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texts have the correct form); p. 130 corriente, m. for corriente, f. (both texts have las corrientes, p. 20, 1. 7); p. 134 electroterapia for electroterapia (both texts have the correct form); p. 135 the demonstrative pronouns are omitted; p. 139 lejano means "in the distance" (cf. p. 4, 1. 25); p. 142 "neurastheny" for "neurasthenia"; p. 149 su also means "your"; p. 150 terapeutico for terapéutico (both texts have the correct form); p. 152 vuestro is omitted. In addition the book contains scores of errors of which no mention is made here.

The notes are, for the most part, dictionary equivalents given in Spanish (?) of certain words in the text which have been apparently chosen at random. One of the few phrases in "Zaragüeta" which really need annotation: "Pues me luzco si llego a escurrirme un poquito más.” (p. 17, lines 25-26) is explained (?) in a meaningless Spanish phrase. Evidently the editor has attempted to translate the incorrect note in the first Howland edition. The notes, as a whole, are intended to give the learner drill in Spanish conversation. Inaccuracy and carelessness, however, are poor drill masters. What will the poor student do when he finds the word fisiológico (p. 58, 1. 28) referred to in the notes as fisiológio?. Naturally he will turn to the vocabulary, and find-fisiólogo. On page 97 we are confidentially told that a sordo is uno que puede oír. Words like ¡Deliciosímas! (p. 106) are truly so. One might be tempted to question the editor's seriousness, but not his carelessness. In all, the book contains over one hundred errors and omissions, and it is unfair to teachers and pupils alike to recommend such a work to them until a corrected and revised edition appears.

GEORGE IRVING DALE

WASHINGTON UNIVERSITY

ST. LOUIS, Mo.

BIBLIOGRAPHY

[Owing to the change from four to six issues of HISPANIA per year our bibliographical section has undergone a few modifications. The bibliographies will appear somewhat irregularly, according as the books and periodicals are available. The February and November issues, however, will not contain bibliographies, and more space will be given to reviews. The various bibliographical sections of HISPANIA are as follows:

I. SCHOOL TEXTS, by Mr. Hatheway and Mr. Donlan.
II. PERIODICAL LITERATURE, by Professor Northup.
III. LITERATURA CONTEMPORÁNEA, by Professor de Onís.
IV. BIBLIOGRAPHICAL NOTES by Professor Fitz-Gerald.]
V. GENERAL BIBLIOGRAPHY S

now classified

III. LITERATURA CONTEMPORÁNEA

Blasco Ibáñez (por Dios no digamos nunca Ibáñez que es como si en España al Presidente de Columbia University le llamasen el Sr. Murray) ha publicado una nueva novela inspirada en la gran guerra: Mare Nostrum (1918), novela de espías y submarinos, que se ha quedado bastante por debajo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Hay en esta última novela algo que la eleva sobre la literatura de ocasión que la guerra está produciendo, y es el sentido profundo según el cual están contrapuestos el mundo americano y el europeo, el salto desde las pampas argentinas a los campos de batalla del Marne. Aun lo momentáneo que hay en la obra, las emociones y odios de la guerra, tiene tal importancia histórica y tal trascendencia humana que por haber sido capaz de expresarlo el libro está lo más lejos posible de ser un libro de ocasión. Es decir, que en mi opinión Los cuatro jinetes del Apocalipsis es un buen libro aunque haya logrado tan grande éxito.

