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cido otros que las temian, he conocido otros que las calumniaban..... Esta crítica no puede ser expresion de la verdad, y los que las critican buscan los motivos en su imaginacion y en un estado de cosas muy lejano de nosotros, más bien que en la observacion tranquila é imparcial de los hechos que suministra la experiencia. Si se me permite hablar de la conferencia que he dirigido, lo haré solo para oponerme á la crítica, para atestiguar la moralidad, la reserva y la sumisión de los maestros, con los cuales me he puesto en relacion por mis funciones. No diré que las conferencias hayan sido lo que prometian: he sentado lo que me parecia útil para mejorarlas hasta que se elevasen al grado de utilidad de que son susceptibles: sus vicios y sus imperfecciones no provienen de los que las frecuentan, sino de la falta de una voluntad firme en su organizacion; del defecto de unidad y de precision en su marcha y en sus trabajos.

Hace algunos años que estuve encargado de dirigir los de una conferencia (1) que contaba cuarenta maestros, de los cuales, muchos concurrian de cerca de dos miriámetros de distancia, y debo hacerles la justicia de decir, que han asistido siempre con una exactitud y un zelo jamás desmentido, aun en medio del peor tiempo del año: apenas se hallaban en la sala de reunion, apenas el que acababa de lle¬ gar estrechaba la mano del amigo que le habia precedido por hallarse mas cerca, empezaba el trabajo. La atencion mas sostenida se apoderaba con avidez de todo lo que se decia; el oyente no interrumpią al maestro sino para suplir con oportunás observaciones la insuficiencia de la leccion: se censuraba el error con todos los miramientos, se reconocia de buena fé, y se corregia con oportunidad; el comprofesor que explicaba, era un maestro que obtenia de sus iguales un respeto tan profundo, una sumision tan completa, como si hubiese hablado en medio del auditorio de su escuela; y en este momento que acudo á mis recuerdos, creo no haber tenido que notar ninguna palabra inconveniente, ninguna observacion presentada con designio de herir, ni por la forma, ni por la esencia; no he oidó jamás quejas contra la autoridad.

(C. A. Salmon, magistrado y representante del pueblo en Francia.)

ACROMÁTICA (Enseñanza). Dos medios hay de instruir de viva* voz: el discurso ó explicacion seguida, y el diálogo entre el que enseña y el que aprende. Segun el primero de estos medios, el profe

(1) La conferencia de maestros de los cantones norte y sud de Toul.

sor expone sus ideas sin interrumpirse y sin que le interrumpan los oyentes, y de aqui la denominacion de enseñanza acromática (1), forma acromática, procedimiento acromático, de la voz griega akroma, que quiere decir narracion.

La enseñanza acromática ahorra trabajo al profesor y tiempo al discípulo. El profesor pronuncia el discurso ó explicacion · préparada de antemano, escusándose satisfacer las observaciones del auditorio, que mas de una vez son argumentos dificiles de contestar sin detenida meditación. El discurso se presta al desarrollo de las ideas, á presentarlas con órden y brevedad, y evita las cuestiones extrañas al asunto de que se trata, que suelen embarazar la marcha de la enseñanza. Sobre todo, es el procedimiento mas ventajoso para que las ideas influyan en el ánimo, pues los pensamientos, bien relacionados entre sí, y expuestos con animacion y entusiasmo, penetran hasta el corazon y excitan y desenvuelven el sentimiento.

Carece, sin embargo, esta forma de enseñanza, de una cualidad esencial para que sea provechosa en todas circunstancias: la comunicacion recíproca del maestro y el discipulo. La enseñanza por medio de explicaciones no interrumpidas, supone en el auditorio conocimientos y desarrollo intelectual suficientes para seguir al profesor con atencion sostenida. No siendo así, el que escucha, obligado á admitir las ideas de otro sin meditarlas, ejerce un papel meramente pasivo que le fatiga pronto, y que adormece y embota sus facultades intelectuales. En efecto, los alumnos de las escuelas donde el maestro explica y habla siempre, apenas trabajan por sí mismos en el desarrollo de su inteligencia, ni sacan fruto de las lecciones. Por eso en la enseñanza de la juventud, y sobre todo en la de la niñez, debe usarse con mucha parsimonia este procedimiento, reservándolo para la instruccion superior.

