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CAN. XXXII. Si alguno dijere, que las buenas obras del hombre justificado de tal modo son dones de Dios, que no son tambien méritos buenos del mismo justo; ó que este mismo justificado por las buenas obras que hace con la gracia de Dios, y méritos de Jesucristo, de quien es míembro vivo, no merece en realidad aumento de gracia, la vida eterna, ni la consecucion de la gloria si muere en gracia, como ni tampoco el aumento de la gloria; sea escomulgado.

CAN. XXXIII. Si alguno dijere, que la doctrina católica sobre la justificacion espresada en el presente decreto por el santo Concilio, deroga eu alguna parte á la gloria de Dios, ó á los méritos de Jesucristo nuestro señor; y no mas bien que se ilustra con ella la verdad de nuestra fé, y finalmente la gloria de Dios, y de Jesucristo; sea escomulgado.

DECRETO SOBRE LA REFORMA.

Cap. I. Conviene que los Prelados residan en sus iglesias: se innovan contra los que no residan las penas del derecho antiguo, y se decretan otras de nuevo.

Resuelto ya el mismo sacrosanto Concilio, con los mismos Presidentes y Legados de la sede Apostólica, á em

CAN. XXXII. Si quis dixerit, hominis justificati bona opera ita esse dona Dei, ut non sint etiam bona ipsius justificati merita; aut ipsum justificatum bonis operibus, quæ ab eo per Dei gratiam, et Jesu Christi meritum, cujus vivum membrum est, fiunt, non verè mereri augmentum gratiæ, vitam æternam, et ipsius vitæ æternæ, si tamen in gratia decesserit, consecutionem, atque etiam gloriæ augmentum ; anathema sit.

CAN. XXXIII. Si quis dixerit, per hanc doctrinam catholicam de justificatione, à sancta Synodo hoc præsenti decreto expressam, aliqua ex parte gloriæ Dei, vel meritis Jesu Christi Domini nostri derogari, et non potiùs veritatem fidei nostræ, Dei denique, ac Christi Jesu gloriam illustrari; anathema sit.

DECRETUM DE REFORMATIONE.

Cap. I. Prælatos convenit in ecclesiis suis residere: si secus fecerit, juris antiqui pœnæ in eos innovantur, et novæ decernuntur.

Eadem sacrosancta Synodus, eisdem Præsidentibus, et Aposto

prender el restablecimiento de la disciplina eclesiástica en tanto grado decaida, y á poner enmienda en las depravadas costumbres del clero y pueblo cristiano; ha tenido por conveniente principiar por los que gobiernan las iglesias mayores: siendo constante que la salud, ó probidad de los súbditos pende de la integridad de los que mandan. Confiado pues, que por la misericordia de Dios nuestro señor, y cuidadosa providencia de su Vicario en la tierra, se logrará ciertamente, que segun las venerables disposiciones de los santos Padres se elijan para el gobierno de las iglesias (carga por cierto temible á las fuerzas de los Angeles) los que con escelencia sean mas dignos, y de quienes consten honoríficos testimonios de su primera vida, y de toda su edad loablemente pasada desde la niñez hasta la edad perfecta, por todos los ejercicios y ministerios de la dsiciplina eclesiástica; amonesta, y quiere se tengan por amonestados todos los que gobiernan iglesias Patriarcales, Primadas, Metropolitanas, Catedrales, y cualesquiera otras, bajo cualquier nombre y título que sea, á fin de que poniendo atencion sobre sí mismos, y sobre todo el rebaño á que los asignó el Espíritu santo para gobernar la Iglesia (Timoth. 4.) de Dios, que la adquirió con su sangre; velen, como manda el Apóstol, trabajen en todo, y cumplan con su ministerio. Mas sepan que no pueden cumplir de modo alguno con él, si abandonan como mercenarios la grey que se les ha encomendado, y dejan de dedicarse á la custodia de sus

