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A mí una pobrecilla

Mesa, de amable paz bien abastada
Me basta, y la bajilla

De fino oro labrada

Sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable

Mente se están los otros abrasando
Con sed insaciable

Del peligroso mando,

Tendido yo á la sombra esté cantando,

A la sombra tendido,

De yedra y lauro eterno coronado,

Puesto el atento oido

Al son dulce acordado

Del plectro sabiamente meneado.

IV.

Profecía del Tajo.

Folgaba el Rey Rodrigo

Con la hermosa Cava en la ribera

Del Tajo, sin testigo;

El rio sacó fuera

El pecho, y le habló desta manera:

¡En mal punto te goces

Injusto forzador, que ya el sonido
Oyo yo, y las voces,

Las armas, y el bramido

De Marte, de furor y ardor ceñido!

¡Ay! esa tu alegría

Qué llantos acarrea, y esa hermosa
Que vió el Sol en mal dia,

A España, ¡ay! cuán llorosa,

Y al cetro de los Godos cuán costosa!

Llamas, dolores, guerras,

Muertes, asolamiento, fieros males

Entre tus brazos cierras,

Trabajos inmortales,

A tí y á tus vasallos naturales.

A los que en Constantina

Rompen el fértil suelo, á los que baña
El Ebro, á la vecina

Sansueña, á Lusitaña,

A toda la espaciosa y triste España.

Ya dende Cádiz llama

El injuriado Conde, á la venganza
Atento y no á la fama,

La barbara pujanza,

En quien para tu daño no hay tardanza.

Oye, que al cielo toca

Con temeroso son la trompa fiera,
Que en Africa convoca

El Moro á la bandera,

Que al aire desplegada va lijera.

La lanza ya blandea

El Arabe cruel, y hiere el viento
Llamando á la pelea;

Innumerable cuento

De escuadras juntas veo en un momento.

Cubre la gente el suelo,

Debajo de las velas desparece

La mar, la voz al cielo

Confusa y varia crece,

El polvo roba el dia, y le escurece.

¡Ay! que ya presurosos

Suben las largas naves: ay! que tienden
Los brazos vigorosos

A los remos, y encienden

Las mares espumosas por do hienden.

El Eolo derecho

Hinche la vela en popa, y larga entrada
Por el Hercúleo Estrecho

Con la punta acerada

El gran padre Neptuno da á la armada.

¡Ay triste! ¿y aun te tiene

El mal dulce regazo? ni llamado

Al mal que sobreviene

No acorres? ocupado

No ves ya el puerto á Hercules sagrado?

¡Acude, acorre, vuela!

Traspasa el alta sierra, ocupa el llano,
No perdones la espuela,

No des paz á la mano,

Menea fulminando el hierro insano!

¡Ay cuanto de fatiga!

Ay cuanto de sudor está presente
Al que viste loriga,

Al infante valiente,

A hombres y á caballos juntamente!

Y tu, Bétis divino,

De sangre ajena y tuya amancillado,
Darás al mar vecino

¡Cuanto yelmo quebrado!

¡Cuanto cuerpo de nobles destrozado!

El furibundo Marte

Cinco luces las haces desordena

Igual á cada parte;

La sesta jay! te condena,

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O cara patria, á barbara cadena!

SAN JUAN DE LA CRUZ.

+1591.

SUBIDA DEL MONTE CARMELO.

En una noche escura

Con ansias en amores inflamada,

¡O dichosa ventura!

Salí sin ser notada,

Estando ya mi casa sosegada.

A escuras y segura

Por la secreta escala disfrazada

¡O dichosa ventura!

¡A escuras y en celada

Estando ya mi casa sosegada!

En la noche dichosa

En secreto que nadie me veia,

Ni yo miraba cosa,

Sin otra luz ni guia

Sino la que en el corazon ardia.

Aquesta me guiaba

Mas cierto que la luz de medio dia
A donde me esperaba

Quien yo en me sabia

En parte donde nadie parecia.

¡O noche que guiaste

O noche amable mas que el alborada,
O noche que juntaste

Amado con amada

Amada en el amado trasformada!

En mi pecho florido,

Que entero, para él solo se guardaba,
Allí quedó dormido,

Y yo le regalaba,

Y el ventalle de cedros aire daba.

El aire del almena

Cuando ya sus cabellos esparcia

Con su mano serena,

En mi cuello heria,

Y todos mis sentidos suspendia.

Quedéme y olvidéme,

El rostro recliné sobre el amado,
Cesó todo y dejéme,

Dejando mi cuidado

Entre las azucenas olvidado.

ARCHANGEL DE ALARCON.

+ 1594.

DIALOGO ENTRE LA VÍRGEN Y EL AUTOR.

«Suplícoos, reina del cielo,

Aunque no lo he merecido
Que el niño que habeis parido
Me entregueis por mi consuelo.

Sé que el amor maternal

No sufrirá luenga ausencia
Del niño cuya presencia
Al cielo es gloria eternal.

Pero no tengais recelo

Pues por poco tiempo pido
Que el niño que habeis parido,
Me entregueis por mi consuelo. >>
«Es mi niño delicado,

Y tú rústico y grosero:
Cómo quieres al cordero
Divino estar abrazado?»

«Amor alzará mi vuelo

Si me fuere concedido

Que el niño que habeis parido Me entregueis por mi consuelo. >> «Mi niño es suma beldad

Y dulce como la miel ¿Como llegarás á él Con amargura y fealdad?» «Pues, Vírgen, dello me duelo

Y él por todos ha nacido, Ruego os que él que habeis parido Me entregueis por mi consuelo. » « Como entre mis pechos mora El hermoso entre millares Acállole con cantares Cuando tierno niño llora.

Tanto con él me desvelo

Que de mí misma me olvido
¿Cómo daré el que he parido
Siendo mi gozo y consuelo. »
«Tengo señora por cierto

Que á trueque de dulces cantos
Se acallará con mis llantos
Y adormirá aunque despierto;
Pues lágrimas son señuelo

Con que se abate del nido
La águila que habeis parido:
Dádmela por mi consuelo. >>

«Las criaturas humanas

Huélganse con lautos dones,
Mi niño con corazones
Que son sus dulces manzanas.»>

«Si bajó por eso al suelo

Ya el mio tiene rendido,
Ruégoos que el que habeis parido
Me entregueis por mi consuelo. >>

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