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esos modernos emporios del saber que sostienen las más ostentosas capitales del mundo civilizado en los que de boca de las más altas eminencias reciben las multitudes inteligentes él tesoro de la ciencia; nó, pienso más bien en aquellos colegios que fundaban las antiguas universidades, en los que maestros y discípulos se identificaban, y sabían aquellos no sólo robustecer la inteligencia sino dirigir el corazón.

Sucede, que trasplantado á nuestro suelo el moderno sistema de enseñanza oral, lucha con los recuerdos de otros tiempos; y el corto número de cursantes, nuestro carácter particular y sobre todo, por parte del profesor, el ahinco de procurar el adelanto, sin parar mientes en gerarquías, son parte á engendrar una amistad pura con el alumno y una familiaridad si se quiere, que antes que dañar contribuyen eficazmente al adelanto intelectual y moral de maestros y discipu'o

De mi se decir, que antiguo aluno de esta escuela, muy especialmente me atrae y me liga cuanto se relaciona con su modo de ser y sus tradiciones, sus progresos y su fama; y cuantas veces al entrar á ella como profesor, si bien nunca debiera haber entrado sino como estudiante, recuerdo con emoción los momentos dulces y amargos de la primera juventud, dulces y amargos porque si el tiempo que prestigia el pasado los presenta como lisonjeros y dichosos casi siempre, nos asalta en seguida la memoria de hondas penas y acervos dolores, compañeros inseparables de los afiliados de la ciencia, desde que pisan el sagrado de su templo hasta que lo abandonan, ora con gloria, ora muertos en vida por los desengaños.

Nunca podréis llegar á comprender vosotros, Jóvenes Alumnos, todo el interés que inspiráis y el anhelo con que seguimos todas las peripecias de vuestros estudios, vuestros triunfos y presagios de sonriente porvenir, los que hemos traspuesto ya la medianía de la cumbre de la vida cuyo horizonte va entoldándose y oscureciéndose hasta acabar en las negruras del sepulcro, á donde nueva vida empieza.

La venda rosa ha caido ya de nuestros ojos y descubrimos con toda claridad el dilatado panorama del mundo con todo sus detalles sus puntos luminosos y sus sombras, sus escollos y sus precipicios. Con grande afan procuramos ciertamente que

evitéis los malos pasos y os empeñéis en los senderos floridos; más será sin resultado, porque ley es de la humanidad que cada hombre lleve en sí mismo la conciencia de su ser y un caudal de propia experiencia; cada hombre es una vida, una época que no deja en lo moral traza ni huella; sino en una infinitésima parte.

Cuanta experiencia, cuanto saber, cuantos conocimientos no atesoraría el anciano que gozara de doble existencia que la nuestra y si todo ello había de trasmitirlo al sucesor que comenzara donde el progenitor caducase, que diferentes las leyes del progreso y que terrible desequilibrio; pero limitada y finita es la naturaleza del hombre y recorre éste un camino siempre nuevo y siempre el mismo; sin embargo, algo queda y se perpetúa, algo se hereda de generación en generación que constituye el progreso del mundo; á veces parece que éste se detiene ó retrogada, pero en verdad avanza sin cesar en una escala siempre ascendente, en cuya cima, según la frase de Lamartine, habita el vértigo que la razón arremolina.

No sigáis nuestras vetustas teorías ni os contagien nuestros temores, inspiráos en vosotros mismos y tomad en vuestra conciencia el aliento necesario para cumplir vuestro destino; más tampoco cerréis los ojos á la luz, recibid el consejo de la experiencia, examinadlo, despreciad lo que tenga de mudable y apropiaos la esencia. A vuestra tendencia de vida propia responde la persistencia nuestra en dirigir todos vuestros actos; los impulsos contrarios y la acción que provoca la reacción, constantes resortes de los que depende el equilibrio universal; todo hombre deseando dominar á todos sus semejantes de cuya tendencia nacen el orden, la armonia y la paz. La juventud no puede amoldarse á la edad madura, ni ésta á la vejez, luchan mutuamente unas y otras para vencerse y dominarse y en ese combate perdurable que sostienen desde el niño hasta el decrépito cuyas aspiraciones se confunden, con la creencia de una vida propia y dóciles instrumentos realmente de una voluntad superior, pasamos por la vida como las olas de un río, más altas unas, más bajas otras, pero corriendo todas hasta perderse en el oceáno de lo eterno.

Forma y ha formado el fundamento de nuestro criterio jurí

dico el estudio profundo del derecho romano; ni podría ser de otro modo si Escuela de Jurisprudencia ha de ser esta y Abogados vosotros. No conozco arte ni ciencia que pueda ostentar timbres más honrosos ni ejecutorias más limpias que ese admirable conjunto de doctrina, fuente de todo derecho privado y aun público; la razón escrita como sin hipérbole pudo llamarle Camús, impera hoy como hace diez y seis siglos é imperará todavía cuando hayan desaparecido sociedades y gobiernos crecidos á su sombra.

Debióse el antiguo sistema de estudios jurídicos à la Compañía de Jesús tras de reflexivos ensayos y su expresión más fiel se concentrada en el antiguo colegio de San Ildefonso, hoy extinguido, que produjo más sazonados frutos que ningún otro plantel del Nuevo Mundo y de cuyos antecedentes gloriosos es esta Escuela heredera universal y fiel depositaria; pero aquella enseñanza resentiase de la época: apenas desaparecido el régimen colonial, aislado México de las otras Naciones, entre hermanos se suscitaban las disputas de mayor interes y los principios de derecho privado suministraban materia bastante para resolverlas así como también fecundo para las discusiones de academia.

