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Dada la ley, cumplirla es un deber de todos, y de cada uno ser vigilante de ella.

La ciencia política mantiene con profunda convicción que un mal Gobierno en cumplimiento de una mala ley, es preferible a un buen Gobierno mantenido por arbitrariedad. Los inexpertos, los miopes, los imprevisores, retroceden espantados ante esta afirmación que, como cánon sagrado, respetan todos los hombres libres. Tres fundamentos tiene ese cánon:

I. El Gobierno malo, pero legal, proclama que la ley gobierna, lo que es elemento de salubridad nacional.

El Gobierno bueno, pero arbitrario, proclama que el pueblo tiene un amo, buen amo si se quiere, pero siempre un amo, lo que es la degradación nacional, y sin garantías de que el sucesor sea amo bueno;

II. Los males del Gobierno malo, pero legal, son de corta duración.

Los males del Gobierno bueno, pero arbitrario, dado el carácter progresivo de toda arbitrariedad, es de larga duración;

III. Para corregir los males de un Gobierno malo, pero legal, basta reformar la ley.

Para corregir los males de un Gobierno bueno, pero arbitrario, es necesario extirpar el vicio nacional de la sumisión de un pueblo a un hombre, para lo que regularmente se necesita el esfuerzo de varias generaciones.

Para reformar la ley se convocan pensadores, estadistas, políticos, hombres de ciencia.

Para reformar hábitos ilegales se llaman a agentes de destrucción: soldados y revolucionarios.

res.

La reforma de ley se hace por medio de civilizado

La reforma de lo ilegal sólo se hace por violencias, por derrumbamientos, por perturbación del orden social.

Los males de la ley se atacan sin derramar sangre. Los males de la arbitrariedad se modifican con terribles combates, con montones de cadáveres.

La libertad, resultado de la ley cumplida, dicen los ingleses, no es una tienda de campaña extendida para el descanso, sino un premio dado a la vigilancia de los ciudadanos. La necesidad de esa vigilancia la fundan en un concepto expresado en distintas fórmulas que enuncian así: "Toda falta es progresiva, de aquí la necesidad de detenerla antes de su desarrollo." Toda violación de ley es un heraldo de sucesivas violencias, y tal vez de grandes peligros." "Los derrumbamientos se preparan por ligeras degradaciones que se descuidan." "Obrar fuera de la ley es producir alarma, sólo dentro de ella hay tranquilidad en la licitud de nuestros actos." "Fuera de la ley todo es conmoción. El hombre libre queda marcado por dos rasgos: odio a lo arbitrario y resolución de perseguir lo ilegal." "La violación de la ley es la campana de alarma que llama a la acción a todos los hombres libres. Defender los derechos hasta el último recurso es el carácter de los que merecen la libertad.

La ley no evoluciona. Toda reforma por noble que sea, si no se hace por los medios legales, funda el régimen arbitrario, y en consecuencia destruye la li

bertad. Ningún bien que trajera esa reforma compensaría el mal que causara. El Señor Juárez, al lanzar la convocatoria a la caída del Imperio, creyó necesario, entre otras reformas constitucionales, la creación del Senado. Estimando muy largos los procedimientos legales para reformar la Constitución señaló al plebiscito como la forma más conveniente. El país entero rechazó este procedimiento, pues aun cuando la mejora era de progreso, el medio era ilegal. No salvó a Juárez todo su prestigio, y el plebiscito fracasó.

Huir del gobierno personal en nombre de los intereses de hoy, en nombre de la paz de mañana, es el interés ilustrado de todo ciudadano. Permítaseme reproducir lo que digo en otra parte.

"Thiers, el historiador más entusiasta por Napoleón I, el hombre que más admiraba el genio del soldado, a quien fascinaba la victoria que daba respetos nacionales al nombre francés, seducido por el orgullo nacional, satisfecho al ver descender de sus tronos a los reyes de seculares dinastías para ser los caudatarios del glorioso déspota de la Francia, ante Leipzic y Waterloo, ante la doble invasión de su Patria, ante la mutilación de su soberanía, llama a todos los pueblos a la contemplación de las desgracias francesas, y dice a industriales, agricultores, comerciantes y estadistas: "Nunca entregueis la Patria a un hombre, sea grande o pequeño, bueno o malo, tenga o no altares levantados por la gratitud nacional, no, nunca entregueis la Soberanía Nacional a un hombre, que de todos los males el poder de un déspota es el mayor,

porque desarrolla la vida al borde de un abismo en el que al fin se precipita la Patria. El despotismo es sólo una tregua para el advenimiento de muchos males. Esta sólo tiene porvenir bajo la sombra de la libertad. El que puede cuanto quiere, no siempre quiere lo que debe."

FUNCIONES DE ESTADO

La Nación no es el Estado. El Estado es el agente de la Nación en los asuntos que ésta le confía, y que se expresan en la carta fundamental. El Estado no es, pues, el representante general de todos los intereses del Pueblo, ni representa el espíritu de la Nación. El movimiento nacional puede ser opuesto al movimiento del Estado. Mediante las elecciones, en tal caso, la política cambia, pues el Pueblo es el Soberano. El Estado frecuentemente ha perjudicado a la Nación, y cuando la Nación ha podido obrar ha repudiado las leyes dadas. De todos los agentes del progreso humano, el menos enérgico, el menos eficaz es el Estado. Al Estado debemos las libertades de que gozamos, pero esas libertades son sólo el resultado de corrección de errores del mismo Estado. La tolerancia religiosa es sólo la supresión de la intolerancia dictada antes. Las libertades de trabajo, de enseñanza, de pensamiento, de escribir y publicar, de petición, de asociación, de poseer y portar armas, de entrar y salir de la República, de no ser juzgados por leyes privativas ni re

troactivas, de no ser esclavos, etc., derechos que en conjunto forman el tipo de un miembro de sociedad civilizada, significan sólo la derogación de las malas leyes anteriores. Esas leyes derogadas fueron causa de perturbación, de guerra, de exterminio. Sin la acción del Estado, al producir esas malas leyes, sobre el mundo habría corrido menos sangre, y la desgracia habría herido menos víctimas. La desaparición de esas leyes no ha sido la obra espontánea del Estado, ha sido el resultado del pensamiento y esfuerzo individuales, que se propagan, que forman falange y adquieren con el número la fuerza incontrastable que aplasta. La vida era una inmensa ergástula en que la esperanza abrió inmensos ventanales sobre el infinito, para que aires de otra vida hicieran soportable la actual. Surge la ciencia, descubre leyes, cría la industria, y los dolores se amortiguan, algunos desaparecen, aumentan los placeres, y la vida se hace tolerable. El planeta se hermosea, las comodidades aumentan, las distancias se destruyen, los hombres se acercan, y a pesar de convulsiones que aun no se apagan, se siente el aliento del progreso que cría la fraternidad universal. En todo este movimiento salvador, altamente benéfico, no hay la acción del Estado. Sólo ha obrado la acción individual luchando hasta convertirse en colectiva y vencedora. Con razón dice Spencer que desde los grandes

lineamientos de la industria hasta el último de los detalles, no se descubre porque no hay la influencia del Estado. La actividad individual, la organización de grupos fuera de la acción del Estado, es la primera

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