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Del alma el concepto tierno
Le direis vos, ojos mios!
Las penas, los desvaríos
Que padezco en este infierno,
Porque sepa remediar
El tormento de los dos,
Pues con solo verla vos
La supimos adorar.
No os cause el mirar enojos,
Que lenguaje es conocido
De un espíritu afligido
Decir su mal por los ojos:
Pues no lo sabe mostrar
Ojos, mostrádselo vos,
Aunque os derritais los dos
En lo que soleis llorar.

III.

Quien amando no es amado, ¿Qué merece?

¡No mas mal del que padece!
El que su alma entregó,
El que dió su corazon,
Porque le sobró aficion
Y ventura le faltó:

El que amando se perdió,
¿Qué merece?

No mas mal del que padece.
El que puso el pensamiento
En tan subido lugar,

Que aun no le deja gozar
La dulzura del tormento:
Por tan alto atrevimiento
¿Qué merece?

No mas mal del que padece. Que mas puede merecer

El triste que no es amado?
Sobra la pena al pecado:
No ser querido y querer
Es cuanto hay que padecer!
No merece

Pues mas mal del que padece.

JERONIMO DE CONTRERAS.

Murió por los años de 1573.

AL AMOR.

Si mi constante servir,
Algo pudo merecer,
No lo sé.

Sé que estoy para morir
Sin partirse del querer
Mi gran fé.

Llévame donde quisieres,
Que nada me da temores,
Tal estoy,

Que bien sé que nunca mueres,
Y aunque mas sufra dolores
Tuyo soy.

CANCIONES.

I.

Entre todos los remedios
Que se hallan al pesar
El mejor es sospirar.
Todo tormento se amansa
En cualquier tribulacion
Con el ay, porque descansa
La pena del corazon.
Yo no hallo á mi pasion
Cuando quiero descansar
Sino solo sospirar.

Cuando el corazon sospira

De lo mas hondo del centro,

Es el alma que retira

Parte del mal que está dentro,
Los ojos van al encuentro
Ayudando con llorar,

Mas mejor es sospirar.
Siendo mortal la herida

Pocas veces tiene cura,
Mas vale muerte que vida
Al que le falta ventura.
Pues quien vive con tristura
Cuando quiere descansar,
Descanse con sospirar.

Hay mal que no es de sufrir
Y es menester de sufrillo.
Muere el hombre por decillo
Y no lo osa decir,
Pues si no quiere morir
Y es menester callar,
Hable con el sospirar.

II.

Tristeza, si te acabares,
Dará fin la vida mia,
Acabarse ha mi alegría
Si se acaban mis pesares.
Si tú mueres yo soy muerto,
Que la tristeza es mi vida:
¿Quien vido tal desconcierto
Pues pone el pesar medida
Al bien que vive encubierto?
Y así por todos lugares
Buscaré tu compañía
Porque no quiero alegría,
Tristeza, si te acabares.
Cuando de mí se partió
Esperanza y su contento
La fe mas firme quedó,
Mas pudo tanto el tormento
Que los sentidos venció.
Entónces, la vida mia
Entregóse á los pesares
Y así no quiero alegría,
Tristeza, si te acabares.

DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA.

1505-1575.

CANCION.

¿Cómo podré cantar en tierra estraña

Cantar que darme pueda algun consuelo?
¿Qué me aconseja amor en esta ausencia?
Mi mal es fuerza, tu voluntad maña;
A la seguridad vence el recelo,
La desesperacion á la paciencia.
Si pienso que me veo en tu presencia,

Mi pensamiento va tan abatido,
Que siempre finge cosas de pesar:
Tu soberbia, tu saña, tu desvío;
Y en la ocasion me falta el albedrío;
Pues cuando quiero no puedo hablar;
Que pierdo la razon, mas no el sentido.

En tu presencia estoy, y estó en tu olvido;
Que nunca habrá mudanza,

Y acuérdaste de mí para dañarme;
No te acuerdas de mí, mas es costumbre
Ser en esto cruel tu mansedumbre,
Y yo de diligente condenarme
En tu descuido y mi desconfianza.
Amor, amor, que quitas la esperanza,
Y en su lugar das vana fantasía,
¿Qué bien tiene el morir, si no lo siente
Quien es la causadora deste daño?
No quiero que deshagas el engaño;
Quiero que sea razon, y no acidente
Lo que pueda vencer á tu porfía.

Si yo, Señora, viese que algun dia
Volvias tus dos soles á mirarme
Por voluntad, y no por ocasion,
Pensaria que estaba en tu memoria.
Mas ¿cómo bastaré á sufrir tal gloria,
Que un punto della es mas que mi pasion?
Con tanto bien no puedo remediarme.
Querria del pensamiento yo ayudarme,
Si él me obedeciese á mi contento;
Mas no para pensar cosa liviana,
O que esta vida pueda darte enojos;
Pensaré, como muero ante tus ojos,
Que procede mi pena de tu gana,
Que das alguna causa á mi tormento.

La vida pasaria en este cuento

En espera de alguna buena suerte;
Mas jay de mí! que no puede venir,
Ni cabe en mi juicio tal locura;
De mi cuidado hago sepultura,
Y en soledá y tristeza mi vivir,
No vida, sino sombra de la muerte.
¡Oh Señora! Si yo pudiese verte,
O quisieses saber tú cual estoy,
Harto alivio seria para mí

En tan estraño mal como padezco.
Las noches y los dias aborrezco,
Maldígome en la noche porque fuí,
Y cuando viene el dia, porque soy.

Tambien maldigo el lugar donde voy,
Y el tiempo porque pasa y no te veo
A la hora que te vi; y á la sazon,
Que siempre la procuro y no la hallo;
La voluntad maldigo y mi razon,
Y á tu aborrecimiento y mi deseo;
Cuantos males sospecho, tantos creo,
Juzgo lo que ha de ser por lo que fué,
Revolviendo mis quejas de contino
Por.vos, si tiene medio ó le ha tenido;
Mas como ni lo espero ni lo pido,
Como ciego que va por el camino,
Ni veo dónde voy ni dónde iré.
Mueve el deseo y ciégame la fe,

Muchas veces querria disimular,
Pero descubro mas disimulando;
Liviano es el cuidado que decirse
Puede, y el que no puede sufrirse
El mismo se descubrirá callando;
Que no presta ser mudo ni hablar,
Ni reposo en dormir ni con velar:
Velando pienso en lo peor que puedo,
Paso cosas que no puedo creer;
Durmiendo sueño aquello que he pensado,
Como el hombre que duerme de cansado:
Sueño que caigo, y no puedo caer,
Y en lo mas alto estoy con aquel miedo.
Muero cuando me mudo, y si estoy quedo
Busco piedad, y caigo en la sospecha,
Y no hay de qué tener este cuidado;
Que todos son contigo lo que soy;
Mas ellos, si no van por donde voy,
Podrá ser el hallarse en buen estado,
Pues lo que á uno daña á otro aprovecha.
Llamo la muerte como cosa hecha,
Y viene, mas no llega á su lugar;
Que no consiente amor, ni lleva medio
En tanta soledad morir por ruego;
Fuerza querria que fuese, y fuese luego;
Que el mayor bien es el postrer remedio
En mal que no se puede remediar.

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