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14 23.

1573, pre

Civicrifition Fund.

INTRODUCCION.

El reinado de don Alfonso el Sábio puede ser justamente mirado como el primer siglo de la prosa castellana. El impulso que dió á las letras aquel soberano, sus propias obras, las traducciones hechas por él mismo ó por su mandado, fijaron la lengua, la dieron robustez y carácter. Antes de su tiempo el clero, depositario exclusivo de las ciencias, consideraba el latin como el solo y único vehículo del saber, y las crónicas como las leyendas de santos, las obras de devocion y de moral como los tratados místicos ó ascéticos, se escribian en aquella lengua. Verdad es que el pueblo de muy antiguo formulaba ya sus ideas y sus sentimientos en el idioma vulgar llamado romance: que desde el tiempo de San Fernando se empiezan á ver privilegios, diplomas y otros actos emanados principalmente de la real chancillería, y en los que se advierte cierto esmero en la diccion (1); pero hasta entonces la lengua castellana no habia producido ningun monumento literario de importancia, y si le produjo no ha llegado hasta nuestros dias (2).

Don Alfonso, pues, con su direccion y con su ejemplo, fué el que mas poderosamente influyó en la formacion y desarrollo de la prosa castellana. Mas tarde un sobrino suyo, el príncipe don Juan Manuel, la pulia y perfeccionaba, de manera que en poco mas de un siglo se mostraba ya con todas sus galas, abundante, rica, grave y sonora.

Este tomo, pues, destinado á dar muestras de la prosa castellana en los siglos x y xiv, contendrá una traduccion hecha conocidamente á fines del xin, y atribuida, aunque sin fundamento, al rey don Alfonso; otra obra, que pasa como original de su hijo don Sancho el Bravo; todas las que se conservan integras de su ilustre sobrino; y por último varios tratados de menor calidad y cuantía, que podrán servir de punto de comparacion entre unas y otras.

De la primera de ellas, el libro de Calila é Dymna, tratarémos por extenso en otro lugar. Aquí solamente nos cumple decir, que si bien los dos códices de que nos hemos servido para esta impresion se dicen romanzados por órden de don Alfonso el Sábio, cuando era infante, hay motivos para suponer que la version se hizo mas tarde, si bien en vida de dicho monarca. Por otra parte, nada hay que autorice dicho aserto; porque en el gran cúmulo de obras atribuidas, con mas o menos fundamento, al Rey Sábio, como escritas por él ó por su mandado (5),

(1) Desde el siglo x se encuentran ya bastantes fucros y ordenanzas municipales, escrituras reales y de particulares redactadas en romance; pero son tan lentos en ellas los progresos de la lengua patria, esta se muestra tan insegura y vacilante, por ser formada á un tiempo en varios distritos y localidades, que sin el impulso dado por san Fernando, y principalmente por su hijo don Alfonso, á buen seguro que su infancia se hubiera prolongado un siglo mas, y que otro siglo le hubiera bastado apénas para adquirir toda su virilidad.

(2) No creemos que el Tractado de la Nobleza et Lealtad se escribiese, como comunmente se cree, durante el reinado de don Fernando el Santo. No ignoramos ser esta la opinion del padre Andrés Burriel, quien le dió por segunda vez á la estampa en sus Memorias para la Vida de san Fernando, ilustradas y anotadas por don Manuel Rodriguez (Madrid, 1800);

pero aparte del lenguaje, que no es el de aquella época, báblase en él de las milicias concejiles de una manera tan incidental y en tono tan despreciativo, que excluye toda suposicion de que el libro se escribiera en su tiempo. Debemos esta observacion á nuestro amigo y compañero don Tomás Muñoz, demasiado entendido en estas materias para que su opinion no sea para nosotros de mucho peso y autoridad.