licæ sedis Legatis, ad restituendam collapsam admodùm ecclesiasticam disciplinam, depravatosque in clero, et populo christiano mores emendandos se accingere volens, ab iis, qui majoribus ecclesiis præsunt, initium censuit esse sumendum. Integritas enim præsidentium salus est subditorum. Confidens itaque per Domini nostri misericordiam, providamque ipsius Dei in terris Vicarii solertiam, omninò futurum, ut ad ecclesiarum regimen, onus quippe angelicis humeris formidandum, qui maximè digni fuerint, quorumque prior vita ac omnis ætas à puerilibus exordiis usque ad perfectiores annos per disciplinæ stipendia ecclesiasticæ laudabiliter acta, testimonium præbeat, secundùm venerabiles beatorum Patrum sanctiones assumantur; omnes Patriarchalibus, Primatialibus, Metropolitanis, et Cathedralibus ecclesiis quibuscumque, quovis nomine, ac titulo præfectos monet, ac monitos esse vult, ut attendentes sibi, et universo gregi, in quo Spiritus sanctus possuit eos regere Ecclesiam Dei, quam acquisivit sanguine suo, vigilent, sicut Apostolus præcipit, in omnibus laborent, et ministerium suum impleant: implere autem illud se nequaquam posse sciant, si greges sibi commissos mercenariorum more deserant; atque ovium

ovejas (Ezech. 33. et 34. Act. 20.), cuya sangre ha de pedir de sus manos el supremo juez; siendo indubitable que no se admite al pastor la escusa de que el lobo se comió las ovejas, sin que él tuviese noticia. No obstante por cuanto se hallan algunos en este tiempo, lo que es digno de vehemente dolor, que olvidados aun de su propia salvacion, y prefiriendo los bienes terrenos á los celestes, y los humanos á los divinos, andan vagando en diversas cortes, ó se detienen ocupados en agenciar negocios temporales, desamparada su grey, y abandonando el cuidado de las ovejas que les están encomendadas; ha resuelto el sacrosanto Concilio innovar los antiguos cánones promulgados contra los que no residen, que ya por injuria de los tiempos y personas, casi no están en uso; como en efecto los innova en virtud del presente decreto; determinando tambien para asegurar mas su residencia, y reformar las costumbres de la Iglesia, establecer y ordenar otras cosas del modo que se sigue. Si alguno se detuviere por seis meses continuos fuera de su diócesis y ausente de su iglesia, sea Patriarcal, Primada, Metropolitana ó Catedral, encomendada á él bajo cualquer título, causa, nombre o derecho que sea; incurra ipso jure, por dignidad, grado ó preeminencia que le distinga, luego que cese el impedimento legítimo y las justas y racionales causas que tenia, en la pena de perder la cuarta parte de los frutos de un año, que se han de

suarum quarum sanguis de eorum est manibus á supremo judice requirendus, custodiæ minimè incumbant: cùm certissimum sit, non admitti pastoris excusationem, si lupus oves comedit, et pastor nescit. Ac nihilominùs quia nonnulli, quod vehementêr dolendum est, hoc tempore reperiuntur, qui propriæ etiam salutis immemores, terrenaque cælestibus, ac divinis humana præferentes, in diversis curiis vagantur, aut in negotiorum temporalium solicitudine, ovili derelicto, atque ovium sibi commissarum cura neglecta, se detinent occupatos; placuit sacrosanctæ Synodo antiquos canones, qui temporum, atque hominum injuria penè in dissuetudinem abierunt, adversùs non residentes promulgatos innovare; quemadmodum virtute præsentis decreti innovat; ac ulteriùs pro firmiori eorundem residentia, et reformandis in Ecclesia moribus, in hunc, qui sequitur, modum statuere, atque sancire. Si quis á Patriarchali, Primatiali, Metropolitana, seu Cathedrali ecclesia; sibi quocumque titulo, causa, nomine, seu jure commissa, quacumque ille dignitate, gradu, et præeminentia præfulgeat, legitimo impedimento, seu justis, et rationalibus causis cessantibus, sex mensibus continuis extra suam diœcesim morando abfuerit; quartæ partis fructuum unius anni, fábricæ ecclesiæ, et pauperibus loci per

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aplicar por el superior eclesiástico á la fábrica de la iglesia, y á los pobres del lugar. Si perseverase ausente por otros seis meses, pierda por el mismo hecho otra cuarta parte de los frutos, á la que se ha de dar el mismo destino. Mas si crece su contumacia, para que esperimente la censura mas severa de los sagrados cánones; esté obligado el Metropolitano á denunciar los Obispos sufragáneos ausentes, y el Obispo sufragáneo mas antiguo que resida al Metropofitano ausente, (so pena de incurrir por el mismo hecho en el entredicho de entrar en la iglesia) dentro de tres meses, por cartas, ó por un enviado, al Romano Pontífice, quien podrá, segun lo pidiere la mayor ó menor contumacia del reo, proceder por la autoridad de su suprema sede, contra los ausentes, y proveer las mismas iglesias de pastores mas útiles, segun viere en el Señor que sea mas conveniente y saludable.

