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>>Tal fué el resultado de una educacion, en la cual, segun expresion del cardenal de Beausset, el preceptor era todo y el discipulo nada.»

Este ejemplo demuestra la necesidad de la accion libre y espontánea del educando en la misma educacion, tanto mas fácil de conseguir, cuanto que el ejercicio de las propias fuerzas es para el niño un placer inagotable. En los primeros dias de la vida pone este en accion los órganos del cuerpo, por instinto, para satisfacer al desarrollo fisico; y de esta agitacion vaga, que no debe confundirse con la actividad, pasa al ejercicio de los sentidos, á mirar, á escuchar, etc. Luego ejecuta cuanto ve y está á sus alcances. Ocúpase la madre en la costura y el niño se entretiene en pasar la aguja por un pedazo de tela que ha podido proporcionarse; escribe el padre, y el niño toma la pluma ó el lápiz y traza líneas en el papel ó en la mesa, ó en la pared, y así imita todas las operaciones que ve practicar y no exceden á sus fuerzas, sin pararse en las dificultades, ni en los resultados. Obsérvese lo que pasa en una reunion de niños de diversas edades, y ya se entreguen al juego en comun, ya se ocupe cada uno en distinto entretenimiento, se descubrirá desde luego la actividad del alma mas o menos desenvuelta. Uno toma el libro y remeda al lector; otro vuelve las hojas y se para á contemplar por un momento las láminas que encuentra; alguno hace observaciones y pregunta sobre las mismas láminas; quién lee sin pararse en el sentido, y el mas adelantado se da cuenta de las ideas que repite por medio de la lectura. En todos se manifiesta la actividad aunque en diverso grado y para todos es un placer : para unos por el simple ejercicio de sus fuerzas; para otros por el atractivo de los goces que les proporciona la imaginacion, y para los demás por la utilidad real ó aparente que les resulta. El maestro ó preceptor hábil que conoce estas disposiciones de la criatura racional, dirige sus esfuerzos á fomentarlas y sostenerlas sin recurrir á medios demasiado enérgicos; en vez de enseñar directamente al discípulo, le habitúa á la actividad individual, proporcionándole ocasiones en que ejercitarla espontáneamente.

Mas al lado de esta actividad natural del espíritu humano, tan diversa segun los individuos, hay en el hombre cierta incuria y dejadez que le habitúa fácilmente á abandonar á los otros el trabajo de pensar. Por eso hay en la sociedad tantos individuos que son el eco de los demás, y tan pocos que piensen por sí y examinen las cosas; por eso se acojen ciegamente ciertas ideas que se trasmiten de padres á hijos, aunque las rechace la razon. El maestro pues que piensa

por los discípulos en lugar de ponerles en el caso de que piensen por sí mismos, desconoce ú olvida uno de sus principales deberes. El que lo explica todo en lugar de excitar al niño á que investigue y descubra lo que está á su alcance, el que rectifica en el momento los errores que comete y lo desanima tratándolo con dureza, el que por ignorar las vias del entendimiento humano para descubrir la verdad señala desde luego el mal ó el error, y, no satisfecho con esto, conduce al niño como por los andadores, sin dejarle probar sus fuerzas, ni recorrer el camino sin auxilio extraño, ahoga la actividad y ́ fomenta la incuria y el abandono.

Otros deben ser los medios empleados por el padre ó maestro entendido, y que en verdad son de fácil aplicacion. La actividad se promueve y estimula poniendo en juego la inteligencia de los niños. Para esto se les obliga á juzgar de lo que está á sus alcances, se les habitúa á buscar la causa y la razon de las cosas, se dificultan de intento ciertos trabajos, en vez de presentarlos con tal sencillez que no requieran el ejercicio de facultad alguna intelectual. Cuando se les pone en el caso de que descubran por sus propios esfuerzos los errores en que incurran, ya por medio de un exámen detenido si el error se refiere á cosas exteriores, ya consultando la experiencia ó desarrollando las ideas, si es error de juicio, se excita y se promueve la actividad de una manera provechosa. Otro tanto sucede cuando se trata de hacer aplicacion de los conocimientos adquiridos. Cada momento se ofrecen ejercicios especiales que conducen á este fin, los cuales sirven á la vez para desarrollar el buen sentido práctico. Y si á esto se agrega la buena eleccion de métodos y de los primeros objetos de enseñanza, naturalmente y sin esfuerzos particulares se pondrá en juego la actividad intelectual de los niños.

