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cuantidad de las sílabas y la del acento de ellas. La cuantidad es la medida de las sílabas ó el tiempo que se gasta en su pronunciacion, segun el cual, una es breve, otra es larga, y otra dudosa ó comun. En pronunciar la breve se gasta la mitad del tiempo que en las largas, y en estas el doble que en la breve. En pronunciar la comun se gastará el tiempo, segun se tomare por breve ó por larga.

ben terminarse con las palabras mas llenas y sonoras, y que aun en los escritos que exigen menos armonia no se coloquen los monosilabos en el final de las cláusulas.» Véase por ejemplo cuan desagradable cadencia tiene esta cláusula de Mariana. «Repentina mudanza, confusion y peligro, uno de los mayores en que jamás Castilla se vió» y cuánto mas numerosa hubiera sido si hubiese dicho: «en que jamás se vió Castilla.» Tambien debe procurarse que aunque la terminacion de la cláusula no sea un monosílabo, sea una palabra cualquiera euya última silaba sea aguda, porque será tambien muy ingrata al oido. En ese mismo ejemplo de Mariana, seria igualmente defectuosa la frase bajo el punto de vista prosódico si dijera «en que Castilla se vió jamás. »

«Es necesario, sin embargo observar, continúa Hermosilla, que nunca deben ponerse muchas cláusulas musicalmente medidas, y que en general, aunque no debe desatenderse la armonia, no se ha de prodigar con esceso. Sobre todo nunca se sacrifiquen á lo grato del sonido la claridad, la precision, la energía, la concision y la Laturalidad del estilo. >>

Marmontel opina que la música fué la que dió sus números á la poesía; nosotros somos de opuesto parecer. La voz del hombre es naturalmente una serie de notas ó grados musicales, aun cuando habla ó emite su pensamiento. Si la primera lengua que habló el primer hombre fué la hebrea, es imposible que Adan hubiese manifestado en este idioma su admiracion por las maravillas de la creacion y su amor á Eva, la mas hermosa de las mugeres, sin acentuar vivamente su palabra, sin animarla con largas y breves, unas veces mas lentas, otras mas rápidas, en fin, sin cantarla en cierto modo. La música fué despues una estension de esta prosodia natural, y aun algunas veces se sirve del verbo prosodiar para espresar las diferentes medidas y ritmos de su canto. Sin De todos los idiomas que han dado alma á embargo, la música por medio de su arte per-la lengua humana, acaso sea el francès el en feccionó y fijó despues la prosodia innata en que mas se haga sentir la falta de prosodia; cada idioma, esto es lo que no se puede negar. pero si esto es cierto, tambien lo es, que exisEs indudable que el verso y la música son el te algunas veces casi sin percibirlo el oido y depósito conservador de la prosodia general de otras se levanta á un acento, à un diapason, todos los pueblos. Esta coordinacion musical si nos es permitido espresarnos asi, tan esde las palabras, que es lo que constituye la ar-traordinario, tan lleno y tan fuerte, que conmonia de las cláusulas ó la verdadera proso- mueve los sentidos mas adormecidos ó embodia, depende de dos circunstancias, que son la¦tados; despues, segun el lugar de la escena, buena distribucion de los miembros é incisos de las cláusulas y su cadencia final.

vuelve á bajar á su antojo á esa molicie de sonidos que encanta el ánimo. No han faltado gramáticos que han avanzado hasta decir, que el francés no tiene sílabas que sean largas ó breves por sí mismas. Preciso es, dice con mucha gracia y oportunidad Mr. Denne-Baron, que Apolo haya tapado con cera los oidos de estos desgraciados literatos, y para demostrar lo contrario cita dos versos del poeta que mas contribuyó á fijar la lengua francesa, y cuyo oido rítmitico era tan delicado. Boileau ha di

