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se les daria facultad para poder acabar con la religion, resultando el absurdo de que un poder temporal podria destruir la obra de Dios y privar á los hombres de los medios necesarios á su salvacion. La Iglesia tiene la mision de predicar el Evangelio por todo el universo mundo; su existencia no se halla circunscrita á region ni á edad alguna, sino que es para todas las naciones y para todos los siglos; y por lo mismo que debe permanecer siempre firme é inmutable para iluminarnos y dirigirnos durante la permanencia en este valle de lágrimas, no puede depender de los Estados que, por más prósperos y poderosos que sean, desaparecen y se extinguen.

Pero ninguna prueba más palpable de la independencia y de la vida propia de la Iglesia, que su fundacion y su historia desde sus primeros tiempos hasta nuestros dias. El Hijo de Dios para fundarla y establecerla no necesitó de ningun poder humano; todo lo contrario, la fundó con su autoridad de Rey de reyes y Señor de señores, cruelmente perseguido por los poderes del siglo y sentenciado á morir en cruz como enemigo del César. Lejos de dar á los emperadores el encargo de regir la Iglesia, advierte á los Apóstoles que aquéllos serán sus perseguidores, les exhorta á armarse de valor y á no dejarse intimidar por ellos, y los Apóstoles, fieles á la doctrina de su Divino Maestro, se

llaron todos con su sangre la obediencia á Dios antes que á los injustos mandatos de los magistrados del Imperio. Y si de su fundacion pasamos á su historia, vemos que la Iglesia durante sus primeros tiempos fué continuamente perseguida por los emperadores romanos con toda la autoridad y fiereza de que disponian los entonces árbitros del mundo: ha tenido que luchar despues con la barbarie de los pueblos germanos y la hipocresía de los emperadores del Bajo Imperio, con los sarracenos y los emperadores de Alemania, con casi toda la Europa minada por el protestantismo; y hoy, desprovista de todo auxilio humano, vive vigorosa y robusta á pesar de tener coligados contra sí todos

los poderes de la tierra (1). Prueba evidente de que la Iglesia ha recibido su vida de Dios y no la han creado los poderes temporales (2).

Obra directa del mismo Dios, la Iglesia <<reune en sí misma y por sí

(1) Los que crean exagerada esta idea no tienen más que examinar las Constituciones políticas de los actuales Estados. ¿Hay alguno por ventura que reconozca los derechos de Dios y de la Iglesia en toda su integridad? ¿Hay alguno donde no puede formarse un volúmen con los decretos contrarios á la Religion, y hay algun Gobierno que con sus actos no haya hecho derramar lágrimas al Supremo Pastor de los fieles?

(2) No obstante que la Iglesia vive del auxilio Divino, sirven de mucho para su mayor vida y acrecentamiento el socorro y proteccion que están obligados á darle los Estados y todas las asociaciones humanas. Como dice bellísimamente Leon XIII, parafraseando á Isaías en la Encí-·

>>propia, merced y gracia á su Di>>vino Fundador, todos los elemen>>tos y facultades necesarias á su

clica recomendando la Obra de la Propagacion de la Fe «la Iglesia, que es la Ciudad de Dios, ha >>recibido de su Divino Fundador la fuerza de di>>latar más cada dia el espacio de sus tiendas y de >>extender las aras de sus tabernáculos; pero este >>acrecentamiento del pueblo cristiano, si bien es >>obra principalmente de la íntima asistencia del >>Espíritu Santo, puede operarse extrínsecamente »por obra de los hombres.» Así contribuyen en gran manera á extender y propagar la accion de la Iglesia la proteccion del Estado y los esfuerzos, ya individuales, ya colectivos, de los mismos fieles católicos, pues por más que el régimen y direccion de la Iglesia esté vinculado en su jerarquía, indudablemente pueden los láicos influir en el buen gobierno de la misma y prestarle grandes servicios, difundiendo las buenas doctrinas, refutando el error entre sus subordinados, y con los medios que estén á su alcance, fomentando las obras ca

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