Por lo que hace á la actividad moral, la regla es idéntica: el secreto consiste en el ejercicio de las facultades morales. Las travesuras de los niños, el mal humor y hasta la desorganizacion moral, provienen del aburrimiento, de la ociosidad; el remedio está en dar alimento sano y ocupacion provechosa al espíritu.

A este propósito hace observaciones muy dignas de tomarse en consideracion la entendida escritora Madama Necker de Saussure.

«Para hacernos agradables en nuestra familia, dice, tenemos que recurrir á los juegos, ó en otros términos, á los placeres de la imaginacion. Mantenemos las tiernas inteligencias bajo el imperio de las ilusiones, y para ejercitar la actividad de los niños les suministramos medios de imitar en mil juegos la vida real: recurso grande por

cierto, recurso favorable á los progresos de la inteligencia; pero relativamente al carácter, valdria mas que les interesase la verdad.

>>Con respecto á este asunto, que es muy importante, podria sacarse mayor partido de la necesidad de obrar de los niños; sentimientos que se desarrollan con demasiada lentitud, se desenvolverian fácilmente por el atractivo de un placer tan simple. La amistad fraternal, tan tardía á veces para declararse, me servirá de ejemplo. Un niño que ha sido por largo tiempo el único objeto de los desvelos y caricias de la madre, ve con disgusto por lo comun un rival en su hermano que viene al mundo. Si no se tiene cuidado, pronto se declaran los celos en el primogénito. Se le riñe, se le avergüenza, se le obliga á ceder sus juguetes al menor cuando á este se le antoja, y ¿qué resulta de todo esto? Qué el mayor le ama un poco menos cada dia: su aspecto revela disgusto; se venga cuando se le ofrece ocasion, y se establece entre los hermanos un tono quisquilloso y de envidia que reaparece en los intervalos entre los juegos, y que dura acaso toda la vida. Este inconveniente se hubiera evitado haciendo que el mayor ejerciese desde luego alguna accion con respecto al menor. Si hubiese ayudado, aunque solo fuese en apariencia, á dormirlo, á vestirlo; sí, despues de haberle hecho sentar en tierra con prudencia, se hubiese colocado en su falda al hermano menor, hubiera experimentado un gran placer, se hubieran desenvuelto en él mayores simpatías, se hubiese considerado como el padre de su hermano, y le hubiera profesado el mas tierno afecto.

>>Madama Hamilton, en su apreciable obra, refiere un hecho muy interesante. Habia visto en un extremo de Escocia dos pobres niños. de los cuales el mayor desde la edad de tres años habia pasado solo al lado de su hermano el dia entero. Lo cuidaba, lo vestia, lo alimentaba, no lo abandonaba un solo instante, y cumplia todos los deberes de la madre mas cuidadosa. Al acercarse la hora de comer hacia entrar á su pupilo en la cabaña, encendia un poco de fuego con mucho acierto y preparaba los sencillos alimentos que sostenian á uno y otro..... Ten cuidado Daniel, le dijo una persona que observaba el modo de dar de comer al menor; ten cuidado de no quemar á tu hermano.-No hay riesgo, contestó; porque pruebo siempre la primera cucharada. » ¡Qué consecuencias de importancia no podrian deducirse de esta simple narracion! Por cierto que este niño no habrá sido jamás egoista.

>>No debemos, sin embargo, exigir sacrificios cuando se empiezan á desarrollar las afecciones: no puede obtenerse un sacrificio hasta

que se haya desenvuelto y engrandecido el sentimiento que lo motiva. No obstante, es muy frecuente cometer esta falta. Llega un pordiosero á la puerta y se dirige á los niños un discurso para conmoverlos, se les exhorta á la caridad, deduciendo por conclusion que deben dar el pan ó la pera que tienen en la mano. Esto no está bien. Hágaseles traer un regalo, un vestido, un objeto que produzca vivo movimiento de alegría en el indigente, y los niños hallarán tal placer en dar, que se privarán de lo que mas aprecien por experimentar este placer.