Todo cuanto se puede enseñar sobre la primera, dice Hermosilla en su Arte de hablar en prosa y verso, se reduce á que los miembros de todas las cláusulas, y en cada uno de ellos sus respectivos incisos si los tuviere, éstán distribuidos de modo que la respiracion no se fatigue para recitarlos, y que las pausas de sentido mayores y menores caigan à tales distancias, que estas tengan entre sí cierta proporcion musical que se llama ritmo ó nú-cho de un ambicioso: mero; aunque este último es mas propiamente la melodia de las voces de muchas sílabas, Le chagrin monte en croupe, et galope avec lui. cuando por una feliz mezcla de consonantes y vocales, y de silabas breves y largas son agradablemente sonoras. Investigaciones filosóticas sobre este punto y preceptos genéricos serian inútiles para los que no tengan oido delicado; N'attendait pas qu'un bouf pressé de l'aiguillon para los que lo tienen, él es el mejor maestro. | Traçât á pas tardifs un pénible sillon. En cuanto à la cadencia final, que por ser la parte mas sensible al oido es la que pide mayor cuidado, la única regla importante que puede darse es que «en las composiciones oratorias en las cuales se requiere mas pompa y ornato que en ninguna otra de prosa, el sonido debe ir creciendo hasta el fin; que en general, asi como deben reservarse para los últimos los miembros mas largos, asi estos de

Y en otra parte, de la tierra, en la edad de oro, que ella,

Que nuestro Hermosilla tradujo en castellano:

Que con paso tardio y perezoso
Con gran trabajo va trazando un surco.

En español pudiéramos citar innumerables ejemplos de armonía imitativa, tan buenos y

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casas.

Como se ve por estos ejemplos, las sílabas A las mugeres que por miseria, ó como relargas dan naturalmente idea de un movimien- curso, se hayan entregado á la prostitucion, to pausado y lento, y las breves por el contra-se las apartará del vicio, facultándolas auxilios rio, retratan bastante bien un movimiento vivo, y un trabajo honesto. En París, por orden del para cuyo caso sirven nuestros esdrújulos ma-prefecto de policía (28 de agosto de 1841), las ravillosamente. mugeres solteras ó casadas, que al inscribirse PROSTITUCION. (Higiene pública.) La pros- en los registros de la prostitucion declaran titucion es una úlcera de las poblaciones nu- hacerlo por miseria, son enviadas al convento merosas. El oficio de prostituta es tanto ó mas de las damas de San Miguel, donde se las proinfame que el de verdugo. Es el oficio mas as-porciona el vivir del producto de su trabajo. queroso, mas impuro y mas pútrido que se Esta medida ha dado ya resultados muy consoconoce. «Si en una calle te encuentras entre ladores. un monton de basura y una prostituta (decia el La caridad cristiana, esa digna auxiliar de lord Chesterfield á su hijo), y es inevitable te- la beneficencia pública, que en otro tiempo funner contacto con el uno ó con la otra, tírate á dó refugios, retiros y conventos de Arrepenla inmundicia. Un poco de agua devolverá á tidas, puede coadyuvar eficazmente la accion tus vestidos la limpieza que antes tenian; pero administrativa de la autoridad. En Paris, por nada hay capaz de quitar la mancha que en ti ejemplo, hay una sociedad filantrópica, bajo la habrá impreso el contacto del vicio.» No sin advocacion de San Francisco de Regis, que razon, pues, dice Virey, calificaron nuestros tiene por objeto reducir el concubinato, que antepasados á las rameras con una palabra equi- es casi el estado normal de las clases jornavalente á putidæ, voz latina cuya correspon- leras de Francia, Alemania, Suiza, etc., y otro dencia francesa, y tambien castellana, fué tér- de los manantiales mas copiosos de prostitumino muy corriente, aunque hoy esté dester-cion. Desde 1826, época de su fundacion, hasta rado del lenguaje culto. Las prostitutas, como 1.o de enero de 1843, hizo legitimar 9,877 dijo el Directorio ejecutivo de Francia (1796), uniones reprobadas por la moral, y redujo, por son el oprobio de su sexo y el azote del otro. consiguiente, al camino de las buenas costum-Las incomodidades que la presencia de es-bres á 19,754 individuos. Descuret computa ta llaga hedionda causa á la sociedad, destru- en 8,000 el número de hijos naturales, que du yendo la salud de los individuos, corrompien-rante aquel mismo periodo de tiempo, y merdo los manantiales de la procreacion, sembran-ced á los esfuerzos de la propia sociedad, redo el mal venéreo, influyendo fatalmente en la cibieron los beneficios de la legitimacion. criminalidad y la locura, disminuyendo la po- Inquirir las causas individuales de la prosblacion, aumentando los gastos de los hospi-titucion de cada ramera, y corregirlas benévocios, inclusas y hospitales, etc., nos ponen en el caso de recomendar varias medidas.

