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45. El sueño y la muerte no son por decirlo asi sino la preparacion á otra existencia mejor. 2020q61 9(Braun, Nièmeyer.)i srİL obouq sulu lo, sengon oge to las sup ecutasim, otasingienos 108

COMPLACENCIA. La complacencia es una disposición natural en algunos para condescender á los deseos y placeres legítimos y razo nables de las personas con quienes tratan y que se inculca á los demás por medio de una bien entendida educacion. Esta virtuosa cualidad es uno de los mas suaves vínculos de la vida porque supone en el que la posee carácter benévolo, franca indulgencia y sincera docili dad que le hacen amable, al paso que aquel que se presta dificilmente á los gustos y deseos equitativos de los demás, prueba carácter poca favorable á la sociedad y presuncion ridicula. La complacencia es virtud ó vicio, seguh el uso que de ella se hace Los encargados de

la educación, pues, deben conocer las disposiciones particulares de sus discípulos para dirijirla con acierto, procurando que jamás tráspase los límites de la equidad término, señalado á esta y á las demás cualidades sociales. La justa y verdadera complacencia consiste en el deseo de participar de los placeres razonables de nuestros semejantes, pero no de sus vicios; en no eaojarnes por sus desazones; en no herir su amor propio con una descripcion demasiado fuerte de sus defectos, sino, por el contrario, en hacérselos conocer con esquisito tacto; en ayudarles por medio de nuestros consejos, con zelo decí→ dido, pero con prudencia; en no contradecirles sino cuando conviene; en anticiparnos á conceder todo lo que de nosotros pueda espe+ rarse; en estudiar su humor y acomodar á él el nuestro; y por último, en manifestar con nuestra conducta vivo deseo de complacerles y de serles útil, pero sin bajeza ni adulación. Este es el tipo de la mas amable y de la mas preciosa complacencia que es el encanto de la vida, la que conserva y estrecha los sagrados vinculos de la amistad, y la que esparce el contento entre nuestros asociados)-Si por el contrario favoreciésemos é imitásemos los malos deseos, das ruines pasiones de algunos seres degradados por mas elevada que fucse su posicion social, lejos de ser complacientes seriamos unos abominables aduladores. En los salones aristocráticos se nota en general una complacencia que halaga al qué no da conocequporque se presenta engalanada con arte por las finas maneras dados cortessnos; pero que se reduce en el fondo á insípidasoalabanzas inciensos, tan despreciables como rastrenos y oñona le su 19 Fijemos ademas nuestra atencion en esos hombres que llevan la complacencia hasta una debilidad vergonzosa; que son buenosnó

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malos, razonables ó frívolos, segun el espíritu dominante de la sociedad en que viven; que les faltan carácter y costumbres propias; que şe acomodan á los ejemplos y pasiones de los demás ; que no piensan ni juzgan sino por los otros; que no alaban ó vituperan, no admiran o desprecian, sino despues de haber emitido su juicio las personas á quienes desean complacer. Estos seres siempre enojosos no son otra cosa que remedadores imbéciles y despreciables.

Por lo que llevamos espuesto podrá concebirse fácilmente que de todas las buenas cualidades sociales no hay otra tal vez que exija mayor discernimiento que la complacencia.-Escasearla es rudeza, prodigarla servilismo.-El justo medio es difícil hallarle, y por esta razon es una virtud de tanta estima la verdadera complacencia y tan escaso el número de los que la practican.

Los niños, por lo general, son poco complacientes, al paso que desean y aun reclaman con ardor la complacencia de los demas hácia ellos; esta circunstancia y otras que con profusion se le presentarán á un profesor celoso y observador, en el continuo trato con sus discípulos, son las que debe aprovechar para dirigir con acierto. esta cualidad social; haciéndoles comprender que con los mayores, en cuanto la conciencia lo permita, es la complacencia un déber; con los iguales, decoro; con los inferiores, bondad; y con todos, un escelente medio de obtener su amistad y cuanto de ellos exijamos dentro de los limites razonables. Felipe Ascot.

COMPOSICION (Ejercicios de). ¿En qué han de consistir los ejercicios de composicion y estilo en la instruccion primaria y hasta qué punto conviene introducirlos?

