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En vez de condenar este hecho al desprecio que merecía, reprobó Anda en un bando enérgico la conducta de los ingleses; y en represalias del publicado por aquéllos, ofreciendo 5.000 pesos al que lo aprehendiera, ofrecía á su vez 10.000 pesos al que presentara vivo ó muerto á Drak, Esmith ó Brother, mandando tratar con la mayor humanidad á los demás súbditos de S. M. Británica que cogiesen (19 de Mayo) (1).

Los ingleses intentaron vindicarse entonces, y hubo entre los jefes británicos y el heróico Magistrado contestaciones muy vivas, reprochándoles éste sus vandálicos actos al ocupar á Manila, «conquistada no tanto por su valor como por mal defendida, é igualmente la ciudadela y la ciudad de Cavite, cobardemente entregada».

Al cabo se decidió Drak á probar fortuna, marchando contra Busto seguido de 350 fusileros, 50 caballos y multitud de chinos para conducir los cañones. El 27 de Junio llegó con sus legiones á las cercanías de Malinta, rompiendo el fuego contra los españoles, que estaban desprevenidos; formáronse en el acto en batalla y dispararon los cañoncitos que artillaban su campo. Separaba á los combatientes el río de Maysilo, y ni unos ni otros se resolvían á cruzar el río. «Ambos fueron tan prudentes, que cada uno se estuvo en su ribera y conservó la sangre de sus soldados (2)». A las once cesó el fuego por habérseles incendiado un barril de pólvora á los ingleses. Resultaron de la refriega dos muertos y siete heridos de los nuestros, de los cuales murieron después cinco. Los ingleses tuvieron 13 heridos, de los

(1) Apéndice XIV.

(2) P. Martínez de Zúñiga.

que murieron luego cinco ó seis. Se retiraron en buen orden á Maysilo, sin que se les molestase en la retirada. Los indios emboscados en los manglares disparaban sus flechas á man salva contra los chinos dispersos, causándoles bastantes bajas. Tanto los españoles como los ingleses, se atribuyeron el triunfo en la batalla de Malinta; y si bien es cierto que los segundos tuvieron que regresar á Manila sin conseguir derrotar á Busto, no se puede negar, como dice el P. Zúñiga, que «los dos Jefes anduvieron demasiado circunspectos, y es difícil de decidir quién de los dos manifestó más temor (1)». Hay que tener presente que las tropas de Busto eran advenedizas y peor armadas que las contrarias, y que sin duda por esto se mantuvo más bien á la defensiva, temeroso quizá de arriesgar su prestigio en un ataque de dudoso éxito.

Busto quemó al día siguiente la casa de Malinta, por no conceptuar aquel punto con las condiciones necesarias para mantener su campo, y lo trasladó á Meycauayán. Los indígenas de Caloocan y pueblos comarcanos cogieron algunas bancas con víveres para los ingleses y á una partida de chinos que andaban robando.

Si Anda hubiese podido confiar en el valor de sus tropas allegadizas, hubiese atacado y vencido á los ingleses en Manila; pero el temor de que se desbandasen en el momento crítico, debió influir en su resolución de mantenerse en su puesto.

(1) Si el Inglés hubiera pasado el río por la mañana y hubiera atacado la casa, hubiera conseguido su empresa completamente, porque los españoles estaban descuidados y hubieran sido derrotados antes de poder formarse en batalla.-(P. Martínez de Zúñiga.)

Los acobardados ingleses enviaron á pedir refuerzos á sus posesiones de la India (1), y hasta imploraron socorros del Emperador de China y del Sultán de Joló (2).

El 3 de Julio fondeó en la bahía de Manila una fragata inglesa con los pliegos del armisticio acordado entre Francia, España é Inglaterra, y el 23 llegó otra con los preliminares de paz.

Pretendieron los ingleses no reconocer más autoridad que la del Arzobispo, su prisionero de guerra, y le entregaron los pliegos referidos. Él los remitió al señor Anda, que contestó diciendo «que en los asuntos de tanta gravedad debían los ingleses entenderse con él directamente».

Al llegar el 26 de Agosto nuevos pliegos con los preliminares de paz, el Jefe inglés los remitió á Anda, en pliego cerrado, con el sobrescrito de «Comandante en jefe de las armas de S. M. Católica». Anda no quiso recibirlo, toda vez que omitían el título de Capitán general. Entonces los ingleses publicaron un bando (19 de Septiembre) dando cuenta al país de sus gestiones para que cesaran las hostilidades, y haciendo responsable al Sr. Anda de la sangre que aún se derramase.