lamente, sin humillacion para la desgraciada, sin escándalo para el público, es el deber de una administracion paternal y un medio mucho mas eficaz que la represion de la galera ó de otras penas aflictivas é infamantes.

Son poquísimas las mugeres que se prostituyen por fogosidad de temperamento. La miseria, la ignorancia, la coqueteria, las ganas de lucir y de brillar en vestidos y adornos, la Partiendo del principio de que la prostitupereza, el abandono, las consecuencias casi in- cion es incurable, opinan muchos que lo mefalibles de una primera falta, el contagio del jor es tolerarla, reglamentándola y evitando ejemplo, la imprevision.... he aqui las verda- de este modo la propagacion de un mal cruel. deras causas que conducen á la muger hasta Esta opinion no nos parece sostenible. Verdad la abyeccion de prostituirse. «Mejorad la edu-es que el vicio de la prostitucion ha existido en cacion doméstica de las mugeres de las clases todas épocas; que en la historia, asi sagrada inferiores y medias, dice Lévy; prolongad la como profana, se encuentran insignes ejemtutela materna hasta su juventud perfecta, has-plos; que las jóvenes de Babilonia debian prosta que contraigan matrimonio; inspiradles las virtudes de familia y preparadlas, mediante la conveniente instruccion, á ser á su vez guias y directoras de sus hijos; preservad su pureza

tituirse una vez en su vida en el templo de Venus; que en la antigua Grecia, y sobre todo en Corinto, las sacerdotisas de aquella divinidad eran cortesanas cuyos favores, á subido pre

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si se sustraian á aquella formalidad. Y notemos de paso que la corrupcion llegó á tal punto, que muchas señoras de elevado rango no vacilaban en ir á prestar ante el magistrado la deshonrosa declaracion que habia de autorizarlas para dar rienda suclta á su lascivia. Tiberio, el mismo Tiberio, se vió obligado à prohibir que se prostituyesen las esposas de los caballeros, y tambien prohibió que las rameras de derecho pudiesen ir en litera por las calles y por los paseos.

En las repúblicas de Italia, de Venecia, de Florencia, etc., nadando en las delicias que les habia proporcionado el rico comercio de Oriente, ya antes del siglo XIII vieron encenderse en su recinto la lubricidad y el libertinaje, compañeros inseparables del ocio y de la opulencia. Luego se pensó en fundar burdeles públicos para conjurar al menos los riesgos que siempre trae el comercio carnal en la oscuri