El sentido comun basta para comprender que niños destinados á manejar la azada, la lima ó el cepillo en vez de la pluma, no necesitan aprender los artificios de la composicion, ni ejercitarse en apréciar los efectos del estilo. Proponerles por modelo trozos de elocuencia y enseñarles á escribir discursos, seria entrometerse en el terreno de la segunda enseñanza y prescindir de la edad, la inteligencia y el grado de instruccion de los discípulos. Pero cuando por medio del estudio de la gramática conocen el valor de las palabras y el meca nismo de las frases, puede hacerse muy útil aplicacion de estos conocimientos en composiciones sencillas, fáciles, bien graduadas y relativas á asuntos comunes que se ofrecen en el dia, ó se ofrecerán en lo sucesivo á la generalidad de los que concurren á las escuelas primarias.

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Estos ejercicios no han de ser otra cosa que la continuacion del estudio de la gramática, y toda la habilidad del maestro consiste, para que sean provechosos, en la buena eleccion y disposicion del asunto y en la manera de tratarlo.

En cuanto a la eleccion, conviene tener presente que el asunto se tome de los que se ofrecen en la vida comun y dentro del círculo de los conocimientos é impresiones del discípulo. De otra manera, obligados estos á hablar de una cosa que desconocen, de un sentimiento que no han experimentado, ó de un procedimiento ó un hecho que ignoran, todos sus esfuerzos son inútiles. No se les debe poner en el caso de hablar ó escribir sino de materias que les sean familiares y de que pueden tener idea exacta, ya por su propia experiencia, ya por las lecciones del maestro; y cuidese que estos ejercicios se hagan en la forma y con el tono que la razon y la práctica determinan.

Dentro de estos límites, hay infinitos asuntos entre los cuales se puede elegir para hacer agradables y variados los ejercicios. Propongamos algunos ejemplos.

4. Describir un objeto de los que están á la vista del discípulo, ó de que tiene idea por la lectura, ó por las explicaciones del maes tro. Comienzase por los mas sencillos y mas fáciles de describir, como una mesa, una ventana, una planta, un insecto, y se pasa gradualmente á los mas complicados y mas difíciles, como una carreta, un reloj, un caballo, un jardin, un bosque, y en un órden mas dificil aun, una escena de la naturaleza ó de la vida campestre ó doméstica, como la lluvia, la primavera, la siembra, la siega, una fiesta de familia etc.

2. Narracion de un suceso que han presenciado los niños, ó de que tienen noticia, procurando que contenga una leccion de virtud ó de prudencia etc. Los rasgos de probidad, de abnegacion, de valor etc.; los accidentes que provienen de ignorancia; de preocupaciones, de malos hábitos etc., ofrecen ancho campo al profesor para ejercitar á los alumnos en la composicion y para darles a la vez provechosas lecciones de moral.

3. Cartas relativas á los asuntos comunes en la vida y que pueden ser muy variadas sin separarse de las circunstancias de los discípulos. 4. Resúmen de una leccion o de una explicacion. Este ejercicio es el último, porque no se trata de describir un objeto solo ó de referir un hecho aislado, sino de agrupar un conjunto de objetos ó de hechos, enlazándolos entre sí con un fin determinado. Los niños repi

ten las instrucciones que se les dán sobre cualquier ramo de ense→ ñanza, dan cuenta de una operacion agricola que han visto ejecutar ó que se les ha explicado, de lo que han observado en un molino, en un buque de vapor etc., con todos los detalles necesarios para hacerse entender.

Por lo que hace á la forma y al estilo, las primeras dificultades que hay que combatir consisten en la falta de propiedad de las palabras, la incorreccion de las frases y sobre todo la falta de órden y enlace en las ideas, y luego las disposiciones á la exageracion, á la amplificación y al mal gusto, por efecto de la edad, la ignorancia y de los malos libros usados comunmente en las escuelas.

