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El Comité de cada partido ha señalado el día y lugar de reunión de la Convención.

El lugar que se señala exige tres condiciones: centro de ferrocarriles, gran número de hoteles, y salón o teatro con cupo de 10 a 15,000 personas. Generalmente se prefiere San Luis, Cincinati, Chicago o Minneapolis. El día señalado se reunen los delegados bajo la presidencia del Presidente del Comité, quien desde luego nombra presidente interino, nombramiento que si fuere reclamado, será mantenido o revocado por los delegados. Este es el primer signo de fuerza de los partidos contendientes. Se nombran Secretarios y dependientes, y se fijan las reglas del debate. Después se nombran las comisiones de resoluciones y de credenciales. La Convención suspende sus sesiones hasta el día en que se dé cuenta con el dictamen de credenciales. Listo esto, se reune la Convención y nombra Presidente, quien pronuncia un largo discurso. Después se vota el dictamen de credenciales, y la Comisión de resoluciones presenta el proyecto de plataforma, que es discutido, aprobado, reprobado o modificado. Es obra muy peligrosa porque no sólo puede dividir a los delegados, sino que puede traer votos en contra en las elecciones. Los hombres prácticos evitan traer cuestiones que no están resueltas de antemano por el programa del partido, o que no responden a sentimientos nacionales.

Aprobada la plataforma, el Secretario llama sucesivamente por orden alfabético de Estados a sus delegaciones. El Presidente de cada delegación proclama

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su candidato, y pronuncia un discurso sobre sus méritos. Después viene un segundo, y tal vez un tercero. La Convención está formada por poco más de 800 delegados, y el auditorio por 9,000 a 14,000 personas. El auditorio se apasiona; hurras y estrepitosos aplausos ensordecen, presentándose dos rasgos notables en esa reunión: su inmensa excitabilidad y su perfecto orden. ¿Cuál es el secreto de esto? El cumplimiento estricto de cada regla aprobada; sólo dentro de la ley hay orden. Si no hay unanimidad en la delegación, su Presidente anuncia el número de votos de los delegados que tiene cada candidato. Así lo hace el Partido republicano. El demócrata se rige por la "unit rule," esto es, cada delegación tiene un solo voto: el de su mayoría.

Expuestos así por cada delegación sus candidatos, se procede al escrutinio. En la primera votación aparecen los principales candidatos de los dos partidos opuestos. El Partido republicano da por nombrado al que obtiene mayoría absoluta. El demócrata exige dos tercios de los votos a favor del nombrado. Si no se obtiene la mayoría o los dos tercios a la primera votación, se repite el escrutinio cuantas veces sea necesario.

Los americanos clasifican en tres clases sus candidatos: Favourites, Dark Korses, y Favourite Sons. La primera clase comprende a los hombres eminentes que la Nación admira; la segunda a los admirados en un Estado,pero que la Nación no reputa eminentes, y la tercera los que sólo son conocidos en sus Estados.

Cuando la lucha se empeña es cuando se abre la puerta del éxito para la segunda o tercera clase. Ningún candidato principal cede votos a su rival; en consecuencia es un Dark Korse o un Favourite el que recibe todos los votos de uno de los competidores para impedir el triunfo del rival.

Para obtener éstos se verifican constantes conferencias entre las diferentes delegaciones.

Se ceden votos por motu proprio, y algunas veces por acuerdo con el candidato. En la Convención republicana de 1880 los Favourites eran Grant y Blaine. Ninguno pudo vencer la resistencia del otro. Entonces Blaine, por telégrafo, manda que sus votos se pasen a Garfield, que en el primer escrutinio había obtenido un solo voto, y Garfield resultó vencedor.

Obtenida la mayoría que exige la regla del partido se propone que al vencedor se le declare electo por unanimidad, lo que se aprueba. El partido ya tiene candidato. Terminó el movimiento interior del partido, y comenzó la lucha con los otros partidos para obtener que sea electo por el Pueblo el candidato de cada partido. Esa lucha es de inmensa excitación. Oradores pagados parten para todos los rumbos; dondequiera ha y discursos laudatorios, donde quiera se oyen críticas apasionadas contra el candidato enemigo. La prensa mantiene esa excitación consagrando casi cada número de sus ediciones a la cuestión electoral. El mismo candidato, si es orador notable, levanta una tribuna a cada paso, y arenga a las multitudes. Su elocuencia es netamente apasionada, tropical.

No es contrario al decoro que reciba honorarios por esta lucha oratoria. Hay días en que pronuncia hasta cuatro discursos, y que los termina por grandes recepciones. Se escriben novelas en que los novios a la luz de la luna, en arrebatos de amor, discuten cuestiones políticas, y analizan las tarifas de aduanas.

El día de las elecciones se reunen los electores presidenciales en cada Estado, dan sus votos y se levantan actas que se remiten al Presidente del Senado, quien en pie, en presencia de ambas Cámaras, abre los certificados, computa los votos, y declara Presidente de la República al que haya obtenido la mayoría absoluta. Si todas las mayorías han sido relativas entre los tres candidatos más populares, elige al Presidente la Cámara de Diputados votando por Estados. La lucha electoral ha terminado, dejando inmensa duda sobre la verdad electoral, habiendo agitado al país en toda su extensión, habiéndose gastado sumas enormes y consumados muchísimos fraudes que la moral pública lamenta.

En capítulo aparte examinaré el sistema americano que tiene muy descontentos a los publicistas de aquel país.

LA POLITICA

Es el arte de gobernar, esto es, de realizar el bien público.

En nuestros colegios, en nuestros cuerpos docentes, jamás se ha levantado una cátedra sobre mate

ria tan importante, que da tantos elementos a la educación política de un pueblo, y sobre todo de un pueblo demócrata. En cada revolución, en cada gran perturbación se encuentra la violación de una ley política. Esto justifica a Washington al recomendar a su país que se crearan clases del arte de gobernar. La política tiene principios constantes y reglas variables. Su objeto es la utilidad pública, y nada más relativo que lo útil. Lo que hoy es salvador, mañana produce convulsiones y miseria. Lo que en un país es un bien, en otros es un mal. Internando las aguas del Nilo se hizo Egipto, deteniendo las aguas del mar se hizo Holanda. En política no se persiguen ideales. Los americanos de las colonias del Norte eran enemigos de la esclavitud. Suprimirla, era para ellos casi un deber dictado por la religión y por la moral. ¿La suprimirían en la Constitución? El hacerlo sería separarse del Sur, hacer imposible la unión. De dos males se optó por el menor: la esclavitud quedó en pie, y la unión realizada.

Durante la guerra Franco Prusiana se reunió en Burdeos la asamblea. Monárquicos formaban la mayoría. El hombre de más prestigio era monarquista: Thiers. Se debate la forma de gobierno, y se acepta lo posible: la República. "Es la forma que menos nos divide," dijo el libertador de la Francia. Lo posible dominó a lo ideal. Tal es la política sana.

Andrassy decía: ¿Qué buscais en el arte? Lo que yo detesto en política: el "ideal." Todo es bueno, todo es malo, según el punto de vista del examen.

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