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y demas mencionados, lo estuviesen, tengan obligacion, segun lo dispuesto en el concilio general (Cap. Inter. Cætera, de Offic. jud. ordin. 8), de escoger personas hábiles para que desempeñen fructuosamente el ministerio de la predicacion. Si alguno despreciare dar cumplimiento á esta disposición; quede sujeto á una severa pena. Igualmente los Arciprestes, los Curas, y los que gobiernan iglesias parroquiales ú otras que tienen cargo de almas, de cualquier modo que sea, instruyan con discursos edificativos por sí, ó por otras personas capaces si estuvieren legítimamente impedidos, á lo menos en los domingos y festividades solemnes, á los fieles que les están encomendados, segun su capacidad, y la de sus ovejas (Conc. Constantin. 6. c. 8. Later. ult. Sess. 4.); enseñándoles lo que es necesario que todos sepan para conseguir la salvacion eterna; anunciándoles con brevedad y claridad los vicios que deben huir, y las virtudes que deben practicar, para que logren evitar las penas del infierno, y conseguir la eterna felicidad. Mas si alguno de ellos fuese negligente en cumplirlo, aunque pretenda, só cualquier pretesto, estar esento de la jurisdiccion del Obispo, y aunque sus iglesias se reputen de cualquier modo esentas, ó acaso anexas, ó unidas á algun monasterio, aunque este exista fuera de la diócesis, con tal que se hallen efectivamente las iglesias dentro de ella; no quede por falta de la providencia y solicitud pastoral de los Obispos estorvar que se verifique lo que dice la Escritura: Los niños pidieron pan, y no habia quien se lo partiese (Jer. Thren.

copos, et alios prædictos, legitimo detineri impedimento; juxta forma generalis concilii, viros idoneos assumerè teneantur ad hujusmodi prædicationis officium salubriter exequendum. Si quis autem hoc adimplere contempserit, districtæ subjaceat ultioni. Archipresbyteri quoque, Plebani, et quicumque parochialis, vel alias curam animarum habentes, ecclesias quocumque modo obtinent per se, vel alios idoneos si legitimè impediti fuerint, diebus saltem Dominicis, et festis sole mnibus, plebes sibi commisas pro sua, et earum capacitate pascant salutaribus verbis'; docendo ea, quæ scire omnibus necesarium est ad salutem; anuntiandoque eis cum brevitate, et facilitate sermonis vitia, quæ eos declinare, et virtutes, quas sectari oporteat, ut pœnam æternam evadere, et cælestem gloriam consequi valeant. Id verò si quis eorum præstare negligat, etiam si ab Episcopi jurisdictione quavis ratione exemptum se esse prætenderet; etiam, si ecclesiæ quovis modo exemptæ dicerentur, aut alicui monasterio, etiam extra diœcesim existenti, forsan annexæ, velunitæ, modo reipsa in diœcesi sint, provida pastoralis Episcoporum solicitudo non desit, ne illud impleatur: Parvuli petierunt panem,

4.). En consecuencia, si amonestados por el Obispo no cumplieren esta obligacion dentro de tres meses, sean precisados á cumplirla por medio de censuras eclesiásticas, ó de otras penas á voluntad del mismo Obispo; de suerte, que si le pareciese conveniente, aun se pague á otra persona que desempeñe aquel ministerio, algun decente estipendio de los frutos de los beneficios, hasta que arrepentido el principal poseedor cumpla con su obligacion. Y si se hallaren algunas iglesias parroquiales sujetas á monasterios de ninguna diócesis, cuyos Abades ó Prelados regulares fuesen negligentes en las obligaciones mencionadas; sean compelidos á cumplirlas por los Metropolitanos en cuyas provincias estén aquellas diócesis, como delegados para esto de la sede Apostólica; sin que pueda impedir la ejecucion de este de creto costumbre alguna, ó esencion, apelacion, reclamacion ó recurso, hasta tanto que se conozca, y decida por juez competente, quien debe proceder sumariamente, У atendida sola la verdad del hecho. Tampoco puedan predicar, ni aun en las iglesias de sus órdenes, los Regulares de cualquiera religion que sean, si no hubieren sido examinados y aprobados por sus superiores sobre vida, costumbres y sabiduría, y tengan ademas su licencia; con la cual estén obligados antes de comenzar á predicar á presentarse personalmente á sus Obispos, y pedirles la bendicion. Para predicar en las iglesias que no son de sus órde

