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resto, que era el castigo mas digno de los niños soldados. En las escuelas de aldea este castigo ha conservado el nombre de prision, y toma á veces el de calabozo, que es mas horroroso. He visto, en efecto, en muchas escuelas primarias unos armarios estrechos, abiertos por la parte superior para que se renueve el aire, y allí se encierra á los niños y alli permanecen de pié en un cuadrado oscuro de un pié de dimension. El aislamiento es sin duda alguna un castigo rigoroso para el hombre, que es un ser social, pero ¿no ofrece graves peligros cuando se impone á los niños? El que se atreve á separar á su pupilo de su mirada tutelar ¿ha meditado bien las consecuencias de ese aislamiento peligroso, nocivo á la salud del cuerpo y mas nocivo aun á la del alma? Poner á los niños bajo cerrojos es abandonarlos á toda la violencia de sus pasiones, y promover á veces el desórden en su espíritu. He visto terribles ejemplos; he visto la estrema resolucion de poner fin al curso de una vida que acaso hubiera sido heróica con una alma capaz de tanta energia y desesperacion. Tiempo es ya de romper todos los cerrojos y de que se comprenda que lo que se necesita con los niños es amenidad, dulzura, palabras consoladoras y estímulos, no rigor. A este corto número de reglas generales, que no he hecho mas que indicar, es preciso añadir otra mas importante aun, porque puede reemplazar á todas las demas y producir por sí sola la reforma que esperamos. Ya lo he dicho y no me cansaré de repetirlo: si las lecciones son interesantes, satisfarán la curiosidad del niño, le conducirán sin tédio y sin fatiga al término á que se les quiere llevar, la disciplina será fácil, y el órden, el silencio y el trabajo, una necesidad y no una servidumbre odiosa. En fin, si sabeis haceros amar, si ganais el afecto y la estimacion de vuestros discípulos, podreis simplificar y hacer cada dia mas raros los castigos, y muy pronto serán inútiles.

(Th. Lebrun, Director de la escuela normal de Versalles.) ·

CASTIGOS. IV. La justicia distribuye con una mano los premios é impone con la otra los castigos; no permite que el maestro aplique sino los que sean merecidos, y los proporciona á las faltas que se trata de corregir; no obrando asi, en el primer caso se cometeria una monstruosa iniquidad, y en el segundo una vejacion peligrosa.

Para no traspasar los límites que la justicia señala al castigo, no debe imponerse éste bajo el imperio del disgusto que ha producido la falta; es preciso dominarse, examinar con calma la falta, compararla con el castigo, y cuando la razon y la conciencia hayan deci

dido, se recuerda al niño la falta en pocas palabras, se le hace cononocer en qué se ha separado de la ley, y obligándole asi á confesarse culpable, con tono firme y sentido, que deje traslucir en las palabras el disgusto de castigar, se pronuncia la pena, no con demasiada precipitacion, pero bastante pronto para que se asocien en el espíritu del niño con la idea de la falta (1).

No se ha de castigar todo en los niños: el atolondramiento, la ligèreza, cierta aversion al estudio, cierta molicie en el trabajo, efecto del irresistible ascendiente del carácter, y de la constitucion del niño, le son perjudiciales, pero no trastornan el órden de la clase, y son faltas veniales que no deben castigarse, ó disposiciones naturales que no es posible modificar. Hágase, pues, uso con mucha sobriedad del derecho de castigar, tratándose de estas faltas, pues que puede moderarse por medio de consejos la fogosidad del carácter, mientras que con los castigos no se conseguiria mas que irritarlo. Las exhortaciones, los estímulos, varios é ingeniosos procedimientos, hacen atractivo el estudio y promueven la aplicacion, mientras que los castigos, asociando la idea del estudio á la de desagrado ó de privacion, disgustan al discípulo y le inspiran una aversion difícil de vencer despues.

Que los castigos sean raros y se temerán; procúrese demostrar que hacen sufrir tanto al que los impone como al castigado, y el niño, temiéndolos, tanto por sí mismo, como por el maestro, á quien ama, evitará las faltas.

Que los castigos sean pocos, pero seguros é inevitables; que sepa el discípulo que tal ó cual falta será castigada, y le contendrá esta

amenaza.

