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Superior de la Compañía de Jesús manifestaron resueltamente que sólo él debía conservar el mando, y los demás institutos religiosos eran neutrales ó se inclinaban al partido del Sr. Ustáriz. Los agustinos se pronunciaron por el partido de Villacorta (1).

El calamitoso arzobispo Rojo murió el 30 de Enero de 1764 (2). Los ingleses le hicieron un solemne fune

(1) «Algunos religiosos agustinos estaban por el oido Villacorta, y el Provincial, consultado por el Sr. Anda, no le respondió á su gusto».-(P. Martínez de Zúñiga, Estadismo de las Islas Filipinas.)

(2) Su muerte apagó el incendio que se mostraba después de la paz, y que iba á causar en las Islas una segunda guerra ó guerra civil. El bastón de General era la poma de la discordia. El General-Magistrado queria conservar el que empuñaba. El General-Arzobispo quería volver á empuñar el que había tenido. Se vió éste tan poseído del miedo de perderle, y aún más del temor de caer en manos de su antagonista con un ejército á sus órdenes, que estaba resuelto á pedir tropas á los ingleses para sostenerse con la ciudad de Manila, hasta que viniese decisión de la Corte. Es cosa digna de reflexión la inaudita competencia, á 5.000 leguas de la capital, sobre el generalato entre dos vasallos no militares, vestido el uno de una toga, y coronado el otro de una mitra».—(Duque de Almodóvar.)

«El Arzobispo estaba resuelto á pedir á los ingleses tropas para mantenerse con la ciudad hasta la resolución de la Corte; Manila hubiera visto por consecuencia una segunda guerra; pero los negocios cambiaron muy diferentemente».-(Le Gentil, pag. 270.)

«Anda, que había defendido las provincias y que se hallaba General de bastantes tropas, sentía dejar el mando y entregar el bastón al Arzobispo, que había perdido á Manila y sido hecho prisionero. El 30 de Enero de 1764 murió el Arzobispo, y parecia que debían cesar las contiendas; pero el Sr. Anda tenía aún otros rivales que pretendían tener más derecho que él al Gobierno. Según las últimas órdenes de S. M., parecía debía entrar en el mando el Sr. Ustáriz, Obispo de Ilocos, como lo había sido pocos años antes el Sr. Ariechederra, Obispo electo de aquel Obispado, que es el más cercano á Manila, á quien llamaba la ley por muerte del Arzobispo. El Sr. Villacorta alegaba el derecho que le daba el ser el más antiguo de la Real Audiencia, pues caso que entrase

ral, tributándole sus tropas todos los honores militares.

Fué este Prelado más imbécil que traidor, á creer lo que de él opinan la mayoría de los escritores que se han ocupado de referir los tristes sucesos en que tuvo la desgracia de figurar como gobernador de Filipinas. Su tenacidad en someter las Islas al dominio de los ingleses; sus luchas contra Anda, por oponerse á tan insensato, por no llamarle traidor empeño; el absoluto desconocimiento de sus facultades y de su misión y obligaciones; la disculpable ignorancia de cuanto concernía á la defensa militar del Archipiélago, cuyo mando le estaba encomendado; su apacible sumisión á todo lo que los ingleses le aconsejaban aun en asuntos que claramente iban en contra de la integridad y de los intereses de España, y otros inexplicables actos de que nos hacemos cargo al relatarlos ó al exponer la opinión de autorizados escritores que sobre ellos formulan severa crítica, dan exacta idea de la capacidad y carácter del desdichado que, en tiempos tan difíciles, le cupo el infortunio de ejercer un mando para el que carecía de la inteligencia, del valor y de las condiciones necesarias á su buen desempeño (1).

ésta á mandar, le tocaba á él el bastón, y el Gobierno en lo politico y secular á la Real Audiencia. Los pareceres de los españoles estaban divididos, y el Sr. Anda se temía que se le quitase el mando si los ingleses dejaban la plaza».-(P. Martínez de Zúñiga, Estadismo de las Islas Filipinas.)

(1) El astrónomo Le Gentil, llegado á Manila muy poco tiempo después de evacuar los ingleses á Manila, ocúpase, con bastante extensión en su obra, varias veces citada por nosotros, de los pormenores de dicha guerra, lo cual explica de este modo:

No me encontraba en Manila en este tiempo (la invasión inglesa);

Pocos días después recibió Anda, por la vía de China, despachos del Rey de España comunicándole el

pero la memoria de este acontecimiento estaba aún muy reciente cuando llegué en 1766. Yo estuve muy unido en amistad con D. Andrés Rojo, que había sido Secretario del Gobierno bajo el Arzobispo Rojo, su tío, á la sazón Gobernador general de Filipinas; él me ha suministrado muchos materiales relativos à esta guerra; él me ha dado, sobre todo, el diario del sitio de Manila, diario escrito de puño y letra de su tío el Arzobispo, y D. Andrés Rojo me hizo él mismo una copia de este diario; en fin, él me ha referido multitud de anécdotas singulares referentes á esta guerra, la mayor parte de las cuales me fueron confirmadas por D. Esteban Rojas y Melo y por M. Pignon, en cuya casa, como he dicho, habitaba yo. M. Pignon era francés, encontrándose en el sitio en calidad de segundo del Castellano ó Comandante del fuerte de Santiago.-(Tomo II, pág. 231.)

