>>sia, á administrar recta justicia (sin la cual no puede subsistir ningun >>reino), premiando á los buenos y >>dando el debido castigo á los mal>>vados; á defender de toda opresion »á las viudas, menores, pobres y dé>>biles; á ser con todos los vasallos >>benigno y afable, y á obrar, no por >>propia utilidad, sino por la del pue>>blo, esperando alcanzar el premio >>de las buenas obras, no en la tier>>ra, sino en el cielo (1)..

¡Qué hermoso programa de buen gobierno nos ofrece la Iglesia en esta augusta ceremonia! ¡Cuán mejor garantidos los derechos de los súbditos, que no en las modernas constituciones que desconocen los

(1) Pont. Rom De coron. Regis.

derechos de Dios y de la Iglesia! ¡Oh! si los gobernantes cumplieran este magnífico programa, pocos serian los conflictos entre la

Iglesia y el Estado, y su buena administracion haria la felicidad de los pueblos.

IV

MAYEUR

La potestad de la Iglesia no está limitada á determinados asuntos, sino que se extiende á todo lo necesario para el cumplimiento de su Divina mision.

EMOS dicho que es ley de ordenacion divina que los se

res y las sociedades inferiores sean sometidos y subordinados á las superiores. Hemos visto tambien que calificándose los seres y las sociedades por el fin que se proponen, la Iglesia es de órden superior y nobilísimo respecto á todas las demás

el fin á que

sociedades, atendido que conduce es el supremo y eterno á que deben dirigirse todas las acciones del hombre y servir de auxiliares el Estado y todas las cosas creadas. Bien puede, pues, decirse con san Epifanio, que Dios ha creado el mundo para la Iglesia y nada más que para la Iglesia, puesto que todo el mundo lo creó Dios para que sirviera al hombre, rey de la creacion,

y

el hombre sólo puede alcanzar el sumo bien dentro de la Iglesia y siendo su hijo sumiso. Admirablemente expone la Encíclica Immortale Dei la gran extension del po der espiritual, al mismo tiempo que reconoce la jurisdiccion del poder civil en los asuntos que le competen. <<Todo cuanto en las personas