Éste contestó por otro el 28 de Septiembre, fecha. do en Bacolor, en que decía que «no se le habían hecho saber los preliminares de la paz por medio alguno

(1) Pidieron socorros á Madras; pero viendo disminuir sus soldados diariamente, que el socorro no parecía y temiendo alguna sorpresa, estaban constantemente sobre sus tropas; uno ó dos disparos de fusil de los contrarios, bastaban para esparcir la alarma en la ciudad: se tocaba generala, y en el instante toda su gente estaba en las baterías y sobre las armas». (Le Gentil, obra citada.)

(2) Los mandarines de Cantón y de Emuy les enviaron 1.500 hombres en los champanes anuales de comercio.—(Almodóvar.)

formal; pues hallándose Gobernador, sólo tratándolo como tal contestaría al Consejo inglés»; protestando que no podían imputársele las resultas de la guerra sino á los que por seguir una conducta poco conforme á las órdenes del Soberano, impedían indirectamente su ejecución.

Anda, que tenía á la sazón bajo su mando numerosas tropas y considerables elementos de guerra, trasladó su campo á Polo, y desde este punto, situado á g kilómetros de Manila, tenía en jaque á los ingleses con las incesantes escaramuzas á que los obligaba, persiguiéndolos, si se arriesgaban á salir, hasta dejarlos encerrados en la ciudad murada, teniéndolos, en realidad, sitiados é interceptada en absoluto la entrada de víveres, llegando á ser extremada la carestía que experimentaron. Para procurarse bastimentos enviaron una balandra á Balanga (Bataán); pero perseguidos por los nuestros, tuvieron que reembarcarse atropelladamente, habiendo estado en inminente peligro de quedar prisioneros. Lo mismo sucedió con otras embarcaciones que mandaban á La Laguna, en busca también de víveres, teniendo que huir y retroceder desde la mitad del río Pásig, escapando difícilmente de ser cogidos. Tanto ánimo cobraron los nuestros con estas ventajas, que se arriesgaron á apoderarse de una galera que tenían en puerta de Almacenes, 6 sea debajo de la misma fortaleza ocupada por ellos (1).

(1) Todas estas acciones las celebraban y ensalzaban hasta las nubes los partidarios del Sr. Anda; los demás comprendían muy bien que no se hacía todo esto sino porque los ingleses, ó tenían ya poca tropa, ó no querían proseguir las hostilidades después de haber recibido el armisticio, los preliminares de la paz y la paz misma». (P. Martínez de Zúñiga, en el Estadismo de las Islas Filipinas.) No es éste el solo

Desde el recibo de las órdenes con los preliminares de la paz, concedieron los ingleses alguna más libertad á sus prisioneros.

El 28 de Enero de 1763 se fugó de Manila el fiscal Viana, yendo al campo de Anda, quien lo acogió con gran alegría, ocupándolo en coadyuvar á los trabajos que sobre él pesaban, cumpliendo Viana con celo y efi cacia las comisiones y encargos que le encomendara. También, más tarde, logró escapar de Manila el oidor Villacorta, trasladándose al campo de Anda.

Dicho magistrado Villacorta y su compañero Galbán, que habían estado muy lejos en la época del peligro de cumplir con su deber, maquinaban á la sazón el modo de arrebatar al ilustre Anda el mando supremo, caso de que falleciese el Sr. Rojo, opinando los más que debería encargarse del gobierno de las Islas el obispo de Nueva Segovia, Sr. Ustáriz (1).

Anda quiso conocer la opinión de cuantas personas podían entender ó influir en el asunto, y los pareceres fueron diversos.

El Provincial de San Francisco, el de recoletos y el

párrafo de la obra del docto agustino en que se revela poco entusiasta del insigne Anda. En el mando del ilustre patricio, la segunda vez que fué á Filipinas, tuvo grandes rozamientos con los agustinos, y sin duda esta enemiga influyó en el ilustrado historiador agustiniano para su frialdad con el único hombre que en aquella nefasta época dió pruebas de virilidad, de patriotismo, de dignidad y del carácter propio de la raza española.

(1) El P. Ustáriz pertenecía á la Orden de Santo Domingo. Terminada la rebelión de Ilocos, marchó á Pangasinan, donde estuvo á punto

de perecer á manos de los insurrectos en la segunda rebelión de esta provincia. En 1764 se trasladó al Cuartel general de la Pampanga. El 2 de Agosto de este año murió en el hospital de San Gabriel de Manila.

TOMO II

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