(3) La vaguedad de las expresiones fizo, ordenó, mandó facer, y otras empleadas por los copiantes en libros del tiempo de don Alfonso el Sábio, ha sido causa de que se le atribuyan muchas obras que ni él escribió, ni mandó escribir, ni se escribieron durante su reinado. Para apreciar debidamente lo que compuso el Rey Sábio, serian precisas largas investigaciones, á que no podemos entregarnos en la presente ocasion; pero quizá ayude algo al esclarecimiento de cuestion tan importante, cierto prólogo que don Juan Manuel

nunca hemos visto mencionada esta version castellana de uno de los libros mas notables de la India.

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Ocupará el segundo lugar en esta COLECCION un libro atribuido á don Sancho IV. Por mas extraño que parezca que un rey de su temple y carácter, que vivió en abierta rebelion contra su padre y señor don Alfonso X, acibaró los últimos años de su existencia, y murió él mismo bajo el grave peso de la maldicion paterna que en sus relaciones con súbditos y vasallos se mostró siempre arrebatado y duro, á veces cruel é injusto, mereciendo de la posteridad el

puso á su Libro de la Caza, y en el cual trata de lo mucho que el Rey su tio hizo para propagar las ciencias y las letras en sus Estados. Y como quiera que por estar falto y truncado dicho libro, no hemos creido conveniente publicarle entre las demás obras de don Juan Manuel, no estará demás trasladar aquí dicho Prólogo (que sea dicho de paso, no está en el lugar correspondiente sino metido dentro del texto) por las noticias inte" resantes que acerca de aquel asunto contiene; dice así: <«<Entre los muchos complimientos et buenas cosas que Dios puso en el rey don Alfonso, fijo del sancto et bienaventurado rey don Fernando, puso en él su talante de acrescentar el saber cuanto pudo, et fizo por ello mucho. Assi que non se falla que del rey Tolomeo acá ningund rey nin otro home tanto ficiesse por ello, como él. Et tanto cobdició que los de sus regnos fuessen muy sabidores, que fizo trasladar en este lenguaje de Castiella todas las sciencias, tambien de theología, como de la lógica, et todas las siete artes liberales, como toda la arte que dicen mecánica. Otrosí, fizo trasladar toda la secta de les moros, porque paresciesse por ella los errores en que Mahomad, el su falso profeta les puso, et en que ellos están hoy dia. Otrosí, fizo trasladar toda la ley de los judíos et aun el su Talmud, et otra sciencia que han los judíos muy escondida, á que llaman Cabala. Et esto fizo porque parezca manifiestamente por la su ley que toda ella es figura desta ley que los cristianos habemos; et que tambien ellos como los moros están en grand error, et en estado de perder las almas. Otrosí, romançó todos los derechos eclesiásticos et seglares. ¿Qué vos diré mas? Non vos podria ningund home decir cuánto bien este noble Rey fizo señaladamente en acrescentar et alumbrar el saber. ¡Oh Dios padre, et criador, et poderoso, et sabidor sobre todas las ccsas! Bendicho et loado seas tú de todas las criaturas, et especialmente quieras que te loen en buenas obras et en buenas voluntades las criaturas razonables que tú señaladamente criaste para te conocer; porque de tí se pueda alcanzar et para te loar! Maravillosos et derechureros son los tus juicios, et maravilloso fué el que vino contra este tan noble Rey, Tú, Señor, sabes lo que feciste. ¡ Bendito seas tú por cuánto feciste et por cuánto faces et cuánto farás! El dicho rey don Alfonso, deseando el saber, como dicho es, et pagándose de todas las cosas nobles et apuestas, et sabrosas et aprovechosas, entendiendo que en la caza ha estas cuatro cosas muy cumplidamente, á los que quieren usar della como deben, et non dejar por ella otros fechos mayores; ca los que en otra manera cazaren, aunque guardasen el sabor et la apostura de la caza, non guardarian la nobleza, nin el aprovechamiento.

