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ellos comerán bizcocho lleno de gusanos, si lo tuvieren. No estamos en tiempo ni en tierra tan fria, que no podamos muy bien jugar las armas á cualquier hora, que esta tierra no es Alemania, donde me acuerdo que estando en campaña nos acaecia no poder ligar con las manos la ligagamba, ni atar una estringa, ni áun sacar la hoja del fodro, y los estivales se nos quedaban pegados á las calzas con el hielo; levántense mil hombres y marchen luego al puerto; alójense en sus cuarteles, tengan allí sus personajes, sepan ordenarse de manera que cuando convenga, su escuadron se cierre y abra, y sepan sacar sus mangas de arcabucería, que aunque no tengamos los herreruelos de Alemania, ni los tercios de Nápoles y Sicilia, no nos ofenderán; que ellos no traen cañones reforzados, ni culebrinas, ni serpentines, ni sacres con que nos batan la fortaleza, ni puedan romper lienzo de ella, ni traen mantas de guerra, ni ingenios para este combate. Si pareciere á vuestras mercedes que en aquel repecho, que está á caballero del cubelo viejo de la fortaleza, se haga un bestion, donde se planten dos pasamuros, dos falconetes y media docena de versos y esmeriles, y mosquetes entre sus cestones para que ayuden á defender el cubelo; fortificando esta artillería con foso y trinchea, vayan cincuenta gastadores que lo hagan, y con esto, si vinieren, dejámoslos saltar en tierra á hacer sus corredurías, echarémos nuestras espías de á caballo tras ellos, y en haciendo alto, darles hemos Santiago, al matin, encamisados (si nos pareciere), porque aunque nos mezclemos con ellos nos conozcamos, y harémoslos recoger á sus galeras, de manera que nos dejen mucho despojo en

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las uñas, y por lo menos les pillarémos el bagaje. » Sobre este parecer se levantaron y multiplicaron las voces largo rato: al cabo del cual la resolucion del sado consejo fué que se avisase al alcaide de la fortaleza que no durmiese á prima noche, y tuviese los paveses sin polvo, y las espadas de la fortaleza fuera de las vainas para más presteza, y se pregonase, para animar al pueblo, que ninguno temiese á los moros sopena de tres reales de vino para las guardas del fuerte. Y con esta resolucion se salieron sin tomar otra.

Salidos de este cabildo juntáronse luégo los regidores en otra casa á reir de las cosas que habian dicho los maestros de la guerra nueva y vieja. Y dijo uno: «mirá1 por mi vida lo que dijo el capitan viejo, que cogiésemos los almogavares de los moros, por decir las almojabanas; como si ellos trajesen almojabanas para su regalo. »Otro dice: «pues no vistes que buena sonada dió á la cancion arábiga? mirá quién nunca entró á pelear cantando donde lleva tanto peligro de muerte.-Y aquellas piñatas podridas (dice otro) que dijo el soldado nuevo, que habiamos de comer en nuestras casas, ¿no fuera mejor que si tuviéramos piñas en esta isla, comiéramos los piñones sanos y buenos? - Pues ¿qué campaña era aquella de Alemania (dice otro) en que estuvo nuestro capitan nuevo, donde hacia tanto frio, que no se podian atar las ligabambas? : los que están en las campanas, badajos suelen ser. » Otro dijo: «¿qué animal es aquella estringa que no podian atar? Y ¿qué árbol es el fodro, cuya hoja dijo que no podian sacar?

I Manera vulgar de pronunciar y escribir el plural del imperativo.

