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parcialidad no podrá menos de reconocer que supuesta la debilidad humana, tal vez ha sido aquel varon distinguido el mas celoso apóstol y filántropo de su tiempo, tal vez su humanitario fervor lo indujo á exagerar ó reducir segun los casos las proporciones de las cosas que refiere de la Española, Cuba, Tierra firme, Nicaragua, Nueva España, Guatemala, Panuco, Yucatan, Santa Marta, Cartagena, Trinidady Costa de Paria, Rio de la Plata, Nueva Granada y Perú; pero lo cierto es que el Padre Casas al referirlas, se atenia á la verdad de lo que habia visto y tocado personalmente, ó al testimonio de testigos que creia fidedignos, confirmándolas con su protesta de la buena fé y recta intencion que le animaba al relatarlas, como lo expresó en la conclusion de su discurso con estas precisas palabras: "Protesto ante Dios y sus Angeles y Santos de su reino celestial que ante todos los hombres que viven y vivirán despues de mi muerte, que las veinte razones que he escrito lo hice sin interés alguno mio, buscando solo el bien de las almas, del Rey y de los Españoles, al mismo tiempo que el interés de las almas de los Indios." etc etc.

El Padre Bartolomé de las Casas desempeñó su ministerio conforme al precepto del Apóstol, argüet, increpat in omni patientia et doctrina. Este es un panegírico que le hace acreedor al respeto de las generaciones futuras.

CAPITULO XVIII.

Ideas generales sobre las miras de la conquista.-Final organizacion moral, política y económica de los nuevos países conquistados.—Causas que determinaron la direccion que siguió el movimiento de la conquista.-Partidos opuestos, el uno por la conversion pacífica de los indígenas, el otro por la guerra para someterlos al sistema del repartimiento.-Paralelo entre la organizacion de las clases en la Edad Media en Europa y la del trabajo forzado de los indígenas en América. Resultados obtenidos en el mismo período de la organi zacion. Conclusiones generales sobre los efectos producidos por las causas referidas en esta historia.

Cuando vemos una raza de hombres que siguiendo un misterioso destino se lanza á buscar un mundo, y se pone luego en contacto con otra de una condicion diversa, nos hallamos movidos á interrogarnos qué relaciones podrian establecerse entre ellas, cuando el idioma, las costumbres y el clima conspiraban á separarlas. Es preciso convenir en que estas relaciones no podian estrecharse sino por medio del pensamiento moral, político y económico que habia de ligar á los dos pueblos. No siendo así, no era forzoso que ocurriesen graves conflictos por la violencia de los mismos movimientos que impulsaban los intereses. Si los indígenas de Santo Domingo habian entrado desde el principio de la conquista en el concierto, fué porque inconscientemente se acomodaban al plan que el Almirante desarrollaba á su vista. La sumision que ellos prestaron al pensamiento religioso, fué la sumision al pensamiento político, la sumision al pensamiento político lo fué igualmente al económico. Ese primer concierto lo conservará la historia como un recuerdo sagrado: y por él se explica en qué concepto lo recibian "como hombres bajados del cielo." Este título irrecusable, abria sin duda una senda franca de conciliaciones para el porvenir.

Empero, si traemos á cuenta en el primer siglo de la conquista la fluctuacion de las opiniones sobre el mejor medio que debiera adaptarse para la organizacion de los nuevos países conquistados, descubrirémos que esta vacilacion provenia no solo del atraso de aquella época, sino tambien de circunstancias desconocidas hasta entonces en la vida económica de los pueblos. Si la ciencia económica no existia ni de nombre y ni aun se habian columbrado

los elementos de la ciencia de la legislacion, no es extraño que las ideas pugnaran en América como en Europa, en medio del debate de los grandes principios que reglan la armonía de los intereses morales y materiales. De esta lid vimos allá y acá con no poco asombro que resultaba un desenvolvimiento fecundo y nacia la luz en medio de tan grandes agitaciones. La ciencia se ensanchaba al mismo tiempo que los pueblos se organizaban. Estos grandes debates que la Europa habia presenciado silenciosamente no habian podido herir bastante la atencion de los pueblos. Se creyó entonces que la organizacion general de estos podia sujetarse á leyes fundadas para otras localidades, sin considerar que las leyes económicas no pueden prescindir de la influencia de las condiciones locales, si han de florecer y dar fruto las instituciones. Pero no serian estos los medios por los que la Providencia destinaba á la América á pasar por los mismos trámites que la Europa, cuando vemos la identidad de causas y de efectos en la comparacion de los hechos? Esto es lo que nos ha demostrado la historia de Santo Domingo en el segundo período que acabamos de recorrer en este segundo tomo.

