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IV

La organizacion social bajo el régimen del poder civil, ó sea el Estado, es de institucion divina y reune los caracteres de sociedad perfecta.

L concepto del Estado y

los derechos que

de

le incum

ben no puede menos de aparecer muy diverso segun se le considere desde el punto de vista de las ideas materialistas, ó se le estudie tomando como base de partida la verdadera naturaleza del hombre, tal como la da á conocer la doctrina cris

tiana. Siendo el fin de la organizacion social la satisfaccion de las humanas necesidades en el tiempo y la perfeccion de la vida presente, se comprende que para los materialistas el Estado lo sea todo y que no reconozcan otra institucion que le sea superior, ni siquiera igual. Desde el momento en que no se cree en otra vida que la de este mundo, ni en mayor bien que la felicidad terrena, la institucion que tiene por objeto el cuidado de los intereses tamporales ha de ser necesariamente la sociedad única, suprema y omnipotente, á la que todas las demás instituciones deben estar subordinadas. De tales ideas es, pues, deduccion lógica el naturalismo político, esto es, la om

nipotencia del Estado y su completa independencia de todo órden sobrenatural.

que

Inútil seria buscar la verdadera nocion del Estado en los sistemas desconocen el fin sublime para que el hombre ha sido criado y rebajan la dignidad humana al nivel de los brutos; así que rechazándolos por impíos y repugnantes á la razon, estudiaremos el concepto del Estado segun las enseñanzas de la Iglesia, que como representante de Dios, de quien la organizacion emana, nos muestra tal como es el Estay cuáles son sus derechos y deberes (1).

do

(1) San Agustin, en su admirable obra De Civitate Dei (lib. II, cap. 20), describe los prin

Reconociendo la Iglesia la necesidad de la vida presente como medio para la futura, y que las condiciones propias del hombre exigen la vida de asociacion organizada bajo la sujecion á un poder que

cipios de los paganos de su tiempo acerca la constitucion del Estado, que son exactamente aplicados por los modernos partidarios del Estado ateo y aun por muchos que se titulan conservadores, pero que quieren prescindir de la influencia de la Iglesia. «Nada importa á ellos, dice, que sean >>malas ó disolutas las costumbres de la Repúbli>>ca, con tal de que florezca en abundancia de >>bienes y logre gloriosas victorias, ó lo que es >>mayor felicidad aún, que goce de segura paz. >>Lo importante es que haya para gastar y derra>>mar cada dia, que cada uno acreciente más sus >>riquezas, por las cuales el que es más poderoso >>pueda sujetar á los más flacos. Que los ricos >>gocen del ocio y descuido, y que les obedezcan

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