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"berano y darle un tributo, habrá derecho en este Rey para hacer "guerra contra los Indios y sus Príncipes, claramente se vé que la tal "guerra seria sin causa justa, ó bien por una infinitamente mas leve "que la que interviene antes de la predicacion; porque si el obje"to era extender la religion cristiana y ya estaba extendida, cesa"ba al fin y por consiguiente la causa, el título y cuanto fuese capaz "de justificar la guerra."

"De aquí se infiere que cuanto ha escrito el Sor. Obispo en "este libro de Apología, y todo lo que sostiene ante Vuestras Seño"rías y Mercedes, es únicamente dirigido á probar que las conquis"tas hechas en América fueron injustas y tiránicas, aun cuando "se hayan guardado las instrucciones de los Reyes Católicos, y á "confesar lo que tambien escribió en su Confesonario, cuya obra "merece llamarse Libelo infamatorio contra nuestros Reyes y nues“tra_nacion.”

"La consecuencia natural de su doctrina seria retraerse el Em"perador de toda conquista ulterior en las Indias; lo cual seria fal"tar á su obligacion, por que tiene la de propagar la religion cristia"na cuanto sus facultades permitan por los medios que las circuns, "tancias le proporcionen. Es bien seguro que cesando la guerra "de conquista cesará la propagacion del cristianismo, por que (aun "cuando quisiera el Rey enviar á su costa predicadores) no hallaria "quién fuese á países no conquistados ni con treinta ducados de "asignacion por cada mes; pues si ahora se halla quien vaya, es "por que los predicadores van con la tropa y son mantenidos como "miembros del ejército. Si fuesen solos, los Indios no los admiti"rian y si los admitiesen los sacrificarian despues; como sucedió "pocos años ha en la Florida á los predicadores que fueron sin "escolta por consejo del mismo Señor Obispo.

"Suponiendo gratuitamente que sucediera lo contrario, es in"negable que una predicacion de esta clase no era capaz de hacer "en cien años tanto efecto como producirá en quince dias la que "se haga despues de que los Indios estén sugetos, por que ya cesan "los temores de sus Sacerdotes, de sus Caciques y de sus presu"midos de sabios y de celosos.

"El Sor. Obispo no ha querido dar á estas verdades tanto va"lor como ellas tienen, y por el contrario ha trabajado con todo "abinco á destruir todos los títulos del Rey á la posesion de Améri"ca. Parece haber tenido intencion de hacer entender á todo el "mundo que los Reyes de Castilla poseen las Indias sin títulos jus"tos y por solo efecto de tiranía; y que si escribe algunas expresio"nes que indiquen derecho del Emperador es únicamente por cum"plir con Su Magestad, conociendo que se le puede hacer mucho "mal y mucho bien.

"Concluyo pues, ratificando que es justo y justísimo hacer "guerra á los bárbaros Indios de América para obligarles y com"pelerles á que abandonen la idolatría, sus ritos, sus ídolos, sus sa"crificios de víctimas humanas, sus vicios que degradan la natura"leza, y otros que se oponen á las leyes dictadas por la razon; para

"que no impidan la predicacion del Evangelio, no opongan obstácu"los á su enseñanza, ni á la de una buena moral como es la Cris"tiana: para que despues de estar sugetos puedan oir con frecuen"cia los sermones y convertirse; para que despues de convertidos "se instruyan mas profundamente en la doctrina, se consoliden en "su conversion con el trato y sociedad de los cristianos y se libren "de volver al error antiguo, cuyo peligro será menos cuanto mas "dependan los Indios de la potestad doméstica de los españoles."

"Me parece haber satisfecho á las objeciones del Sr. Obispo y "de los otros que siguen su opinion; y creo que á casi todas ellas es"taba ya respondido en mi libro (del cual andan muchos trasla"dos por España) y en mi Suma que fué impresa en Roma exami"nada y aprobada por juicio del Vicario del Papa, del Maestro del "Sacro Palacio, y de un Auditor de Rota; elogiada por muchos "varones doctísimos de la corte romana; cuyos dictámenes fueron "impresos con la misma Suma."

"Esta circunstancia junta con la lectura de las Bulas del Papa "Alejandro y de sus sucesores, debian bastar para remover todo es"crúpulo y alejar cualquier género de dudas, por lo cual aconsejo á "quien aun las tenga que lea mi libro ú mi Suma y reflexione sobre "su contenido, en que hallará mejor lo que conviene saber en el "asunto para entender con perfeccion la materia y resolver con "juicio la cuestion."

