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precepto. Si es necesario que una ley sea o ilógica o inconveniente, la ciencia política no vacila; prefiere que viva el pueblo con leyes ilógicas útiles, a que muera con leyes lógicas inconvenientes. Los ingleses se jactan de que jamás han dado una ley por espíritu lógico y que la lógica es lo que más han despreciado al hacer sus leyes.

El Jacobinismo, vilipendiado por todos, es por muy pocos conocido. Todos lo señalan como causa de leyes de facción, de grupos que atentan contra la libertad, que se inspiran en rencores de clase. El Jacobinismo ha sido el criterio perturbador en las altas esferas sociales. ¿Por qué? Por sus elementos esenciales. ¿Cuáles son éstos? Olvidar la vida real, dar las espaldas a las necesidades sociales y embarcar en naves de puros principios el destino de la humanidad. La conveniencia no importa, la teoría es todo. Que las leyes se ajusten a las reglas de esa teoría aun cuando ellas produzcan males sociales, tal es el lema del Jacobinismo. Sálvense los principios aunque perezcan las colonias, es su grito de combate. ¿A qué debe obedecer la ley? ¿A una teoría o a lo que la experiencia proclama como útil? Esta cuestión ha sido planteada a dos civilizaciones: la latina y la sajona. Cada una de ellas la ha resuelto conforme a las enseñanzas que la han nutrido. Para los latinos el gran profeta ha sido el individualista Rousseau, para los sajones Locke. De aquí surge la antítesis de las soluciones. Sentirse detenido por una regla y no sentirse embarazado por un mal público, es la regla de los jacobinos.

La teoría es el dogma en política llamado a regir todos los actos, aunque prevalezcan males, es la doctrina jacobina. Abandonar la teoría cuando su aplicación produce males, es el principio sajón. Dice Comte: "El Jacobinismo trae a la política el absolutismo de los dogmas religiosos." Agrega: "La raíz más profunda del Jacobinismo es el razonamiento dogmático." (Tomo IV, pág. 241.) Todo lo que la lógica deduce del principio debe ser respetado por la ley, proclama el Jacobinismo. Todo lo que produce males debe ser proscripto por la ley, tal es la regla del realismo sajón. Williongsby en su obra «The Nature of the State>> dice así: "Todo aumento de facultades al Estado debe tener la prueba de la utilidad. Es cuestión de conveniencia y no de principios." Story en su comentario a la Constitución americana dice: "El criterio político es la experiencia que corrige los errores de la teoría, (pág. 48.) Bryce en su «American Common Wealth,» a la pág. 443, tomo I, dice así: "Los americanos como los ingleses no gustan de arreglos científicos." A la pág. 456 se expresa así: "En suma, no puede haber duda de que el espíritu democrático es más enérgico de lo que lo fué en la primera generación. Es otro espíritu. Es más práctico, más dispuesto a ampliar la esfera de la acción gubernamental y menos dispuesto a fiarse de principios generales. Se descubre en la expresión de las Constituciones más recientes que declina la conmovedora fe en la eficacia de generales declaraciones de los derechos abstractos de la humanidad que es el signo de los discípulos de Jefferson."

"On the whole, therefore, there can be no doubt that the democratic spirit is now more energetic and pervasive than it was in the first generation. It is a different kind of spirit. It is more practical, more disposed to extend the sphere of governmental interference, less content to rely on general principles. One discovers in the wording of the most recent constitutions a decline of that touching faith in the efficacy of broad declarations of abstract human rights which marked the disciples of Jefferson."

No teorías, sino conveniencias; no principios, sino bien público, es el criterio sajón para el legislador.

La ley práctica busca resultados favorables: Si para obtenerlos necesita sacrificar una teoría, un principio ideológico, un arreglo general, ese sacrificio se consuma y la conveniencia se establece. Estos pensamientos han inspirado principios de nuestra Magna Carta. Proclama ésta la inviolabilidad de la propiedad. La lógica lleva a no permitir la violación de la propiedad, aunque la utilidad pública lo exija, pero como sobre la lógica está la conveniencia, la excepción brota para el caso de utilidad pública en el que la expropiación es lícita. Es regla general la separación de poderes en cuya virtud el Poder Legislativo es al que toca dar las leyes y al Ejecutivo ejecutarlas. La ley lógica mantiene las fronteras entre los Poderes como infranqueables, pero la utilidad pública exige que el Poder Legislativo juzgue y por eso juzga a que gozan de fuero. La utilidad pública exige que el Presidente tenga facultades legislativas y por eso

los

tiene el veto. La lógica está sacrificada en aras de la utilidad pública. Es regla de las democracias el gobierno de las mayorías, pero cuando esa regla puede producir inconvenientes, nos apartamos de la regla para darle el triunfo a una minoría. Nuestra Constitución exige dos terceras partes de los votos en la Cámara de Diputados y en la de Senadores para varias cuestiones. Es principio republicano la igualdad de todos ante la ley, pero cuando esta igualdad puede producir perturbaciones en la paz pública la igualdad se rompe. El Presidente de la República no es igual a cualquier otro ciudadano para el efecto de ser acusado en un juicio penal. Delitos que no son graves pueden perseguirse en cualquier otro ciudadano, pero no pueden perseguirse cuando su autor es el Ejecutivo de la Unión. Es derecho de todo ciudadano el votar y ser votado en elecciones populares, pero cuando este derecho puede traer males públicos se le prohibe a alguna clase. Proclamando la Historia que cuando la religión inspira la política se realizan graves males, hemos prohibido a los ministros de los cultos el derecho de votar y el de ser votados. La lógica ha sido sacrificada ante el bien público. El Presidente de la República no puede ser reelecto, lo que es la violación del principio que asegura a cada ciudadano el derecho de ser votado, pero como ese sacrificio está impuesto por el bien público, la lógica calla y la no reelección queda establecida. Limitar al pueblo en su derecho de elegir exigiendo condiciones en el candidato que él elija, es ilógico respecto del principio de soberanía popular;

pero siendo conveniente esa restricción, la lógica calla y las condiciones para candidato subsisten. El sistema bicamarista es también ilógico, puesto que si la Cámara de Diputados representa al pueblo, su voto debe ser final, pero como esta teoría nos lleva a todos los males que produce la existencia de una sola Cámara, hemos adoptado el Senado en nombre del bien público. La lógica ha sido herida, pero el bien público ha sido satisfecho. Las grandes verdades hablan y animan las instituciones frecuentemente sin la conciencia de los autores de éstas. Se proclama como grave error político el afirmar que la lógica no es inspiradora de las leyes, y los mismos que lo niegan son los que proponen y mantienen los preceptos legales, que significan sacrificios de la lógica y exaltación del bien público. La lógica no obliga al legislador, pero es obligatoria para el juez que investiga la mente de la ley, puesto que ninguna conveniencia lo puede apartar de cumplirla exactamente, ya que la mayor inconveniencia para la libertad de un pueblo es violar la ley.

Las leyes han realizado graves males en algunos casos, por ser lógicas. Presentaré un ejemplo. El cohecho tiene dos autores: el funcionario cohechado y el cohechador. La lógica del Derecho Penal es castigar a ambos, pero la conveniencia proclama la ventaja de no castigar al cohechador. Ese delito se comete en secreto; si deja huellas, si tras de él quedan pruebas, sólo los autores de él pueden revelarlas. Castigar a los dos autores equivale a dejar impune ese delito por ausencia de pruebas. Si el cohechador no es penado, él podrá

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