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sus pasos y combinaciones, prestando positivos servicios al plan proclamado para libertar á México de la dominación, que á más de causarle positivos males, impedía el goce y progreso de los bienes que debía producir á la nación mexicana el constituirse como un ser político independiente, que debía disfrutar todos los bienes sociales que son consiguientes á un país que se rige por instituciones propias, y cuyas tendencias y objeto fuesen el desarrollo de los elementos todos que existan y favorezcan la educación, ilustración é industria, principalmente cuando se llega, como la sociedad mexicana había llegado ya, á un estado que pedía, como exige el hombre en cierta época de la vida, la emancipación y la libertad para obrar y dirigir sus acciones según lo reclamaban su posición y sus necesidades naturales.

Si bien se presentaban dificultades y obstáculos generalmente en la nación, y particularmente en la localidad de Aguascalientes, y de la provincia de Zacatecas de que dependía, existían al mismo tiempo, no sólo aspiraciones y conatos, sino reales y efectivos hechos, que manifestaban los deseos más ardientes de separación de la antigua metrópoli, explicándose una voluntad pública y general, que en mi concepto formaba una verdadera fe política, que creí debía en mis circunstancias auxiliar. Por lo mismo, entre las ocurrencias que ofreció la revolución, fué muy notable la que puso fuera de los tiros de las armas españolas, y de la persecución de sus autoridades, al ayuntamiento de la citada ciudad y á sus vecinos principales, por haber yo dispuesto bien el ánimo del comandante militar, teniente coronel D. Bernardino Cosío, fijándolo en un sentido benévolo, cuando se, hallaba por el contrario resuelto hasta el derramamiento de sangre, por haberse descubierto la conspiración en que estaban mezcladas las personas y la misma corporación. Me valí para ello de medios legales y decorosos, como fueron los de consultar de tal modo en el dictamen que se me pidió

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por el dicho comandante, que sin faltar éste á sus deberes, pudiesen entender, como entendieron los comprometidos, que habían sido descubiertas su miras, y que debían salvarse y eludir el golpe.

He mencionado, aunque ligeramente, estos hechos privados, porque creo que ellos influyeron para que el pueblo de Aguascalientes me honrase con el nombramiento de elector. Este encargo lo desempeñé dando mi voto á los sugetos que reunían mejores circunstancias y mayor popularidad, para que compusieran el ayuntamiento. Instalado éste, nombró conforme á la ley para elector de partido al cura párroco D. José María Berruecos, que después fué electo en junta general, suplente de la diputación provincial.

Los electores de partido se reunieron en la ciudad de Zacatecas, como capital de la provincia, y procedieron á elegir los cuatro diputados de ella, con arreglo al referido decreto de convocatoria; y concluído dicho acto, el ayuntamiento de la misma ciudad de Zacatecas me comunicó en oficio de 28 de enero de 1822, el nombramiento en la clase de letrado que recayó en mi persona para representante de la provincia en el primer congreso general constituyente. contesté en los términos que me parecieron más del caso, expresando lo que realmente sentía; recibí otra comunicación del propio ayuntamiento en que me remitía un auxilio pecuniario para que violentase mi marcha1y arreglada ésta, la verifiqué, llegando á México el día 20 de febrero de 1822.

Inmediatamente, y como primer cuidado, procuré indagar el estado de la opinión pública en la capital, no obstante que dentro de mi propia habitación, en el acto mismo de dejar el coche, y en el momento de mi llegada, comencé á oir indicaciones dirigidas á ponerme al tanto de las cosas, comunicándome con personas de diversas opiniones que me visitaron.

1 Documento bajo el número 2., del Apéndice.

Desde luego conocí que existía una grande división, y que además había exaltación notable y acaloramiento, ya por la naturaleza de las cuestiones que se agitaban y personas que influían, y ya por el hecho recientemente acaecido de la prisión de los generales Victoria, Bravo y otros, que se había verificado en noviembre del año de 1821. Este suceso marcó de la manera más clara la división entre los patriotas antiguos, llamados insurgentes, y los patriotas que se decidieron y trabajaron por la independencia en 1821. Los unos no sólo tendían á la libertad, que aunque no descubrían un plan para el establecimiento del sistema republicano, sus doctrinas y conversaciones indicaban bastante cuál era el fin que se proponían y el término á que podrían llegar. Los otros eran monarquistas y aspiraban á que se plantase este sistema; pero estaban divididos en varias fracciones, así porque entre ellos figuraban los españoles que habían tomado par te por la independencia el año de 1821, como porque muchos de los adictos á Iturbide, lo eran nada más de su persona y no opinaban por elevarlo á monarca. Estas, pues, componían una sección; otra los que querían que Iturbide se coronase, llamándose ambas Iturbidistas; y otra nombrada de Borbonistas, que era la que sostenía el plan de Iguala y estaba compuesta en su mayor parte de españoles.

