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Remedio á esta malandanza,
Pero nunca le hallé.
Uno, que no siente nada,
Calla otro, aunque lo siente;
En fin, no hay hora menguada
Sino para el que está ausente.
Mas ¿qué haré, si te gasta
Contra mí algun importuno?
Para dañar uno basta,
Para aprovechar ninguno.
Con voluntad invidiosa

Vió mi mal y tu llaneza;
Parecíale otra cosa,
Si procura tu aspereza.
Tal medicina hay, que daña,
Aunque al médico le place,
Y tal ingenio, que engaña
Al maestro que le hace.
A tirano antojadizo

Dieron maestro cruel;
El toro de alambre hizo
Quien murió encerrado en él.
Presto se le tornó en lloro
Cuanto comenzó por juego;
El mismo dentro del toro
Probó el tormento del fuego.
Era el son de los gemidos,
Con la fuerza de la llama,
Cual suena á nuestros oidos
Un bravo toro que brama.
El suceso y la ambicion,
El caso y la maravilla,
Movieron admiracion,
Mas no movieron mancilla.
¡Oh cruel! En este caso

¿Qué te dolió el bien ajeno? La invidia te hinchó el vaso Cuando me diste el veneno. Y como inocente dello, Bebilo hasta acaballo. En mi mano fué bebéllo, Aunque no fué remediallo. Si tú, Señora, no quieres Tomar de mí la conquista, Procura ya, si pudieres, De sanarme con tu vista.

VILLANCICO.

Esta es la justicia
Que mandan hacer
Al que por amores
Se quiso prender.

Engañó al mezquino
Mucha hermosura,
Faltó la ventura,
Sobró el desatino;
Errado el camino,
No puede volver
El que por amores
Se quiso prender.

Mándenle escribir,

Aunque no contente,
Y si se arrepiente,
Que no ha de huir,
Que quiera morir,
Y no pueda ser;
Esta es la justicia
Que mandan hacer.

Entro simple y ciego,
Mas no sin razon;
Hízose aficion

De lo que era juego;
El encendió el fuego
En que habia de arder,
Cuando por amores
Se quiso prender.

Si acaso algun dia

Habla con su dama,
Mire ella al que ama,
Y con él se ria;
De envidia y porfía
Se ha de mantener
El que por amores
Se quiso prender.

Diga su cuidado,

Mas no sea creido;
Antes que sea oido
Sea condenado;

Quiera ser mirado:
No le quieran ver
Al que por amores
Se dejó prender.

SONETOS.

I.

¡Si fuese muerto ya mi pensamiento,
Y pasase mi vida así durmiendo
Sueño de eterno olvido, no sintiendo
Pena ni gloria, descanso ni tormento!
Triste vida es tener el sentimiento

Tal, que huye sentir lo que desea,
Su pensamiento á otros lisonjea,
Yo enemigo de mí siempre lo siento.
Con chismerias de enojo y de cuidado

Me viene, que es peor que cuando peno, Y si algun placer me trae, con él me va, Como á madre con hijo regalado,

Que si llorando le pide algun veneno,
Tan ciega está de amor, que se le da.

II.

Tu gracia, tu valor, tu hermosura,
Muestra de todo el cielo, retirada,
Como cosa que está sobre natura,
Ni pudiera ser vista, ni pintada.
Pero yo, que en el alma tu figura
Tengo en humana forma abreviada,
Tal hice retratarte de pintura,
Cual amor te dejó en ella estampada.
No por soberbia vana, ó vanagloria
De tí, ni para publicar mis males,
Ni por verte mas veces que te veo,
Mas por solo gozar de tanta gloria,
Señora, con los ojos corporales,
Como con los del alma y el deseo.

III.

Vuelve el cielo: el tiempo huye y calla,
Y callando despierta tu tardanza;
Crece el deseo, y mengua la esperanza
Tanto mas, cuanto mas léjos te halla.

Mi alma es hecha campo de batalla,
Combaten el recelo y confianza,
Asegura la fe toda mudanza,

Aunque sospechas andan por mudalla.
Yo sufro y callo y dígote, señora,
¿Cuando será aquel dia que estaré
Libre desta contienda en tu presencia?
Respóndeme, tú, saña matadora:

Juzga lo que ha de ser por lo que fué,
Que ménos son tus males en ausencia.

IV.

Tiempo vi yo que amor puso un deseo
Honesto en un honesto corazon;

Tiempo vi yo, que ahora no lo veo,
Que era gloria, y no pena, mi pasion.
Tiempo vi yo que por una ocasion,

Dura angustia y congoja, y si venia, Señora, en tu presencia la razon Me faltaba y la lengua enmudecia. Mas que quisiera he visto, pues amor Quiere que llore el bien y sufra el daño, Mas por razon que no por accidente. Crece mi mal, y crece en lo peor, En arrepentimiento y desengaño, Pena del bien pasado y mal presente.

V.

Mil veces callo que mover deseo

El cielo á gritos, y mil otras tiento Dar á mi lengua voz y movimiento, Que en silencio mortal yacer la veo. Anda cual velocísimo correo

Por dentro el alma el suelto pensamiento, De llanto y de dolor lloroso acento, Y casi en el infierno un nuevo Orfeo. No tiene la memoria á la esperanza, Rastro de imágen dulce ó deleitable, Con que la voluntad viva segura. Cuanto en mí hallo es maldicion que alcanza, Muerte que tarda, llanto inconsolable, Desden del cielo, error de la ventura.

LUIS DE CAMOENS.

Portugues.

1524-79.

LETRILLA.

De dentro tengo mi mal,
Que de fora no hay señal.

Mi nueva y dulce querella
Es invisible á la gente:
El alma sola la siente,
Qué el cuerpo no es dino della.
Como la viva centella

Se encubre en el pedernal
De dentro tengo mi mal.

VILLANCICOS.

I.

Irme quiero, madre,
A aquella galera,
Con el marinero
A ser marinera.
Madre, si me fuere
Doquiera que vó,
No lo quiero yo;
Que el amor lo quiere!
Aquel niño fiero

Hace que me muera,
Por un marinero

A ser marinera.

El que todo puede,
Madre. no podrá,
Pues el alma va,
Que el cuerpo se quede,
Con él pues que muere
Voy porque no muera,
Que si es marinero
Seré marinera.

Es tirana ley,

Del niño señor,
Que por un amor
Se deseche un rey,

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