Por ende mandó facer muchos libros buenos en que puso muy complidamente toda la arte de la caza, tarnbien del cazar como del venar, como del pescar. Et puso, y muy complidamente, la teórica et la práctica como conviene á esta arte. Et tan complidamente lo fizo, que bien cuido que non podria otro emendar nin annadir ninguna cosa mas de lo que él fizo, nin aun facer tanto nin tan bien commo él. Et porque don Johan, su sobrino fijo del infante don Mauuel, hermano del rey don Alfonso, se paga mucho de leer en los libros que falló que el dicho Rey habia compuesto, senaladamente en las Crónicas de España et en otro libro que fabla de lo que pertenesce á estado de caballería; et cuando llegó á leer en los dichos libros que el dicho Rey ordenó en razon de la caza, porque don Johan es muy cazador, leyó mucho en ellos et falló que eran muy bien ordenados además. Et quien pudiesse usar de la caza commo la él ordenó, non curaria en ninguna cosa su arte de la caza, tambien en la teórica commo en la práctica. Et teórica quiere decir, saber home la raiz et la entencion de la arte complidamente; et práctica quiere decir, saber home usar en aquella parte, en guisa que haya acabamiento aquello que quiere decir. Et porque don Johan entendió que él et los otros cazadores que agora non han tan complidamente la teórica de aquesta arte, et otrosí, porque entendió que lo que mas cumple para esta arte es la práctica, que quiere decir el uso, fizo escrebir en este libro lo que él notó que se usa en esta arte, et lo que oyó decir al infante don Johan, que fué muy grant cazador, et á falconeros que fueron del rey don Alfonso, et del infante don Manuel, su padre, commo se usaba cuando ellos eran vivos, que eran muy grandes cazadores. Et puesto que él vió commo se mudó la manera de la caza de aquel tiempo fasta este en que agora está, et lo que él entendió et acordó con los mejores cazadores con que él departió muchas vegadas sobre esto; et otrosí, lo que falló en la arte del venar, que quiere decir, la caza de los venados, que se cazan en el monte, escribiólo todo en este libro, segund lo acordó con Sancho Ximenez de Nanclares, et con Roy Alvarez, et con Roy Ximenez de Mecco, et con Ferrant Gomez, fijo del dicho Roy Alvarez, et con otros caballeros de Gallicia, que saben mucho de esta arte, et con otros monteros que andan en casa del Rey, nuestro señor, et con don Johan (el infante?) et con estos homes bonos arriba dichos que saben desta arte. Por tanto, toda la arte del venar ponerseha en este libro, despues que fuere acabado del arte del cazar. Et cuanto de la arte del pescar non lo fizo escribir, porque tovo que non facia mengua, et partió este libro en doce capítulos.>>

dictado de Bravo, se ocupase en formular para su hijo y heredero una coleccion de preceptos morales, que honrarian á cualquier prelado de carácter manso y hábitos morigerados, ello es que la tradicion le hace autor del libro de Los Castigos é Documentos. Y no se crea que aqui, como en otros casos análogos, la especie se apoya solo en tal cual nota final, obra de un librero ó copiante interesado, sino que varias y diferentes veces en el mismo texto de la obra se halla repetida y confirmada de una manera que no deja lugar á duda. «Con la gracia de Dios, ordené é fice este libro para mi fijo », dice en el prólogo (página 87). Mas adelante, en el capítulo xiv (página 119), hace una alusion muy marcada al modo que tuvo de suceder á la corona de Castilla, y á los derechos que le asistian en perjuicio de los hijos de su hermano mayor don Fernando de la Cerda. Por último, en el xvIII (página 131), refiere la batalla ocurrida en su tiempo entre navarros y aragoneses, y cuenta el milagro obrado en la persona de uno de los caudillos, llamado Corbalan de Lehet. Et Nos, el rey Don Sancho, dice, escrebimos aquí este miraglo en testimonio, segunt que Johan Corvalan, á quien acaesció, nos lo contó por › su boca misma. Dióse, en efecto, esta batalla durante el reinado de don Sancho, en 1286, mandando las fuerzas aragonesas don Pedro Coronel, y siendo caudillo de los navarros el caballero arriba nombrado. Así lo atestiguan Zurita y Moret, en sus respectivos Anales (1).