cio dispensados, contribuian al esplendor de la ciudad; que, hacia el año 726 antes de Jesucristo, habiendo los espartanos perdido una gran batalla, abandonaron sus mugeres y sus hijas á los soldados mejor conformados y mas robustos para llenar el hueco causado en la poblacion por la mortandad del combate; que los pueblos asiáticos se hallan hondamente ence nagados en la prostitucion; que en Oriente la muger es todavía una mercancía; que en la India las vírgenes son frecuentemente ofrecidas como un tributo al dios de la pagoda; que en Roma no escaseaban los lupanares; que en la edad media los magnates tenian derecho sobre las primicias de sus vasallas, y que en los tiempos modernos la prostitucion ha calado hasta el mcollo de la sociedad, en términos de hacer desesperar de su remedio. Todo esto sabemos: todo esto es innegable: pero entre la prostitucion de ciertas épocas y de ciertos paises, y la prostitucion pública de nuestros tiem-dad y el abandono. Los papas Julio II, Leon X, pos, hay alguna diferencia de origen, de for- Sisto IV y Clemente VII, se vieron como precimas y de resultados. Creemos que la poligamia sados á dar estatutos para aquellas casas, reoriental, por ejemplo, el libertinage de las ca- servándose la imposicion de ciertos tributes pitales, las fragilidades del amor, el concubi-para sostener algunos conventos de Arrepentinato, los tratos ilícitos, los amores adúlte-das en Roma y otras ciudades. ros, etc., son llagas crónicas y rebeldes, son Aviñon tuvo tambien su burdel solemnevicios inherentes á la organizacion social res-mente organizado, en 1347, por Juana I, reina pectiva, y que con dificultad pueden corregir- de Nápoles, condesa de Provenza, y célebre se del todo; gracias si por ahora nos es dado por sus aventuras galantes. El contenido de acallar el escándalo y reducir un tanto el nú-los estatutos del burdel de Aviñon, conocido mero de casos. Pero la prostitucion pública de bajo el titulo De disciplina lupanaris publici nuestras ciudades no es del todo incurable; no Avenionis, se halla en el tratado de las enferes, entre nosotros, una necesidad el que exis-medades venéreas de Astruc. ta cierta clase de mugeres que vivan cínica - En Inglaterra, desde 1430, existen tambien mente del producto de la lujuria. Asi juzgamos ordenanzas formales para los lugares de prosque aun cuando sea imposible estinguir ó cu-titucion. En uno de sus reglamentos antiguos rar la prostitucion en todas sus formas, no lo se habla de mulieres habentes nefandam ines el estinguir las mugeres públicas, que son firmitatem, y se prohibe bajo gravisimas pelas prostitutas mas vitandas por lo que hace al nas la prostitucionó elejercer álas que estuviecontagio sifilitico. sen infectas de arsura (gonorrea: ne quæ in Añadamos, por otra parte, que aun supo- lupanari prostet fæmina arture morbo infecniendo incurable el daño, y planteada la orga-ta. Estas medidas dictadas en el primer tercio nizacion que se supone, nada se adelantaria pa- del siglo XV, demuestran que antes del descura que hubiese menos prostitucion, ni menos brimiento de la América era ya conocida la sisífilis. filis ó cosa equivalente.

Es muy antiguo en todas las naciones el En Francia, que es la nacion que mas se ciuso de empadronar las rameras, obligarlas å ta en este ramo, y cuyas ciudades meridionallevar trages particnlares ó distintivos, señalar-les, ya desde 1201 pidieron burdeles, la proslas barrios ó casas especiales para su habita-titucion está reglamentada. Las rameras se hacion, sujetarlas à una visita facultativa, etc. Ilan inscritas en un registro, están divididas Es decir, que lo que se pretende establecer es en varias clases (filles d'amour, filles en nuviejo ya de muchos siglos, lo hemos tenido en-mero, filles en carte, filles á parties, piertre nosotros, se halla establecido actualmente reuses, filles á soldats, filles des barriérés, fien varios paises, y donde quiera sin gran fruto. | lles voleuses, etc.,) son visitadas cada semana, Veámoslo.