No debe dejarse seducir el maestro por la aparente disposicion de los discípulos. El niño, desde la mas corta edad, presta atento sus oidos á los cuentos y fábulas, que repite con admiracion de los que le escuchan; mas adviértase que no sucede lo mismo con otras narraciones. El niño comprende y retiene las ideas que le son familiares y se presentan sucesivamente á su entendimiento; no las

(1) Enemigos de voces nuevas, hemos dudado en adoptar el adjetivo acromático con que los alemanes caracterizan esta forma de enseñanza; mas no encontrando medio de expresar la misına idea con una sola palabra, y teniendo este adjetivo el mismo origen que otras voces de nuestro idioma, nos hemos decidido á admitirlo.

ideas simultáneas: entiende y recita un cuento; no la descripcion de un objeto.

En las escuelas elementales se prepara al discípulo gradualmente á seguir el discurso, á darse cuenta de él, y de consiguiente á la enseñanza acromática, necesaria en los estudios superiores para el enlace de los conocimientos adquiridos. Principiase por frases cortas y sencillas, desarrolladas como en la conversacion familiar, y á medida que aumenta el caudal de conocimientos del niño, se presentan otras mas complicadas. Orden, claridad, sencillez y repeticiones frecuentes, son circunstancias esenciales cuando se adopta este procedimiento en la enseñanza elemental.

Ejerce tambien grande influencia en la enseñanza, la voz y la accion del maestro. El tono armonioso y agradable, los ademanes naturales y oportunos, parece que animan y vivifican las explicaciones, dándoles cierto colorido que, al paso que cautiva la atencion, las hace mas claras é inteligibles. Mas no se confunda con estas cualidades los movimientos estudiados, la elevacion de la voz, el tono declamatorio y las gesticulaciones inconvenientes; la animacion y la vida de que hablamos, depende principalmente de la calma y serenidad de espíritu, de la viveza natural de la voz y de los movimientos, de cierta gracia que pende en gran parte de las disposiciones naturales, y que es la causa de que hombres de mediana instruccion aventajen á sábios profundos en la enseñanza.

El maestro que carece de estas dotes naturales, debe procurar adquirirlas ó imitarlas sin afectacion.

Si tiene una voz régular, si evita la monotonía y la inmovilidad si no permanece con la vista fija en el libro ó cuaderno, puede prometerse animar y hacer atractivas sus lecciones. Bástale expresar la ideas con órden, distinguir las cosas principales, ya pronunciándolas con lentitud, ya modulando la voz, y hacer uso de las galas del lenguaje en cuanto le sea posible y convenga al asunto de que se trata. (Autores consultados: H. Gräfe, Schwarz.)

ACTIVIDAD. (Educacion.) Las primeras impresiones que recibimos al venir al mundo, nos causan placer ó dolor: sentimos. Sentimos y sabemos que sentimos y empezamos á distinguir nuestro ser de los seres que lo rodean. Desde que hacemos esta distincion con claridad, el espíritu para la consideracion en sus ideas, oscuras en un principio porque son vagas y fugitivas, trata de aclararlas, las se. para, las analiza sucesivamente, y las junta de nuevo para restable

cer la unidad. Asi, por actos sucesivos de aplicacion, distincion, análisis y síntesis aclara las ideas. Una vez aclaradas, las compara y ordena los juicios. Luego generaliza, es decir, representa por una idea abstracta varias ideas particulares que tienen caractéres comunes, compara despues ideas generales para elevarse á otra mas general, y llega de este modo hasta los principios de la ciencia. Desde una idea general puede descender el espíritu á ideas particulares, y ya proceda de la proposicion particular al principio, ya del principio á la conclusion, raciocina. Sus esfuerzos tienden constantemente á la unidad científica, y cuando posee principios, deduce de ellos las ideas que encierran y pasa de la teoría á la práctica.

Hé aquí, pues, la actividad intelectual del alma: aclara y compara las ideas, las generaliza y raciocina, siguiendo la ley de elevarse al principio para hacer las aplicaciones que de él se deducen.