Al hablar de amenazas me refiero mas bien al reglamento que al maestro, porque el primero puede amenazar, mas no el segundo ; el uno se dirige á todos, duro é inflexible, sin que ninguno se insurreccione contra él; pero el otro se apasiona, y hace distincion de personas y dispierta el amor propio, pues que la sujecion de hombre á hombre es siempre pesada y se hace punto de honor el resistirla.

La razon ha proscrito los castigos corporales, porque al dar golpes al niño se le pone al nivel del bruto. ¿No es, en efecto, vergonzoso tratar al hombre como á un vil animal? No es una crueldad mortificar al niño y buscar la propia satisfaccion en sus sufrimientos? Los golpes le exasperan y le sublevan; no ve en el hombre que le da golpes todos los dias sino un enemigo ó un verdugo; al ver la (1) No castigueis ni en su primer movimiento, ni en el vuestro. (Fenelon).

férula se desordena su espiritu ó se enciende en cólera, escucha las reprensiones sin corregirse y la leccion sin aprovecharse de ella

Debe evitar tambien el maestro los castigos que, poniendo en ridículo al niño, le humillan ante sus compañeros y promueven las chanzas por parte de estos; y asimismo las reprensiones irónicas, 6 esos juegos de palabras que promueven la risa en la escuela, lo mismo que las comparaciones burlescas que dan lugar á que se apli quen al desgraciado condiscípulo apodos estravagantes y epitetos injuriosos que suelen no borrarse jamás. De aqui proviene el des+ contento de los padres, el ódio del discípulo y las quejas cotidianas que trastornan la escuela y transforman las diversiones en guerra declarada.

Si se pone en las espaldas ó el pecho del niño, lo que estoy muy lejos de aprobar, un rótulo que recuerde, por medio de un epiteto, faltas habituales, este epíteto ha de ser general y debe expresar une de los defectos que provienen tanto de la edad como del individuo, y que son comunes.

¿Qué frutos han de producir esos gorros con orejas que algunos maestros ponén á los niños ignorantes ó perezosos, los cuales hacen una figura grotesca y son objeto de burla para sus condiscípulos? La alegría de estos es un insulto; aflige, pero no corrige al culpable: La vergüenza produce en el niño efectos saludables, pero es preciso qué provenga de la idea del castigo y no de su forma; que el niño se ru borice al ser castigado, pero que el castigo no haga réir á la clase. -to Cuando uno deja de practicar un ejercicio que está á sus alcances, se le impone un trabajo extraordinario y se le obliga ávejecu tarlo; si otro distrae con su locuacidad á sus compañeros, se le se para de ellos, dejándolo solo, y, en caso oportuno, se le priva del

recreo..

Castiguese, por lo general, á los discipulos en el mismo terreno en que han faltado: se entrega uno al juego y abandona sus deberes, castiguesele, pues, deteniéndole en la escuela cuando salen los demas; presénta otro un escrito hecho de prisa y lleno de faltas de ortografia, sabiendo hacerlo bien, pues se le hace copiar, pero una sola vez, porque la repeticion del mismo trabajo perjudica á la cor reccion, y es tiempo perdido porque no enseña nada.

La intensidad y el aparato del castigo han de estar en relacion con la gravedad de la falta, la publicidad de esta y la influencia que se quiera ejercer en la escuela con el ejemplo. La insubordinacion manifiesta ty ruidosa, el insulto al maestro han de castigarse con

TOMO I.

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severidad y públicamente las faltas contra las costumbres cometidas en secreto, deben corregirse con castigos que, en lo posible, sean un secreto entre el maestro y el discipulo, á menos que no haya habido cómplices. Cuando la escuela ignora el mal, debe ignorar el castigo, bo sea que seduzca mas el uno que intimider el otro, s

El primero de los castigos ha de ser la reprobation. Una repren sion en boca del maestro hará efecto con tal que, no familiarizándose demasiado con los discípulos, les imponga con la gravedad del continente y el tono de la voz, con tal que las reprensiones se formulen en pocas y claras palabras, y no se debilité su efecto prodigándolas

El recoger un premio es tambien un medio eficaz de castigar: cuando un niño ha obtenido una distincion y deja de merecerla, se le recoge; cuando ocupa el primer puesto por su mérito, y luego se entibia su aplicacion y se le advierte sin que se enmiende, se le hace descender del lugar que habia antes conquistado; de suerte que por su negligencia pierde la distincion que habia alcanzado por el trabajo.

