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CAPITULO XX.

Gobierno de Ricafort.-Unión de la Superintendencia al Gobierno.Lleva á Manila un retrato de Fernando VII.-Hácesele al retrato igual recibimiento que si fuese su Real persona.-Grandes festejos con tal motivo.-Reintégrase á los religiosos en los curatos de que se les había privado.-Notable informe del P. Rodríguez acerca de la manera de hacerse la persecución á los piratas moros y medidas que propone.-Circular sobre libertad de comercio en provincias.— Posesiónase el Arzobispo Díez.-Expedición á Joló.-Restablecimiento del Apostadero de marina.-Es nombrado comandante Enrile.-Expedición contra los alzados de Bohol, con brillante resultado.- Licencias para casamientos de chinos.-Protección á la agricultura.—Disposición sobre extranjeros.— Reales órdenes favorables á la agricultura y á la industria del país.-Premios á los agricultores.-Junta de Aranceles de Aduanas.-Derechos al cabotaje.— Chinos.-Siembra de la amapola blanca.-Ordénase el establecimiento en Manila de una Casa de moneda.- Reglas para el gobierno del Consulado.-Bando sobre moneda.-Temblor de tierra.-Instrucción para la administración de las Marianas.-Envío á estas islas de una compañía de artilleros.-Conspiración de los palmeros.-Sucede Enríquez á Urréjola en la Superintendencia.—Reforma en la Superintendencia.-Expedición de Galvey al valle de Benguet en el país de los igorrotes.- Creación del corregimiento de Camarines Norte.-Comercio con Inglaterra.-Muerte del Arzobispo Díez.— Casamiento del Rey con Dofia María Cristina.-Posesión del Arzobispo Segui.—Llegada del regimiento de peninsulares de Asia y creación de el del Rey.-Colegio de misioneros en Ocaña.-Diferentes bandos de buen gobierno.

El 14 de Octubre de 1825 tomó posesión del Gobierno de Filipinas el Sr. D. Mariano Ricafort Palacín y Abarca, Mariscal de campo y Regidor perpetuo

de la ciudad de Paz (Perú), nacido en Murcia. Posesionóse al mismo tiempo de la Superintendencia, mandada unir al Gobierno y Capitanía general por Real or den de 14 de Septiembre de 1824, continuando Urréjola como Intendente subordinado al primero en sus funciones, dándose el caso extraño de que hubiese dos autoridades superiores de Hacienda; y considerando Ricafort que este dualismo era imposible, decretó en 7 de Enero de 1826 que el Intendente se concretara á pasar los balances, presidir la Junta de almonedas y dar los informes que el Superintendente le pidiera, solicitando del Gobierno la aprobación de esta medida.

Ricafort condujo un retrato de Fernando VII, que este Monarca regalaba á Filipinas. Con tan fausto motivo, acordóse tributar al retrato del Rey el mismo recibimiento que se hubiera hecho á su Real persona. El Ayuntamiento tomó á su cargo la organización de los festejos con que había de solemnizarse la ceremonia de la entrada pública y solemne de la egregia efigie en la capital del Archipiélago, y llevóse á cabo lo acordado como si en realidad hubiese desembarcado en Manila el mismísimo Soberano. Son tan curiosos los pormenores de este inusitado acto, que vamos á transcribir los entusiastas términos (aunque medianejamente expuestos) con que los refiere D. Antonio Chacón y Conde, en una relación impresa, muy poco conocida, que lleva por cabeza de su kilométrico título el lema de Días grandes en Filipinas (1).

(1) Dias grandes en Filipinas.—Brebe exposicion de las fiestas y público regocijo que, con motivo de la entrada pública del Real retrato que S. M. el Señor D. Fernando Séptimo (que Dios guarde) tubo la dignacion de remitir y regalar á las Islas Filipinas, conducido por el Gobernador y Capitan General de ellas, Presidente de su Real Audien

Comienza la exposición con las palabras de «Viva el Rey; viva el idolatrado Monarca el Sr. D. Fernando VII»; y después de explicar el motivo por que la escribe, y de consignar que los filipinos habían tenido la gloria de ver y recibir la respetable imagen de S. M. el 18 de Diciembre de 1825, añade:

