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hijo de una familia ilustre en la magistratura, nació en Dijon el 28 de setiembre de 1627. Dotado de imaginacion ardiente y de razon prematura, á la edad de siete años vivia ya en una biblioteca, dominado por el afan de saberlo todo y de conocerlo todo. La lectura de la Biblia le arrebató en términos, que miraba la literatura profana como pálidos reflejos del saber. En el colegio de Navarra, donde fue á educarse á los ocho años de edad, se sobrepuso en un momento á sus condiscípulos, dió á conocer su ingénio, y se colocó á tal altura por sus talentos y virtudes, que se le predijo que habia de ser una de las primeras lumbreras de la Iglesia. A la edad de diez y seis años se le presentó como un prodigio en la famosa reunion de Rambouillet, donde improvisó un sermon sobre un punto dado en presencia de una escogida y numerosa concurrencia. Eran las once de la noche, lo cual, y la corta edad del orador, hizo esclamar á Voiture, tan fecundo en el juego de palabras, que nunca habia visto predicar, ni tan pronto, ni tan tarde.

Los padres de Bossuet le destinaban al foro por las raras dotes de que se hallaba adornado, pero él prefirió consagrarse á la carrera de la Iglesia. Arrastrado de ardiente zelo por la fé, llamó desde luego la atencion en Metz por sus esfuerzos en la conversion de los protestantes y el gran número de disidentes que atrajo al catolicismo. En Paris demostró tambien que, á la pureza del eclesiástico, reunia la autoridad del doctor y el imperio de una elocuencia sin igual entre los hombres; de suerte que Luis XIV escribió al padre del distinguido orador felicitándole por tener un hijo que inmortalizaba su nombre. Obispo de Condom, individuo de la Academia francesa, obispo de Meaux, consejero de Estado, primer limosnero de la duquesa de Borgoña, en todos los cargos que desempeñó dió testimonios palpables de que la rectitud y la honradez no eran en él menos inseparables que la ciencia y la erudicion. Si alguna cosa puede empañar ligeramente su nombre, es la conducta que observó con Fenelon: Bossuet, que por lo comun manifestaba la modestia de los grandes hombres, que despues de los brillantes triunfos del púlpito descendia hasta los niños para enseñarles el catecismo, tuvo celos del crédito y de la reputacion del obispo de Cambray, á quien habia considerado como á hijo y discípulo.

de

Bossuet tuvo una agonía lenta y cruel á causa del mal de piedra que estaba atacado, y murió el 12 de abril de 1704 á la edad de 77 años.

Todos los trabajos de este grande hombre fueron un servicio im

portante á la religion, ó un presente imperecedero á las letras. Como orador, como historiador, como teólogo, como filósofo, merece ser estudiado; pero no nos proponemos sino darlo á conocer por sus principios pedagógicos, como encargado de la educacion del Delfin, tomando algunos detalles de Mr. Beausset.

Bossuet fue nombrado preceptor del Delfin, cuando ya era obispo de Condom; mas para no sacrificar el sagrado interés de las almas que se le confiaran, ni aun al interés del principe, renunció el obispado, con objeto tambien de consagrarse con todas sus fuerzas al cumplimiento de su nuevo encargo. Penetrado de la responsabilidad inmensa que tomaba sobre sí, comprendiendo cuanto hay de santo y elevado en las funciones que iba á ejercer, aunque poseia conocimientos sólidos y variados en las letras profanas, aunque escribia en latin como un hombre que se habia alimentado con la lectura de Ciceron y sabia el griego como los eruditos de su tiempo, comenzó de nuevo, por decirlo asi, su estudiosa vida. Poetas, oradores, historiadores, todos los monumentos de Roma y Atenas pasaron por su vista, y rodeándose de los hombres mas grandes y sábios de Francia, formó una especie de academia donde se preparaban las lecciones destinadas al discípulo real. Huet, que fue despues obispo de Avranches, Fleury, y otros hombres célebres auxiliaron á Bossuet en su gloriosa empresa, porque en aquel famoso siglo aparecian por todas partes la virtud y el génio.

