Imágenes de páginas
PDF
EPUB

guerra, dando su palabra de honor (así que la tienen dada los Oficiales de Manila y Cavite) de no servir ó tomar las armas contra S. M. Británica durante esta guerra. El Arzobispo y los Oidores firmarán este convenio. Guillermo Draper. Manila y Octubre 30

de 1762.

En el acta en que se consignó esta fórmula remitida por Draper, aparece la constancia que sigue:

«Y vista por dicho Ilmo. Sr., y el corto tiempo que se daba para la respuesta, hizo convocar á los señores Oidores y Fiscal. Y estando juntos y congre gados, vista la dura ley que imponía á este Ministerio el Jefe victorioso de entregar todas las provincias sujetas á esta capital, subordinándolas al Rey de la Gran Bretaña, así como lo habían estado á S. M. Católica, y los daños que amenazaban á la cristiandad de estas islas, á los vasallos y el ningún remedio que tenía esta opresión, compulsos y apreiniados, firmaron la dicha carta y el trasumpto de ella en lengua castellana, que se remitió á dicho Jefe británico por medio del dicho D. César Fallet. Todo lo cual hago constar de orden verbal del dicho Ilmo. Sr. Arzobispo-Gobernador y Capitán General de estas islas, advirtiendo que el dicho tanto . de carta en lengua inglesa, queda acomulado al legajo de cartas. De todo lo cual doy fe.-Rosario y Octubre. 29 de 1762 años.-Juan de Monroy (1)».

(1) El fiscal de S. M., D. Francisco Leandro de Viana, hizo diligenciar, en el año 1766, todo lo relativo á su intervención en los incidentes de la guerra contra los ingleses; y respecto á las protestas for muladas por él y los demás oidores en lo de la cesión de las Islas al Soberano de la Gran Bretaña, certifica D. Ramón Orendain, secretario de cámara de la Real Audiencia, Corte y Real Chancillería de las Islas y del Real Acuerdo, que después que las armas británicas tomaron esta

Y no solamente consiguieron los Generales ingleses del imbécil Arzobispo-Gobernador de Filipinas, y de los pusilánimes oidores, la cesión de las Islas al Rey de la Gran Bretaña (1), como si á tanto alcanzaran sus facultades, sino que aún aumentó sus desaciertos y cobardes y abusivas concesiones expidiéndoles libranzas por la cantidad de dos millones de pesos sobre el Tesoro de la Península; fantástica obligación que fué después origen de reclamaciones de la Corte de Londres á la de Madrid, si bien al cabo se reconoció la improcedencia de semejante demencia (2), á que España se negó en absoluto.

plaza, quedando prisionero de guerra el Reverendo Arzobispo D. Manuel Antonio Roxo, y los señores Oydores D. Francisco Henríquez de Villacorta, D. Manuel Galbán y Ventura y D. Francisco Leandro de Viana, Fiscal, los ingleses obligaron y compelieron á los dichos señores Oydores y Fiscal á que firmaran la cesión de las islas, á lo que se excusaron varias veces, sin embargo de las muchas amenazas, hasta que viendose compelidos y apremiados con pena de la vida y confiscación de bienes, dijeron: Que hallándome presente yo dicho Secretario, firmarian dicha cesion, y haviendo sido yo llamado para hallarme presente al verlos firmar, luego que estuve ay, dixeron dichos señores: Que compulsos y apremiados yban á firmar la cesión de las islas, protestando la violencia, y que no parase perjuicio á los derechos de S. M.. lo que me pidieron lo hiciese constar».

(1) Con más honor se portó M. Fallet, á quien se trataba de traidor, pues no quiso de ninguna de las maneras hacerse cargo del Gobierno de Zamboanga, á donde quería enviarlo el Jefe inglés con suficientes tropas, para apoderarse de él caso que no le quisiesen recibir, y lo mismo respondió con honor un pobre español llamado D. Luis Sandoval.-(P. Martínez de Zúñiga, Historia de Filipinas.)

(2) El aturdimiento de este Prelado, la mal entendida extensión de sus facultades y límites de ellas, las preocupaciones que ordinariamente suele apadrinar el amor propio, y quizás algunas chispas de emulación, le hicieron caer en errores, de que sacaron gran partido los enemigos, y de que nacieron facciones muy expuestas, cuyas resultas

El 28 de Octubre dirigió el Arzobispo una carta 6 manifiesto á los naturales del país, participándoles que Manila había sido tomada por los ingleses. Los Generales británicos, decía, son enemigos, pero generosos y cultísimos en todo género de policía y humanidad. Y han atendido nuestras capitulaciones con tal cual restricción, permitiéndonos libre y franca nuestra santa religión, la libertad, vidas, haciendas y comercio. interior y exterior, y con algunos honores militares, bajo de una contribución de cuatro millones, con las calidades estipuladas, y con la ley del rendimiento de todas las fortificaciones de nuestras islas, bajo los hono

estuvieron muy próximas á funestas consecuencias, y hubieran podido perjudicar infinito si no hubieran corrido el rumbo que tomaron. ¿Cómo pudo imaginarse aquel santo varón que podía librar millones sobre la Tesorería de Madrid? De este solo artículo se originaron entre las Cortes de Madrid y Londres acaloradas diferencias después de hecha la paz. Se pasaron repetidos oficios de Ministerio á Ministerio. Por fin, el de España hizo comprender al de Inglaterra que era infundada la dernanda de aquellas sumas, llamadas entonces el rescate de Manila.

