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En aquel punto había tres buques de la Compañía de la India; uno del Gobernador, con batería corrida y artillería de 12 hasta 18, y cinco buques particulares. Constaba la guarnición de 300 blancos, entre soldados, artilleros, etc.; 700 cipayos, con oficialidad europea; 200 chinos, y varias familias de malabares y malayos de Malaca. En tierra plantaron seis obuses de 36, 16 cañones de campaña de á 6 y 4, 16 cañones chicos de distinto calibre, y tenían considerable cantidad de municiones en un buque allí fondeado.

Poco después abandonaron la mayor parte de estas fuerzas á Balambangan para ir á Batavia.

En Abril de 1804 llegó á Manila el capitán de fragata D. Ramón Ortiz y Otáñez, con el cargo de comandante de la marina corsaria, vacante por la muerte del valeroso Gómez, saliendo algunas armadillas contra los moros.

Los buques ingleses recorrían constantemente nuestras costas. En 1804 una fragata inglesa de 44 dió caza á la francesa de 38, la Simillant, cuyo comandante, M. Motard, se había prestado á los deseos de Aguilar de ir á Acapulco á por millón y medio de pesos que adeudaban aquellas cajas, pues los buques españoles no podían hacerlo á causa de los cruceros ingleses. La Simillant se acogió al fuerte de San Jacinto. Su batería la defendió, y la fragata inglesa tuvo que retirarse muy maltratada. El cura del pueblo, D. Jose Narváez, fué quien dirigió el fuego, enviando á Manila, como trofeo, cien balas enemigas. En 1805 intentaron de nuevo los ingleses probar fortuna, desembarcando en varios pueblos de la costa próximos á Zamboanga, aunque sin éxito favorable.

El gobernador de Zamboanga, D. Francisco Bayot,

ajustó paces, en 4 de Noviembre de 1805, con el Sultán de Joló, Mahamad Aunanodin, las que fueron ratificadas por Aguilar (1).

Por este tratado se estipuló que el Sultán no permitiría en sus dominios la residencia de ningún extranjero sin consentimiento del Gobierno español, y que en caso de guerra el Sultán cerraría sus puertas á los enemigos de España, á cuyo fin se le avisaría de cualquier rompimiento que hubiese con otra nación.

Los ingleses, después de incendiar el pueblo y la fortaleza, abandonaron á Balambangan el 15 de Diciembre de 1806, sin duda por lo insignificante de dicha isla.

Con el fin de reemplazar á las fuerzas de artillería de tierra que iban en las vintas ó lanchas, creó Aguilar en 30 de Enero de 1806 un Cuerpo de granaderos de marina, compuesto de dos secciones de á 150 hombres cada una, al cargo de un capitán, y el Cuerpo al de un teniente coronel. Estas secciones quedaron anejas á la marina corsaria.

Sintiéndose Aguilar enfermo de gravedad, el 7 de Agosto entregó el mando al teniente de Rey, y el 8 murió, sentido y respetado por todos, á los trece años de mando, habiendo recibido durante éste su ascenso á mariscal de campo.

Aguilar era ostentoso en su manera de vivir, en tér

(1) El negociador de este tratado. fué un cabo mejicano que, haIlándose extinguiendo en Zamboanga una condena de cuatro años como desertor del regimiento del Rey, se pasó á Joló, en cuyo sultanato ejercía las funciones de Secretario de Estado con los honores de datto de primera clase. Llamábase José Ponciano Enríquez. Es frecuente en las relaciones con Joló ver interviniendo en tan graves asuntos á sujetos de la más baja estofa.

minos tales, que se dice gastaba al año, para aquel país y época, la enorme suma de 60.000 pesos (1).

En la cuestión de los piratas moro-malayos no obtuvo las ventajas que debiera, invirtiendo más tiempo en juntas, proyectos, planes y disputas que en actos. positivos, malogrando el medio excepcional de la escuadra de Álava, de acuerdo con este ilustre marino, que seguramente no le hubiera negado su concurso (2).

(1) «Según las tradiciones de Manila, era un completo caballero y muy espléndido. Tenía una vajilla de plata labrada en China para 100 personas y cubiertos de oro para postres. Su tren era el de un grande de España. Le gustaba hacer regalos, y no gastaba menos de 60.000 pesos fuertes anuales para mantener su casa, cuyo lujo sostenía con las ganancias del comercio de Acapulco, en el cual tomaba parte». (Mas.)

«Mi tren consiste en 4 coches, 24 caballos, 4 de montar, 16 criados de librea, y lo correspondiente á este ramo; la mesa diaria de 12 cubiertos, la de los domingos de 24 y la de días de gala de 60 á 80.

