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La vida de union y armonia de la Iglesia y el Estado nó debe sujetar directa ó indirectamente el poder espiritual al poder civil.

Son, dijimos, caractéres de la Iglesia los de sociedad divina, perfecta y suprema, sobre la cual los poderes temporales no pueden ejercer superioridad ni derecho para quitar ó cercenar su independencia y libertad. Demostramos la necesidad de estos caractéres para la existencia y cumplimiento del fin que se propone la Iglesia, probando además que

los atestiguaban la manera como fué fundada por Nuestro Señor Jesucristo y su tradicion é historia desde los primeros tiempos hasta nuestros dias.

Sin embargo de descansar sobre tan sólidos fundamentos la libertad é independencia de la Iglesia, son varios los sistemas que, olvidando la naturaleza de los dos poderes, pretenden fundar sus relaciones en la sujeción más ó menos directa del poder espiritual al poder civil. Uno de ellos es el conocido antiguamente con el nombre de jus reformandi, que atribuye al Estado la facultad de resolver si debe ó no admitirse y bajo qué condiciones la Iglesia en un país, así como el derecho de reformar y legislar en materias reli

giosas (1). Este sistema, del cual desgraciadamente se conservan algunos resabios, es tan radical y desconoce en tal manera el orígen divino de la Religion y de la Iglesia, que no merece el honor de refutarlo. Basta decir que considera á la Religion como un medio de buen gobierno que sirve de freno á las pasiones de los hombres, por cuyo motivo la sujeta al Estado, el cual puede reformarla, dispensarla mayor ó menor proteccion ó suprimirla por completo, segun lo considere conveniente. Empero la Iglesia tiene un fin más elevado y es una horrenda blasfemia el considerarla como inven

(1) Véase á Walter en su obra Manual del Derecho Eclesiástico.

cion humana y mera rueda del Estado, pues en ella está encarnado el mismo Dios, que la instituyó para que perpetuara su doctrina y guiara el linaje humano á la bienaventuranza de la gloria. Nada más impío que negar la divinidad y el fin sobrenatural de la Iglesia y al mismo tiempo ensalzar su influencia como el medio más eficaz para contener las turbulencias de las masas. Es considerar á la Religion como una farsa relegarla á la personas pobres é ignorantes y á los pueblos atrasados y bárbaros, suponiendo que pueden prescindir de su direccion las personas que se dicen cultas é instruidas. y los Estados que por su adelanto no necesitan de tutela. La Religion es de necesidad absoluta

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