>>Un sentimiento indeciso no puede oponerse con ventaja ni al interés personal, ni al amor propio; seria imprudente ponerlo en com→ petencia con inclinaciones mas fuertes; pero fortalézcase por el ejercicio, y cuando se asocie à la idea del sentimiento el recuerdo de esfuerzos fructuosos, de empresas realizadas, vencerá el placer de la actividad. Así se fortalece con la idea de los obstáculos vencidos y adquiere capacidad para otros mayores.

>>>El análisis un poco detenido descubrirá en esto sin duda el amor propio; pero ¿cómo ha de evitarse que á nuestros mejores móviles se adhiera alguna mezcla impura? Cuando la vanidad, la sensualidad, los motivos egoistas, en fin, aparecen en primera línea, ellos son los que se fortifican por el ejercicio; el placer de la actividad se convierte en provecho suyo; pero por poco oscurecidos que estén, por poco que los sentimientos buenos y generosos se mezclen á los demás, la imaginacion se inclinará á los más nobles sentimientos, y á estos atribuirá el niño la satisfaccion que experimenta. Por eso las recompensas de tendencia equívoca, los estímulos que se dirigen á mala parte del corazón humano, no producen en la aplicacion todo el mal que era de temer. Su influencia se equilibra en el alma de los niños, y los saludables resultados de la actividad pesan, por fin, mas que los malos efectos de los medios empleados para excitarlos. ¿Pero justifica esto suficientemente á los padres?

«La idea de sacar partido de la aficion de los niños á obrar, haciendo que principie pronto para ellos la vida real, animada de diversos intereses, esta idea será ciertamente un dia el fundamento principal de la educacion.>>

En la escuela se ofrecen á todas horas medios eficaces de habituar á los niños á la vida real. El trato de los discípulos entre sí, desenvuelve pronto, aunque en pequeño, todas las inclinaciones, todas las pasiones y todos los intereses que se manifiestan y se agitan entre los hombres en la vida social. Alli se ofrecen á todas horas

medios naturales y oportunos de hacer germinar las disposiciones del corazon, de excitar sentimientos nobles y elevados, y de ponerlos en práctica. Los servicios desinteresados que se prestan mútuamente los niños, las relaciones de estos con el profesor, desenvuelven entre ellos el amor, la confianza, la gratitud, y todos los sentimientos nobles y generosos, habituándolos á la actividad moral. Estos ejercicios elevan el alma de los niños, y las afecciones que promueven, limitadas en un principio al recinto de la escuela, se extienden luego al exterior, y se manifiesta la actividad en todos los actos de la vida. Para esto dése mas importancia á los esfuerzos hechos para el bien que á los resultados obtenidos en el momento; cuídese mas de los sentimientos interiores que de las adquisiciones exteriores; en fin, promuévase y vivifíquese las ideas de donde dimanan todos los esfuerzos morales, que es el medio de producir directamente el desarrollo interior.

(Autores consultados: Damiron, Larromiguier, Dupanloup, Necker de Saussure.)

ADOLESCENCIA. (Educacion.) La adolescencia es el paso de la segunda infancia á la edad adulta. Esta época de la vida se extiende por término medio desde los quince á los veinte y cinco años en el hombre, y desde los catorce á los veinte y uno en la muger. En uno y otro sexo se verifican cambios notables en el estado físico y moral durante este período.

En el varon toma incremento el cerebro, se ensancha el pecho, se engruesa el corazon, circula la sangre con mayor actividad, y aumentan los músculos de volúmen. El cuerpo llega al límite de la estatura á que ha de alcanzar, disminuye la suavidad У blancura de la piel, se ennegrecen los cabellos, empieza á crecer la barba, pierden la vaguedad de los primeros años los lineamientos de la fisonomía, vélase la voz por algun tiempo, y, perdiendo por grados el timbre femenino de la infancia, se hace mas grave y viril,

Cambios análogos, aunque no tan marcados, se observan en la muger. Se desarrollan sus órganos, pero conserva, por lo comun, el mismo timbre de voz y la frescura y suavidad de la piel..

El estado moral no sufre menos modificaciones, en uno y otro sexo, que el estado físico. Al movimiento y á la bulliciosa é inquieta alegría de la infancia, sucede al principio cierta timidez y cortedad. signo inequívoco de que empezamos á conocernos á nosotros mismos. Experimentamos cierta vaga inquietud que nos atormenta, estamos

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