Lo que no hay de justo en el éxito de Blasco Ibáñez en este país son los términos comparativos con que suele juzgársele, rebajando a otros escritores igualmente estimables. Un nombre no puede suplantar toda una literatura. Pío Baroja, un novelista de muy otro tipo, ha enriquecido con algunos nuevos volúmenes su ya copiosa obra. Memorias de un hombre de acción se titula una serie de novelas en las que el autor, de un modo impresionista y como cinematográfico, penetra en la vida tormentosa y pintoresca de la España de principios del siglo XIX y en el alma de la raza. Dos nuevos volúmenes, La veleta de Gastizar (1918) y Los caudillos de 1830 (1918) continúan la interesante serie. Pío Baroja no sólo tiene el don de ver y de pintar sino que lleva en la cabeza una cierta filosofía: una filosofía morbosamente subjetiva, cínica y pesimista, pero a pesar de todo o por ello mismo bastante divertida. Esta filosofía anda errátil por sus novelas, y a veces se condensa en libros que no son narrativos. El

humor y el desenfado, una fresca sinceridad cínica y un cierto lirismo dan a estos libros un carácter, que quizá no es del agrado de todo el mundo, pero que no deja de tener su encanto. Nuevo tablado de Arlequín (1917) y Juventud, Egolatría (1917) son obras de este tipo recientemente publicadas. Para formarse una idea de conjunto de este escritor y del desarrollo de su obra pueden servir sus Páginas escogidas (1918) publicadas por la casa Calleja en su notable serie de Antologías. Muchas de las antiguas novelas de Baroja han sido reimpresas el año pasado, lo cual prueba el creciente favor de que este autor goza entre el público: así La busca (1917), novela de la mala vida en Madrid; La feria de los discretos (1917), novela de Córdoba (traducida al inglés el mismo año); Paradox, rey (1917), novela fantástico-satírica; El árbol de la ciencia (1918), quizá la mejor obra del autor, al menos la que nos da mejor su concepción de la vida y de la humanidad.

Baroja es un novelista que a veces hace filosofía; Unamuno es un filósofo y ensayista que a veces hace novelas. Por esta razón la filosofía de Baroja tiene mucho de novelesca y las novelas de Unamuno mucho de filósóficas. Esto ocurre con su última novela Abel Sánchez. Una historia de pasión (1917), en la que la pasión que se analiza es la envidia, resucitando de modo original y moderno el tema eterno de Caín y Abel. Es una obra intensa y emocionante, que no iguala, sin embargo a sus obras de ensayos, una de las cuales, El sentimiento trágico de la vida, ha aparecido en excelente traducción francesa (1917).

Otros autores más jóvenes han publicado libros de carácter novelesco. Descuella entre ellos el libro de J. Moreno Villa, titulado Evoluciones (1918). Es este un libro extraño, sin unidad formal, compuesto de una serie de escritos diversos, y sin embargo de una evidente unidad de tono y de sabor personal. Una emoción a la vez medieval y ultramoderna constituye el encanto de este libro escrito en prosa y verso, refinado y ardiente, y que sin duda no podrá ser gustado por el lector vulgar.

Julio Camba es considerado como el mejor escritor humorístico entre los jóvenes. Sus artículos en la prensa son leídos con regocijo por el gran público español; muchos de esos artículos son pequeñas obras maestras de humorismo, más natural y menos grotesco que el de su paisano Taboada (ambos son gallegos, demostrando cuán errónea es la opinión vulgar que concede a los andaluces la exclusiva de la gracia). Artículos escogidos de Camba se han reunido a veces formando libros: notable es entre todos ellos el titulado Alemania, publicado en 1916, pero escrito antes de la guerra de 1914, libro en que el efecto cómico surge naturalmente del comentario ingenuo de un señorito español a la Alemania del Kaiser. Ultimamente los Estados Unidos han sido objeto de la apreciación humorística de Camba, en el libro Un año en el otro mundo (1917). Los naturales de todos los países suelen indignarse con este género de libros en los que para lograr el efecto cómico se fuerza a veces la realidad misma de las cosas; pero creo que en este libro hay por debajo de la burla una sincera admiración por este gran pueblo.

Nuevos libros escritos con motivo de la guerra ayudarían a conocer y a interpretar la verdadera actitud de España, de la España consciente y culta,

hacia élla. Pueden añadirse a los citados en mi crónica anterior Junto al volcán (1917) por A. Alcalá Galiano; Por Francia y por la libertad (1917) por Alberto Insúa; Tierras mártires (1918) por E. Gómez Carrillo; España durante la guerra (1918) por Luis Bello.

