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Cap. XV. Con cualquier pecado mortal se pierde la gracia, pero no la fe.

Se ha de tener tambien por cierto, contra los astutos ingenios de algunos que seducen con dulces palabras y bendiciones los corazones inocentes (Rom. 16.); que la gracia que se ha recibido en la justificacion, se pierde no solamente con la infidelidad, por la que perece aun la misma fe, sino tambien con cualquiera otro pecado mortal, aunque la fe se conserve defendiendo en esto la doctrina de la divina ley que escluye del reino de Dios, no solo los infieles, sino tambien los fieles que caen en la fornicacion, los adulteros, los dados á otros deleites torpes de la carne, sodomitas, ladrones, avaros, vinosos, maldicientes, arrebatadores (1. Timoth. 1. et 1. Corinth. 6.), y todos los demas que caen en pecados mortales; pues pueden abstenerse de ellos con el ausilio de la divina gracia, y quedan por ellos separados de la gracia de Cristo.

Cap. XVI. Del fruto de la justificacion; esto es, del mérito de las buenas obras, y de la esencia de este mismo mérito.

A las personas que se hayan justificado de este modo, ya conserven perpetuamente la gracia que recibieron, ya recobren la que perdieron, se deben hacer presentes las pa

cite fructus dignos pœnitentiæ.

Cap. XV. Quolibet mortali peccato amitti gratiam, sed
non fidem.

Adversus etiam hominum quorumdam callida ingenia, qui per dulces sermones, et benedictiones seducunt corda innocentium asserendum est, non modò infidelitate, per quam, et ipsa fides amittitur, sed etiam quocumque alio mortali peccato, quamvis non amittatur fides, acceptam justificationis gratiam amitti: divinæ legis doctrinam defendendo, quæ à regno Dei non solùm infideles excludit, sed et fideles quoque, fornicarios, adulteros, molles, masculorum concubitores, fures, avaros, ebriosos, maledicos, rapaces, cæterosque omnes, qui letalia committunt peccata: à quibus cum divinæ gratiæ adjumento abstinere possunt, et pro quibus à Christi gratia separantur.

Cap. XVI. De fructu justificationis, hoc est, de merito
bonorum operum, de que ipsius meriti ratione.

Hac igitur ratione justificatis hominibus sive acceptam gratiam perpetuò conservarint, sive amissam recuperaverint, proponenda

labras del Apóstol san Pablo: Abundad en toda especie de obras buenas; bien entendidos de que vuestro trabajo no es en vano para con Dios (1. Corinth. 15.); pues no es Dios injusto de suerte que se olvide de vuestras obras, ni del amor que manifestaste's en su nombre (Hebr. 6.). Y: No perdais vuestra confianza, que tiene un gran galardon (Hebr..10.). Y esta es la causa porque á los que obran bien (Mat. 10.) hasta la muerte, y esperan en Dios, se les debe proponer la vida eterna, ya como gracia prometida misericordiosamente por Jesucristo á los hijos de Dios, ya como premio con que se han de recompensar fielmente, segun la promesa de Dios, los méritos. y buenas obras. Esta es, pues, aquella corona de justicia que decia el Apóstol le estaba reservada para obtenerla despues de su contienda y carrera, la misma que le habia de adjudicar el justo Juez (Ps. 102. Rom. 5.), no solo á él, sino tambien á todos los que desean su santo advenimiento. Pues como el mismo Jesucristo difunda perennemenie su virtud en los justificados, como la cabeza en lo miembros (2. Tim. 4, Joann. 15.), y la zepa en los sarmientos; y constando que su virtud siempre antecede, acompaña y sigue á las buenas obras, y sin ella no podrian ser de modo alguno aceptas ni meritorias ante Dios; se debe tener por cierto, que ninguna otra cosa falla á los mismos justificados para creer que han satisfecho plenamente á la ley de Dios con aquellas mismas obras que han ejecutado, segun Dios, con proporcion al estado de la vida presente (Apoc. 14.); ni para que verdaderamente hayan merecido la vida eterna (que conseguirán

