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miento con lágrimas en los ojos por la muerte de los Cristianos, é comenzo á hablar en ello mostrando como mejor podia, como unos murieron de dolencia, é como otros se habian ido á Caonabó á buscar la mina del oro é que allí los habian muerto, é los otros que se los habian venido á matar allí en su villa. A lo que parescian los cuerpos de los muertos no habia dos meses que habia acaecido. Esa hora él presentó al Almirante ocho marcos y medio de oro, é cinco ó seiscientos labrados de pedrería de diversos colores, é un bonete de la misma pedrería, lo cual me paresce deben tener ellos en mucho. En el bonete estaba un joyel, lo cual le dió en mucha veneracion. Paréceme que tienen en mas el cobre quel oro. Estábamos presentes yo y un zurugiano de armada; entonces dijo el Almirante al dicho Guacamarí que nosotros éramos sabios de las enfermedades de los hombres, que nos quisiese mostrar la herida, él respondió que le placia, para lo cual yo dije que seria necesario, sipudiese, que saliese fuera de casa, porque con la mucha gente estaba escura é no se podria ver bien; lo cual él fizo luego, creo mas de empacho que de gana: arrimándose á él salió fuera. Despues de asentado, llegó el zuruguiano á él é comenzó de desligarle: entonces dijo al Almirante que era ferida fecha con ciba, que quiere decir con piedra. Despues que fué desatada llegamos á tentarle. Es cierto que no tenia mas mal en aquella que en la otra, aunque él hacia del raposo que le dolia mucho. Ciertamente no se podia bien determinar porque las razones eran ignotas, que ciertamente muchas cosas habia que mostraban haber venido á él gente contraria. Ansimesmo el Almirante no sabia que se hacer: parescióle, é á otros muchos, que por entonces fasta bien saber la verdad que se debia disimular, porque despues de sabida, cada que quisiesen, se podia dél rescibir enmienda. E aquella tarde se vino con el Almirante á las naos, é mostráronle caballos é cuanto ahí habia, de lo cual quedó muy maravillado como de cosa extraña á él; tomó colacion en la nao é esa tarde luego se tornó á su casa: el Almirante dijo que queria ir á habitar allí con él é queria facer casas, y él respondió que le placia, pero que el logar era mal sano porque era muy húmido, é tal era por cierto. Esto todo pasaba estando por intérpretes dos indios de los que el otro viage habian ido á Castilla, los cuales habian quedado vivos de siete que metimos en el puerto, que los cinco se murieron en el camino, los cuales escaparon á uña de caballo. Otro dia estuvimos surtos en aquel puerto; é quiso saber cuando se partiria el Almirante: le mandó decir que otro dia. En aquel dia vinieron á la nao el sobredicho hermano suyo é otros con él, é trajeron algun oro para rescatar. Ansimesmo el dia que allá salimos se rescató buena cantidad de oro. En la nao habia diez mujeres de las que se habian tomado en las islas de Cariby; eran las mas dellas de Boriquen. Aquel bermano de Guacamarí habló con ellas: creemos que les dijo lo que esa noche pusieron por obra, y es que al primer sueño muy mansamente se echaron al agua é se fueron á tierra, de manera que cuando fueron falladas menos, iban tanto trecho que con las barcas no pudieron tomar mas de las

cuatro, las cuales tomaron al salir del agua; fueron nadando mas de una gran media legua. Otro dia de mañana envió el Almirante á decir á Guacamarí que le enviase aquellas mujeres que la noche antes se habian huido, é que luego las mandase buscar. Cuando fueron hallaron el lugar despoblado, que no estaba persona en él: ahí tornaron muchos fuerte á afirmar su sospecha, otros decian que se habria mudado á otra poblacion quellos ansi lo suelen hacer. Aquel dia estovimos allí quedos por que el tiempo era contrario para salir: otro dia de mañana acordó el Almirante, pues que el tiempo era contrario, que seria bien ir con las barcas á ver un puerto la costa arriba, fasta el cual habria dos leguas (1), para ver si babria dispusicion de tierra para hacer habitacion; donde fuemos con todas las barcas de los navíos, dejando los navíos en el puerto. Fuimos corriendo toda la costa, é tambien estos no se seguraban bien de nosotros; llegamos á un lugar de donde todos eran huidos. Andando por él fallamos junto con las casas, metido en el monte, un indio ferido de una vara, de una ferida que resollaba por las espaldas, que no habia podido huir mas lejos. Los desta isla pelean con unas varas agudas, las cuales tiran con unas tiranderas como las que tiran los mochachos las varillas en Castilla, con las cuales tiran muy lejos asaz certero. Es cierto que para gente desarmada que pueden hacer harto daño. Este nos dijo que Caonabó é los suyos lo habian ferido, é habian quemado las casas á Guacamarí. Ansi quel poco entender que los entendemos é las razones equívocas nos han traido á todos tan afuscados que fasta agora no se ha podido saber la verdad de la muerte de nuestra gente, é no hallamos en aquel puerto dispusicion saludable para hacer habitacion. Acordó el Almirante aos tornásemos por la costa arriba por do habíamos venido de Castilla, porque la nueva del oro era fasta allá. Fuénos el tiempo contrario, que mayor pena nos fué tornar treinta leguas atrás que venir desde Castilla, que con el tiempo contrario é la largueza del camino ya eran tres meses pasados cuando decendimos en tierra. Plugó á nuestro Señor que por la contrariedad del tiempo que no nos dejó ir mas adelante, hobimos de tomar tierra en el mejor sitio y dispusicion que pudiéramos escoger, donde hay mucho buen puerto é gran pesquería (2), de la cual tenemos mucha necesidad por el carecimiento de las carnes. Hay en esta tierra muy singular pescado mas sano quel de España. Verdad sea que la tierra no consiente que se guarde de un dia para otro porque es caliente y humida, é por ende luego las cosas introfatibles ligeramente se corrompen. La tierra es muy gruesa para todas cosas: tiene junto un rio prencipal é otro razonable, asaz cerca de muy singular agua: edificase sobre la ribera dél una cibdad Marta, junto quel lugar se deslinda con el agua, de manera que la metad de la cibdad queda cercada de agua con una barranca de peña tajada, tal que por allí no ha menester defensa ninguna; la otra metad

