Imágenes de páginas
PDF
EPUB

además, por intereses de toda índole que nuestro insigne compatriota supo presentar ante los ojos del Gobierno moscovita.

La historia del general Zarco, después de tan importante servicio. vá unida á la del cuerpo de Ingenieros en las reformas que obtuvo, así para la organización de su fuerza, cada día creciente, como para los adelantamientos que en su instrucción exigían los de ciencia tan en armonia, por necesidad, con las más abstractas y á la vez prácticas, preferentemente cultivadas en estos últimos tiempos. Y no pasó para él inadvertido elemento alguno ni aún accidente ó detalle que á una ú otra se refieriesen, sin adoptarlo ó por lo menos acoplarlo á los ya en uso, fuera importado por los oficiales del arma en sus viajes científicos, fuera producto del talento y la experiencia de los que en España se dedican á la gloriosa tarea de acreditar su propio nombre y el de la patria.

Hoy se tocan los resultados de las nuevas enseñanzas que el general Zarco introdujo en la Academia de Guadalajara, de las prácticas por él establecidas para la 'de los Oficiales, y del espíritu de Cuerpo que cada día ha ido afirmándose más y más hasta constituir la envidiable fama de inconmovible que disfruta y su más legítimo orgullo. Así, en cuantas vicisitudes políticas ha tenido que sufrir el país, y no han sido pocas y de trascendencia, algunas veces vital, para sus instituciones, los Gobiernos han contado siempre con ese núcleo de fuerza, sino muy numerosa, dispuesta á medirse con cuantas se propusieran trasgredir las leyes y romper los apretados lazos de la disciplina militar. Obra es esa, en no pequeña parte, de la sabia dirección que el general Zarco supo imprimir á sus subordinados de tantos años; y no con el rigor y las intransigencias del mando, como algunos lo entienden, sino con la dulce persuasión del padre, la participación en sus estudios, sus experiencias y trabajos, en la suerte, por fin, que pudiera caberles como compañero suyo más que como General y Director.

¿Qué lecciones había de dar quien, al solicitar la purificación en 1824, dirigía al Rey este último párrafo en su memorial? «Finalmente, no ha pertenecido jamás á ninguna secta ni sociedad reprobada de las que indica la cláusula 5.a del artículo VII de la Real cédula, ni á ninguna otra de ninguna especie, como tampoco á ninguna de las demás clases de que habla la misma cláusula.» Porque no pocos de los nefandos sucesos que registra nuestra historia contemporánea se deben á la acción de las sociedades secretas, creadas con fines políticos ó sociales.

Cuando se recuerdan los servicios y las cualidades del general Zarco del Valle como soldado y como hombre público no se concibe un español que no se sienta orgulloso de contarle en el número de sus compatriotas más ilustres. La envidia, bajo la forma del desconocimiento de esos servicíos y de esas cualidades, trató de empequeñecerlos para que no fuesen estorbo á la satisfacción de ambiciones no justificadas; pero ya que por el momento lograra un éxito á todas luces deplorable, las comparaciones primero y luego la historia van sometiendo al general Zarco y á sus émulos á un juicio del que acabará por salir victorioso el ilustre veterano.

¿Para qué, si no, la virtud militar? ¿Para qué el ejercicio del talento,

una vida de trabajo contínuo y penalidades, la vastísima instrucción con ellas adquirida; el valor, ostentando en luchas gigantescas, gloria de la nación; el talento exhibido en los centros científicos de mayor autoridad; la instrucción admirada por los más ajenos á nuestras mezquinas rivalidades?

¿Para qué todo eso si allá en los tiempos en que por entre la osadía y la intriga se abre paso la justicia, no se hiciese cumplida al valiente y experto general, al insigne pensador, patriota intachable que en épocas tan tristes, como las de su larga vida, trabajó con fé y sin desfallecimientos por la salud y la gloria de su patria?

JOSÉ GÓMEZ DE ARTECHE

DOLORAS

El candil de Carlos V.

En Yuste, en la pobre cama
de una pobre habitación
alumbrada por la llama
de un candil, medio velón,

Soñando está Carlos Quinto
que, en un lance personal,
ve á sus pies, en sangre tinto,
al rey francés, su rival.

Se incorporó de ira loco:
mas pasó un viento sutil
que movió la luz un poco
del velón, medio candil,

Y tosiendo, con cuidado se arropó el emperador, por si aquel aire colado puede más que su valor:

Y «¿por qué el cielo consiente»
dijo el héroe ya febril,

«que mate á todo un valiente,
lo que no apaga un candil?»

Bautismos que no bautizan.

I

Cierto cura en Torrevieja
bautizó á una niña un día,
con el agua que cabía
en una concha de almeja.

La poca agua bautismal
obró en la niña de modo
que no le borró del todo
el pecado original.

La dejó mal bautizada
el cura, porque sabía
que así la niña sería

una furia en forma de hada.

Furia de instinto tan fiero que mató á muchos de amor; atrae al hombre el dolor

como el imán al acero.

Y aunque hizo á tantos penar,
fué ella amada hasta morir;
que el saber hacer sufrir
es saber hacerse amar.

