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haber prestado contínua atencion. Esto puede efectuarse de diferen tes modos: expresando las preguntas en un lenguaje que no pueda entenderse sin haber atendido á las preguntas y respuestas que han precedido; teniendo cuidado, en caso de que un discípulo no, haya podido responder, ó haya respondido mal, que otro le corrija, sin repetir la pregunta; analizando las ideas para que las preguntas y respuestas sean breves ó estén expresadas en pocas palabras, y pueda recorrerse rápidamente toda la seccion ó clase; haciendo que un dis→ cípulo, cuando otro ha cometido un error en la respuesta ó en parte de ella, explique el error y diga en que consiste; y por último, haciendo las preguntas ó exigiendo la correccion de los errores, no por el órden en que están colocados los discípulos, sino saltando de unos á otros. Sucede a menudo que, cuando el maestro está preguntando á un discipulo, los demas, ó algunos de ellos, en vez de atender es+ tán calculando ó estudiando la pregunta que les corresponderá por el órden de costumbre ó del libro que aquel tiene en la mano, y por donde hace sus preguntas; el catecismo de doctrina cristiana, por ejemplo, y esto es preciso evitarlo.

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Un incentivo poderoso para que los niños atiendan y estudien bien que se quiere que aprendan, será el establecer, por regla general é invariable, que ninguno de mas de una respuesta; ó al deletrear por ejemplo una palabra, cuando una vez lo ha hecho mal, se aventure por sí, ó sin que nadie se lo mande, á deletrearla de otro ó de otros modos con el fin de acertar. Es bastante general, especialmente en niños de alguna viveza, cuando una vez han respondido mal, apresurarse á responder de otro modo, una vez y otra, sin es→ perar á que se les vuelva á preguntar, ó se pregunte-á otro; esté hábito de adivinar es funesto. En las escuelas debe repetirse con fre cuencia y debe prevalecer la máxima siguiente: piensa antes de ha→ blar. El limitar á cada discípulo extrictamente á una sola respuesta, excepto en casos especiales, no solo es un estímulo para que haga esfuerzos por aprender, sino que induce tambien hábitos de reflexion, cautela y exactitud en lo que habla, que le serán despues muy útiles.

*. Siempre que sea practicable déberá preferirse el medio de hacer las preguntas en el lenguaje propio del maestro, y que la respuesta sea dada en el lenguaje del discípulo, al de servirse de preguntas y respuestas impresas, en que los discípulos han de repetir literalmente lo que aprendieron de memoria. Cuando el discípulo ignora la pregunta precisa que se le hará, y en la forma que se le ha de hacer;

cuando se convence de que la respuesta ha de tener lugar por el ejer. cicio del entendimiento, mas bien que por un acto de la memoria, se esforzará por comprender el asunto de que se trata; adquirirá mas ideas, cultivará mas sus facultades intelectuales, y tomará mayor interés en sus estudios.

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Los varios medios que acabamos de proponer para fomentar la aplicacion de los discípulos, se comprenden todos en la idea general de un buen método de enseñanza. Ahora insinuaremos otros que son de diferente naturaleza. El primero de que haremos mencion proviene del poder de la simpatía; de esta natural propension del cora→ zon humano á sentir las mismas emociones que se manifiestan en otro individuo sobre quien fijamos nuestra atencion. Cuando un niño percibe que los que le rodean, especialmente su maestro y sus padres, tienen placer en saber lo que él está aprendiendo, su deseo de aprenderlo y el placer de haberlo aprendido, se aumentarán considerablemente. Pero cuando el niño conoce que sus padres y maestros consideran el estudio como tarea laboriosa, y contribuyen por dife+ rentes medios á que él lo considere del mismo modo, naturalmente se cierra su corazon á las dulces inflamaciones del saber, y selenjendra en él una antipatía insuperable á todo lo que son libros ó co sas que se les parezcan..