«El contento, el aplauso y el regocijo fué general. Por todas partes resonaba con excesivo alborozo de corazon el agradable nombre de V. M. acompañado de confusas y repetidas aclamaciones y vivas. No ha habido pueblo, aldea ni cabaña de infeliz pastor que no se haya hecho penetrar de alegría y contento á buen vasallo, y hasta los campos han respondido alegres con sus sencillos y simples manifiestos. Apenas llegó la noticia cuando dieron principio los regocijos, y hasta ahora, despues de casi quince dias, no han cesado ni cesarán, segun el inextinguible amor que abrasa á estos leales vasallos. De suerte, Señor, que no hay plumas ni lenguas capaces de ponderar ni describir la grandiosidad de los aparatos y regocijos públicos con que los habitantes de Filipinas se apresuraron á hacer y concluir, como si fuese obra de un instante, para obstentar y realizar como era debido y justo un acto el más majestuo

cia, Gran cruz de la Real Orden americana de Isabel la Católica, Mariscal de campo de los Reales Egércitos, D. Mariano Ricafort, celebró la lealtad de la Ciudad de Manila, caveza principal y sus extramuros el dia 18 de Diciembre último y siguientes hasta el 22.

Lo presenta y consagra á la Católica Magestad reynante, por medio del mencionado dignísimo Capitan General de estas Islas, el Teniente Coronel primer Comandante del Batallon Veterano primero ligero Don Antonio Chacon y Conde, hijo del País, que siguiendo la senda del honor que le trazó su padre, sirvió de Guardia en la Real Compañía americana, continuando sucesivamente en la honrosa carrera militar. Año de 1826. Imprenta filipina.

so, el más solemne, nunca visto ni oido en ésta, aunque pequeña, porcion de vuestra Monarquía, pero vasta en lealtad, que encierra tantas y grandes cosas de admiracion y misterios, que la brevedad del tiempo no da lugar por ahora á demostrarlo.

>> Vuestro digno Capitan general instruirá regularmente á V. M. de las demostraciones con que así el grande como el pequeño, el rico como el pobre, el noble como el plebeyo, han manifestado su decidido afecto y acendrada lealtad, y será un testimonio auténtico de la verdad en que se apoya este relato. De forma, Señor, que si hubiese sido posible elevar en brazos la capital Manila con sus extramuros para ponerla á la presencia de V. M. en aquellos dias de regocijos, de lucimiento y entusiasmo, se presentaria á la vista de V. M. la viva semejanza del Parayso del Asia, codiciada por todas las naciones de las quatro partes del mundo.

» El dia 11 de Noviembre del año próximo pasado se publicó un bando Real, compuesto de toda la clase de cadetes y sargentos, bandas de tambores y músicas de los cuerpos de la guarnicion, con asistencia de la compañía de preferencia de caravineros del batallon primero ligero, á las órdenes todos de su primer Comandante (el mismo que tiene el honor de hacer á V. M. este manifiesto), y rompiendo la marcha por las calles públicas, victoriando á S. M. al son y toque de cajas y músicas, y haciendo alto en los parages acostumbrados, se leyeron en voces altas los términos del bando, avisando al público el arribo del retrato de V. M. á estas islas; el dia en que haria su entrada como si fuese vuestra propia Real persona, y que al efecto se dispusiese el vecindario y el público todo á este acto, expresando el respeto y decoro de la funcion y el júbilo y contento

que era de esperar con tan fausto motivo, haciendo adornar sus casas y calles, en particular las de la carrera por donde habia de transitar el Real retrato de V. M. En efecto, consiguiente á las prevenciones y disposiciones de vuestro digno Capitan general, conformes á los deseos y voluntad de los filipinos, á las cuatro de la tarde del dia 17 de Diciembre último se anunció la colocacion de la Real efigie por medio de repique general de campanas en todas las torres de los templos, dentro y fuera de la capital; salbas triples de artillería en los muros y buques anclados en bahía, ya nacionales como estrangeros, ya mercantes como armados en guerra, permaneciendo en el rio todas las fuerzas de la marina sutil, empavesadas con lujo y gusto, formando dos líneas, y una vistosa iluminacion durante las noches.

>> Las músicas de los cuerpos militares se distribuyeron por los tránsitos de la ciudad y pueblos limítrofes para anunciar con sus instrumentos así la víspera como el dia de regocijo; á las ocho de la noche se repitieron los redobles de las campanas, y así sucesivamente en horas extraordinarias de la mañana, de la tarde y de la noche, desde la víspera de la entrada del Real retrato hasta seis dias despues, para mejor llamar la atencion de los havitantes recónditos que concurrieron alegres á esta solemnizacion y aumentaron la grandeza de las funciones. El retrato fué alojado en la Real Administracion de la renta del vino, sita en la calle de Anluague del pueblo de Binondo, inmediato á la capital, y colocado en un trono regio, que ya se habia dispuesto, magníficamente trabajado y adornado con el mayor primor, en un salon costosamente alhajado de cristalerías finas, ricamente vestido de damasco y alfombra de terciopelo de varios y vistosos colores de la Europa y gran

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