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tad de un hombre, y que la creación de instituciones sea decretada por su propio matador. Este discurso es recibido con aplausos acalorados, con expresiones de inmenso regocijo, con manifiestas adhesiones a la opinión del orador. La Convención decreta la publicación de ese discurso y que se circule profusamente. Lo llama "discurso soberano," "inyección de vida que levanta los ánimos aun más abatidos por el pesimismo." (Véase en el apéndice.) Cuando los amigos del único elector, así condenan al gobierno personal representado en toda su rudeza por el General Díaz; cuando así expresan votos calurosos por la restauración de la ley, y por el Gobierno de instituciones, ellos, los favorecidos por ese régimen, los caudatarios de ese despotismo proclamaron muy alto que el General Díaz estaba derrocado en la conciencia nacional; el discurso y su aprobación frenética por todo el auditorio que votó la reelección así lo gritó, y casi dos lustros después se mostraron sorprendidos de que una revolución popular, secundando los votos de la Convención citada, quitara el mando a quien no había querido realizar el voto nacional: dar instituciones. El Círculo íntimo del General Díaz proclamó contra todo lo que se expresaba, contra todo lo que saturaba la atmósfera, que el caudillo era el primer obrero de la paz hecha por él en las conciencias, y que la Nación lo aclamaba porque lo amaba hasta el delirio. Cuánta verdad encierra el aforismo de Tácito, de que los mayores enemigos de un hombre son sus cortesanos. El engaño le costó el ostracismo.

GOBIERNO DEL GENERAL DIAZ.

Comenzó en 1876 y acabó en 1911. Duró 35 años. La administración González sólo es un episodio en ese gobierno, no otro gobierno. Su objeto, su apoyo, sus partidarios, sus pactos, todo lo incrusta en la Administración Porfirista, excepto la inmoralidad privada de su jefe. Ese largo período de Gobierno es fecundo en lecciones para nuestra vida política; esas lecciones sólo pueden darlas los hechos interpretados lealmente, sin que adhesiones ni rencores puedan falsear su carácter.

Al entrar triunfante la República sobre las ruinas del Imperio, se retira del Ejército el General Díaz. Su nombre quedó ligado con gloriosos hechos nacionales, y su reputación de bravura y de honradez nunca ha sido desmentida. Entregó al Señor Juárez una fuerte suma que había percibido la Caja de su División, y que nadie sospechaba que existiera. Señalar estas cualidades en un vencedor, equivale a proclamar su alta popularidad. Era el héroe de nuestra democracia. ¿Entregaba la espada para buscar las dulzuras del retiro, o para alzarse en armas sin que se le pudiera acusar de defección? ¿Iba a entrar a la lucha política para obtener la Presidencia? La victoria y su renombre ¿habían despertado en su alma ambiciones políticas?

Nuestro crítico historiógrafo, Don Fernando Iglesias Calderón, refiere que durante el sitio de Querétaro se presentó ante el General Escobedo una Comisión del Ejército que mandaba el General Díaz, para proponerle que se desconociera a Juárez, y que se formara un partido militar cuya Jefatura tocaría al que designara la suerte entre los Generales Escobedo, Corona y Porfirio Díaz; que esta proposición fué rechazada con altivez en nombre de su lealtad por el General en Jefe del Ejército sitiador de Querétaro. Esta afirmación de Iglesias Calderón fué hecha en presencia del General Escobedo ante numeroso auditorio, en convite que él presidía, aun más que él daba, y esa afirmación no fué desmentida por el vencedor en Querétaro. Fué publicada esa imputación hecha al General Díaz durante su Gobierno, y nadie la combatió. El General Escobedo que no la había impugnado, mostró su estimación al historiador Iglesias Calderón, dejándole por legado todos sus papeles. El General Díaz ordenó al Ministro de la Guerra, General Reyes, que se apoderara de ellos, lo que se verificó. El Señor Juárez "desconoció los méritos del General Díaz y despreciaba sus servicios," según frases de Don Justo Sierra. (Evolución social t. II, pág. 417.)

El retiro de éste del Ejército ¿no estaría ligado con esa proposición de desconocimiento del Jefe reconocido?

La crítica histórica tomará en cuenta el pronuciamiento de la Noria y todos esos datos para resolver sobre la lealtad del General Díaz al Señor Juárez y so

bre la adhesión de aquél durante la guerra de intervención.

Entra a la Capital Juárez, el pueblo lo elige Presidente. Porfirio Díaz entrega su espada, y se retira del servicio público. Era un Cincinato, volvía al arado. Cuatro años después se levanta en armas, cria la guerra civil, y da su plan revolucionario en la Noria (noviembre de 1871). El plan dice así:

"Al Pueblo Mexicano:

"La reelección indefinida, forzosa y violenta del Ejecutivo Federal, ha puesto en peligro las instituciones nacionales."

"En el Congreso, una mayoría regimentada por medios reprobados y vergonzosos, han hecho ineficaces los nobles esfuerzos de los diputados independientes y convertido a la Representación Nacional en una Cámara cortesana, obsequiosa y resuelta siempre a seguir los impulsos del Ejecutivo."

"En la Suprema Corte de Justicia, la minoría independiente, que había salvado algunas veces los principios constitucionales de este cataclismo de perversión e inmoralidad, es hoy impotente por la falta de dos de sus más dignos representantes y el ingreso de otro llevado allí por la protección del Ejecutivo. Ninguna garantía ha tenido desde entonces el amparo; los jueces y magistrados pundonorosos de los Tribunales Federales son substituídos por agentes sumisos del Gobierno, y los intereses más caros del pueblo y los principios de más trascendencia quedan a merced de los peores guardianes."

"Varios Estados sa hallan privados de sus autoridades legítimas y sometidos a Gobiernos tiránicos, impuestos por la acción directa del Ejecutivo, y sostenidos por las fuerzas federales. Su soberanía, sus leyes y la voluntad de los pueblos, han sido sacrificados al ciego encaprichamiento del poder personal."

"El Ejército, gloriosa personificación de los principios conquistados desde la revolución de Ayutla, hasta la rendición de México en 1867, que debiera ser atendido y respetado por el Gobierno para conservarle la gratitud de los pueblos, ha sido abajado y envilecido, obligándole a servir de instrumento de odiosas violencias contra la libertad del sufragio popular, y haciéndole olvidar las leyes y los usos de la civilización en Mérida, Atexcatl, Tampico, Barranca del Diablo, La Ciudadela."

"Los partidos, que nunca entienden las cosas en el mismo sentido, entran en la liza electoral llenos de fe en el triunfo de sus ideas e intereses, y vencidos en buena lid, conservan la legítima esperanza de contrarrestar más tarde la obra de sus derrotas, reclamando las mismas garantías de que gozaran sus adversarios; pero cuando la violencia se arroga los fueros de la libertad, cuando el soborno substituye a la honradez republicana, y cuando la falsificación usurpa el lugar que corresponde a la verdad, la desigualdad de la lucha, lejos de crear ningún derecho, encona los ánimos y obliga a los vencidos por tan malas arterias a rechazar el resultado como ilegal y atentatorio."

"Pero los sectarios de la reelección indefinida

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