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plos tomados en un órden de cosas que sea familiar, para hacer la teoría accesible, mezclándola, por decirlo así, con la práctica: tal es el mas seguro y acaso el único procedimiento aplicable en la enseñanza de las escuelas de adultos. Repítanse sin cesar las reglas, multipliquense los ejercicios, variándolos, hé aquí el secreto de la enseñanza: esto es lo que pone en contacto la razon del maestro con el buen sentido del discipulo, aproximando el uno al otro por la sencillez del lenguaje; esto es lo que ha producido tantas ventajas de la intima union de entrambos, y lo que han sacado de estas clases, abiertas al lado de las de la infancia, tantos hombres superiores, á quienes la enseñanza demasiado temprana de estas les hubiera costado mucho mas trabajo.

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Esta enseñanza, pues, es la de la paciencia y de los sacrificios; pero por esto mismo no es en el mas alto grado la de la beneficencia y la caridad? De un ignorante aprendiz ú oficial se hace un inteligente gefe de taller; de un grosero jornalero, un ilustrado agricul+ tor. Se les enseña á ganar con menos penalidades el pan de su fami lia, y abriéndoles los tesoros desconocidos de la comodidad, se les enseña á ponerse al abrigo de la indigencia por medio de un trabajo inteligente. El hombre opulento que derrama la limosna en manos de cuantos se la imploran, no ejerce mas noble y útil caridad. El maes➡ tro se sacrifica por la felicidad de los otros, no retrocede ante las fatigas ni los disgustos por instruir al pobre y ponerle á salvo de esa dependencia universal que acompaña al ignorante; en fin, restablece en el corazon de estos infelices el imperio de la moral y la religion, que les previene contra los peligrosos halagos de los placeres, que les pone en guardia contra la seduccion, mas peligrosa aun, de los apetitos y las pasiones, y todo esto lo hace con aquella ternura, que excede á la del padre para con sus hijos, con aquel discreto desin→ terés, con aquella perseverancia inagotable que solo pueden tener su principio y su fortaleza en las fuentes del Evangelio. Adelante pues; nadie ejerce actos mas caritativos; el campo que la Providencia ha abierto en este mundo no tiene otros límites que las miserias, y el maestro lo llena de sus buenas obras.

(C. A. Salmon, magistrado y representante del pueblo en Francia.)

AFECTOS. Llámase afecto en general á cualquiera de las pasio→ nes del ánimo, como el amor, el ódio, la aversion, y en particular al amor ó cariño. Aqui tomamos esta palabra en el primer sentido y la usamos en plural, porque nos proponemos exponer, siguiendo á

L. G. Michel, y aun valiéndonos en gran parte de sus propias palabras, la generacion y clasificacion de los diversos afectos del ánimo, cuyo conocimiento es de la mayor importancia para dirigir la educacion moral.

Cuando se cbserva atentamente á los niños en el momento que reciben una impresion cualquiera, șea física, sea moral, se advierte que esta impresion afecta á todos, pero de una manera desigual, mas lenta ó más pronta, mas viva ó mas débil, mas superficial ó mas profunda, mas fugitiva ó mas duradera, segun la diversidad de organi+ zacion, de temperamento, de aptitud natural ó adquirida de cada individuo. Cuando la impresion es de naturaleza agradable, puede leerse sucesivamente en las fisonomías el sentimiento de bienestar, de satisfaccion, de placer, de contento; y si es desagradable, de incomodidad, de pena, de dolor, de tristeza, con toda la variedad de matices que revisten estos sentimientos, segun la prontitud, intensidad y duracion de la impresion, y la naturaleza de las circunstancias que han dado lugar á ella..

El bien atrae hácia si, por su propia naturaleza; el mal, rechaza. Los niños huyen de lo que es para ellos un mal, y buscan lo que consideran como un bien. Aqui aparecen una série de fenómenos nuevos, á saber: el sentimiento de amor, aficion, deseo, y en la série opuesta, el de aversion, de ódio, de temor, Distinguese perfectamente el orígen de estos sentimientos, y el hecho que los promueve, y es fácil darse cuenta de la correlación que existe entre la série de palabras, bienestar, satisfaccion, placer, y amor, aficion, deseo; lo mismo qué entre incomodidad, sufrimiento, mal, y aversion, repulsion, temor,

Hemos visto como nacen los sentimientos de amor y de aversion; veamos ahora como nacen y se derivan de ellos todos los sentimientos del corazon que, bajo diversos nombres, constituyen las buenas cualidades: ó los defectos, y á que sirven de base estos dos sentimientos.

Obsérvese en primer lugar, que las modificaciones que dan orígen á estos nuevos sentimientos, dependen de la diversidad de objetos que promueven el amor ó la aversion.

A primera vista parece que, siendo en crecido número y tan variados los objetos de nuestros afectos, es muy difícil enumerar todos los sentimientos que producen y coordinarlos de una manera regular. Pero estudiando y analizando estos sentimientos con atencion, se reconoce que pueden reunirse en cierto número muy reducido de especies, y clasificarlos naturalmente.

Veamos de establecer una clasificacion sencilla, en la confianza de que la enumeracion metódica de los sentimientos de que provienen las buenas cualidades ó los defectos, facilitará las observaciones del encargado de la educacion y le guiará en el estudio del encargo tan útil é interesante á que se dedica..