Como la inteligencia nos ilustra acerca de la verdad, la conciencia nos enseña á distinguir el bien del mal, nos hace conocer nuestros deberes y el destino para que hemos sido criados. La voluntad, libre y espontáneamente se inclina hácia lo uno ó lo otro, y en esto consiste la actividad moral.

Esta actividad del alma es tan patente y manifiesta, que no puede ponerse en duda: vemos y miramos, oimos y escuchamos, olemos y olfateamos, nos dirijimos hacia el bien ó hácia el mal, y si hallamos á veces algun impedimento exterior á nuestros actos, no hay nada en el mundo capaz de estorbar las determinaciones de la voluntad.

En todos los momentos de la vida los órganos corporales ejercen sus funciones, y el alma manifiesta su actividad. Desde el nacimiento hasta la muerte, el cuerpo está sujeto á leyes fijas y determinadas, necesarias, sobre las cuales no puede ejercer accion alguna inmediata. El alma, aunque sometida tambien à ciertas leyes como el cuerpo, puede sustraerse á ellas, y ejerce sobre sí misma una accion enteramente espontánea, poco sensible en los primeros dias de la existencia, pero que muy pronto se manifiesta en todo su vigor.

El hombre, capaz de conocer la verdad y practicar la virtud, criatura activa y poderosa, dotada de conciencia y de libertad, debe obrar necesariamente y obra, debe desarrollarse y se desarrolla. Por eso la educacion requiere el concurso de la actividad individual, la accion libre, espontánea y generosa del educando, el cual debe trabajar por sí mismo para desarrollarse y ennoblecerse.

El talento del padre, del ayo, del maestro, consiste en promover la actividad del niño, en hacerle entrar en la via del trabajo y de la

aplicacion personal: trabajo ó ejercicio del cuerpo, que robustece y vigoriza los órganos corporales; trabajo ó actividad del espíritu, que forma la memoria, la imaginacion, el juicio, el raciocinio; trabajo del corazon, de la voluntad, de la conciencia, que forma el carácter, que excita las buenas inclinaciones y los hábitos virtuosos. Lo que hace el profesor, como dice Dupanloup, es poco, lo que induce á hacer, se entiende, libremente, es todo. El que no comprende esto, no comprende la obra de la educacion.

«La educacion del hijo de Luis XIV por Bossuet, añade el ilustrado obispo de Orleans, presenta un triste y memorable ejemplo de esta verdad.

>>Bossuet hizo grandes cosas, cosas admirables para la educacion del Delfin (4); pero á este no le puso en el caso de hacer ninguna, ni aun mediana: la educacion fué nula.

>>No faltó el maestro al discípulo, sino el discípulo al maestro. Bossuet lo advirtió demasiado tarde. El hijo de Luis XIV era de naturaleza vulgar; fué cultivada esta con demasiada magnificencia: cuidados tan superiores y una cultura tan fuerte, lo ahogaron. Bossuet erá demasiado grande para él, y se equivocó en los medios por su mis-mo génio: trabajaba para la posteridad, creyendo trabajar para su discípulo. Si el alma de Bossuet hubiera tenido tanta flexibilidad y paciencia como vigor y grandeza, hubiera descendido al nivel de aquella inteligencia débil, y la hubiera puesto en el caso de hacer cuanto era capaz: no obró así y el resultado es bien sabido de todos.

>>De edad de cuarenta años, hijo de aquel rey de Francia á quien los emperadores de Alemania llamaban el REY, y padre de un rey de España, el Delfin pasaba dias enteros apoyado sobre los codos, con los ojos fijos en una mesa desnuda, tapándose los oidos, como dicen las Memorias de su tiempo. Así habia pasado tambien su juventud bajo la direccion de Bossuet. No conoció el génio inmenso del hombre que le dirigia, sino por la laxitud y por la incomodidad que le causaba en sus primeros años, y por la debilidad de su propia naturaleza. El demasiado poder del preceptor solo habia servido para fatigar y abatir al discípulo.

>>De la misma manera, mas tarde, pasaba el gran siglo en vida del Delfin, y este no se apercibia sino por la pena y el tormento de su triste existencia; y esta medianía deplorable le acompañó hasta el término de su insignificante carrera,

(1) El Discurso sobre la Historia Universal entre otras, La Politica sagrada, etc.

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