>>No era menos extraño formalizar la total cesión de las islas después de un asalto, después de un saqueo, después de deberse considerar prisionero él mismo, ya destituído del mando, y habiendo en tiempo hábil subdelegado sus poderes para la defensa de las mismas islas.

Aún más extraordinaria era la obstinación con que qu'so ponerlas en posesión del enemigo, como también los caudales de la Corona. Sobrecogido de un terror pánico, se valió de cuantos medios eran posibles para el cumplimiento de su imaginada obligación; hizo los mayores esfuerzos para sostener el partido que había abrazado, y llegó al extremo de amenazar con censuras al intrépido Anda».-(Duque de Almodóvar, obra citada.)

«Según un historiador inglés, los soldados que hicieron la campaña, viendo que no se pagaba esta indemnización, tomaron la cosa á broma, y solían decir que «otra vez no se dejarían engañar por un General, cuyo latin les había quitado el botin, aludiendo al Arzobispo que había redactado en latín la capitulación».-(Lafuente, Historia de España.)

[ocr errors]
[ocr errors]

res militares á los Alcaldes y Oficiales; y nada más desean (1), sino que quieta y pacíficamente os conservéis á su dominación, como en depósito para devolverlo todo, según que los Reyes español y británico convinieren y se concordaren». Les excitaba á mantenerse fieles y sumisos á los ingleses, con encarecimiento grandisimo, prodigando entusiastas elogios á los invasores, y diciendo que sería barbarie y contra la justicia y razón cualquiera ofensa en el estado presente, porque esto es de gente vil, cobarde y traidora..... No creáis á gente vulgar, rústica y necia é ignorante de estas materias que con aparente y falso celo os desasosiegan y perturban, y os harán cometer atrocidades indignas de la humanidad y de gente noble y valerosa..... (2)».

El manifiesto para los naturales del país lo mandó el arzobispo Rojo por conducto de los párrocos, á los que dirigió carta en 29 de Octubre por medio de los provinciales de las respectivas Órdenes, en que les venía á decir casi lo mismo que á los indios (3).

(1) ¡Qué inocentes! Pues no sabemos qué más podían pedir. (2) Apéndice VIII.

¡Qué contraste entre la conducta de Anda y la del Arzobispo! Aquél empuña las armas contra los invasores y levanta el espíritu patrio de los indígenas en favor de la causa de España; éste les aconseja que se sometan incondicionalmente á los ingleses; prodiga á éstos los más serviles elogios, y dirige indignos calificativos á los valientes patriotas que les combaten.

(3) Ya hemos dicho que los ingleses se valían del Arzobispo como Gobernador en todo aquello que convenía á sus fines particulares.

Es ciertamente graciosa la observación que hace Anda por firmar el Sr. Rojo con aquel carácter:

«La carta, dice, que escribe al Marqués de Monte-Castro empieza así: «En la tarde de ayer, el señor Gobernador actual de Manila y su >>Consejo, pusieron presos, etc.-Manuel Antonio, Arzobispo Gober

TOMO II

4

Cuando más necesitado estaba Anda de que las provincias secundaran sus órdenes é imitasen el noble ejemplo de las de Bulacán y la Pampanga, vinieron á distraer su atención y sus fuerzas las rebeliones de los indígenas de Pangasinán, Ilocos y Cagayán; la conspiración de los chinos, y los disturbios que hubo en algunos otros puntos de que haremos relación sucinta en el capítulo siguiente.

A pesar de estos desórdenes en los diversos puntos citados, Anda no desmayó por un momento, y con actividad, tacto y diligencia suma acudía á la pacificación de las provincias, sin desatender lo más mínimo el más inmediato é importante de sus cuidados, que era la guerra á los ingleses.

Se multiplicaba y se crecía con los obstáculos, y ante ellos encontraba alientos para luchar y vencer.

Con tan gallardas muestras de carácter y valor cívico, aumentaba de día en día la popularidad del he róico Magistrado, y sus huestes crecieron considerablemente.

Un valeroso asturiano, D. Pedro José de Busto, llevado al país por su amigo el gobernador Arandía, hallábase ocupado en la explotación de las minas de hierro de Angat (Bulacán) cuando ocurrió la toma de Manila y el llamamiento de Anda en contra de los inva

sores.

En el acto se presentó á aquel ilustre patricio al fren

>>nador y Capitán General». De suerte que á un mismo tiempo nos haIlamos tres Gobernadores: el Inglés, reconocido por el Arzobispo; éste. porque así firmaba, y yo, porque V. M. por sus leyes me dió este empleo. (Representación de Anda al Rey de España, fechada el 23 de Junio de 1764. El original existe en la Academia de la Historia, Colección Mata Linares, tomo 97.)

« AnteriorContinuar »