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CAPÍTULO PRIMERO.

DEL IMPERIO GODO. 、

Menguado concepto pudo granjearse en España ningun establecimiento político desde que Tubal (al referir de algunos) vino á poblar estas regiones, hasta que lanzados de ellas los árabes, sucedieron á su dominacion, de seiscientos años, las diferentes maneras de gobierno, que poco a poco, y al libre querer de sus conquistadores, fuéronse planteando en diferentes puntos de la Península. Y háyase en cuenta, que este período abraza dentro de sí más de cuatro mil y quinientos años, y que sólo violencias y robos y asesinatos con el tropel de miserias á esto consiguientes, nos alcanzan á relatar las leyendas que nó las historias de aquellas remotísimas edades, y que por consecuencia, mal pudieron conciliarse respeto ni aficion las formas de Gobierno (monárquicas todas),

que en medio de tan universal desolacion pudieran ensayarse.

Porque trayendo la corriente de ellas, desde el tal nieto de Noé, y continuando por Deabos ó Gerion, que arrojó tiránicamente del trono á la descendencia de aquel poblador (pues sólo crímenes y desafueros contienen las régias crónicas en série tan dilatada de siglos), ni un solo paso puede darse sino sobre sangre y horrores de toda especie, hasta el año 1064 antes del nacimiento de Cristo; época en que (segun cuentan) hubieron de venir los griegos y fenicios, y principiaron á organizar poblaciones y á levantar ciudades, sacando á nuestros padres del silvestre Luis Lopez, pá- estado en que vagaban por los campos, suely hasta cubiertos de vello como los brutos, y transidos acaso del hambre producida por una sequía general de más de veinticinco años.

gina 18.

tos

Moviéronse tales gentes á compasion por el ruido de las miserias que así desolaban, y despoblaron estas tierras; pero codiciando sin embargo los tesoros y gérmenes de abundancia que sus entrañas encierran, y apoderándose de las comarcas que más hacian al propósito de sus ganados y labores agrícolas,

fueron poco á poco dando alguna manera de

Luis Lopez, p. 3.

organizacion á estos pueblos groseros y sin
policía ni crianza, con ingénios más de fieras
que de hombres, viviendo á manera de bes- Id. p. 34.
tias, apartados y derramados por los campos, Id. p. 47.
hasta que Osiris (segun fé de las leyendas),
compadecido de la miserable servidumbre de
los españoles bajo el despotismo de Gerion,
y moviéndose no por ideas de conquista ni
acrecentamiento, sino por el ódio que á la
tiranía profesaba, se resolvió á libertarlos
de las afrentas é indignidades que sufrian, y Id. p. 48.
así lo hizo venciendo al tirano en los campos
de Tarifa.

Empero los hijos de éste, á quienes el generoso vencedor no quiso privar del trono, heredaron (como de contino acontece) la malvada índole de su padre, y la organizacion española siguió paso ante paso (entre celtas é iberos), si bien construyendo algunas ciudades, sufriendo las miserias y estremos infortunios de aquellos apartados tiempos, presa de los cartagineses antes, y de los romanos despues; pero víctima siempre de la ruin sórdida avaricia de estas naciones de ilustres bandoleros.

y

Así, y bajo tan miserable condicion, sorprendieron á nuestros padres las procelosas avenidas de los bárbaros del Norte; y á estas

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