Como éstos habían tenido el poder por mucho tiempo en el país, y como tenían relaciones y riquezas, su influjo era entonces poderoso, y su partido por tanto el más fuerte y temible. Fué el primero en enunciar sus tendencias por la imprenta, que se explicó y aun desató, tanto en los periódicos como en papeles sueltos, de manera, que agitando las cuestiones de aquella época sin pararse en los medios, y mos trando lo que ansiaba cada partido por el triunfo de sus ideas, preparó una delicada y formal crisis.

Tal era el estado que guardaba México cuando llegué en el referido día 20 de febrero. Después veremos el rumbo

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que tomó el fermento explicado y la crisis indicada, así como cuáles fueron los resultados de esta situación.

Aunque ya aquí debería hablar de la instalación del congreso constituyente convocado, refiriendo los sucesos á ella posteriores, en que me halló y de que fuí testigo, creo necesario y conducente mencionar antes algunos hechos de gravedad é importancia, que sirven como antecedentes para conocer con perfección el estado de la cosa pública.

El primero es que el ayuntamiento de Zacatecas, y varios vecinos principales de Aguascalientes, nos dirigieron á los diputados de aquella provincia en los mismos días de nuestra marcha á la capital, dos pliegos de instrucciones, sobre lo que en el congreso debíamos promover para el bien particular y común, extendiéndose hasta el esencialísimo punto de la forma de gobierno en que debería constituirse la nación, é inclinándose á la monarquía moderada, y sobre los diferentes males y abusos que se notaban, principalmente en lo relativo á la agricultura.

El segundo hecho importante de que debo hacer aquí mención, es la independencia de Guatemala, verificada pacíficamente á consecuencia de la de México, y su incorporación á este país, porque ha sido un suceso coetáneo al 27 de septiembre, en que con la ocupación de la capital se consumó la independencia nuestra, y acaeció dando á México grande aumento, nueva consideración y relaciones importantes.

La provincia de Chiapas, fué la primera de las de Guatemala que se adhirió al plan de Iguala desde fines de Agosto de 1821, cuya adhesión sabida á poco tiempo en su capital, se proclamó en ella la independencia de todo el reino el 15 de septiembre del propio año, por medio de una junta que presidió el gobernador D. Gabino Gainza, que hacía las veces de capitán general, y continuó con el gobierno, convirtiéndose la diputación provincial de Guatemala en junta provisional consultiva.

A poco tiempo, y con el pretexto de la independencia y de la agregación á México por la adopción del plan de Iguala, comenzó á aparecer una rivalidad bastante fuerte en Nicaragua y Honduras contra, Guatemala; y al fin, ésta tuvo que prescindir de la convocación de un congreso de aquellas provincias, que pretendía se instalase en la capital, reuniéndose como los demás al Imperio Mexicano, según se expresa todo con más claridad en el trozo siguiente, tomado de las Memorias para la historia de la revolución de CentroAmérica por un Guatemalteco, que, según los datos y conocimientos con que me hallo, y veremos adelante, lo fué el distinguido D. Manuel Montúfar. Dice:

"La república de Centro-América, antes reino de Guatemala, era una capitanía general independiente, bajo el sistema colonial. En 1820 ejercía el gobierno de sus provincias en calidad de presidente y capitán general, D. Carlos de Urrutia, cuando se restableció la constitución española en 1812. Este restablecimiento dió ocasión á dos fuertes partidos que tomaron pretexto en las elecciones populares de aquel año para diputados y municipales. El partido liberal tendía á la independencia, y sus candidatos eran independientes; el de oposición era el de los españoles europeos, á cuya cabeza estaba el Lic. D. José del Valle, natural de Cololuteca en Honduras. Venció este partido por el oro y logró caracterizarse de popular, porque tomó por pretexto y por divisa combatir la aristocracia, ó lo que desde entonces se llamó espíritu de familia.

"Los peligros á que estaba expuesta la tranquilidad pública, persuadieron á la diputación provisional de Guatemala que el general Urrutia por su muy avanzada edad y por sus achaques era incapaz de gobernar, y le obligó á delegar los mandos en el inspector general D. Gabino Gainza, que acababa de llegar de España. Gainza entró á ejercer el gobierno en marzo de 1821, en cuya fecha aun no se tenía noticia

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