No puede ponerse en duda que las razones alegadas por el Dr. Sepúlveda parecian convincentes é intachables; pero el Padre Obispo Bartolomé de las Casas, las contradijo en su escrito de ré plica de la manera que se extractará en el capitulo siguiente.

CAPITULO XVII.

EL PADRE FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS,

Año de 1550.

Alegato del Padre Bartolomé de las Casas,-El Emperador y su Conse. jo aprecian las doctrinas de aquel Obispo.-Obras escritas é impresas posteriormente por el dicho Casas y elogio de su apostolado.

HEMOS

EMOS visto en el capítulo anterior las alegaciones del Doctor Sepúlveda, que fueron tanto mas influyentes sobre el espíritu público cuanto que gozaba de gran reputacion en la Corte por sus luces y se conformaba en sus conclusiones á la opinion general de los que sostenian la necesidad del desarrollo de la conquista y la explotacion del Nuevo Mundo. Veremos ahora los argumentos de que se valió el Obispo Casas para contradecir sus asertos, en la réplica que evacuó, siguiendo paso á paso cada una de las proposiciones y razonamientos de su adversario.

El escrito estaba redactado en la forma siguiente: "Muy ilus"tres y muy magníficos Señores; nuy reverendos y doctísimos Padres: "En esta ínclita Congregacion he leido y presentado "diferentes obras mias dirigidas á probar la injusticia de las gue"rras que se han hecho contra los Indios de América para que no "se continúen con el título de conquista ni con otro alguno. Va"rios españoles opinaban lo contrario y sabia yo haberse escri"to contra mi doctrina. Sin embargo jamás he escrito ni habla"do contra nadie; siempre lo hice genéricamente, sin nombrar las "personas de mis antagonistas.-Ahora parece que se declara por "principal sustentador del sistema opuesto al mio el muy reveren"do y egregio Doctor Sepúlveda; respondiendo á los argumen"tos que yo tenia compilados en la obra titulada Apología de la "cual leí una parte ante Vuestras Excelencias y Señorías.-Y pues "ha querido descubrir y no teme ser conocido por fautor de las "execrables impiedades que resultan de su doctrina, me parece "justo combatirle á las claras para atajar el venenoso cáncer que "contiene con grande infamia y deshonra del nombre cristiano, y "destruccion del linaje humano.-Suplico á Vuestras ilustres Seño"rías, Mercedes y Paternidades que no miren este negocio como mio "pues no lo es, sino como interesante á la honra y gloria de Dios y "de su religion Santa, de nuestros Reyes y de nuestra nacion y al

"bien de España, de las Indias y de la humanidad.-No hay que de"jarse llevar de la falacia de aparentar que procura el Doctor Sepúl"veda defender el honor de nuestros Reyes, y la justicia de la po"sesión de un país obtenido con multitnd innumerable de cruelda"des, blasfemias y otros medios bárbaros é inhumanos; pues el "modo de tranquilizar la conciencia no es en tales casos el persua"dir que son justos títulos de adquisicion los que de veras no lo "sean.-No lo es ni lo puede ser el de acometer á gentes pacíficas "en sus casas y aniquilarlos con guerras injustas en su fondo, crue"lísimas en el modo inhumano de hacerla, con pretexto de propa"gar el Evangelio, abusando de las Bulas del Sumo Pontífice. Así "el que defiende esto, es enemigo de la religion, del Rey, de la Es"paña, de las Indias y de la humanidad, cuando en lugar de sos"tener verdades capaces de contribuir al remedio de tantos y tan grandes daños de alma y cuerpo, forma empeño de adormecer las "conciencias para que prosigan los mismos males.-Yo pienso que "mi Apología contiene una demostracion de la verdad de mi dic"támen, pero el Dr. Sepúlveda imagina persuadir lo contrario, re"duciendo el asunto á doce proposiciones de argumentos mios y "doce de sus respuestas; por lo cual considero forzoso hacer doce "réplicas para que los incautos no sean engañados con la lectura "de sus papeles.-Réplica primera: Cuando dije que la destruccion "de siete gentes de la Tierra de Promision fué para cumplimiento de "las promesas hechas por Dios á la descendencia de Abraham, "no negué que la idolatría entrase á consideracion. Pero si las "gentes idólatras eran mas que las siete designadas y sin embar"go Dios manda destruir estas y no las otras, la excepcion prue"ba la regla de que la calidad de idolatras no basta para legitimar "una guerra destructora.-Aun cuando se pudiese probar lo con"trario no produciria consecuencia para imitar aquella conducta "á los cristianos; la ley de Moisés era toda de rigor; la de Jesu"cristo de gracia y dulzura, paz, mansedumbre y caridad. Nues"tro divino maestro enseñó á sus apóstoles y sesenta y dos dis"cípulos el único modo verdadero de propagar el Cristianismo: "todo lo que se aparta de aquel modo no es conforme á su vo"luntad: mucho menos si fuere sanguinario como el de Mahoma "el que se ha seguido en las Indias.-Dice que no pretende per"suadir que la guerra contra los Indios sea de exterminio, como "la de los Israelitas contra los Cananeos habitantes de la Tierra de Promision. Pero si el Dr. Sepúlveda no pretende tanto para qué "recurre á semejante autoridad, cuando ella misma le afirma que "para los otros idólatras de los países confinantes á la Tierra de "Promision, mandó allí mismo Dios que los Israelitas ofrecieran "la paz, y aun la confederacion? Las Indias son tierras prometi"das por Dios á los Reyes de España?-Y supuesto que no se haya "de hacer á los Indios guerra de exterminio, sino la necesaria para "sugetarlos á que oigan la predicacion del Evangelio, ¿cuáles son "las líneas de division entre la una guerra y la otra, segun la doc"trina del Sr. Doctor? La que declara por lícita, ¿podrá verificar