Tocábase ya, en la época de que tratamos, á la resolucion del mismo problema social suscitado en Europa: á la final organizacion moral, política y económica de los nuevos países conquistados. Preciso es que contemplemos desde un punto de vista elevado las causas que determinaron el movimiento de la conquista en la direccion que siguió.

Desde 1492 hasta 1545 se habia suscitado la grave cuestion de establecer los elementos de la industria. Los principios habian entrado á tomar parte en tan intrincada lid, dispuestos á despejar el horizonte del porvenir. Estos principios representaban las dos únicas vias del progreso, la moralizacion y el trabajo: pretendian conciliar estos extremos, tarea espinosa que con justísima causa se habia impuesto á la civilizacion. Dos cosas que parecian formadas para conciliarse se encontraban en abierta pugna en el terreno de la práctica. Parece imposible determinar las causas de esta anomalía, pero resumiendo el pensamiento histórico descubrirémos las que produjeron tan natural fenómeno.

Si los principios como los intereses obtienen un influjo igual en la opinion pública cuando van de acuerdo y se encaminan á un fin, tambien es cierto que las opiniones extravian cuando las cuestiones no llegan á un término final en su resolucion. Divididas bajo tan justas aspiraciones levantarouseles por todas partes altares y adoraciones y cada uno tuvo su jefe y sus prosélitos. Los del un partido sostenian con calor, que la industria en América no necesitaba de los elementos introducidos, que la raza india era libre y como tal debia dejársela independiente de toda sujecion y esclavitud: los del otro replicaban, con no menos brio, que esa raza no podia existir y progresar al lado de otra activa, sin someterla á una direccion vigorosa. Los primeros hombres de vocacion y conciencia vislumbraban el movimiento de la industria hácia

una justa transaccion en el reparto de los derechos morales y económicos de las dos razas, aunque al formular su programa, no encontraban sino escollos en la práctica, y escasez de ideas y voces en teoría, propasándose algun tanto en los límites de sus justas intenciones: los segundos, hombres de progreso, pero menos filantrópicos, admitian el principio de reforma de los abusos, mas no concedian en la funesta separacion de la nueva liga establecida en la industria, mediante la relacion prefinida por la ley entre una y otra raza. Los dos bandos estaban representados por hombres importantes de la época. Fray Bartolomé de las Casas, los Padres domínicos, muchos religiosos de las Ordenes, entre ellos y á su cabeza el célebre Cardenal Cisneros, los frailes jerónimos y muchos doctos juristas y teólogos abogaban por la conversion pacífica y por la absoluta libertad de los indios; principio ya establecido de antemano por la ilustre Reina Isabel. El cronista Juan Ginés de Sepúlveda, los Gobernadores de América, todos los empleados de la Española y demás islas y tierra firme, los hombres mas influyentes en la Corte ó los que deseaban el fomento de los nuevos descubrimientos ó los que obtenian un interés en las instituciones establecidas, convenian en el principio de la guerra para someter á los indígenas, como una consecuencia necesaria, la conservacion del sistema de los repartimientos.