>>Todo cuesta mucho, y siendo el Jujo, como he dicho, tan general, me es á mí que por autoridad y empleo debo sobresalir muy costoso: ya estoy haciendo bajilla de plata, aumentando librens y poniéndome en el tono regular que han estado mis antecesores, y no teniendo el importante secreto que han tenido de gastar mucho y ahorrar mucho, es necesario que del cuero me salgan las correas, y que me vuelva como me vine; si algun desesperado no trata de introducir un contrabando y cae en la trampa, pues aunque aquí hay medios fáciles de adquirir, no me llama Dios por este camino; el Rey si se da por bien servido cuidará de la Señora y de Cayetano, pues yo la única y mayor fortuna que puedo lograr es hacer á muchos felices, pues aquí hay mucho que dar y son bastísimos estos dominios: con todo, si no se me aumenta sueldo, yo disminuiré lujo y me saldrá la cuenta, y los dichosos comedores que vayan á su madre que los envuelva, pues ni me he de morir de hambre ni he de volver desnudo; pero como las entradas son costosas, Dios querrá no vuelva en cueros». --(Carta de Aguilar á Sánchez Tirado.MS. en la Biblioteca del Museo de Ultramar.)

Un pueblo de la provincia de Pangasinan lleva el nombre de Aguilar. (2) El P. Zúñiga fué entusiasta admirador del general Álava, como lo demuestra el hecho de haberle dedicado su Historia de Filipinas, y

Las cuestiones con la marina y la amenaza de una invasión inglesa, contribuyeron, seguramente, á tan sensible resultado.

revelan los elogios que le tributa en el Estadismo de las Islas Filipinas, obra que, como en otro lugar decimos, tuvo por base los viajes que hizo en compañía de Álava á varias provincias de Luzón. Merecedor, ciertamente, es el ilustre marino al afecto y al entusiasmo del docto historiador agustiniano, y mayor fuera éste de haber podido hacerse cargo de sus hechos posteriores. Álava, como es sabido, se batió heróicamente en el navío Santa Ana, como segundo jefe de las fuerzas españolas en el memorable combate de Trafalgar (1805). Tomó activa parte en los asuntos políticos de España durante la invasión francesa, y como individuo de las Cortes. Fué jefe del apostadero de la Habana, vocal del Almirantazgo y llegó al supremo puesto de Capitán general de la Armada. Sus servicios en Filipinas son altamente meritorios, especialmente en la parte de organización de la marina. Murió en Chiclana el 26 de Mayo de 1817. Dejó escritos: Extracto del diario de Don Ignacio María de Álava, como comandante de la escuadra del Rey en Asia, en su navegación de Manila á los estrechos de Gaspar y Sonda y salida de ellos al Océano oriental. (Tomo II, documento 1.° al Apéndice de la tercera Memoria sobre las observaciones astronómicas de D. José Espinosa y Tello.)-Reglamento adicional á la Ordenanza de marina para los navíos de las Islas Filipinas que con efectos de su comercio viajan á Nueva España: Sampaloc, 1802.-Diarios de navegación desde Cádiz al Callao de Lima, de aquí á Filipinas, etc., y varias Memorias.

CAPITULO XV.

Interinidad de Folgueras.-Preparativos contra los ingleses.-Conato de rebelión de los ilocanos del Norte.—Es reprimida. — Nueva rebelión con motivo del estanco del vino y la falta de éste en los puntos de expendio.-Castigo de los revoltosos.-Cooperación de los Padres agustinos.-Préstamo á la Compañía de Filipinas.-Pide Folgueras al Gobierno religiosos regulares para la provisión de los curatos.— Beneficios de la vacuna.-Prohibición de enterrar en las iglesias.Disgustos por esta medida.-Recibense noticias de los sucesos de la Península en 1808.-Acuérdase jurar á Fernando VII.-Proclamas al público.-Agresión de una goleta de guerra francesa contra Batangas. Es rendida por los indígenas.- Comunicaciones entre el Gobernador de Isla de Francia y el de Filipinas acerca de la ocupación francesa en España.-Peripecias del aviso de guerra francés El Emprendedor.-Obtiene permiso una casa de comercio inglesa para establecerse en Manila,

El teniente de Rey de la plaza de Manila, D. Mariano Fernández de Folgueras, natural de Galicia, se hizo cargo del mando de Filipinas á la muerte de Aguilar, y de nuevo la creencia de que los ingleses se disponían á atacar á Manila, le obligó á adoptar precauciones y á hacer gastos en preparativos de defensa.

Los ingleses no parecieron por entonces; pero en el Norte de Luzón hubo que apelar á las armas.

En Julio de 1807 se refugiaron en los montes de Piddig (Ilocos Norte) varios quintos fugados de Vigan Ilocos Sur).

TOMO II

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