfos del genio del bien sobre el genio del mal; y al que entrando en Madrid hizo publicar el sagrado có ligo de nuestra Constitucion, obra inmortal de este augusto Congreso.

»En lo demás las Cortes generales y extraordinarias no omitirán medio alguno para terminar felizmente la lucha en que la España, y tantas otras nacio

nes se hallan empeñadas; y no
ya esperan ni confian de parte
del duque de Ciudad-Rodrigo,
sino que dan por seguros nuevos
triunfos y victorias, y cuentan
con que los ejércitos españoles
y aliados, conducidos por tan
ilustre caudillo, no solo arroja-
rán á las huestes francesas mas
allá del Pirineo, sino que, si me-
nester fuese, colocarán sobre las
márgenes del Sena sus triun-
fantes pabellones; pues no
ria la vez primera que los leones
españoles han hollado en sus
orillas las antiguas lises de la
Francia.»

se

CAPITULO XXI.

LEVANTAMIENTO DEL SITIO DE CADIZ.

RESULTADO GENERAL DE LA CAMPAÑA DE 1812.

1812.

(De agosto á fin de diciembre.)

Influencia de los sucesos de Castilla en Andalucía.-La que ejercieron en el mariscal Soult.-Levantan los franceses el sitio de Cádiz. -Regocijo en aquella ciudad.-Abandona Soult á Sevilla.-Combate y triunfo de los españoles en el barrio de Triana.-Entran en Sevilla los aliados.-Soult en Granada.-Persiguele Ballesteros. -Unese Drouet á Soult en Huescar, atraviesan el reino de Murcia, y pasan á incorporarse á José en el de Valencia.-Ocupan los españoles á Córdoba.—La administracion francesa en Andalucía.— Exacciones, impuestos, despojos.-Objetos artísticos llevados á Francia. Entrevista y conferencia del rey José y de los generales Jourdan, Suchet, Soult y Drouet en Fuente la Higuera.-Plan de operaciones.-Reunion de ejércitos franceses.-Acuerdan auxiliar al de Portugal en Castilla.-Recobra el rey José á Madrid, huyendo delante de él el inglés Hill.-Consternacion de los madrileños. -Discreta y patriótica conducta de don Pedro Sainz de Baranda. -Sale otra vez José de Madrid la via de Salamanca.-Llegan alli Soult y Drouet.-Malogran los franceses la ocasion de batir á Wellington y los aliados.-Responsabilidad que en esto cupo al duque de Dalmacia.-Sucesos en Valencia.-Accion de Castalla, desastrosa para los españoles.-Culpóse de ello á don José O' Donnell.-Clamores que en las Córtes se levantaron contra él.-Proposiciones

que se hicieron.-Acres censuras y vehementes discursos.-Comision de guerra que se nombró.-Renuncia del regente don Enrique O'Donnell, hermano del general.-Debates que hubo sobre ella. Le es admitida á pesar de su gran reputacion y general estima. Dificultades para su reemplazo.-Candidatos y partidos que los sostienen.-Es nombrado regente don Juan Perez Villamil.--Sus ideas políticas.-Arribo de una escuadra anglo-siciliana á Alicante.-Marcha de la espedicion al interior de la provincia.Prepárase á resistirla Suchet.-Vuelve aquella á Alicante.-Sucesos de Aragon.-Sarsfield-Sucesos de Cataluña.-Lacy.-Nueva distribucion de ejércitos españoles.-Resúmen y resultado de la campaña de 4812, hecho por un historiador francés.

El triunfo de las armas aliadas en Arapiles y la entrada de nuestros ejércitos en Madrid, obligando al monarca intruso á evacuar la capital y refugiarse en Valencia, eran acontecimientos que asi como reanimaban el espíritu de todos los buenos españoles, necesariamente habian de ejercer influencia en opuesto sentido en los enemigos que estaban dominando otras provincias de la monarquía. El mariscal Soult, duque de Dalmacia, hasta entonces tan sordo á las escitaciones del rey José, y tan resistente á obedecer y cooperar á las combinaciones que aquél y su mayor general Jourdan proyectaban y le proponian como convenientes, reconoció al fin la necesidad de abandonar la Andalucía en que tan á gusto se encontraba, y en que obraba á modo de soberano. El 24 de agosto se decidió á levantar el sitio de Cádiz, y el 25 quedó, despues de dos años y medio, descercada, la Isla, arrojando al mar la artillería de sitio, y des

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