México, Señor de dos mares, agente intermediario forzoso del comercio más activo de la tierra, contribuyendo á este comercio con su propio contingente, rico su suelo inexplotado que promete al extrangero pingüe ganancia, antes proscrito y olvidado comienza su vida cosmopolita y cuida con diligencia de extender las lindes de la instrucción juridica que entre sus hios propaga.

En 1867, cuando el triunfo de la República, mucho se avanzó en el estudio del derecho público con anterioridad apenas iniciado, y actualmente, el programa de estudio novísimo que empezó á regir el año próximo pasado de 1889, corresponde in duda á las nuevas necesidades del país.

Sin postergar por esto el estudio del derecho internacional público, un curso especial de derecho internacional privado se dará desde este año, procurándose así que los conflictos que surjan entre los ciudadanos de las naciones todas del mundo civi izado que se han dado cita en la República, sean resueltos

como reclaman la justicia y la ley internacional por esas mismas Naciones aceptada.

Ni es esto todo, relaciones internacionales nos unen con nues tros vecinos del Norte regidos por un sistema federal como el nuestro y que admite leyes especiales para cada uno de los Estados que forman la Unión; y aun alcanza más allá el derecho internacional privado, en la República misma pueden presentarse entre sus diversos Estados sugetos á diferentes legisaciones conflictos que aquel solamente puede resolver.

Legislan hoy los Estados en materia civil y penal y lo hacen sin la debida precaución y sin tener en cuenta las facultades del poder federal; poner de acuerdo esas legislaciones reservando sus fucros á la Federación, señalar los limites de la jurisdicción concurrente sobre todo en asuntos que à los extrangeros y á la diplomacia atañen, árdua empresa es que corresponde también al derecho internacional, así como al constitucional Mexicano.

Este último derecho mal pudiera haber sido olvidado en el mismo programa y el filósofo su autor, en una pequeña exposición de motivos que publicara, enaltece debidamente y le señala como preciso método de estudio el que deriva de la comparación con el derecho constitucional Norte-Americano, quedando asi proscrita toda otra nociva escuela.

Federación y Centralismo, hé aquí las dos palabras escritas con sangre en la Historia de México desde la Independencia hasta la época actual.

Quien conozca la estructura de nuestro país, sus elementos de unidad, su extenso territorio y los diversos hábitos de sus diseminados habitantes, por fuerza tendrá que vacilar antes de pronunciar fallo definitivo en la contienda.

No que esté por decidir expresamente después del pacto federal de 1857, sino que bajo distintas formas se presenta día por dia, momento por momento, cada vez que dejan sentir sus resultados los elementos que en ella influyen.

Res ieaan aun las filípicas del P. Mier en 1824 y las brillantes defensas de los constituyentes, ea 1857, más sobre el principio de federación de indiscutible conveniencia, por razón del extenso territorio y de la indole diversa de los habitan

tes del país, pesan mil y mil singularidades que lo modifican y caracterizan sin desnaturalizarlo.

Con cuanta desconfianza recibircis las innovaciones, con cuanto acierto resolveréis las dificultades de todo género que sobre tan trascendental materia se presenten, como conservaréis el principio federativo y concederéis al de unidad lo que deba exigir, fuertes con vuestro derecho constitucional, conocedores de las constituciones extranjeras que os importa conocer, no haya m'edo de imitaciones serviles ni de concesiones exhorbitantes; à cada principio se otorgará lo que es suyo y al país su felicidad. La República hoy extendida por todo el mundo de Colón y que tanto prestigio adquiere con regir en la culta Francia, manifiesta vicios inherentes á ella que en épocas de paz y bienestar necesario es corregir y extirpar, no en épocas de combate y de revueltas, en las que basta conseguir la salvación de los principios.

República, res pública cosa del pueblo, cosa pública, cosa de todos, no se sabe con cuanta propiedad se denominó así la forma de Gobierno que nos rige. Monarquía, Gobierno de uno, Gobierno del hombre. ¿Pero la voluntad del pueblo dueño dónde está? Ella esalgo intangible que n die personifica, diversa en to los los iustantes, imposible de conocerse y apreciarse, que huye y se esconde obe leciendo á leyes desconocidas, para presentarse de sorpresa en los momentos supremos; y en medio de esa vaguedad y de ese abismo surge el gobernante, el hombre, que todo lo domina y asume la fuerza y de aquí la carcoma del personalismo y de la corrupción. Dése cauce á la voluntad del pueblo, revistásele de ciertas formas y se fortalecerá la base de nuestro sistemrt. no se elimine del todo al hombre sino engrandézcasele y engrandeciéndole se le restituirá á su verdadero lugar, no que querióndole uulificar absolutamente en apariencia, sc le otorga un poder mayor, que al abuso tiende.

Problemas tan trascendentales como los indicados, se estudian hoy empeñosamente en Francia y en los Estados Unidos y á vosotros, Jóvenes Alumnos, os incumbe coadyuvar á su resolución definitiva; en auxilio de vuestros conocimientos constitucionales vendrán los no menos profundos que adquiriréis en derecho administrativo y debidamente utilizados unos y otros

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