Los niños, lo mismo que la multitud, tienen inclinacion á exagerar: se complacen con las cosas estremadas, con lo que suena al oído, brilla á la vista, hiere la imaginacion, ó traspasa los límites de las cosas ordinarias. Aprecian menos la sencillez, la naturalidad, lo mesurado, que la afectacion, el oropel, el tono declamatorio, defectos que es preciso combatir en las escuelas.

Por eso conviene apartar de la vista del niño esos modelos, mas propios para viciar que para formar el espíritu, en los cuales se quiere ocultar la pobreza de ideas bajo un estilo ampuloso, enfático, recargado de figuras é imágenes de mal gusto. Por eso es indispensable evitar que se acostumbren á desleir, por decirlo asi, un pensamiento bajo pretesto de amplificarlo, á desnaturalizar un sentimiento bajo pretesto de desarrollarlo, á buscar palabras pomposas y giros afectados bajo el protesto de formar el gusto.

¿A qué perder el tiempo en ejercicios no solo inútiles sino hasta perjudiciales para niños que han de ganar su sustento con trabajos manuales? ¿A qué esplicarles y hacerles aprender las reglas y principios del arte de escribir y de los diferentes géneros de composiciones literarias, si la mayor parte de ellos no han de hacer aplicacion alguna? ¿No es mas útil y provechoso reemplazar las reglas de retórica con una enseñanza racional y práctica que se refiera por una parte á los estudios hechos anteriormente y á los conocimientos de que tengan necesidad los niños al salir de las escuelas?

En las primeras lecciones de lenguaje y de gramática procura el maestro que aprendan los niños á expresarse con sencillez, con claridad, con correccion, segun los principios y reglas del lenguaje, sin pretensiones de hacer gramáticos. En los ejercicios de composicion, lo que ha de procurar es que se acostumbren á expresar por escrito con igual sencillez, claridad y correccion, los pensamientos y senti

mientos que se han ejercitado antes á espresar de viva voz; sin pretensiones de formar literatos, ni escritores.

Por este medio procura formar hombres atentos, sensatos, juiciosos, que sepan expresar clara y naturalmente los pensamientos de su espíritu y los sentimientos de su corazon.

Por tanto, acostumbrar á los niños á formar nociones exactas é ideas precisas, y á ordenar y enlazar estas ideas entre sí; dispertar y desarrollar en ellos sentimientos verdaderos y naturales; ponerles en disposicion, por medio del estudio de los principios de la lengua, de elegir las expresiones mas propias para presentar con claridad sus pensamientos y sentimientos, y de apreciar la construccion y giros propios para el órden y enlace de las ideas: he aquí, á nuestro entender, el cuadro de un curso de lenguaje y el objeto que debe proponerse el maestro.

Los ejercicios de composicion ofrecen naturalmente grandes dificultades en los principios. Los niños, desprovistos de ideas, faltos de palabras para expresar lo que se les ha sugerido, no saben como principiar, escriben un reglon y lo borran, y por último escriben frases incoherentes y sin sentido. ¿Pero depende esto de que el trabajo sea superior à la capacidad de los niños? Depende de causas que pueden y deben hacerse desaparecer.

La causa principal consiste en no haber preparado convenientemente á los niños en los ejercicios de gramática. Cuando esta parte de la enseñanza se reduce al estudio de las definiciones y reglas, á mero ejercicio de memoria, nada tiene de estraño que ofrezca luego dificultades la composicion. Pero no sucederá asi cuando se les acostumbra á apreciar por sí mismos si una idea es exacta, si un sentimiento es verdadero, si los términos empleados para expresarlo son propios, pues que de este modo aprenden gradualmente, en el estudio de las proposiciones y las frases, á completar por sí mismos una idea, á desarrollar un sentimiento, á enlazar y coordinar una série de pensamientos.

La segunda causa de las dificultades del niño para la composicion consiste en que se les proponen asuntos superiores á su inteligencia, de que ya hemos hablado antes.

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La tercera causa depende de que no se explica el asunto convenientemente. No basta que sepa el niño la materia de que ha de hablar, sino que ha de conocer el órden en que pueden presentarse las ideas que ha de expresar. Conocido esto, no tiene que pensar sino en las palabras y en los giros de las frases, y el trabajo le parece fácil,

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