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ban dél, y dijeron al Hojeda, que Roldan lo enviaba á llamar y que fuese á donde él estaba, lo cual no fué así. Hojeda, como no tenia consigo sino 15 hombres, porque los demas habia dejado en sus cuatro navíos, que estaban en un puerto ocho leguas de allí, porque habia venido á hacer en aquel pueblo del Cacique y señor Haniguayabá, pan, y lo estaba haciendo hacer, no osó hacer otra cosa, y temió harto no lo viniese Roldan á prender. Hojeda, con cinco ó seis hombres, venido á donde Roldan estaba, y habladas cosas generales, pregúntale Roldan, que cómo venia á esta isla, y mayormente por aquella trasera parte, sin licencia del Almirante, y no ir primero á la parte donde el Almirante estaba; respondió Hojeda, que él venia de descubrir é traia gran necesidad de comida, y los navíos para adobar y habia de remediarlos, y no pudo ir á otra más cercana parte. Tornó Roldan á preguntarle, que con qué licencia venia á descubrir, si traia provision Real que se la mostrase para poder proveerse en esta isla, sin demandar licencia al que la gobernaba; dijo que sí traia, pero que la traia en las carabelas, ocho leguas de allí; dijo Roldan que se la mostrase, porque de otra manera no podia dar buena cuenta, segun debia, al Almirante, pues para aquello habia sido por él enviado. Cumplió Hojeda con él cuanto pudo, diciendo que, en despachándose de allí, habia de ir á hacer reverencia al Almirante, y á hablarle muchas cosas que le tocaban, de las cuales dijo algunas al Roldan; y estas eran, segun yo no dudo, las que ya en la corte se trataban, quitar la gobernacion al Almirante, porque segun le escribió el Roldan, eran cosas que no se habian de fiar de cartas.

Roldan dejó allí á Hojeda, y váse con sus carabelas á los navíos del Hojeda, y halló algunas personas de las que habian estado en esta isla con el Almirante y venido al descubrimiento de Paria, y que se habian tornado en los cinco navíos, en especial á un Juan Velazquez y Juan Vizcaino, los cuales le mostraron la provision ó capitulacion, firmada del Obispo D. Juan de Fonseca, que arriba en el cap. 164 dijimos, y allí

le informaron de todo su viaje, y lo que habian por la tierra firme bojado y navegado, y las señas de un hombre que les habian muerto, y los veinte y tantos heridos, como pareció en el dicho 164 capítulo, en el cual se probó haber aportado á esta isla el Hojeda, y la guerra, donde le mataron al hombre y los demas heridos, en el primer viaje de Hojeda todo haber acaecido. Supo tambien Francisco Roldan dellos, haber hallado oro y traerlo en guanines, que eran ciertas joyas muy bien hechas y artificiadas, como se supieran labrar en Castilla, puesto que el oro era bajo de valor; trujeron cuernos de venado, y dijeron que los vieron, y conejos, y un cuero de onza, que debia de ser de tigre, y un collar hecho de uñas de animales; todo lo cual fue muy nuevo de oir para ellos y todos los que estaban en esta isla. Roldan, esto sabido, creyendo que Hojeda cumpliera lo que le dijo, que en haciendo pan en aquel pueblo se habia de partir á ver al Almirante, á este puerto de Sancto Domingo, debióse de tornar al Almirante por tierra, ordenado á las carabelas lo que habian de hacer, y creo yo que sería que se cargasen del brasil. Él vino de Yaquimo á Xaraguá, que son 18 leguas, y visitó la gente de los cristianos, que repartida estaba por los pueblos de los indios, y hizo lo que más le pareció, y vínose á dar cuenta al Almirante de las cosas que le habia dicho Hojeda, que no debian ser las mejores nuevas del mundo, pues se trataba entonces en la corte, despues de llegados los cinco navíos con las nuevas de la rebelion de Roldan, la deposicion del estado del Almirante; cosa que no fué Hojeda el postrero que lo supiese, como fué favorecido del Obispo D. Juan de Fonseca, y ambos no aficionados á las cosas del Almirante. Del Obispo, arriba queda dicho que así era cuasi notorio, y yo lo vide con mis ojos, y sentí con mis sentidos, y entendí con mi entendimiento. Del Hojeda, despues pareció que debia de irse desta isla, del Almirante descontento.

CAPITULO CLXIX.

Despedido Roldan de Hojeda, creyendo que era todo oro lo que relucia, Hojeda, hecho su pan segun vido que le convenia, en lugar de tomar la vía de Sancto Domingo, á ver al Almirante y darle cuenta de lo que habia hecho en su viaje, como mostró y quedó con Roldan, y á darle relacion de las nuevas que habia en Castilla, váse con sus cuatro navíos hacia el Poniente y da la vuelta al golfo y puerto de Xaraguá; los cristianos que por allí estaban, por los pueblos de los Caciques, lo recibieron con alegría y le dieron todo lo que hobo menester él y los suyos, aunque no de sus sudores propios, sino del de los indios, porque deste suelen acá ser los españoles muy liberales. Y, porque una de sus carabelas traia muy perdida, que no se podia tener sobre el agua, hicieron hacer pez á los indios, y ayudaronle mucho hasta que la restauró, con todo lo demas que menester hobo. Entre tanto que allí estaba, como debia de haber por allí la gente mal vezada de las reliquias, que áun eran muy frescas, de la vida suelta que tuvieron con Roldan, maldiciendo de las cosas del Almirante, mayormente que siempre andaban descontentos, como no hinchian las manos de lo que deseaban (y una queja ordinaria suya era, que no se les pagaba el sueldo), comienza Hojeda, ó movido por el aparejo que en aquellos halló, o porque él lo tenia de su cosecha en voluntad, á derramar mucha simiente de cizaña, diciendo que se juntasen con él, y, con la gente que él traia, vernian al Almirante y le requeririan que les pagase, de parte de los Reyes, y le constreñirian á pagar aunque no quisiese. Para lo cual, dijo, que él traia poder de Sus Altezas para lo hacer, y que se lo habian dado á él y á Alonso de Carvajal, cuando el Almirante tornó el año de 98, para que viniesen con