Ya en Roma, por ejemplo, las lobas tenian sus madrigueras señaladas, y se distinguian de las demas mugeres por llevar la túnica mas corta, y la toga abierta de arriba abajo por delante. Ya las cortesanas, antes de ejercer su oficio, habian de presentarse á los ediles para que las inscribiesen en registros particulares, bajo pena de una multa, y á veces de destierro,

tienen su patente ó cartilla, etc. En Paris bay 250 burdeles ó casas de tolerancia. Pues bien: ademas de estas casas públicas hay mas de 400 buderles clandestinos ó que no están bajo la inspeccion de la policía. Asi es que la sífilis se halla tan propagada como en cualquiera otra parte, y si alguna menor intensidad ó estension relativa se nota, será debida al élima, menos propicio que el nuestro para la absorcion,

En Prusia existe, ó ha existido hasta hace

ó á los hábitos de limpieza menos generalizados etc., pero no al establecimiento de los bur-muy poco, la misma tolerancia que en Bélgideles autorizados. ¿Cómo han de inscribirse ja- ca, y los reglamentos en ambas naciones son más en los registros de la policía las costure- muy análogos, como que la segunda ha imitado ras, modistillas ó grisetas, las criadas, lasó copiado á la primera. Es digno de notarse que en todos los reconcubinas, las rameras de los soldados y tantas mugeres perdidas (entre las cuales de cada glamentos modernos se trata de limitar la prostres hay una podrida, como dice Parent-Du-titucion mas bien que de autorizarla; se multichâtelet, y se queda corto) que por mil lados plican las trabas y las formalidades (aunque codifunden el contagio? munmente muy mal observadas) para que sea menor el número de prostitutas, se procura indirectamente dificultar la frecuentacion de los burdeles, etc. Y esto es consolador: esto indica que los gobiernos que se juzgan precisados á tolerar la prostitucion, lo hacen como de mala gana, y tienen la conciencia de que obran mal. Ya están, pues, en el buen camino; porque conociendo que obran mal, algun dia se resolverán á abjurar definitivamente su condescendencia. Hoy relegan la prostitucion de los pueblos pequeños y del centro de los grandes; esperemos que algun dia la desterrarán de la sociedad.

Las visitas de las prostitutas empadronadas ó matriculadas, tampoco dan, por otra parte, la seguridad que algunos creen. En primer lugar muchas rameras se eximen. En segundo lugar, muchas que están contagiadas se hacen sustituir en el acto de la visita por otra que está sana. Terceramente, si la visita se hace á veces con cierta detencion, en general no pasa de una mera ceremonia, ni se usa el speculum ni se hace la minuciosa esploracion que convendria para fallar con algun acierto. Cuarto, el diagnóstico de le sifilis en si no siempre es fácil, y una contagiada pasa frecuentemente En Portugal se organizó tambien en 1844 por sana, y vice-versa. Quinto: las visitas se hacen mensual ó semanalmente, y el periodo la prostitucion. Se han abierto los registros esde incubacion del virus sifilítico no es mas que peciales de costumbre; no es inscrita en ellos de tres á cinco dias; de suerte que una ramera muger alguna que baje de diez y siete años; las que incuba el virus, pero que en apariencia casas toleradas han de estar en calles determiestá sana el dia de la visita, puede al dia si-nadas y á 200 pasos al menos de distancia de guiente salir con blenorragia ú otro sintoma todo establecimiento de instruccion pública y de primitivo, y estar contagiando la sifilis una todo templo en que se celebre; las directoras de semana entera ó hasta la nueva visita. Asi es los burdeles han de tener y facilitar á los conque diariamente se trata de mejorar este ra-currentes todo el material necesario para la mo; pero con dificultad se conseguirá la per- limpieza; han de hacer constar que no son dafeccion que se busca. das á la embriaguez, ni amigas de bromas ó pendencias, etc.

Los portugueses se desengañarán al cabo; y ellos y todas las naciones cultas harán lo que Felipe IV hizo en España, ó lo que hace pocos años acordaron las autoridades de Berlin, donde, desde 1.o de enero de 1845, han quedado suprimidas las casas de tolerancia.