Contra estos testimonios, al parecer concluyentes, se pueden presentar otros de no menos valía, como son la inmensa erudicion de su autor, sus vastos conocimientos en las ciencias humanas y divinas, y principalmente la naturaleza misma de la obra, que mas bien parece código de moral cristiana, lenta y trabajosamente elaborado por un obispo, que libro de consejos á un hijo que habia de sentarse sobre un trono vacilaute, reprimir con mano fuerte los rudos ataques de los Cerdas, ó resignarse á ver menoscabada y reducida su autoridad por una nobleza turbulenta y codiciosa. Con semejantes preceptos don Fernando ganaria, á no dudarlo, el cielo; pero seguro es que no lograria la paz y tranquilidad de sus reinos. Hay mas aun: el libro se dice escrito en el año mismo en que don Sancho ganó á Tarifa (prólogo, página 87), y durante la Cuaresma, fechas ambas que no se avienen bien, ni con la estancia del Rey en Sevilla, por juDio, ni con la rendicion de aquella ciudad, que fué en setiembre (2). Razones son estas, aparte de otras mas fáciles de sentir que de explicar, que nos hacen dudar fuese don Sancho el verdadero autor de dicho libro, inclinándonos mas bien á creerle obra de algun docto obispo ó capellan agregado á su persona.

Pero si en este punto hay lugar á duda, no hay, ni puede haberla, respecto á las obras de don Juan Manuel. Todo lo que este principe escribió está de tal manera identificado con su propia persona, hay tal armonía y consonancia entre su vida y sus obras literarias, que á haberse estas hallado sin el nombre de su ilustre autor, no hubiéramos vacilado ni un momento en atribuírselas. Siendo las noticias que de él tenemos á la vez vagas y contradictorias, por no haberse aun leido con la debida atencion las obras en que él mismo dejó consignados importantes sucesos de su vida política y privada, y tratándose como se trata de uno de nuestros mas célebres escritores, no estará de más el que con ayuda de tan preciosos materiales, y los que nos suministran además las Crónicas de Fernando IV y Alfonso XI, intentemos bosquejar la vida del hombre que mas influyó en la literatura castellana durante el siglo XIV.

Nació don Juan en Escalona, á 5 de mayo de, 1282 (5). Aun no habia cumplido veinte meses, cuando su padre, el infante don Manuel, postrer hijo de san Fernando, murió, dejando encomendada su crianza á su esposa doña Beatriz de Saboya, hija de Amedeo IV, conde soberano de

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años», en lo cual hay error manifiesto, porque reducidos á nuestra era vulgar dan 1293, y la toma de Tarifa fué en el anterior de 1292. En el capítulo LXXXIV (página 218) se repite varias veces: «ayunando este santo ayuno de esta Cuaresma en que agora estamos». De manera que para combinar estas varias fechas, preciso es suponer que el libro se escribió efectivamente durante la Cuaresma, y antes de la toma de Tarifa, y su prólogo ó introduccion despues de tomada dicha ciudad, entre el 21 de setiembre, dia de San Mateo, y el 31 de diciembre de 1292.

(3) Libro de sus armas, pág. 261.

aquel Estado. Esta noble dueña nombró luego á Juan Sanchez de Ayala, á Gomez Fernandez de Orozco y á Alfonso García, para que en calidad de mayordomo el primero, y de amos ó ayos los otros dos, cuidasen de la crianza y gobernasen la casa y Estado del jóven príncipe. El mismo rey don Sancho, con quien el infante don Manuel mantuvo mientras vivió la mayor intimidad, hasta el punto de que ambos tenian «una misma casa y unos mismos oficiales (1),» miró siempre con solicitud todo lo perteneciente á su sobrino, cuidando con particular esmero de su educacion, acrecentando con frecuentes donaciones su ya cuantiosa herencia y tratándole en todo con paLernal cariño. ¡Qué menos podia don Sancho hacer por el hijo del que, siempre fiel vasallo y consecuente amigo, le habia ayudado poderosamente contra su padre don Alfonso, incurriendo en la desgracia de este monarca, y perdiendo por su causa las mercedes y oficios que en estos reinos tenia!

