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variada su lectura, hemos dado de cuando en cuando algunas composiciones poeticas de diverses generos.

Ahora sigue el semanario en los mismos términos, y con las mejoras que deben proporcionarnos los papeles públicos de Madrid, Paris, Londres, la Habana &, que hace tiempo tenemos encargados, y los corresponsales ilustrados que hemos adquirido en todos los puntos de este reino: con cuyos auxilios procuraremos no hacernos indignes del aprecio con que el público nos distingue.

No nos resta, pues, otra cosa que suplicar á nuestros suscritores tengan la bondad de dispensarnos las faltas que acaso cometieremos involuntariamente ya de correccion, y ya de exactitud en la reparticion de los números: faltas que no podrán echarnos en cara los que sepan cuantas son en la actualidad las ocupaciones de las imprentas.

COMERCIO

Discurso II. De los metales considerados como mercaderia, y como medida comun de todos los valores que son objeto del comercio.

Todas las cosas tienen un valor, porque son necesarias ó utiles para nuestros usos: el precio se encuentra en la estimacion que se hace de ellas, cuan do se permutan: entonces son reciprocamente las unas precio de las otras: y este precio nunca puede ser absoluto sino relativo, como se demostró en el discurso I. inserto en el número 14.

Las riquezas consisten en una abundancia de cosas, que tienen un valor, ó que sirven para sustentarnos, vestirnos, y alhajar nuestras habitaciones,

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facilitarnos comodidades, adornos, y gustos: en una pa-labra para nuestros propios usos.

conoce

su

De esta misma naturaleza son los metales que serian del todo innutiles, no serian buscados, y se dejarian abandonados entre las piedras y tierras que los producen, si se ignorasen los usos, para que son á proposito. Pero desde el punto en que se utilidad, son buscados con ansia, tanto mas cuanto que siendo mas raros que otras cosas, de que nos servimos, se constituyen objeto de curiosidad: entonces adquieren un nuevo valor, el cual es siempre proporcionado al número de las personas que los buscan: y estimados ya como raros, ya como objeto de curiosidad, sirven para el adorno, y este nuevo uso les da tambien un nuevo valor.

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Ya hemos visto tambien que, para que se produzcan y difundan las riquezas, es necesaria la cooperacion del labrador, del artesano, y del comerciante que no puede menos de intervenir en los cambios ó permutas. Luego que se reconoció que los metales tenian un cierto valor pareció comodo dar unpedazo de metal en cambio de lo que se adquiria; y segun se fué estableciendo este uso llegaron los metales á ser la medida comun de todos los valores: el mercader ó comerciante no se veia ya precisado á conducir el vino, el aceite ú otro cualquier comestible á las casas del colono y del fabricante que tenian otros frutos de la tierra y producciones de su industria que permutar, porque dandoles á estos un pedazo de metal, adquiria con el las cosas que buscaba. El hierro era el menos á proposito para este uso, porque, como pierde diariamente, esperimentaria un perjuicio el que lo hubiese recibido en cambio: por otra parte no se ha hecho costumbre servirse de los metales, como medida comun, sino por cuanto facilitan el comercio; y el hierro lo facilita mucho menos que los otros, pues siendo el que tiene me

nos valor hubiera sido necesario acarrearlo en gran. des cantidades para las permutas. El cobre que se conserva mejor, y que tiene mas valor es por estas razones preferibles; y así usan de él casi todas las naciones: pero como sin embargo su valor es muy limitado, solamente ofrece comodidad cuando se compran con él menudencias que valen poco. Por esto se escogieron el oro y la plata para servir de medida comun á todos los demas valores: y por lo mismo hablaremos solamente de estos dos metales que tienen ademas la calidad de ser indestructibles, esto es, hablan do en el lenguage forénse, que no solamente no se consumen por el uso diario como el agua, el trigo; ni por un uso mas largo como los vestidos, los muebles de las casas, sino que tienen una duracion mucho mayor que estos sin comparacion alguna; y por otra parte divididos en porciones, ya grandes, ya pequeñas, se encuentra en ellos una medida de cualquiera especie de valor.

