Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era: El conde de Noroña. D. Melchor Gaspar de Jovellanos. D. Nicasio Álvarez de Cienfuegos. D. José María Roldan. D. Francisco de Castro. D. Manuel de Arjona. D. Francisco Sanchez Barbero

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Librería de Mallen y Sobrinos, 1840
 

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Página 106 - Desde el oculto y venerable asilo do la virtud austera y penitente vive ignorada y, del liviano mundo huida, en santa soledad se esconde, el triste Fabio al venturoso Anfriso salud en versos flébiles envía.
Página 119 - Ese es un nono nieto del Rey Chico. Si el breve chupetín, las anchas bragas Y el albornoz, no sin primor terciado, No te lo han dicho; si los mil botones De filigrana berberisca, que andan Por los confines del jubón perdidos, No lo gritan; la faja, el guadigeño, El arpa, la bandurria y la guitarra Lo cantarán...
Página 108 - Rodeado de frondosos y altos montes se extiende un valle, que de mil delicias con sabia mano ornó naturaleza. Pártele en dos mitades, despeñado de las vecinas rocas, el Lozoya, por su pesca famoso y dulces aguas.
Página 107 - Así también del mundanal tumulto lejos, y en estos montes guarecido, alguna vez gozara del reposo, que hoy desterrado de su pecho vive. Mas ¡ ay de aquel que hasta en el santo asilo de la virtud arrastra la cadena, la pesada cadena con que el mundo oprime...
Página 109 - ... arrullo, tal vez el melancólico trinado de la angustiada y dulce Filomena. Con blando impulso el céfiro suave, las copas de los árboles moviendo, recrea el alma con el manso ruido ; mientras al dulce soplo desprendidas las agostadas hojas, revolando, bajan en lentos círculos al suelo...
Página 108 - Del claro río sobre el verde margen crecen frondosos álamos, que al cielo ya erguidos alzan las plateadas copas, o ya sobre las aguas encorvados en mil figuras, miran con asombro su forma en los cristales retratada. De la siniestra orilla un bosque umbrío hasta la falda del vecino monte se extiende, tan ameno y delicioso, que le hubiera juzgado el gentilismo morada de algún dios, oa los misterios de las silvanas dríadas guardado.
Página 122 - Debiósela a cocheros y lacayos, Dueñas, fregonas, truhanes y otros bichos De su niñez perennes compañeros; Mas sobre todo a Pericuelo el paje, Mozo avieso, chorizo y pepillista Hasta morir, cuando le andaba en torno. De él aprendió la jota, la guaracha, El bolero, y en fin música y baile.
Página 110 - Dios por medio de la santa contemplación, le goza ya en la tierra, y retirado en su tranquilo albergue observa reflexivo los milagros de la naturaleza, sin que nunca turben el susto ni el dolor su pecho.
Página 109 - La grata soledad, la dulce sombra, el aire blando y el silencio mudo, mi desventura y mi dolor adulan. No alcanza aquí del padre de las luces el rayo acechador, ni su reflejo viene a cubrir de confusión el rostro de un infeliz en su dolor sumido.
Página 107 - Busco paz y reposo, pero en vano los busco ¡ oh caro Anfriso ! que estos dones, herencia santa que al partir del mundo dejó Bruno en sus hijos vinculada, nunca en profano corazón entraron ni a los parciales del placer se dieron.

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