sunt Apostoli verba: Abundante in omni opere bono, scientes quòd labor vester non est inanis in Domino. Non enim injustus est Deus, ut obliviscatur operis vèstri, et dilectionis, quam ostendistis in nomine ipsius. Et, Nolite amittere confidentiam vestram quam magnam habet remunerationem. Atque ideò benè operantibus usque in finem, et in Deo sperantibus, proponenda est vita æterna, et tamquam gratia filiis Dei per Christum Jesum misericorditèr promissa et tamquam merces ex ipsius Dei promissione bonis ipsorum operi bus, et meritis fideliter reddenda. Hæc est enim illa corona justitiæ, quam post suum certamen, et cursum, repositam sibi esse ajebat Apostolus, à justo judice sibi reddendam, non solùm antem sibi, sed et omnibus, qui diligunt adventum ejus! Cùm enim ille ipse Christus Jesus, tamquam caput in membra, et támquam vitis, in palmites, in ipsos justificatos jugiter virtutem infiuat; quæ virtus bona eorum opera semper antecedit, comitatur, et subsequitur; et sine qua nullo pacto Deo grata, et meritoria esse possent: nihil ipsis justificatis ampliùs deese credendum est, quò minus plenè illis quidem operibus, quæ in Deo sunt facta, divinæ legi pro hujus vitæ

á su tiempo, si murieron en gracia): pues Cristo nuestro salvador dice: Si alguno bebiere del água que yo le daré, no tendrá sed por toda la eternidad, sino logrará en sí mismo una fuente de agua que corra por toda la vida eterna (Joann. 4.). En consecuencia de esto, ni se establece nuestra justificacion como tomada de nosotros mismos (Rom. 10.), ni se desconoce, ni desecha la santidad que viene de Dios; pues la santidad que llamamos nuestra, porque estando inherente en nosotros nos justifica, esa misma es de Dios: porque Dios nos la infunde por los méritos de Cristo. Ni tampoco debe omitirse, que aunque en la sagrada Escritura se dé á las buenas obras tanta estimacion (Matth. 10. que promete Jesucristo no carecerá de su premio el que dé á uno de sus pequeñuelos de beber agua fria (Marc. 9.); y testifique el Apóstol, que el peso de la tribulacion que en este mundo es momentaneo y ligero, nos dá en el cielo un escesivo y eterno peso de gloria (2. Corinth. 4.); sin embargo no permita Dios que el Cristiano confie (1. Corinth. 2. Galat. 6. Jer. 9.), ó se glorie en sí mismo, y no en el Señor ; cuya bondad es tan grande para con todos los hombres, que quiere sean mérítos de estos los que son dones suyos (Ex Epist. Calest. 1. c. 12.). Y por cuanto todos caemos en muchas ofensas (Jacob. 3.), debe cada uno tener á la vista, así como la misericordia y bondad, la severidad y el juicio: sin que nadie sea capaz de calificarse á sí mismo, aunque en nada le remuerda la conciencia (1. Cor. 4.);

statu satisfecisse, et vitam æternam, suo etiam tempore, (si tamen in gratia decesserint) consequendam, verè promeruisse censeantur: cùm Christus, salvator noster, dicat: Si quis biberit ex aqua, quam ego dabo ei, non sitiet in æternum: sed fiet in eo fons aquæ salientis in vitam æternam. Ita, nequè propia nostra justitia, tamquam ex nobis propia statuitur; neque ignorantur, aut repudiatur justitia Dei. Quæ enim justitia nostra dicitur, quia per eam nobis inhærentem justificamur; illa eadem Dei est, quia à Deo nobis infunditur per Christi meritum. Neque verò illud omittendum est, quòd licèt bonis operibus in sacris litteris usque adeò tribuatur, ut etiam qui uni ex minimis suis potum aquæ frigidæ dederit, promittat Christus eum non esse sua mercede cariturum; et Apostolus testetnr, id quod in præsenti est momentaneum, et leve tribulationis nostræ, supra modum in sublimitate æternum gloriæ pondus operari in nobis; absit tamen, ut Christianus homo in se ipso vel confidat vel glorietur, et non in Domino: cujus tanta est erga omnes homines bonitas, ut eorum velit esse merita, quæ sunt ipsius dona. Et quia in multis offendimus omnes, unusquisque sicut misericordiam, et bonitatem," ita severitatem, et judicium ante oculos habere debet;

pues no se ha de examinar ni juzgar toda la vida de los hombres en tribunal humano, sino en el de Dios, quien ilumina á los secretos de las tinieblas, y manifestará los designios del corazon: y entonces logrará cada uno la alabanza y recompensa de Dios, quien, como está escrito, les retribuirá segun sus obras (Matth. 16. Roman. 2.).

Despues de esplicada esta católica doctrina de la justificacion, tan necesaria que si alguno no la admitiere fiel y firmemente, no se podrá justificar; ha decretado el santo Concilio agregar los siguientes cánones, para que todos sepan no solo lo que deben adoptar y seguir, sino tambien lo que han de evitar, y huir.