et non erat qui frangere eis. Itaque, ubi ab Episcopo moniti trium mensium spatio muneri suo defuerint, per censuras ecclesiasticas, seu aliàs ad ipsius Episcopi arbitrium cogantur; ita ut etiam, si ei sic expedire visum fuerit, ex beneficiorum fructibus alteri, qui id præstet, honesta aliqua merces persolvatur, donec principalis ipse recipiscens officium suum impleat. Si quæ verò parochiales ecclesiæ reperiantur subjectæ, monasteriis in nulla diœcesi existentibus; si Abbates, et regulares Prælati in prædictis negligentes fuerint, á Metropolitanis, in quorum provinciis dioceses ipsæ sitæ sunt,' tamquam quoad hoc sedis Apostolicæ delegatis, compellantur. Neque hujus decreti executionem consuetudo, vel exemptio, aut appellatio, aut reclamatio, sive recursus impedire valeat, quousque desuper á competenti judice, qui summariè, et sola facti veritate inspecta, procedat, cognitum, et decisum fuerit. Regulares verò cujuscumque ordinis, nisi à suis superioribus de vita, moribus, et scientia examinati., et approbati fuerint, ac de eorum licentia, etiam in ecclesiis suorum ordinum, prædicare non possint: cum qua licentia personaliter se coram Episcopis præsentare, et ab eis benedictionem petere teneantur, antequam prædicare incipiant. In ecclesiis verò, quæ suorum ordinum non sunt, ultra licentiam suo

nes, tengan obligacion de conseguir, ademas de la licencia de sus superiores, la del Obispo, sin la cual de ningun modo puedan predicar en ellas; y los Obispos se la han de conceder gratuitamente. Y si, lo que Dios no permita, sembrare el predicador en el pueblo errores ó escándalos, aunque los prediquen en su monasterio, ó en los de otro órden, le proibirá el Obispo el uso de la predicacion. Si predicase heregías, proceda contra él segun lo dispuesto en el derecho, ó segun la costumbre del lugar; aunque el mismo predicador pretestase estar exento por privilegio general ó especial: en cuyo caso proceda el Obispo con autoridad Apostólica, y como delegado de la santa sede. Mas cuiden los Obispos de que ningun predicador padezca vejaciones por falsos informes ó calumnias, ni tenga justo motivo de quejarse de ellos (Later. sub Innoc. III. cap. 62.). Eviten ademas de esto los Obispos el permitir que predique bajo pretesto de privilegio ninguno en su ciudad, ó diócesis, persona alguna, ya sea de los que siendo Regulares en el nombre, viven fuera de la clausura y obediencia de sus religiones, ó ya de los Presbíteros seculares, á no tenerlos conocidos y aprobados en sus costumbres y doctrina; hasta que los mismos Obispos consulten sobre el caso á la santa sede Apostólica: de la que no es verosimil saquen personas indignas semejantes privilegios, á no ser callando la verdad, y diciendo mentira. Los que recogen

rum superiorum, etiam Episcopi licentiam habere teneantur; sine qua in ipsis ecclesiis non suorum ordinum nullo modo prædicare possint. Ipsam autem licentiam gratis Episcopi concedant. Si verò, quod absit, prædicator crrores, aut scandala disseminaverit in populum, etiam si in monasterio sui, vel alterius ordinis prædicet, Episcopus ei prædicationem interdicat. Quòd si hæreses prædicavcrit contra eum secundùm juris dispositionem, aut loci consuetudinem procedat; etiam si prædicator ipse generali, vel especiali privilegio exemptum se esse prætenderet. Quo casu Episcopus auctoritate Apostolica et tamquam sedis Apostolicæ delegatus procedat. Curent autem Episcopi, ne quis prædicator, vel ex falsis informationibus, vel aliàs calumniosè vexetur, justamve de eis conquerendi occasionem habeat. Caveant prætereà Episcopi ne aliquem vel eorum, qui, cùm sint nomine Regulares, extra claustra tamen, et obedientiam religionum suarum vivunt; vel Presbyterorum sæcularium, nisi ipsis noti sint, et moribus, atque doctrina probati, etiam quorumlibet privilegiorum prætextu, in sua civitate, yel diœcesi prædicare permitant, donec ab ipsis Episcopis super ea re sancta sedes Apostolica consulatur: à qua privilegia hujusmodi, nisi tacita veritate, et expreso merdacio, ab indignis extor

las limosnas, que comunmente se llaman demandantes, de cualquiera condicion que sean, no presuman de modo alguno predicar por sí, ni por otro; y los contraventores sean reprimidos eficazmente con oportunos remedios por los Obispos y Ordinarios de los lugares, sin que les sirvan ningunos privilegios.