En su relato muéstrase bastante apasionado en contra de Anda, influído, sin duda, por las interesadas referencias de su amigo D. Andrés Rojo, pintando á Anda como enemigo irreconciliable é injusto del Arzobispo-Gobernador, al que trata de justificar, concluyendo así:

Me he extendido un poco respecto del Arzobispo Rojo. D. Andrés Rojo, su sobrino, y puedo decir mi amigo, me ha hablado tanto de éste su tío, que él amaba con una ternura llena de respeto, que creo verá con placer que sin faltar al deber de historiador fiel, rinda á este tio, en presencia de toda Europa, la justicia que sus solos enemigos le han rehusado, de haber sido siempre fiel á su Rey, y que no se le puede acriminar por la pérdida y las desventuras de Manila: no capituló á tiempo; pero no era militar, y sin duda se vió obligado á ceder á los consejos de los oidores, y más aún al fanatismo de los frailes, que le alimentaban con mil ideas lisonjeras y quiméricas».—(Pág. 272.)

Más aún que á Anda ataca á los frailes, no sólo en general, sino también en lo que respecta á su intervención en lo de la guerra. La imparcialidad nos obliga á consignar que en muchas cosas carece de razón en lo que les atribuye, y un compatriota suyo, M. Mallat, que también estuvo en el país, acerca del que escribió una apreciable obra, en el capítulo XVII, que trata del Gobierno eclesiástico é institutos religiosos de Filipinas (pág. 376, tomo I), dice á este propósito:

Elegiremos esta ocasión para hacer observar que el viaje de Le

Tratado de paz con el Rey de Inglaterra (1). En el acto trasladó este despacho al Gobernador inglés y le propuso la designación de una Junta mixta anglo-españo la para convenir las formalidades de la entrega de la plaza. Aceptada la proposición, con gran júbilo, por el Jefe inglés, porque su situación era en alto grado crítica (2), nombró por su parte al ingeniero D. Eduardo Es

Gentil, del cual hemos tomado, en el capítulo del clima, algunas noticias preciosas bajo el punto de vista científico, está redactado con una sensible parcialidad contra el clero católico de Filipinas. Reconócese desgraciadamente que el autor escribía bajo el prisma de las ideas filosóficas de su siglo y que buscaba, por encima de todo, granjearse los votos de los principales partidarios de sus ideas».-(Les Philippines: Histoire, Géographie, Maurs, Agriculture, Industrie et Commerce des Colonies espagnoles dans l'Oceanie, par J. Mallat: París, 1846.)

(1) La paz se hizo por el Tratado definitivo, firmado en París el 10 de Febrero de 1763. España tuvo que ceder á Inglaterra la Florida y los territorios al Este y Sudeste del Missisipí, concediéndole otras ventajas comerciales.

(2) «En el año de 1764, por Febrero, ya se hallaba el Sr. Anda con una tropa muy lucida de 500 soldados españoles; 200 franceses desertores de Manila, con su Capitán M. Bretaña, y más de 3.000 indios fieles, prontos á tomar las armas. De todo este ejército era Comandante D. José Bustos, asturiano de mucho valor, y tenía su campo en el pueblo de Polo, provincia de Bulacán, bien pertrechado de armas y víveres; hacían sus salidas y escaramuzas, llegando casi á las murallas de Manila, con lo cual tenían á los ingleses asustados y encerrados en la plaza, en donde padecían una furiosa hambre y sed. Ya se hablaba y pensaba en poner cerco y cordón á Manila, y muchos aprobaban este proyecto, por lo cual se daban priesa en la corte de Bacolor, donde estaba siempre el Sr. Anda, á fundir cañones de batir, cuyo maestro principal era un fraile agustino, Fr. Juan Facundo de Acosta, natural del reino de Ga licia. También se fabricaba mucha y buena pólvora con el salitre que hacía en los montes de San Miguel de Mayumo el P. Fr. Eugenio Garrido, ministro de dicho pueblo, cuyo compañero fuí yo mismo por algunos meses, y padecimos muy buenos trabajos por esto. El Padre defi

tevenson, y el Sr. Anda á D. Francisco Salgado, quienes, provistos de sus competentes poderes, comenzaron á redactar las bases en el pueblo de Tambóbong, desempeñando los oficios de intérpretes D. Eduardo Vogán y D. Jerónimo Ramírez, respectivamente.

Nueve días llevaban los delegados anglo-españoles sin venir á un acuerdo concreto, y en esto llegó otro buque inglés con la orden de evacuar la plaza.

Suscitóse de nuevo la cuestión de quién debía suceder en el mando al Arzobispo, pues regateaban á Anda el perfecto derecho á la gobernación de un país que él había mantenido en la obediencia de España por el esfuerzo de su valor y de su patriotismo, precisamente los que más cobardes y desleales fueron durante la ocupación inglesa; pero resolvió el conflicto la oportuna llegada á Marinduque de la fragata Santa Rosa con el primer Teniente de Rey de las Islas, D. Francisco de la Torre, que debía hacerse cargo del gobierno interinamente, y Anda despachó un bajel para conducirlo á la Pampanga, donde le hizo espontánea entrega del mando el 17 de Marzo de 1764.

Comunicó La Torre al Jefe inglés la orden de su Gobierno para que evacuasen la plaza, y fijó mientras tanto su residencia en el arrabal de Santa Cruz, conviniendo con él la entrega, con las formalidades debidas, para el día 31 de dicho mes.

El gobernador inglés Drak, resentido de que Becus y Brereton no hubieran contado con él para los preliminares de la entrega de Manila, quiso oponerse á que

nidor Fr. Miguel Braña andaba con otros frailes buscando arroz, vacas, puercos, tabaco, trigo y todos los demás necesarios víveres para Bacolor y para el campo de Polo».-(P. Agustín de Santa María, MS. citado.)

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