él á constreñirle que luego pagase; y otras muchas razones añidió, y palabras dijo demasiadas, segun dijeron, en mucho perjuicio del Almirante, y para provocar la gente á lo que pretendia inclinarla, de la cual, toda la mayor parte trujo á sí, como á hombres mal asentados, amigos de bullicios é inquietud, y sin temor de Dios ni de los daños y escándalos que, en esta isla, á indios y á cristianos habian de suceder. Y porque algunos hobo que no quisieron seguir la locura y maldad de Hojeda, y destos estaba parte en cierta estancia ó lugar cerca de Xaraguá, como todos, segun dije, andaban y estaban á manadas, repartidos por los pueblos y lugares de los indios, por comer y ser servidos dellos, porque muchos juntos no los podian sufrir ni mantener, ó porque aquellos le debian de haber contradicho cuando los provocaba por cartas ó por palabra, ó porque tenia entre ellos á quien él bien no queria desde los tiempos pasados, acordó una noche, con el favor de los que ya habia allegado á sí, dar en ellos y prenderlos ó hacer dellos alguna venganza ó otro semejante mal recaudo, y así lo puso por obra; de manera, que mató y le mataron, hirió y le hirieron ciertos hombres de ambas partes. Causó grande escándalo en la tierra en indios y en cristianos, de donde se comenzó otra turbacion muy peor que la pasada de Roldan, si Dios, por medio del mismo Roldan, no la obviara. Tornaba ya Roldan de Sancto Domingo para Xaraguá, y, ó porque el Almirante sospechó que Hojeda todavía podia revolver algo y causar algunos daños á indios y á cristianos, como estuviese cierto que era ido desta isla, ó porque dello fué avisado, porque en ocho dias y á cada ocho dias lo podia saber por mensajeros indios que enviaban algunos cristianos de los que le obedecian, envió, finalmente, al dicho Roldan á Xaraguá, el cual en el camino supo el insulto, y daño y escándalo que habia intentado y causado Hojeda, y el fin que pretendia. Proveyó luego Roldan de avisar á un Diego de Escobar, hombre principal, de los que le habian siempre seguido, y que recogiese la más gente que pudiese de los que creyese que no estaban inficionados de Hojeda, y se viniese á Xaraguá; y él,

de camino recogió, por los pueblos donde estaban derramados los cristianos, los que pudo, y así llegaron los dos un dia despues del otro á Xaraguá: Hojeda ya se habia recogido á los navíos. Escribióle una carta Francisco Roldan, exajerando aquellos escándalos, muertes y daños que habia hecho, que mirase el deservicio que recibian los Reyes, la turbacion y alborotos de la tierra, la voluntad que tenia el Almirante para con él, que era buena, no quisiese dar causa que todos se perdiesen, y, por tanto, que le rogaba que diese manera para que se viesen ambos, porque los daños hechos se olvidasen, pues no se podian restaurar, y, al ménos, los por venir se excusasen. No curó Hojeda de ponerse en aquel peligro, porque debia cognoscer á Roldan, que era hombre bien esforzado y astuto, y no poco entendido. Envió Francisco Roldan á Diego de Escobar, á hablarle, y este no era ménos sábio que ambos, el cual yo bien y por muchos años conocí, el cual afeó á Hojeda lo que habia hecho lo mejor que él pudo, y persuadióle que se viése con Roldan; respondióle que él lo deseaba y queria. Volvióse Escobar sin poder hacer concierto: creyendo Roldan que lo haria, envióle, para entender en las vistas, á un Diego de Trujillo, al cual, entrando en los navíos, prendió y echó en unos grillos. Sale luego con 20 hombres armados, y viene á Xaraguá, donde estaba un Toribio de Linares, que tambien yo bien conocí, al cual prendió, y llévalo consigo á los navíos, donde le echó otro par de grillos; vánlo á decir los indios luego á Roldan, que estaba una legua de allí. Salió de presto Roldan con la gente que tenia, bien aparejado, tras él, pero Hojeda ya estaba en su guarida. Tornó á enviar un Hernando de Estepa, lo mismo muy conocido de mí, al cual respondió, que si no le daban un Juan Pintor, que se le habia salido de los navíos, que no ménos yo que á los demas conocí, y áun no tenia sino una mano, juraba que habia de ahorcar á los dos que tenia, de la manera dicha, con grillos. Mirad qué culpa tenian los otros, que mereciesen que él los ahorcase, porque el Juan Pintor se le hubiese salido. Hízose á la vela Hojeda

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