Asignacion de la Sesion siguiente.

Ademas de esto, el mismo sacrosanto Concilio establece y decreta, que la próxima futura sesion se tenga y celebre el jueves, feria quinta despues de la fiesta del bienaventurado Apostol Santiago.

Prorrogóse despues la Sesion al dia 13 de enero de 1547.

SESION VI.

Celebrada en 13 de enero de 1547.

Decreto sobre la Justificacion.

PROEMIO.

HABIENDOSE difundido en estos tiempos, no sin pérdida

de muchas almas, y grave detrimento de la unidad de la

queri verisimile non est. Quæstores verò eleemosynarii, qui etiam Quæstuarii vulgò dicuntur, cujuscumque conditionis existant, nullo modo, nec per se, nec per alium prædicare præsumant: et contra facientes ad Episcopis, et Ordinariis locorum, privilegiis quibuscumque non obstantibus, oportunis remediis omnino arceantur.

Indictio futuræ Sessionis.

Item hæc sacrosancta Synodus statuit', et decernit, primam futuram Sessionem tenendam, et celebrandam esse die Jovis, feria v. post festum B. Jacobi Apostoli.

Prorogata deindè fuit Sessio ad diem XIII. mensis Januarii M.D.XLVII.

SESSIO VI.

Celebrata die XII. mensis Januarii M.D.XLVII.

Decretum de Justificatione.

PROEMIUM.

CUM hoc tempore, non sine multarum animarum jactura, et gra

vi ecclesiastica unitatis detrimento, erronea quædam disseminata

Iglesia, ciertas doctrinas erroneas sobre la justificacion; el sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento, congregado legítimamente en el Espíritu santo, y presidido á nombre de nuestro santísimo Padre y señor en Cristo, Paulo por la divina providencia Papa III de este nombre, por los reverendísimos señores Juan María de Monte, Obispo de Palestina, y Marcelo, Presbítero del título de santa Cruz en Jerusalen, Cardenales de la santa iglesia Romana, y Legados Apostólicos á latere, se propone declarar á todos los fieles cristianos, á honra y gloria de Dios omnipotente, tranquilidad de la iglesia, y salvacion de las almas, la verdadera y sana doctrina de la Justificacion, que el sol de justicia Jesucristo ( Malach. 4, Hebr. 12.), autor y consumador de nuestra fe enseñó, comunicaron sus Apóstoles, y perpetuamente ha retenido la Iglesia católica inspirada por el Espíritu santo; prohibiendo con el mayor rigor, que ninguno en adelante se atreva á creer, predicar ó enseñar de otro modo que el que se establece Y declara en el pre

sente decreto.

Cap. I. Que la naturaleza y la ley no pueden justificar á los hombres.

Ante todas cosas declara el santo Concilio, que para entender bien y sinceramente la doctrina de la Justificacion,

sit de Justificatione doctrina; ad laudem, et gloriam omnipotenis Dei, Ecclesiæ tranquillitatem, et animarum salutem, sacrosanta, œcumenica, et generalis Tridentina Synodus, in Spiritu sancto legitimè congregata, presidentibus in ea nomine sanctis simi in Christo patris, et domini nostri, Domini Pauli divina providentia Papæ tertii, reverendissimis Dominis Joann. Maria, Episcopo Prænestino, de Monte, et Marcello tit. s. Crucis in Jerusalem, Presbytero, sanctæ Romanæ ecclesiæ Cardinalibus, et Apostolicis de latere Legatis ; exponere intendit omnibus Christi fidelibus veram, sanamque doctrinam ipsius Justificationis, quam sol justitiæ Christus Jesus, fidei nostræ auctor, et consummator, docuit, Apostoli tradiderunt, et Catholica ecclesia, Spiritu sancto suggerente, perpetuò retinuit districtiùs inhibendo, ne deinceps audeat quisquàm aliter credere, prædicare, aut docere, quám præsenti decreto statuitur, ac declaratur.

Cap. I. De naturæ, et legis aḍ justificandos homines imbecillitate.

Primùm declarat sancta Synodus, ad Justificationis doctrinam probè, et sincerè intelligendam, oportere, ut unusquisque ag→

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