[1] Puerto Delfin ó Bahiajá. (Nav.)

[2] La Isabela, distante 10 leguas al Este de Monte Cristi. (Nav.)

está cercada de una arboleda espesa que apenas podrá un conejo andar por ella; es tan verde que en ningun tiempo del mundo fuego la podrá quemar: hase comenzado á traer un brazo del rio, el cual dicen los maestros que trairán por medio del lugar, é asentarán en él moliendas é sierras de agua, é cuanto se pudiere hacer con agua. Han sembrado mucha hortaliza, la cual es cierto que crece mas en ocho dias que en España en veinte. Vienen aquí continuamente muchos indios é caziques con ellos, que son como capitanes dellos, é muchas indias: todos vienen cargados de ages, que son como nabos, muy excelente manjar, de los cuales facemos acá muchas maneras de manjares en cualquier manera; es tanto cordial manjar que nos tiene á todos muy consolados, porque de verdad la vida que se trajo por la mar ha seido la mas estrecha que nunca hombres pasaron, é fué ansi necesario porque no sabíamos qué tiempo nos haria, ó cuanto permitiria Dios que estoviésemos en el camino; ansi que fué cordura estrecharnos, porque cualquier tiempo que viniera pudiéramos conservar la vida. Rescatan el oro é mantenimientos é todo lo que traen por cabos de agnjetas, por cuentas, por alfileres, por pedazos de escudillas é de plateles. A este age llaman los de Caribi nabi, é los indios hage. Toda esta gente, como dicho tengo, andan como nacieron, salvo las mujeres de esta isla traen cubiertas sus vergüenzas, dellas con ropa de algodon que les ciñen las caderas, otras con yerbas é fojas de árboles. Sus galas dellos é dellas es pintarse, unos de negro, otros de blanco é colorado, de tantos visajes que en verlos es bien cosa de reir; las cabezas rapadas en logares, é en logares con vedijas de tantas maneras que no se podria eserebir. En conclusion, que todo lo que allá en nuestra España quieren hacer en la cabeza de un loco, acá el mejor dellos vos lo terná en mucha merced. Aquí estamos en comarca de muchas minas de oro, que segun lo que ellos dicen no hay cada una dellas de veinte ó veinte é cinco leguas: las unas dicen que son en Niti, en poder de Caonabó, aquel que mató los cristianos; otras hay en otra parte que se llama Cibao, las cuales, si place á nuestro Señor, sabremos é veremos con los ojos antes que pasen muchos dias, porque agora se ficiera sino porque hay tantas cosas de proveer que no bastamos para todo, porque la gente ha adolecido en cuatro ó cinco dias el tercio della, creo la mayor causa dello ha seido el trabajo é mala pasada del camino; allende de la diversidad de la tierra; pero espero en nuestro Señor que todos se levantarán con salud. Lo que paresce desta gente es que si lengua tuviésemos que todos se convertirian, porque cuanto nos ven facer tanto facen, en hincar las rodillas á los altares, é al Ave María, é á las otras devociones é santiguarse; todos dicen que quieren ser cristianos, puesto que verdaderamente son idólatras, porque en sus casas hay figuras de muchas maneras; yo les he preguntado que es aquello, dícenme que es cosa de Turey, que quiere decir del cielo. Yo acometí á querer echárselos en el fuego é hacíaseles de mal que querian llorar, pero ansi piensan que cuanto nosotros traemos que es cosa del cielo, que á todo llaman Turey, que quiere decir cielo. El dia que