que cierto yo no tengo más noticias dél que de los más ignotos del paraíso terrenal. Pues ¿no estuvo buen disparate (dijo otro) lo que dijo, que los estivales se les pegaban á las calzas con el hielo? paréceme á mí que los estivales, siendo vapores secos del estío, más se pegarán con el calor.-Y áun á mí me parece lo mismo (dijo otro), y que no fué grande el aviso que se levanten mil hombres que marchen al puerto; porque si no se levantan y están acostados ó sentados, mal irán á mercar, que es lo que él llama marchar hablando á la soldadesca.—Pues más dijo (dice otro), si vuestras mercedes se acuerdan, que los mil hombres se alojasen en sus cuarteles, como si la mar de nuestro puerto fuera de aloja, y como si estuviéramos en Alimaña ó Flandres, donde se tejen manteles de muchos cuarteles para tanta gente. Y la gente que al puerto fuese (dice otro), ¿iba á fiestas y momerías, que habian de tener personajes? Y el escuadron de la gente habia de tener puertas para cerrarse y abrirse? Y ¿qué alcabucería habian de sacar los soldados en las mangas? -Mas mirá (dice otro), ¿para qué queriamos acá los herreruelos de Alimaña? que áun un herrero que tenemos nos sobra; más nos hicieran al caso las tercias de Nápoles y Sicilia que dijo, pues el Rey no nos quiere dar para estos gastos las que aquí tiene del pan.-Pues ¿no estuvo muy donoso (dice otro) el término de batir la fortaleza? como si fueran huevos para freir en tortilla.—Y ¿qué culebras y serpientes (dice otro) son aquellas, que dice que no traen los moros? Y sacres tambien dijo (dice otro), como si los hubieran de traer para matar garzas en esta isla. Aquello que dijo que no romperán los moros lienzo de

la fortaleza, creo yo: porque si en ella hubiese lienzo, tengo para mí que el alcaide ternia más camisas, que me afirman que no tiene sino una, aunque ésa muy bien servida; porque para el servicio de ella sola, dicen que tiene media docena de gorjales y puños. Las mantas de guerra que él dijo (dice otro), querria yo que trajesen los moros; quizá rescatariamos algunas, que deben de ser grandes y de mucha lana, pues las traen para cubrirse en el campo; ingenio para combatirnos todos ellos tendrán poco.»>

<< Pues ¿no estuvo bueno (dijo otro) decir que se haga un bestion en el repecho? ¿Quién le ha de hacer? Hágale Dios que le hizo á él; que aquí no somos criadores para hacer criaturas. Y que se planten allí pasamuros, como si fuesen árboles y otras plantas, que estén entre cestones; mirá qué fuerza pueden dar los cestos de la vendimia por grandes que sean. Más fuerza me parece á mí (dijo otro) que dará la trinchera, que dijo: porque si hay que trinchar estará la gente reforzada. Y esto pudieran gastar bien los cincuenta gastadores que dijo que fuesen; y no sé yo qué otra cosa hay que gastar, para que hayan de ir gastadores al puerto.—Mas ¿qué quiso decir (dijo otro) cuando dijo que el repecho estaba á caballero del cubelo?-En eso diria (dice otro, riendo) que el repecho estaba caballero sobre el cubelo; sino que no declaró si á la jineta ó á la estradiota. ¿Y qué corredurías de lonja habian de hacer los moros en nuestra tierra? Y qué alto habian de hacer? ¿Habíamosles de consentir que tratasen, y que hiciesen torres altas en que se hiciesen fuertes?-Y teniendo el Santo Oficio en esta tierra (dice otro), ¿ habiamos de dar á San

tiago á los moros? y al matin ¿y el alma? Pues ¿no fué buen aviso (dijo otro con mucha risa) que vamos encamisados para conocernos? Como si no hubiesen de ir las camisas debajo de los sayos y jubones. Y que pillarémos el bagaje y que pelearémos en vago; mirá qué parecer tan importante.»>

Así hacen conversacion los sabios regidores de lo que proponen y tratan los expertos maestros de la guerra nueva y vieja; y pasa el negocio de tal manera, que los capitanes de la guerra vieja murmuran de los soldados de la guerra nueva; los soldados de Italia escarnecen á los fronteros de Berbería; los regidores mofan de los unos y de los otros; el pueblo ríese de todos; y el mundo puede murmurar, escarnecer, reir y mofar de todo este pueblo y ejército.

Atambores hay escogidos oficiales, aunque todos son negros; tocan el recoger, la órden, el marchar, hacer alto, el arma, la escaramuza, la plegaria, el arremeter, la batería, el retirar; y todo lo tocan á la sonada del gurumbe ó chanchamele y otros guinéos.

De pífaros hay gran falta, si no se toman el dia de la necesidad de los del ejército porcuno.

Dos trompetas hay para la gente de á caballo tan roncas y desacordes, que los caballos no las conocen por tales; de los caballeros muchos las entienden, y se animan y encorajan con su sonido; porque parece que van sonando en remembranza de la pasion de Nuestro Señor Jesucristo, como las que se tocan en Juéves Santo.

La gente de esta isla generalmente es muy animosa, y en especial los capitanes; de los cuales algunos luégo

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