20 Vienen, despues das malas notas, el trabajo extraordinario, la privación de recreo, de asueto, de un placer cuidando de que esto no perjudique á la salud del niño; porque sú naturaleza tiene exigencias y su cuerpo necesidad de movimiento y de accion que no puede contrariarse sin peligro. Castiguese rara vez al niño en las aldeas privándole de parte del alimento, porque no conoce el lujo de la mesa, apenas le basta el alimento grosero que se le da, y es preciso guar darse bien de castigarle haciéndole pasar hambre: seria una crueldad rivalizar con la miseria y compartir con ella el triste privilegio de atormentar.in yuno era a bubblesot në gen quajet ento ja se ib Además del cuadro de honor, habrá un banco para los castiga dos; У asi como se inscribe en el primero el nombre de los discípulos que se distinguen por sus adelantamientos y conducta, se coloca en el segundo á los que se dan á conocer por su pereza, desaplicacion, terca indisciplina, é indiferencia por otros castigos. inkom,queno (201

Cuando un discípulo trastorna constantemente la clase, cuando se resiste habitualmente al maestro, cuando, por cualquiera otra causa, puede ser peligrosa su presencia, y su trato funesto á los demas niños, es preciso proponer su esclusión á la autoridad competente: él no ha de aprovechar y perjudicaria á los demas.mi

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En muchas escuelas se prémia á los niños con billetes de satisfaccion, que levan en sí mismos una especie de inmunidad, la dispensa de ciertas penas ligeras en que pueda incurrir. Esta es una

escelente idea, porque el bien es una expiacion anticipada del mal, y el discípulo apreciará mejor las ventajas de la buena conducta, cuando vea que la primera de ellas es la esencion del castigo.

Los billetes de satisfaccion desarmarán, pues, la justicia del maestro, pero solo en faltas de poca importancia, pues que no deben remitirse las que influyen en la disciplina de la clase, para que el temor de ser castigados contenga á los niños.

Cuando se declara la necesidad del castigo, es preciso imponerlo, á no ser que haya alguna enmienda; el maestro que despues de declarar castigos merecidos, los remitiese imprudentemente, disminui ria su eficacia, dando motivo á dudar de su certidumbre; los discípulos llegarian á burlarse de la autoridad del maestro, y la relajacion de la disciplina en la escuela le haria deplorar su debilidad.

A veces los padres denuncian al maestro las faltas que los niños cometen en casa, suplicándole que los castigue, ú otras personas estrañas, resentidas de la falta de respeto ó de las burlas de un alumno, van á la escuela con las mismas pretensiones. El maestro no debe prestarse á esto ni en uno ni en otro caso. Puede Hamar aparte al niño, si quiere, y decirle en tono de consejo que debe obedecer á sus padres y que es una prueba de mal corazon el burlarse de las imperfecciones y miserias de los demás; pero sin pasar de aqui: el maestro perderia el afecto de los discípulos queriendo corregir faltas qué no ha presenciado y que acaso se exagéran ó desfiguran. .... El maestro obra por sí y por medio de los superiores que visitan la escuela, y cuando son inútiles las reprensiones para con un niño terco, se le dice al alcalde, al párroco, á los inspectores de la escuela cuando la visitan: las palabras severas' emanadas de boca de estas autoridades tendrán acaso mas peso que las del maestro, y el discípulo á quien se dirijan, por temor de oirlas otra vez, se plegará en fin, sumiso y obediente, al yugo de la disciplina. (C. A. Salmon.)

CATECISMO. (Enseñanza del). "Entiéndese por catecismo, en la acepcion mas lata de la palabra, un tratado cualquiera de enseñanza, dispuesto en forma de diálogo entre el maestro y el discípulo. Però por lo comun y en el sentido propis se da esta denominacion a los tratados de religion y moral en que se expone la doctrina en forma 'dialogística, como son los catecismos de doctrina cristiana, á los cuales nos referimos en este articulo.

I. La instruccion religiosa puede comunicarse á los niños de varios modos:

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