Coleccion de poesias castellanas extrahidas de los mas celebres escritores españoles y particularmente de Garcilaso de la Vega: con resumen de su vida ...

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Emprenta [!] de J. Hollis, 1800 - 306 páginas

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Página 44 - Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan; los árboles parece que se inclinan; las aves que me escuchan, cuando cantan, con diferente voz se condolecen, y mi morir cantando me adivinan. Las fieras que reclinan su cuerpo fatigado, dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste.
Página 50 - Después que nos dejaste, nunca pace en hartura el ganado ya, ni acude el campo al labrador con mano llena.
Página 55 - ¿Cosa pudo bastar a tal crueza, que, conmovida a compasión, oído a los votos y lágrimas no dieras por no ver hecha tierra tal belleza, o no ver la tristeza en que tu Nemoroso queda, que su reposo era seguir tu oficio, persiguiendo las fieras por los montes, y ofreciendo a tus sagradas aras los despojos?
Página 45 - ... esto te detienes. Ves aquí un prado lleno de verdura, ves aquí una espesura, ves aquí una agua clara, en otro tiempo cara, a quien de ti con lágrimas me quejo. Quizá aquí hallarás, pues yo me alejo, al que todo mi bien quitarme puede; que, pues el bien le dejo, no es mucho que el lugar también le quede.
Página 56 - Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides, y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda, y en la tercera rueda contigo mano a mano busquemos otro llano, busquemos otros montes y otros ríos, otros valles floridos y sombríos, donde descanse y siempre pueda verte ante los ojos míos, sin miedo y sobresalto de perderte?
Página 42 - Siempre de nueva leche en el verano y en el invierno abundo; en mi majada la manteca y el queso está sobrado...
Página 54 - Mas luego a la memoria se me ofrece aquella noche tenebrosa, escura, que tanto aflige esta ánima mezquina con la memoria de mi desventura. Verte presente agora me parece en aquel duro trance de Lucina, y aquella voz divina, con cuyo son y acentos a los airados vientos pudieras amansar, que agora es muda, me parece que oigo que a la cruda, inexorable diosa demandabas en aquel paso ayuda.
Página 16 - Entonces yo sentíme salteado de una vergüenza libre y generosa; corríme gravemente que una cosa tan sin razón hubiese así pasado. Luego siguió el dolor al corrimiento de ver mi reino en mano de quien cuento que me da vida y muerte cada día, y es la más moderada tiranía.
Página 52 - ... me quejo en vano de la dureza de la muerte airada. Ella en mi corazón metió la mano, y de allí me llevó mi dulce prenda; que aquel era su nido y su morada.
Página 84 - Napeas, • • Guarda del verde bosque verdadera! Alce una de vosotras , blancas Deas, Del agua su cabeza rubia un poco; • • Así, Ninfa, jamas en tal te veas. Podré decir que con mis quexas toco Las divinas orejas , no pudiendo Las humanas tocar cuerdo ni loco. ¡O...

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