La crítica sobre lo contemporáneo se va haciendo poco a poco; los nuevos valores van determinándose entre el apasionamiento de los críticos. La idea que nos formemos de la literatura contemporánea variará radicalmente según tomemos como guía al P. Eguía Ruiz S. J., o a Cansinos Assens. El primero es autor de un libro titulado Literaturas y literatos (1917) escrito con un criterio católico y tradicionalista que hace difícil la justa estimación de muchos de los mejores autores contemporáneos, enemigos del catolicismo y de la tradición, al menos, respecto de esta última, tal como la entiende el P. Eguía y otros de su laya. Con simpatía completa hacia las nuevas tendencias literarias está escrito el libro de Cansinos Assens titulado La nueva literatura (1917). Este sería un buen libro para quien quisiera enterarse de la literatura española de hoy si estuviera escrito con más concisión y sencillez, y si no diera por supuesto que el lector sabe de los autores estudiados tanto como sabe de ellos el público español. Para los americanos especialmente, que gustan y yo les alabo el gusto de la precisión y de la claridad y de las pocas palabras, este puede ser un libro irritante, a pesar de sus méritos. Mucho más irritante-y aquí con razón completa-serían los libros de A. González Blanco, farragoso escritor que inunda el mercado de obras de pseudo-crítica, escritas a vuela pluma, abarrotadas de citas impertinentes y de digresiones inútiles. De este tipo es su último libro Los dramaturgos españoles contemporáneos (1917). Indudable talento crítico y penetración de juicio hay en otro libro sobre el teatro contemporáneo de que es autor R. Pérez de Ayala, titulado Las máscaras. Ensayos de crítica teatral (1917); el libro ha de leerse, sin embargo, con cautela porque hay en él mucho de personal y de apasionado que arrastra al autor a juicios excesivos o injustos. El justo medio entre todos estos extremos puede encontrarse en el libro de Andrenio (E. Gómez de Baquero), Novelas y novelistas (1918), excelente libro lleno de mesura y de discreción, donde pueden encontrarse apreciaciones inteligentes y ponderadas acerca de la mayor parte de ios novelistas contemporáneos (Galdós, Baroja, Valle-Inclán, Unamuno, Pérez de Ayala y E. Pardo Bazán).

Como esta reseña se hace larga dejaremos para otro día las publicaciones recientes en la poesía y el teatro.

COLUMBIA UNIVERSITY

FEDERICO DE ONÍS

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En primeros de julio de 1914, cuando nadie pensaba en la inminencia de una guerra como la presente, lancé la idea de un Primer Congreso Internacional de Hispanistas. La necesidad de él, me pareció y sigue pareciéndome indiscutible. Cada día es mayor en todos los países civilizados-decía yo entonces para explicarla y convencer a las gentes el número de los estudiosos que se dedican a investigar y esclarecer los hechos de la historia española en sus diferentes órdenes: político, social, literario, jurídico, artístico, etc.; y cada día, también, crece el número de los sociólogos, economistas y estadistas a quienes interesa de una manera simpática la observación y conocimiento de la España actual como factor en la obra común humana, presente y futura.

Ese interés ha crecido enormemente por causa de la guerra. Sus motivos circunstanciales los he expuesto en numerosos artículos publicados en periódicos de España y de América, que he reunido, sistematizándolos, en un libro reciente.1 No creo útil, ni aun legítimo, repetir lo que con todo pormenor digo en otro lugar. Pero el hecho de haber aumentado considerablemente en muchos países del Antiguo y el Nuevo Mundo, el movimiento de atención hacia el idioma, la literatura, la historia, la vida económica y hasta el carácter y psicología del pueblo español, conviene acentuarlo, porque justifica más y más la necesidad y utilidad del Congreso de Hispanistas.

1 España y el programa americanista, Madrid, 1917.

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