Ya hemos visto en los diversos períodos de esta organizacion cómo se efectuó el debate. Tan pronto preponderaba un partido, como volvia el otro á encumbrarse, sin que en tan dilatada contienda quedase resuelta la cuestion. ¿Qué causas podian obrar para que se produjese este fenómeno? A primera vista nadie podria determinarla, pero á poco que se reflexione se reconocerá que la influencia de las causas morales, obraban sobre las económicas para buscar su natural equilibrio. Aquellos dos principios, que son la causa de la armonía de los intereses no podian conciliarse, sino mediante una justa transaccion en las miras generales de la civilizacion. Los dos partidos, aunque defendian los atributos de ella, se dirigian á extremos opuestos y contradictorios. No quedaba pues otro arbitrio que, 6 conciliar estos mismos principios ó dejarse arrastrar por el movimiento de las ideas de la época.

Este período de organizacion de la raza indígena en América, es análogo al de la organizacion de las clases en Europa durante la Edad Media y en los siglos posteriores. Las mismas causas producen idénticos efectos. No parecerá extraño, pues, que lo que vimos pasar allí se vea reproducido aquí de una manera idéntica. Si el progreso de las ideas promovian allá las periódicas revoluciones de los intereses, acá se sucedian con las mismas intermisiones los mismos resultados. Que se tratase allá de la materia de la industria y acá de les brazos que la hacian floreciente, todo era industria, todo era elemento de organizacion económica. La organizacion del sistema feudal, no es otra cosa que la organizacion del sistema de los repartimientos sujetos uno y otro durante su debate á la organizacion definitiva de la sociedad.

Es pre

ciso convenir en que la historia de la raza indígena, es la historia del desenvolvimiento económico moral y político de los establecimientos europeos en América; y por lo mismo, siguiéndola paso á paso en el discurso de esta obra, hemos creido conducir el pensamiento crítico por sus inevitables canales, al paradero en que los intereses toman ya un libre vuelo en su mas denodado impulso. Por lo tanto al presentar el paralelo de ambas organizaciones de Europa y América, creemos no solo descubrir como fué el elemento económico el elemento vital de las sociedades y el que produjo todos los resultados que hemos visto en este gran debate sino que determinamos á punto fijo el verdadero desarrollo de todos los intereses económicos, morales y políticos que alcanzamos al principio de este siglo.

Recorramos, pues, la Edad Media, este largo período de vacilaciones. Desde que acaecieron los grandes sacudimientos que sufrió la Europa, al desplomarse el Imperio Romano, vemos establecerse por todas partes, asociaciones ó grupos que pretenden fundar un principio organizador: la proteccion del trabajo, como medio de progreso. Bajo la influencia de los adalides que combatieron y borraron las antiguas huellas, aparece el catolicismo sentando sus nuevas bases de organizacion. Tesis claras se proclaman: el movimiento comienza lenta y gradualmente en las diversas fracciones. Todo es compacto en este movimiento, trabajo y moralizacion á la vez. El poder militar se amolda á estas ideas y establece un órden fijo en el Gobierno conforme con su índole y origen; pide servicios á los que se someten y les ofrece en compensacion las garantías del trabajo y de los intereses aun precarios de la civilizacion.

Este plan como se vé, fundó la base económica de Europa. Nada existia en su seno que pudiera comprometer sus intereses: aquel solemne silencio en que quedaba tras el continuo ruido y y estrépito de la caida del Imperio Romano, preparaba aquel plantel á desarrollarse con todo vigor y lozanía. Todo estaba por hacer: solo se advertia un gérmen fecundo de fuerzas, de deseos y de instintos. Todo era duda, incertidumbre é irresolucion; pero á poco que estos territorios se pueblan de gente por virtud del natural desarrollo de los productos, las secciones se desenvuelven, vienen nuevas generaciones y nacen con ellas necesidades de otra especie. De las relaciones individuales pasamos á las generales, de los grupos á las nacionalidades, de las permutas al comercio de las naciones.

Cuando este gérmen se desarrolló con mas denuedo y las secciones se tocaron en sus límites, los cambios mútuos fundaron sus relaciones en una ley económica, la de la competencia en el mérito y en la baratura entre los varios productos de las diversas nacionalidades. Hacer 6 producir mas barato y mejor, asegurando el desarrollo progresivo material y moral de la sociedad, tal fué el principio comun establecido entre las localidades respectivas y los principios absolutos de la civilizacion. Tender todas las sociedades á un mismo fin por unos mismos medios, era confor

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