"se sin muertes, robos, violencias y multitud innumerable de pe"cados? Añádese á esto el resultado de la experiencia, segun la "cual los pobres Indios huian á los montes á ser devorados por los "tigres, en fin la despoblacion general de millares de leguas, y co"teje bien estos resultados el Dr. con los límites que quiere seña"lar á su guerra imaginaria de moderacion nunca vista en cuantas "guerras consta de las historias sagradas y profanas.-En fin, jamás "podrá probar por texto de la Santa Escritura, ni por doctrinas "de Santos Padres que sea político hacer guerra de una naturaleza "ni de otra, contra gente no súbdita para hacerla sugeta con el "único fin que oigan la predicacion del Evangelio si ellas no han "becho antes algun agravio que merezcan ser atacadas; cosa que "no lo hicieron jamás los Indios contra la nacion Española.-Répli"ca segunda: El Doctor forma empeño muy vano de persuadir "la falsa interpretacion que ha dado á las palabras del Evangelio "compelle intrare para compeler á entrar los idólatras en el convite "de la religion cristiana. Todos los Santos Padres están conformes "en que la compulsion de que allí se habla, es la fuerza de las ra"zones por que la Iglesia no puede infundir con fuerza material la "creencia de lo que se tenga por falso. Si San Agustin la in"terpretó alguna vez por la compulsion indirecta de los castigos fué "solo para los hereges que ya conocian de antemano la religion y se "habian separado de su cuerpo místico. En mi Apología he tra"tado de este punto difusamente y me parece haber dado allí solu"cion á este argumento y á todos cuantos puedan proponerse á "favor de la compulsion material.—Réplica tercera: El Sr. Sepúlve"da parece que pretende abusar de las Cartas de San Agustin y San "Gregorio Magno para insistir en que aprobaron guerras contra in"fieles por causa de idolatría; pero bastan las mismas Cartas de los "dos Santos Padres para que se vea que las alega sin razon.—San "Agustin alaba ciertamente las leyes del Emperador Constantino "y de sus sucesores, en las cuales prohibieron el culto de los ídolos; "pero solamente se dirigió la prohibicion á los súbditos del Impe"rio y por eso fueron dirigidas las cartas órdenes á los prefectos de "las provincias: pero ¿qué conexion puede tener el hecho de pro"hibir á los pueblos súbditos la idolatría con el de hacer guerra "contra pueblos no súbditos?-San Gregorio Magno elogia cierta"mente á Genadio, prefecto de Africa por las victorias que ha con"seguido de los idólatras Dacios, continantes con provincias Afri"canas del imperio romano. Pero ¿de dónde y cómo probaria el "Doctor que Genadio hizo aquella guerra por extinguir ni dismi"nuir la idolatría? El Santo refiere que se habia restaurado en fa"vor de la Iglesia ciertos pueblos llamados Dacios; y esto bastaba "para inferir que la guerra fué movida por intereses temporales "lel Imperio.-Réplica cuarta: Tampoco tiene razon el Dr. en el "empeño de persuadir que sea propio del Papa el exhortar á los "Soberanos á mover guerras justas contra los infieles enemigos de "la Iglesia, pues el Papa sucesor de San Pedro, no se debe mez"clar ni tomar parte activa en ninguna guerra, por que su minis

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