En el principio de una sociedad, cuando no habia otras cosas que permutar nas que los frutos de la agricultura, ó el sobrante de los comestibles que reciprocamente quedaba á los labradores; y cuando no habia comerciantes, que interviniesen en las permu tas, lo natural es que si uno tenia por ejemplo sobrante una cierta cantidad de trigo, y le faltaba otra de vino, y el otro al contrario, hallandose ambos provistos de lo demas que necesitaban, ni uno ni otro reparasen en la cantidad mayor ó menor, por cuanto el sobrante no tenia valor ninguno, y su dueño creeria hacer un contrato ventajoso, adquiriendo por medio de él todo lo que necesitaba: y así ambos entregarian los frutos sobrantes sin necesidad de medida alguna. Pero aumentada la poblacion, introducidas las ártes, y siendo precisa la mediacion de los comerciantes en los cambics, como estos agentes no pueden ménos de sacar alguna utilidad de las permutas, era

interes suyo juzgar con toda la exactitud posible de 13 cantidad de las cosas: y por consiguiente era preciso que inventasen medidas para asegurarse de lo que ganaban en cada permuta. En este caso, en lugar de jozgar de las cosas á bulto ó por el poco mas ó ménos, se introdujo la costumbre de medirlas suponiendo en ellas un valor correspondiente á la cantidad, para la cual se tenia una medida fija, y pareciendoles que los valores eran tan varios como las medidas. De este modo comenzaron á formar ideas falsas; porque comenzaron á hablar de valor y de precio, sin saber lo que decian; y olvidando todos que semejan. tes ideas no pueden ser sino relativas, las hicieron en su concepto absolutas.

Los comerciantes por la razon insinuada fieron la principal causa de esta equivocacion: esta medida vale tanto, decian ellos, y en semejante lenguage no se advierte idea alguna relativa. El sobtante que permutaban los comerciantes era el que los abradores les habian entregado, pero para aquellos ya no era sobrante sino una cosa util de que esperab an sacar ventaja: por lo cual le daban el mayor precio que podian, y cuanto mayor era este, tanto mas parecia que le daban un valor absoluto. En fin los metales empleados, como moneda contribuyeron sobre todo á esta ilusion.

El oro y la plata tienen un valor, cuando todavia están en bruto, ó tales como la naturaleza los ofrece; despues de separados de todo cuerpo estraño y afinados tienen otro valor mayor; y llegan á adquirir el último cuando el trabajo los ha reducido á herramientas, armas, vasos, adornos, muebles, 6 utensilios de todas especies; y este último valor crece á proporcion que las respectivas obras están mejor ideadas, mejor trabajadas, y un menor ó mayor número de operarios ó artesanos pretenda cambiarlas. El oro y la plata tienen, pues, un valor considera

dos como materia primera, y tienen otro valor mayor considerados como materia trabajada ó manufac turada; porque en él un caso se estima el metal solo, y en el otro se estiman el metal y el trabajo. De donde se sigue que el oro y la plata, luego que son conocidos y se juzga que pueden ser empleados en diversos usos, vienen á ser objeto del comercio, y no solamente son mercaderias, cuando salen de las ma nos del artesano, sino que lo son inmediatamente que se estraen de las entrañas de la tierra.

Cuando en los cambios se pesaba el oro ó la plata, que era necesario entregar por precio de otra mercaderia, tenian curso estos metales como mercaderia; y este uso que fué general subsiste todavia en la China y otras partes. En tal caso habia dos inconvenientes: el primero, de recurrir continuamente al peso; y el segundo, la necesidad de asegurarse del grado de pureza de los mismos metales, que, segun es mayor o menor, así muda su valor. Para evitarlos la autoridad pública acudió al socorro del comercio, haciendo ensayar el oro y la plata que corrian en él, y determinando lo que se llama su título, ó lo que es lo mismo, su grado de pureza: despues lo dividió en diferentes porciones, con un cierto peso cada una, é inprimió sobre ellas una señal que diese un testimonio cierto de su título y peso: y estas porciones diferentes son lo que se llama moneda, cuyo valor se COnoce con solo mirarla, y la cual evita los fraudes en los cambios, y no solo mantiene, sino que aumenta mas y mas la confianza en el comercio; y por consiguiente lo facilita tambien.

En el instante mismo en que el oro y la plata fueron empleados como moneda, tuvieron un nuevo uso; prestaron una nueva utilidad, y adquiriéron un nuevo valor: y así su abundancia lo es de las cosas de valor, y por consiguiente una riqueza. Pero sea el que fuere el valor que se dé al oro y á la plata,

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