De la Justificacion.

CAN. 1. Si alguno dijere (1. Cor. 15.), que el hombre se puede justificar para con Dios por sus propias obras, hechas ó con solas las fuerzas de la naturaleza, ó por la doctrina de la ley, sin la divina gracia adquirida por Jesucristo; sea escomulgado.

CAN. II. Si alguno dijere, que la divina gracia, adquirida por Jesucristo, se confiere únicamente para que el hombre pueda con mayor facilidad vivir en justicia, y merecer la vida eterna, como si por su libre albedrio, y sin la gracia pudiese adquirir uno y otro, aunque con trabajo y dificultad; sea escomulgado.

neque se ipsum aliquis, etiam si nihil sibi conscius fuerit, judicare: quoniam omnis hominum vita non humano judicio examinanda, et judicanda est, sed Dei: qui illuminabit abscondita tenebrarum, et manifestabit consilia cordium. Et tunc laus erit unicuique à Deo, qui, ut scriptum est, reddet unicuique secundùm opera sua.

Post hanc Catholicam de justificatione doctrinam, quam nisi quisquê fidelitèr, firmiterque receperit, justificari non poterit, placuit sanctæ Synodo hos Canones subjungere; ut omnes sciant non solùm quid tenere, et sequi, sed etiam quid vitare, et fugere debeant.

De Justificatione.

CAN. I. Si quis dixerit, hominem suis operibus, quæ vel per humanæ naturæ vires, vel per legis doctrinam fiant, absque divina per Jesum Christum gratia posse justificari coram Deo; anathema sit.

CAN. II. Si quis dixerit, ad hoc solùm divinam gratiam per Christum Jesum dari, ut faciliùs homo justè vivere, ac vitam æternam promereri possit; quasi per liberum arbitrium sine gratia utrumque, sed ægrè tamen, et difficulter possit; anathema sit.

CAN. III. Si alguno dijere, que el hombre sin que se le anticipe la inspiracion del Espíritu santo, y sin su ausilio, puede creer, esperar,amar, ó arrrepentirse segun conviene, para que se le confiera la gracia de la justificacion; sea escomulgado.

CAN. IV. Si alguno dijere, que el libre albedrio del hombre movido y escitado por Dios, nada coopera asintiendo á Dios que le escita y llama para que se disponga y prepare (Eccles. 15.) á lograr la gracia de la justificacion; y que no puede disentir aunque quiera, sino que como un ser inanimado, nada absolutamente obra, y solo se ha como sugeto pasivo; sea escomulgado.

CAN. V. Si alguno dijere, que el libre albedrio del hombre está perdido y estinguido despues del pecado de Adan: ó que es cosa de solo nombre, ó mas bien nombre sin objeto, y en fin ficcion introducida por el demonio en la Iglesia; sea escomulgado.

CAN. VI. Si alguno dijere (Joann. 1. ), que no está en poder del hombre dirigir mal su vida, sino que Dios hace tanto las malas obras, como las buenas, no solo permitiéndolas, sino ejecutándolas con toda propiedad, y por sí mismo; de suerte que no es menos propia obra suya la traicion de Judas, que la vocacion de san Pablo ; sea escomulgado.

CAN. VII. Si alguno dijere, que todas las obras ejecuta

CAN. III. Si quis dixerit, sine præveniente Spiritus sancti inspiratione, atque ejus adjutorio, hominem credere, sperare, diligere, aut pœnitere posse, sicut oportet, ut ei justificationis gratia conferatur; anathema sit.

CAN. IV. Si quis dixerit, liberum hominis arbitrium à Deo motum, et excitatum nihil cooperari assentiendo Deo excitantį, atque vocanti, quo ad obtinendam justificationis gratiam se disponat, ac præparet; neque posse dissentire, si velit; sed velut inanime quoddam nihil omninò agere, merèque passivè se habere; anathema sit.

CAN. V. Si quis liberum hominis arbitrium post Adæ peccatum amissum, et extinctum esse dixerit; aut rem esse de solo titulo, immò titulum sine re, figmentum denique à satana invectum in Ecclesiam; anathema sit.

CAN. VI. Si quis dixerit, non esse in potestate hominis, vías suas malas facere sed mala opera, ita ut bona, Deum operari, non permissivè solùm, sed etiam propriè, et per se, adeò ut sit proprium ejus opus non minus proditio Judæ, quàm vocatio Pauli; anathe

ma sit.

CAN. VII. Si quis dixerit, opera omnia, quæ ante justificationem

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