Don Juan contaba apenas doce años cuando en el reino de Murcia, cuyo adelantamiento y defensa le habia sido confiada por don Sancho, despues de muerto su padre, hubo de medir sus armas con los moros granadies. Aprovechando los disturbios causados en Castilla por la muerte de aquel rey, Jahzam Abenbucar Aben Zayan (2), próximo pariente de los reyes de Tremecen y caudillo de aquella frontera, se metió por tierra de Vera; pero acudiendo presurosos los vasallos de don Juan, le sorprendieron en un desfiladero y le derrotaron, obligándole á repasar precipitadamente los límites de aquel reino. Fué esto, segun el mismo don Juan refiere, en el verano de 1294 (3); y antes de San Miguel ya se hallaba en Valladolid, donde se trató, aunque sin efecto, de su casamiento con la infanta doña Isabel (4), hija de don Jaime, rey de Mallorca.

Dos años despues, sus Estados patrimoniales en Murcia sufrian rudos ataques por parte del rey de Aragon, el cual, segun concordia celebrada en 1289 con don Alfonso de la Cerda, que á la sazon se titulaba Rey de Castilla, se consideraba señor legítimo de cuantas villas y castillos pudicse ganar en aquel reino. En 1296, pues, don Jaime II, seguido de poderosa hueste de aragoneses y navarros, puso sitio al castillo de Alicante, al paso que su armada le embestia por mar. Rendida aquella fuerza despues de recios y repetidos combates, el rey de Aragon marchó á Elche, villa patrimonial de don Juan, la que tambien sitió, apretándola de tal manera, que estaba ya á punto de entregarse, cuando dos caballeros de su casa Alfonso García y Gomez Fernandez de Orozco, fiados en el deudo y parentesco que con el de Aragon tenia su señor (5), se presentaron en el real enemigo, y lograron asentar tregua con don Jaime bajo las condiciones siguientes: Las villas de Elche, Elda, Novelda y otras, quedarian por don Jaime, desde el 25 de julio, hasta que don Juan cumpliese veinte años. El rey de Aragon se obligaba y comprometia á no hostilizar sus tierras y á acudirle además con las rentas de dichos lugares, así como con las de Aspe, Chinosa, Monóvar y las Salinas. Estipulóse además, que si don Juan, al cumplir los veinte años, quisiese reconocer al de Aragon como Rey y señor de Murcia, este le mandaria luego devolver todos sus Estados, lugares y villas. Entre los firmantes de este asiento se halla el nombre de don Jaime, señor de Xérica, ilustre prócer aragonés, con quien don Juan trabó mas tarde estrecha amistad, escribiendo, á ruego suyo, la segunda parte del Libro de Patronio (6).

Esta tregua, á pesar de sus favorables condiciones, debió parecer á don Juan y á los que le aconsejaban un violento despojo, puesto que trasladándose repentinamente á Cuellar, donde se hallaba á la sazon la reina doña María con la corte, la suplicó se sirviese darle en cambio la villa de Elche, que habia perdido, pues no era justo, decia, que por servir á su Rey fuese él desheredado. Aunque de mal talante, y recelando las malas consecuencias que este paso podia tener si los infantes, que andaban en la corte, hacian en casos análogos semejante peticion, doña María,

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(3) Dice que fué en el verano y dia de Cuaresma. Pág. 262.

(4) Ibid., pág. 262. Es notable el error cometido por el doctor don Juan Dameto en su Historia general del Reino Balearico, pág. 438, donde al tratar de las hijas de don Jaime, dice que doña Isabel casó con don Juan Manuel, hermano del Rey de Castilla.

(5) Don Manuel, el padre de don Juan, estuvo casado con la infanta doña Costanza, hija de don Jaime II de Aragon. Véase la pág. 260.

(6) Pág. 426.

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