Mas aunque auxiliado por tales talentos, jamás encomendó Bossuet á ninguno de ellos el cuidado de dirigir los estudios del príncipe, persuadido de la importancia de que el discípulo tuviese siempre un mismo maestro y de que se siguiera en la instruccion un mismo método. Procuró en primer lugar atraer la atencion y ganarse la confianza del príncipe, y comenzó á interesarle evitando el estudio demasiado árido y el trabajo demasiado penoso. Limitóse al principio á entretenerle con narraciones é historias apropiadas á las circunstancias, y á cautivar su espiritu por medio de fábulas ingeniosas que excitaban su curiosidad. Con esta especie de cebo, que seduce siempre á los niños, trataba de inspirarle poco a poco el gusto y aficion al estudio. Por la mañana recitaba de viva voz al Delfin una série de hechos y reflexiones que presumia poder grabar en su memoria sin fatigarla demasiado, y luego le hacia repetir lo referido para probar la atencion prestada y la fidelidad con que habia retenido la narra cion. Luego empleaba el jóven algunas horas en escribir en francés y en latin. La historia, la literatura y las matemáticas fueron objeto

de estudio profundo. En la enseñanza de la geografia seguia Bossuet el método de viajar con su discípulo por el mapa, ya siguiendo el curso de los rios, ya dirigiéndose por el mar, visitaba los puertos y ciudades famosas, y estudiaba las costumbres de diversos paises, de suerte que el estudio de un solo ramo del saber ó de la ciencia le conducia á un estudio universal, sirviendo como de juego al discipulo y al maestro.

Fácil es de suponer que Bossuet procuraria principalmente grabar profundamente en el corazon del Delfin los sentimientos religiosos, única base sólida de todo sistema de educacion. Al trabajo diario precedian siempre algunas instrucciones sobre las verdades religiosas, con las cuales se habituaba al principe à someterse á la voluntad de Dios y á pedirle con toda la sinceridad de un corazon puro y virtuoso, las dichosas y útiles inspiraciones que enseñan á conciliar con los principios invariables de la justicia las máximas inciertas de la sabiduria humana. El estudio, tanto por la mañana como por la tarde, daba principio con la lectura de un capítulo de la Sagrada Escritura. Durante la lectura permanecia descubierto el discípulo, y, si parecia distraido ó preocupado, el maestro, como dice el mismo Bossuet, «le quitaba el libro de las manos para advertirle, que no debe hacerse semejante lectura sino con el mas profundo respeto debido á Dios que la ha inspirado y á las sagradas verdades que contiene. >>

Estas lecciones, cuya gravedad iba gradualmente en aumento en proporcion á los progresos de la edad y la razon, se resumian en importantes obras, que coronaron magníficamente esta educacion verdaderamente real. El conocimiento de Dios y de sí mismo, tenia por objeto introducir al principe á la filosofía por el conocimiento de la naturaleza fisica y moral del hombre. En la descripcion del cuerpo humano manifestaba Bossuet como en todo, facilidad y energía. Su ingénio se prestaba con maravillosa facilidad á todos los asuntos: celebrando la gloria de Condé, parecia un guerrero embriagado con el entusiasmo de los combates; refiriendo la vida de Letellier, parecia estar criado en el seno de los consejos de los reyes; en el estudio de las relaciones secretas de los órganos con la inteligencia, era pensador, filósofo, fisiólogo y admiraba por sus conocimientos profundos en la ciencia. La politica sagrada exponia al Delfin todos los deberes del trono, y era un libro de moral para los pueblos y los reyes en el cual las citas de la Sagrada Escritura estaban traducidas con la magestad de estilo correspondiente á los pensamientos de

autor. Para completar los conocimientos que consideraba necesarios á un gran príncipe, elevó Bossuet aquel monumento imperecedero que por su altura, su atrevimiento, su regularidad, su armonía, puede contarse entre los prodigios del espíritu humano. La Historia universal desarrolló en un plan inmenso todos los hechos desde la creacion hasta el reinado de Carlomagno; bajo la pluma de Bossuet, ya compendiador sublime, ya teólogo inspirado, ya historiador profundo, en todo grande é inimitable escritor, se acorta el espacio, corren los años, pasan los siglos como los instantes y se encierran en la enérgica brevedad de su expresion, en palabras espaciosas que las comprenden todos. Vemos que ante su vista los imperios marchan, corren, se bambolean, caen unos sobre otros, mueren, en fin, como los hombres; Dios los empuja, los precipita, y sus pasajeras agitaciones van á perderse en la corriente siempre igual de la religion que se fortalece con cada uno de los sacudimientos que conmueven el mundo.

