Estado han derramado á manos llenas en sus maravillosas encíclicas Nuestro Santísimo Padre el Papa Leon XIII y sus venerables predecesores, dan alientos á mis escasas. fuerzas para tratar la materia de este discurso, confiando que mi firme propósito de no apartarme de nada de lo que enseña la Iglesia, me librará de caer en los errores de que han sido víctimas inteligencias muy privilegiadas, por haber fiado en los solos esfuerzos de su razon. La fuente principal, y podemos decir única, de la diversidad de opiniones y de falsos conceptos acerca los derechos y relaciones de la Iglesia del Estado, es, sin duda alguna, el desconocimiento de las bases constitutivas de ambas sociedades; por y lo cual creemos que las reglas para trazar la línea divisoria entre los derechos é intereses de la Iglesia y los del Estado, no solamente deben estar fundadas, sino que deben ser las mismas que aquellas que dan á conocer tal cual es la excelencia y dignidad de las dos sociedades espiritual y temporal, y cuáles deben ser sus relaciones, dado el Autor de quien proceden, el fin que se proponen y los seres sujetos á su gobierno. Señalar, pues, los principios en órden á la naturaleza, relaciones y extension del poder de ambas sociedades, es el plan que juzgamos más acertado, y que contando con la benevolencia de V. E. nos proponemos seguir para el desarrollo de la tésis: ya que estamos persuadidos de que la línea divisoria entre los derechos é intereses del Sacerdocio y del Imperio no puede ofrecer duda, conociendo las bases constitutivas de la naturaleza y vida de ambos poderes. |