En ciudades-monstruos, como Londres y Paris, donde hay 40 ó 50,000 hombres de guarnicion, 200 ó 300,000 transeuntes ó forasteros, de diversos paises, de diferentes costumbres y creencias, la prostitucion autorizada podrá ser una necesidad dolorosa, un mal hasta cierto puntɔ respetable, un vicio con el cual sea por ahora prudente capitular; pero de se- En España no estuvimos exentos de la corguro que no llena el objeto que en un princi-rupcion general, segun consta en nuestras crópio se propuso el gobierno. Algun dia pene-nicas y leyes. De muy antiguo eran conocidas trará la luz en Francia; algun dia triunfará la las mancebias en Castilla, Andalucia, Valencia, moral; pues la nacion que ha suprimido la lo- Cataluña, etc. A la vista tenemos la Ordenantería y la rolina, no puede, en buena lógica, za del padre de la mancebia de Granada, aprodar patentes al vicio y consentir las casas de bada por Carlos V y su madre doña Juana en 2 de agosto de 1539. En este reglamento interior se acuerdan varias disposiciones sobre el trato que ha de darse á las mugeres públicas, sobre el precio de sus mantenimientos, etc.; y entre otras se leen las siguientes que creemos curioso copiar:

tolerancia.

En Bélgica públicó, en 1838, el consejo de salubridad pública de Bruselas un reglamento por el cual se dispone que la prostitucion solo será tolerada en las mancebías públicas; que estas no podrán estar reunidas en un solo cuartel, sino esparcidas en calles apartadas, y si es posible, en puntos que solo tengan una acera ó fila de casas; que los dueños de las mancebías pagarán un impuesto á las autoridades locales; que las mancebías no podrán tener signo ni distintivo alguno que llame la atencion; que los concurrentes deberán ser reconocidos antes de permitirles el acceso á las prostitutas, etc., etc.

«Otrosi: ordenaron y mandaron, que de aqui adelante el padre ó madre que son ó fueren de la casa de dicha mancebía, no sean osados de recibir ni acojan en la dicha mancebía ninguna muger de las que á ella vinieren á ganar, sin que primeramente lo haga saber á la justicia y diputados de esta dicha ciudad, para que manden el médico que la ciudad tuviere, que la vea si está tocada de babas, y si las

En 1795 Cabarrus dirigió al príncipe de la Paz la correspondencia que habia tenido con Jovellanos en 1792, y en ella se encuentra una carta sobre la sanidad pública, en la cual propone, entre otras cosas mas razonables, el restablecimiento de las mancebias. He aqui el plan de Cabarrus:

tiene ó haya tenido, con juramento que sobre, mundanas que asisten á los paseos públicos, ello haga el tal médico; para que si se hallare causando nota y escándalo. que está tocada de las dichas babas, ó las tiene, ó haya tenido, no se les consienta estar ni ganar en la dicha mancebía, so pena que si el dicho padre o madre recibieren la tal muger ó la dejare ganar, sin lo hacer saber á la dicha justicia y diputados, segun dicho es, que pague por la primera vez 500 maravedis de pena, y por la segunda la pena doblada, y que «Claro está que las mancebias solo serán esté treinta dias en la cárcel, y por la tercera útiles donde son precisas é indispensables, esto la dicha pena y que sea desterrado de esta ciu-es, en las grandes poblaciones; y que el pridad por término de un año.

«Otrosi: ordenaron y mandaron, que de cualquier de las mugeres que vinieren á ganar á la dicha mancebía que el médico viere si está sana, ni le pueda llevar ni lleve mas de 12 maravedis y el escribano 4 maravedis, y que de la visitacion que la justicia y diputados hicieren á las dichas mugeres, de las que estuviesen estantes en la dicha mancebia, no les lleve el médico mas de 6 maravedis y el escribano 4 maravedis. »

mer freno puesto á la prostitucion en las aldeas, sea la terrible amenaza del destino á la

mancebía mas inmediata.