II

Pensando en esta conseja,
mil veces me he preguntado:
¿si á tí te habrá bautizado
el cura de Torrevieja?

Botánica aplicada

I

Te mando ese presente, con la idea de que puedas saber

que esa flor, que llamamos la Dionea, destruye por placer.

A un gusano de luz, que esta mañana en su caliz entró,

la simbólica flor americana

cerrándose, lo ahogó.

Cuando entra algún insecto en su corola

á paladear la miel,

cerrando ella los pétalos, lo inmola

con un goce cruel.

¡Pobre insecto! Yo al ver que halló encerrado verdugo y tumba allí,

¡perdona, Inés, pensé en nuestro pasado,

y me acordé de tí!

II

Inés le contestó: ¡qué cándido eres! ¿Cómo puedes pensar

que haya en el mundo flores ni mujeres que maten por matar?

Hoy, á una abeja que llegó volando,

la flor la aprisionó:

mas la abeja, los pétalos rasgando, mató á la flor, y huyó.

Por lo que ves, no faltará quien crea que ayer verdugo, hoy juez,

cazadora de insectos, la Dionea es cazada á su vez.

Si al mirar al gusano aprisionado, pensaste en mi y en tí;

yo, al ver el caliz de la flor rasgado, ¡pensé, llorando en mi!

Contradicciones.
I

Se halla con su amante, Rosa,

A solas en un jardín,

Y ya su empresa amorosa
Iba tocando á su fin,

Cuando ella, entre la arboleda
Trasluce el grupo encantado
En que, en cisne transformado,
Ama Júpiter á Leda;

Y encendida de rubor,

Viendo el grupo repugnante,
Se alza, rechaza al amante,

Y exclama, huyendo: «¡Qué horror!»

II

Corrida del mal ejemplo,
Entra á rezar en un templo;
Mas al ver, Rosa, el ardor
Con que en el altar mayor
Una Virgen de Murillo
Besa á un niño encantador,
Volvió en su pecho sencillo
La llama á arder del amor.

III

¿Será una ley natural,
Como afirma no se quién,
Que por contraste fatal
Lleva un mal ejemplo al bien,

Y un ejemplo bueno al mal?

RAMÓN DE CAMPOAMOR

BIBLIOGRAFÍA EXTRANJERA

Journal of the Gipsy Lore Society.-Edimburgo 1888-89, 8.

Bajo el nombre de Gipsy Lore, ó La Ciencia oral y tradicional de los gitanos, que tal es la significación de la palabra Lore, en inglés, acabase de formar y establecer en Edimburgo, capital de la Escocia, una Sociedad destinada á propagar el conocimiento del folk-lore de los gitanos. Procedente esta raza de la India oriental, señalándose hoy dia con precisión hasta la tribu de parias á que pertenecía y territorio en que habitaba antes de su forzada emigración de las orillas del Ganges, mucho es lo que acerca de ella se ha escrito en estos tiempos. Conjeturas más o menos ingeniosas, sutiles argumentos y deducciones hasta cierto punto plausibles, han sido puestas en juego por eruditos europeos á fin de fijar con certeza la época, tiempo y causas de la emigración, de la casta de gente dispersa, que hoy día ocupa desde las altas cumbres del Himalaya hasta las orillas del Nilo, y desde el mar del Norte hasta el Estrecho de Gibraltar. Hasta el nombre mismo bajo el cual eran designados los individuos de dicha casta, era objeto de misteriosa duda, puesto que, designados bajo el apelativo de Zingaros, Zinganos y Senganos en Rusia y las Provincias Danubianas, en Italia y otras partes, eran conocidos en Francia como Bohemiens, y en Inglaterra como Gipsies, nombre aquel derivado de Bohem ó Bohemia, país que habitaron antes de bajar á Francia, y corrupción el otro de egipcianos, egitanos ó gitanos, como en el Sur de Europa eran llamados, por haber venido del Egipto costeando el África hasta llegar á Ceuta y Estrecho de Gibraltar. Que el nombre de Zingan (1), diferentemente escrito, según la pronunciación y lenguas de los paises en que habitaron, es el que mejor cuadra á esa raza singular, salida del Indostán, y que, atravesando la Persia, donde estuvieron cerca de un siglo, pasaron á Turquía y las provincias regadas por el Danubio, para penetrar después en el centro de Europa, mientras que otra rama venida de Egipto y África, invadía, por decirlo así, la Península, y se daba la mano allende el Pirineo con sus hermanos y correligionarios los bohemios (2), es hoy día un hecho averiguado, tanto más cuanto cotejando los varios dialectos que los Zinganos han hablado y aún hablan en los diferentes paises de Asia, África y Europa, donde se establecieron, se echa de ver que todos, aunque muy desfigurados por el uso constante y mezclados necesariamente con palabras tomadas de las

(1) El Singar, Singara, Singarella de los italianos, debe ser, á nuestro modo de ver, una corrupción de Zingan ó Zeingan, cambiada la n final en r. Zinganos los llama Sancho de Moncada en su Restauración política de España.-Madrid. 1619, 4,° p.

(2) Les Parias de France et de l'Espagne.-París, 1878, 8.o

« AnteriorContinuar »