A

El amor, como la aversion, puede tener por objeto: 4.o á no¬ sotros mismos ó nuestra propia persona; 2.o á nuestros semejantes ó al prójimo; 3.o los objetos materiales; 4. los objetos del órden moral; 5. á Dios.

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De aquí las cinco clases siguientes, cuyos detalles se expresan en los cuadros.

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Desvergüenza

Indecencia, desórden.

2. AMOR AL PRÓJIMO.

-Amor paternal, amor filial, ternura fraternal, patriotismo, amistad, gratitud.

Humanidad, caridad y sus modificaciones diversas: benevo¬ lencia, estimacion, cortesanía, urbanidad;-agrado, indulgencia, paciencia;-piedad, misericordia; - sumision, obediencia, respeto.

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La primera clase comprende los afectos que se refieren á nosotros mismos, cuyo término es yo, nuestra propia persona. Al criarnos Dios á su imágen y semejanza, nos ha impuesto deberes para con nosotros mismos, los cuales se refieren á la conservacion y al uso de los dones que nos ha concedido. El hombre debe amar y respetar en sí mismo la imágen del Criador: la criatura redimida por Nuestro Señor Jesucristo. Los sentimientos que dimanan de este ori→ gen son el amor cristiano de sí mismo, la dignidad, el honor, el pudor, la modestia y la decencia. Encerrados en sus justos limites, estos sentimientos se consideran como buenas cualidades y virtudes; traspasando estos límites, pueden degenerar en vicios, tanto por exceso como por defecto. El cuadro de esta primera clase presenta el ejemplo, manifestando que el amor de sí mismo exagerado conduce al egoismo, y el defecto ó falta de este sentimiento da lugar al abandono de sí mismo, á la abyeccion..... defecto no menos fatal que el egoismo, aunque carezcamos de un término preciso con qué carac➜ terizarlo.

Basta hacer notar aquí la correlacion entre los defectos y las buenas cualidades, entre las virtudes y los vicios. En los artículos correspondientes se hará la aplicacion á la cultura moral de la juventud.

La segunda clase comprende los afectos que tienen por objeto á nuestros semejantes, al prójimo. Dividese en dos secciones: la primera comprende los sentimientos que, aplicándose á la familia, á la patria, á los bienhechores, no por eso están exentos de considera→ ciones personales, como los de la segunda, en que desaparece el sentimiento de personalidad cediendo su puesto al de la humanidad y la caridad. El sentimiento de la humanidad y la caridad se reviste de diferentes formas y toma diversos nombres, segun las circunstancias en que se ejerce y las personas á que se aplica. En el cuadro quedan indicadas las formas mas importantes, y es fácil referir á los nombres expuestos los de otros sentimientos, á medida que estos se manifiesten en la práctica. Tambien es fácil de comprender cómo puede degenerar cada una de las buenas cualidades de esta clase en el vicio ó defecto contrario, ya por exageracion, ya por falta del sentimiento indicado.

AFRI

A esta clase podria agregarse como apéndice el cuadro de los sentimientos que resultan de las relaciones del hombre con los animales; pero basta aquí indicarlo.

Los sentimientos comprendidos en la tercera clase se aplican, así á los objetos que constituyen la propiedad y la riqueza, como á los destinados á satisfacer las necesidades de nuestro cuerpo. En el cuadro aparecen los defectos ó los vicios al lado de los sentimientos á que se refieren. ⠀

Los afectos del hombre no solo dicen relacion á los objetos que hieren los sentidos, sino tambien á los que afectan el alma y que constituyen el órden ó el mundo moral, así como los primeros constituyen el órden ó el mundo físico. El bien moral y las cualidades morales promueven estos sentimientos. El cuadro presenta la indicacion de los principales sentimientos morales y de su objeto, y al lado los defectos opuestos á estas cualidades.

En fin, el amor á Dios termina esta enumeracion, porque Dios es á la vez el principio y el fin de todo amor y de toda simpatía. Todos los seres creados emanan de él, y las bellezas morales no son .y otra cosa que el reflejo de sus cualidades. No seria posible enseñar á los hombres á amarse, á amar al prójimo, á amar el bien y lo bello, sin enseñarles al propio tiempo á amar á Dios, origen de toda bondad y de toda belleza, padre y autor de cuanto existe.

-AFRICA. (Historia de la educacion). El Africa ha pasado por diversos grados de civilizacion, quedando por fin sumergida en la barbarie: desapareció ha muchos siglos la cultura que, partiendo de Oriente, se extendia por Egipto y paises comarcanos; los sacerdotes de Saïs no enseñan las ciencias ocultas; apenas queda el recuerdo de la escuela de Alejandría. La media luna ha extendido su dominio por una gran parte del territorio; el resto de la poblacion es pagana, si se exceptuan algunas colonias de las costas, entre las cuales se difunden las doctrinas y los beneficios del cristianismo.

La mayor parte de los pueblos paganos, pertenecen á la raza negra. La ferocidad es el signo distintivo del carácter de estos africanos: ya se examine á los beduinos del Norte, ya á los cafres del Sud, ya á los gallas del Este, ya á los pueblos del interior, en todas partes se observa la misma falta de cultura, la misma grosería de costumbres, ausencia total de ideas elevadas y aun de palabras con que expresarlas, y el mismo estado salvaje y de embrutecimiento. Su religion es el fetichismo, y el culto no es menos bárbaro y grosero

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