De esta manera Bossuet, en medio de ocupaciones de todo género, creaba prodigios como jugando, y las obras jnmortales que salian de su pluma, no tenian otro objeto que el complemento de una educacion real, y las producciones del génio se dirigian á formar al heredero del trono. ¿Qué hijo de reyes podrá lisonjearse jamás de haber tenido un maestro como Bossuet? Y sin embargo, una direccion tan ilustrada y prudente, un plan tan bien concebido, tantos desvelos por parte de un grande hombre, no produjeron sino muy escasos resultados, bien distantes de las esperanzas de la corte y del rey. Pero ¿de qué sirve la habilidad, el esmero con una naturaleza débil, indiferente é incapaz de actividad? Es menester una alma 'que oiga los acentos del génio, un corazon generoso para corresponderá las nobles inspiraciones; pasiones ardientes, inclinaciones peligrosas y aun el gérmen de los vicios pueden ofrecer á un maestro hábil y virtuoso medios eficaces de perfeccionamiento y de convertirlos en virtudes. Mas ¿cómo comunicar á un alma apática elasticidad y movi→ miento cuando le falta energía para combatir y resistir? Acaso támpoco descendiese bastante Bossuet para ponerse al nivel de una alma de miras mezquinas. Acaso en la esfera de sus nobles pensamientos careciese de aquella familiaridad dulce é insinuante, de aquella condescendencia infantil con que Fenelon, menos sublime y mas tierno, trató al duque de Borgoña. La Historia universal, el conocimiento de Dios eran el objeto de muy altas meditaciones para un espíritu perezoso. Bossuet es el alimento sólido de espiritus ya robustos, de inteligencias fuertes y vigorosas.

TOMO I.

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BOTANICA (Enseñanza de la).

Cuando los niños comprenden bien la gran division de la historia natural en tres reinos, se pasa al estudio de cada uno de ellos en particular.

La botánica se estudia en el verano, porque solo entonces puede aplicarse la gran ley de la intuicion. En otra época del año no seria fácil poner á la vista del niño las plantas de que se tra

tara.

En este estudio no es posible seguir un órden rigoroso. La planta que se va á explicar se presenta completa á los discípulos, es decir, con el tallo, las raices, las hojas y hasta la flor y el fruto, cuando sea posible. El maestro la muestra á todos y llama la atencion sobre las diversas partes de que consta, haciéndoles preguntas para que descubran é indiquen por sí mismos los caractéres de cada una de ellas. Se detendrá particularmente en las propiedades y usos del vejetal, y cuando se trate de legumbres ú otras plantas comunes, expondrá algunas nociones sencillas acerca del cultivo y los medios de hacerles producir el mayor fruto posible.

¿Convendrá dar á conocer en lecciones especiales ó determinadas los nombres con que se distinguen las diferentes clases de raices, tallos, hojas, etc., segun la forma, naturaleza, consistencia, etc. de las mismas, ó es preferible enseñar todo esto á medida que se presenta ocasion oportuna?

Consideramos preferible esto último. De otro modo seria preciso consagrar á este objeto muchas lecciones, poco atractivas de por si y de poco provecho para los discípulos, á los cuales, tratándose con aridez esta materia en un principio, se les haria perder el tiempo y se les inspiraria aversion al estudio.

Por el otro método no se abruma el entendimiento con explicaciones abstractas, encuentra el niño en cada leccion algo nuevo que aprender, y lo retiene fácilmente en la memoria por lo mismo que es poco cada vez. Ademas, este método es el único natural y acomodado á los principios didácticos que debe observar escrupulosamente el buen maestro, porque son un guia seguro y un medio infalible de obtener buenos resultados.

Puede principiarse, como por via de introduccion á la botánica, dando definiciones exactas y muy sencillas de la raiz, del tallo, de la hoja, de la flor y del fruto. En esto se emplea una leccion, y despues se pasa al estudio de las plantas en particular.

Sin que pretendamos señalar al maestro el asunto de las lecciones, sin exigir que adopte estrictamente el cuadro que vamos á tra

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