yo salí á dormir en tierra fué el primero dia del Señor: el poco tiempo que habemos gastado en tierra ha seido mas en hacer donde nos metamos, é buscar las cosas necesarias, que en saber las cosas que hay en la tierra, pero aunque ha seido poco se han visto cosas bien de maravillar, que se han visto árboles que llevan lana y harto fina, tal que los que saben del arte dicen que podrán hacer buenos paños dellas. Destos árboles hay tantos que se podrán cargar las carabelas de la lana, aunque es trabajosa de cojer por que los árboles son muy espinosos; pero bien se puede hallar ingenio para la coger. Hay infinito algodon de árboles perpétuos tan grandes como duraznos. Hay árboles que llevan cera en color y en sabor é en arder tan buena como la de abejas, tal que no hay diferencia mucha de la una á la otra. Hay infinitos árboles de trementina muy singular é muy fina. Hay mucha alquitira, tambien muy buena. Hay árboles que pienso que llevan nueces moscadas, salvo que agora están sin fruto, é digo que lo pienso porque el sabor y olor de la corteza es como de nueces moscadas. Ví una raíz de gengibre que la traia un indio colgada al cuello. Hay tambien linalo, aunque no es de la manera del que fasta agora se ha visto en nuestras partes; pero no es de dudar que sea una de las especias de linalos que los dotores ponemos. Tambien se ha hallado una manera de canela, verdad es que no es tan fina como la que allá se ha visto, no sabemos si por ventura lo hace el defecto de saberla coger en sus tiempos como se ha de coger, o si por ventura la tierra no la lleva mejor. Tambien se ha hallado mirabolanos cetrinos, salvo que agora no están sino debajo del árbol, como la tierra es muy humida están podridos, tienen el sabor mucho amargo, yo creo sea del podrimiento; pero todo lo otro, salvo el sabor que está corrompido, es de mirabolanos verdaderos. Hay tambien almástica muy buena. Todas estas gentes destas islas que fasta agora se han visto, no poseen fierro ninguno. Tienen muchas ferramientas, ansi como hachas é azuelas hechas de piedra tan gentiles é tan labradas que es maravilla como sin fierro se pueden hacer. El mantenimiento suyo es pan hecho de raíces de una yerba que es entre árbol é yerba, é el age, de que ya tengo dicho que es muy buen mantenimiento: tienen por especia, por lo adobar, una especia que se llama agi con la cual comen tambien el pescado, como aves cuando las pueden haber, que hay infinitas de muchas maneras. Tienen otrosí unos granos como avellanas, muy buenos de comer. Comen cuantas culebras é lagartos é arañas é cuantos gusanos se hallan por el suelo; ansi que me parece es mayor su bestialidad que la de ninguna bestia del mundo. Despues de una vez haber determinado el Almirante de dejar el descobrir las minas fasta primero enviar los navíos que se habian de partir á Castilla (1), por la mucha enfermedad que ha

[1] Envió en efecto 12 navíos al mando de Autonio de Torres, que se hizo á la vela del puerto de la Navidad el dia 2 de febrero de 1494, trayendo relacion de todo lo que había ocurrido. (Nav.)

bia seido en la gente, acordó de enviar dos cuadrillas con dos Capitanes, el uno á Cibao (1) y el otro á Niti, donde está Caonabó, de que ya he dicho, los cuales fueron é vinieron el uno á veinte dias de Enero, é el otro á veinte é uno: el que fué à Cibao halló oro en tantas partes que no lo osa hombre decir, que de verdad en mas de cincuenta arroyos é rios hallaban oro, é fuera de los rios por tierra; de manera que en toda aquella provincia dice que do quiera que lo quieran buscar lo hallarán. Trajo muestra de muchas partes como en la arena de los rios é en las hontizuelas, que están sobre tierra, créese que cavando, como sabemos hacer, se hallará en mayores pedazos, porque los indios no saben cavar ni tienen con qué puedan cavar de un palmo arriba. El otro que fué á Niti trajo tambien nueva de mucho oro en tres ó cuatro partes; ansimesmo trajo la muestra dello. Ansi que de cierto los Reyes nuestros Señores desde agora se pueden tener por los mas prósperos é mas ricos Príncipes del mundo, porque tal cosa hasta agora no se ha visto ni leido de ninguno en el mundo, porque verdaderamente á otro camino que los navíos vuelvan pueden llevar tanta cantidad de oro que se puedan maravillar cualesquiera que lo supieren. Aquí me paresce será bien cesar el cuento: creo los que no me conocen que oyeren estas cosas, me ternán por prolijo é por hombre que ha alargado algo; pero Dios es testigo que yo no he traspasado una jota los términos de la verdad."

Esta carta es un documento precioso. Demuestra que la fundacion de la primera ciudad de la América tuvo lugar bajo los mas favorables auspicios, aumentándose el interés con la relacion que hace de las pequeñas Antillas, endonde residian los Caribes, con la del aspecto de las costas orientales de la isla, y el fin desastroso que experimentó el fuerte de la Navidad y los españoles que le custodiaban.

[2] Este fué Alonso de Hojeda, que con 15 hombres salió por el mes de enero de 1494 á buscar las minas de Cibao, y volvió pocos dias despues con buenas noticias, habiendo sido en todas partes mui bien recibido de los naturales. (Nav.)

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