Otro motivo para que el niño y el jóvén se apliquen, suele ser el placer que les resulta de merecer la aprobacion de su maestro, pa⇒ dres y amigos. A pocos es desconocido el placer que manifiesta el niño al ver la sonrisa afectuosa de aprobacion que merece á su padre ó maestro. Cuando da cuenta de lo que ha aprendido, ó responde á las preguntas que se le hacen sobre ello, y oye decir á su maestro, has aprendido bien tu leccion, ó cosa equivalente, recibe una satis facción que compensa plenamente el trabajo que le costó aprenderla. De aquí pueden inferir los maestros que escuchan la recitación de sus discípulos con fria indiferencia, y manifiestan rara vez placer alguno á vista de sus adelantamientos, el mal que hacen, ó el medio de que se privan para alentar á los niños y excitar su aplicacion. Es preciso sin embargo, valerse de este medio con prudencia y circunspeccion, porque es muy expuesto á suscitar las rivalidades funestas que hemos condenado antes. Cuando se trata de una seccion, ó de algunos individuos reunidos para el mismo estudio, sucede con frecuencia que unos saben ó dan su lección mucho mejor que otros igualmente es tudiosos ó aplicados; y en estos casos es muy fácil herir la sensibili+ dad de estos con el elogio de aquellos, y producir la emulacion de

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que hemos hablado con sus perniciosos resultados; la vanidad por una parte y el ódio por otras Cuando no és muy impropio, siempre es mejor elogiar á la clase entera: y si esto no puede ser, será conve niente hacer el encomio de los unos ligera y cautamente, sin la menor apariencia de censura, severidad ó impaciencia respecto de los que han hecho los esfuerzos posibles, por mas que no hayan obtenido tan buen resultado. Cuando los discipulos son indolentes, desaplica dos, y no procuran aprender, convendrá que el maestro les dé á.conocer el gran disgusto que le ocasiona su conducta ; que les haga cargo por su pérdida de tiempo y consiguiente falta de adelantamiéntos; que les reprenda ligeramente, mas que se guarde de tratarles con dureza, y servirse de palabras impropias, amenazas ó compul↔ sion, que lejos de producir deseo de saber, servirán solo para aumen→ tar la aversion al estudio.

Otro medio de estímular á los discípulos es asociar cuantas ideas agradables fuere posible á la idea de leccion, de libro, escuela y maestro; comprendiendo en estas ideas la esperanza de ser aprobado y elogiado, con otras asociaciones que facilitan la obra de aprender.. Que oiga el niño hablar siempre de la oportunidad de saber como de un privilegio; de la escuela, como de un lugar de placer; y del maes tro, como de un amigo afectuoso. Mas para que esto produzca efecto, es preciso procurar que lo vea confirmado; que el libro, la escuela, el maestro, etc., correspondan á la idea que selles dános A

Puede ser asimismo útil muchas veces pará interesar á los dist cipulos en el estudio, cuando estos se hallan en estado de corres ponder, manifestarles la estrechal conexion que de ordinario existe ent tre una buena educacion y el futuro bienestar y la felicidad del individuo, y á esta consideracion se la puede dar mucha fuerza. No se requiere grande discernimiento ni mucha reflexion para compren der que, una razon cultivada ó un entendimiento provisto de ideas útiles, ha de ser un poderoso auxilio para manejar los negocios pro+ pios de toda especie, y para proporcionarse una subsistencia cómoda y decorosa; al mismo tiempo que por este medio se obtiene mayor consideracion y mayor influencia como individuo de la sociedad

Por último, haremos mencion de otro medio para promover da aplicacion, especialmente la conducta moral, que no cede su importancia á ninguno de los propuestos; procurar que nazca en los niños el sentimiento del deber y de la futura responsabilidad y que este sentimiento se vigorice y vengai á ser habitual. Con este sentimiento se marchará por camino más seguro en el terreno de la sana monal

y de la religion, que en consecuencia de la mal entendida emulacion. Que entiendan los discípulos que si dejan de hacer cuanto esté en su mano por promover su propia felicidad y la de cuantas personas tienen alguna relacion con ellos, obran mal, faltan á un deber, se exponen á los cargos de su propia conciencia y á la reprobacion de Aquel que es sobre todas las cosas. Será útil hacerles comprender que no pueden ser ellos felices, si no contribuyen á la felicidad de los demas. Que no olviden nunca que el tiempo es breve, y tienen mucho que hacer en la carrera de la vida, y que se les pedirá cuenta del empleo de todos los momentos. Que perciban que el tiempo es precioso, y son preciosos los privilegios que les corresponden como hombres, y que no tienen derecho á malgastar el uno, ni hacer mal uso de los otros.-P. M.