Cap. II. No puede ausentarse ninguno que obtiene beneficio que pida residencia personal, sino por causa racional que apruebe el Obispo ; quien en este caso ha de sustituir un vicario dotado con parte de los frutos, para que dé

pasto espiritual á las almas.

Todos los eclesiásticos inferiores á los Obispos, que obtienen cualesquier beneficios eclesiásticos que pidan resi

superiorem ecclesiasticum aplicandorum, pœnam ipso jure incurrat. Quòd si per alios sex menses in hujusmodi absentia perseverarerit aliam quartam partem fructuum similitèr applicandam eo ipso amittat. Crescente vero contumacia, ut severiori sacrórum canonum censuræ subjiciatur; Metropolitanus suffraganeos Episcopos absentes, Metropolitanum verò absentem suffraganeos Episcopus antiquior residens, sub pœna interdicti ingressus ecclesiæ eo ipso incurrenda, infra tres menses per litteras, seu nuntium Romano Pontifici denuntiare teneatur; qui in ipsos absentes, prout cujusque major, aut minor contumacia exegerit, suæ supremæ sedis auctoritate animadvertere, et ecclesiis ipsis de pastoribus utilioribus providere poterit, sicut in Domino noverit salubritèr expedire.

Cap. II. Nulli beneficium exigens personalem residentiam obtinenti, abesse licet, nisi justa de causa ab Episcopo approbanda; qui tunc etiam vicarium, subducta parte fructuum, substituat ob curam animarum.

Episcopis inferiores quævis beneficia ecclesiastica personalem

dencia personal, ó de derecho, ó por costumbre, sean obligados á residir por sus Ordinarios, valiéndose estos de los remedios oportunos establecidos en el derecho; del modo que les parezca conveniente al buen gobierno de las iglesias, y al aumento del culto divino, y teniendo consideracion à la calidad de los lugares y personas; sin que á nadie sirvan los privilegios ó indultos perpetuos para no residir, ó para percibir los frutos estando ausentes. Los permisos y dispensas temporales, solo concedidas con verdaderas y racionales causas, que han de ser aprobadas legítimamente ante el ordinario, deben permanecer en todo su vigor; no obstante, en estos casos será obligacion de los Obispos, como delegados en esta parte de la sede Apostólica, dar providencia para que de ningun modo se abandone el cuidado de las almas, deputando vicarios capaces, y asignándoles cóngrua suficiente de los frutos: sin que en este particular sirva á nadie privilegio alguno, ó esencion.

Cap. III. Corrija el Ordinario del lugar los escesos de los clérigos seculares, y de los Regulares que viven fuera de su monasterio.

Atiendan los Prelados eclesiásticos con prudencia y esmero á corregir los escesos de sus súbditos; y ningun clé

residentiam de jure, sive consuetudine exigentia, in titulum, sive commendam obtinentes, ab eorum Ordinariis, quemadmodum eis pro bono ecclesiarum regimine, et divini cultus augmentos, locorum, et personarum qualitate pensata, expediens videbitur, opportunis juris remediis residere cogantur: nullique privilegia, seu indulta perpetua de non residendo, aut de fructibus in absentia percipiendis, suffragentur: indulgentis verò, et dispensationibus temporalibus ex veris, et rationabilibus causis tantùm concesis, et coram Ordinario legitimè probandis, in suo robore permansuris. Quibus casibus nihilominùs officium sit Episcoporum tamquam in hac parte à sede Apostolica delegatorum, providere, ut per deputationem idoneorum vicariorum, et congruæ portionis fructuum assignationem, cura animarnm nullatenus negligatur: nemini, quoad hoc, privilegio, seu exemptione quacumque suffragante.

Cap. III. Excesus sæcularium clericorum, et Regularium degentium extra monasteria ab Ordinario loci corrigantur.

Ecclesiarum Prælati ad corrigendum subditorum excessus prudentèr, ac diligenter intendant, et nemo sæcularis clericus, cu

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