Obras completas de D. Esteban Echeverria: Escritos en prosa con notas y esplicaciones por Don Juan María Gutierrez, con una noticia acerca de la vida del autor, juicios críticos ... y poesías laudatorias

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C. Casaralle, impr. y libreria de Mayo, 1874
 

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Página 223 - Mueran los salvajes unitarios". Letreros muy significativos, símbolo de la fe política y religiosa de la gente del matadero. Pero algunos lectores no sabrán que la tal heroína es la difunta esposa del Restaurador, patrona muy querida de los carniceros, quienes, ya muerta, la veneraban como viva por sus virtudes cristianas y su federal heroísmo en la revolución contra Balcarce. Es el caso que en un aniversario de aquella memorable hazaña de la mazorca, los carniceros festejaron con un espléndido...
Página 237 - ¿qué intentan hacer de mí? -¡Calma! -dijo sonriendo el Juez-; no hay que encolerizarse. Ya lo verás. El joven, en efecto, estaba fuera de sí de cólera. Todo su cuerpo parecía estar en convulsión; su pálido y amoratado rostro, su voz, su labio trémulo, mostraban el movimiento convulsivo de su corazón, la agitación de sus nervios. Sus ojos de fuego parecían salirse de la órbita, su negro y lacio cabello se levantaba erizado.
Página 226 - Varios muchachos, gambeteando a pie ya caballo, se daban de vejigazos o se tiraban bolas de carne, desparramando con ellas y su algazara la nube de gaviotas que, columpiándose en el aire, celebraban chillando la matanza. Oíanse a menudo, a pesar del veto del Restaurador y de la santidad del día, palabras inmundas y obscenas, vociferaciones preñadas de todo el cinismo bestial que caracteriza a la chusma de nuestros mataderos, con las cuales no quiero regalar a los lectores.
Página cxxv - Es Chile norte sur de gran longura costa del nuevo mar del Sur llamado. tendrá del este a oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado.
Página 240 - Átenlo primero, exclamó el Juez. — Está rugiendo de rabia, articuló un sayón En un momento liaron sus piernas en ángulo a los cuatro pies de la mesa, volcando su cuerpo boca abajo. Era preciso hacer igual operación con las manos, para lo cual soltaron las ataduras que las comprimían en la espalda. Sintiéndolas...
Página 215 - ¡Ah de vosotros si no imploráis misericordia al pie de los altares! Llegará la hora tremenda del vano crujir de dientes y de las frenéticas imprecaciones. Vuestra impiedad, vuestras herejías, vuestras blasfemias, vuestros crímenes horrendos, han traído sobre nuestra tierra las plagas del Señor.
Página 234 - Mas de repente, la ronca voz de un carnicero gritó: —¡Allí viene un unitario! —y al oír tan significativa palabra toda aquella chusma se detuvo como herida de una impresión subitánea.
Página 230 - El tropel y vocería era infernal. Unas cuantas negras achuradoras sentadas en hilera al borde del zanjón, oyendo el tumulto se acogieron y agazaparon entre las panzas y tripas que desenredaban y devanaban con la paciencia de Penélope, lo que sin duda las salvó porque el animal lanzó al mirarlas un bufido aterrador, dio un brinco sesgado y siguió adelante perseguido por los jinetes.
Página xviii - Entonces me sentí inclinado a poetizar; pero no conocía el idioma ni el mecanismo de la metrificación española. Era necesario leer los clásicos de esta nación. Empecé: me dormía con el libro en la mano, pero haciendo esfuerzos sobre mí mismo, al cabo manejaba medianamente la lengua castellana y el verso.
Página 144 - El Desierto es nuestro (decía Echeverría), es nuestro más pingüe patrimonio y debemos poner nuestro conato en sacar de su seno, no sólo riqueza para nuestro engrandecimiento y bienestar, sino también poesía para nuestro deleite moral y fomento de nuestra literatura.

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