APOPLEGIA. (Educacion fisica.) Hay ocasiones en que el niño nace sin presentar la menor señal de vida: está privado de sentido y movimiento; tiene la cara hinchada, de color encendido cárdeno y á veces negruzco; la respiracion y la circulacion de la sangre parecen suspendidas. Estos caractéres indican la existencia de una ingurgitacion sanguinolenta y que el recien nacido padece un ataque de apoplegía á que es preciso atender en el momento. Entre las varias causas de que proviene esta terrible enfermedad, las principales son: la compresion del cerebro, efecto del parto largo y penoso, ó la acumulacion de la sangre en dicho órgano. Es pues necesario evacuar los vasos de la cabeza, disminuir el estado de plenitud de las entrañas y excitar la sensibilidad general para evitar la congestion cerebral, restablecer la circulacion de la sangre y hacer que los pulmones ejerzan sus funciones. Con este objeto se corta el cordon umbilical dejando correr la sangre por algun tiempo, por lo comon hasta que el niño respire y llore; se aplican sanguijuelas detrás de las orejas; se dan friegas secas á lo largo de la columna vertebral, ó se mete al niño en un baño caliente, aromático ó estimulante. (Corault).

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Cuando alguna persona experimenta un ataque de apoplegía, lo cual se reconoce en la privacion de sentido y de la palabra, en la rubicundez del rostro, en la dureza del pulso etc., lo primero de todo es colocarla en la cama con la cabeza elevada y descubierta; desembarazarla de todo lo que pudiera dificultar la respiracion, como la corbata, el cuello de la camisa, el corsé, el ceñidor, las ligas, etc.; exponerla al aire libre, aplicarle á la frente cabezales em

papados en agua fria y aproximar á las narices un frasco de amo→ niaco líquido ó de vinagre radical. Con estas precauciones se espera que llegue el médico, que dispondrá las sangrías ó la aplicacion de sanguijuelas.

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Seria conveniente que los maestros, asi como lo hacen algunos párrocos, deseosos de ser mas útiles, aprendiesen á sangrar, con el fin de ejecutarlo por sí mismos en casos muy apurados y perento→ rios. A falta de médico ó de persona autorizada para sangrar, puede aplicarse quince ó veinte sanguijuelas detrás de las orejas y cataplasmas de mostaza á los pies del paciente. El vomitivo, á que en otro tiempo se apelaba contra la apoplegia, es nocivo porque hace afluir la sangre con violencia hacia la cabeza. La sangría debe preceder siempre aunque el estómago se halle sobrecargado de alimentos, porque inmediatamente despues de la evacuacion sanguínea, sobrevienen vómitos espontáneos que desembarazan esta víscera. Ciertos medicamentos llamados anti-apopléticos, como el agua de los Jacobinos de Ruan y otros, ni sirven para curar ni para prevenir la enfermedad, porque suelen componerse de sustancias aromáticas y de alcohol, y de consiguiente son excitantes. El tratamiento ulterior de la apoplegía y especialmente el de la parálisis que le sucede, no es de este lugar.

(Ratiers).

ÁRABES. (Historia de la educacion). Los árabes, antes de Mahoma, estaban diseminados sin formar pueblos fijos y estables por efecto de la situacion fisica del pais. A excepción de algunos pocos que habian fundado ciudades á orillas del mar y se dedicaban al comercio, todos vivian en tribus errantes en el desierto, manteniéndose con el producto de los ganados. Por eso estaba limitada şu educacion en los primeros tiempos al ejercicio de los sentidos, al ma→ nejo de las armas, á cuanto podia habituarlos á todo género de privaciones y á interesarles por su nacion y por su tribu. Despues de los trabajos y ejercicios del dia, los ancianos, recostados delante de las tiendas, referian á los jóvenes, durante la velada, los hechos ilustres de sus abuelos, é inflamaban los corazones en amor á la pa÷ tria por medio de himnos patrióticos. De este modo se educaban los niños en el seno de la familia, y no habia necesidad de establecimientos públicos de educacion y enseñanza; pero la ciencia de los árabes estaba en su infancia: sus conocimientos acerca de los astros, no merecian sino el nombre de astrología; su historia consistia en ge

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