«Esta mancebia deberá igualmente ser sin piedad ni escepcion alguna, para toda muger que se prostituyese en los demas barrios, de forma que por el solo hecho de ejercer este infame oficio sin la autorizacion de la policía, estará espuesta á una graduacion de penas, desde la condenacion à la mancebia, que seria la primera, hasta la deportacion á las colonias, que seria la mas grave.

de ser arbitraria, sino ceñida á su legitimo «La definicion de la prostitucion no habia sentido, esto es, á lo que llamaban los latimodo se habian de confundir con ella ni las nos quæstum corporis glacere; y de ningun fragilidades del amor, ni aun el simple amancebamiento de dos personas, sin queja fundada de las partes agraviadas y legitimas.

En 1571 y 1575, Felipe II espidió varias leyes ú ordenanzas para las mancehias, prescribiendo las circunstancias que debian tener los arrendadores (padres ó madres) de tales casas. Disponíase en ellas que no se admitiesen mugeres casadas, ni hijas del pueblo, ni de negro ó negra; que las admitidas no entraran con deadas; que de ocho en ocho dias fuesen reconocidas por facultativo; que las infectadas se trasladasen sin dilacion al hospital; que las quedaba anulado el matrimonio, si la prosti«Averiguada la prostitucion por testigos, prostitutas no ejerciesen durante la Semana tuida era casada, independiente ella de cualSanta, bajo pena de azotes públicos las que quiera otra autoridad que la de las leyes, y contraviniesen; que las mugeres públicas no libre el marido de contraer otro matrimonio, pudiesen tener criadas menores de cuarenta a menos de probarle la complicidad en la prosaños, ni escuderos; ni llevar escapularios ótitucion; en cuyo caso incurriria precisamente hábitos de religion alguna, ni almohadas ni taen la pena de deportacion á las colonias. pete en las iglesias, etc. Véanse, entre otras, las leyes de los titulos XXVI y XXVII, li-gidor (suponiendo á este electivo, y no here«Estas mancebias, bajo la autoridad del rebro XII, de la Novísima Recopilacion qne tra- ditario) ó de alcaldes de corte especialmente tan de los amancebados y mugeres públicas, nombrados, debian ser guardadas por un pide los rufianes y alcahuetes. quete de tropa y con centinelas en las principales calles y patrullas diarias que mantuviesen el buen orden y evitasen todos los es

En 1623 (pragmática del 10 de febrero estinguió Felipe IV las mancebias, mandando que en ninguna ciudad, villa ni lugar de estos reinos se pueda permitir ni permita mancebia, ni casa pública donde mugeres ganen con sus cuerpos, etc. Esta justa medida se halla bien apoyada por el P. Gerónimo Salcedo, madrileño y religioso en los clérigos menores y por el P. Juan de Cabrera, jesuita, quienes trataron largamente de ella en sus respectivas obras sobre el Gobierno de un buen rey, lo mismo que el P. Marquez en su Gobernador

cristiano.

Sábiamente dispuso el mismo monarca, en 1661, el recogimiento de las mugeres perdidas de la corte y su reclusion en la Galera. Y en 1704, por auto acordado del 24 de mayo, mandó tambien el Consejo que los alcaldes recogiesen y pusiesen en la Galera à las mugeres

cesos.

«Se habian de determinar facultativos de la mayor probidad, y con dotaciones que les hiciesen inaccesibles á toda seduccion, para visitar diaria y exactamente aquellas mugeres; y bajo la misma pena de deportacion babian de avisar, sin perder un instante, de cualquiera que se hallase contagiada, no solo al magistrado, sino tambien al oficial de guardia, para que inmediatamente consignase con una centinela la puerta de la casa inficionada, hasta que se condujese la enferma al hospital destinado para este objeto.

«Asimismo habian estos facultativos de dictar las reglas de limpieza y de sanidad que disminuyesen los riesgos del contagio.

Para que en los paseos y teatros estas

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